Trondheim es un
autor privilegiado. De ser un absoluto desconocido en nuestro país está
pasando a amasar una considerable legión de admiradores que esperan con
entusiasmo dejarse maravillar por el savoir faire del francés.
Sin embargo, tanto en España como en el país vecino su éxito no ha sido
fulgurante desde el primer momento, sino más bien producto de una
dedicación, una constancia y una notable presencia en el mercado (no en
vano, se trata de uno de los autores más prolíficos que podamos
encontrar en la actualidad) que han terminado por acercarle al gran
público.
Lewis (nacido en
1964) tuvo la mala fortuna de comenzar a dar su primeros y titubeantes
pasos dentro del mercado francés en un periodo en el que, debido a la
emergente crisis de las revistas de historieta tradicionales, la
receptividad para con nuevos talentos era escasa. No obstante, este
contexto de recesión supuso el germen de multitud de propuestas
procedentes de editoriales independientes que con otras armas (la
voluntad de innovar, el conceder un lugar de privilegio a temáticas
menos convencionales, la modestia) consiguieron suplir las carencias de
un mercado a base de talento y entusiasmo, permitiendo así que jóvenes
promesas encontrasen un lugar en el que crecer como artistas. Trondheim
colabora con varias de ellas hasta que entra a formar parte de
L'Association, un peculiar colectivo de artistas metidos en el papel de
editores. Precisamente a esta etapa de la vida del autor corresponden
los hechos narrados en la obra que nos ocupa, Mis Circunstancias.
La edición
española de éste tebeo, autobiográfico en contenido y catártico en
pretensiones, surge en un momento idóneo, puesto que la popularidad de
La Mazmorra, quizás el mayor éxito de Trondheim, está alcanzando
cotas inusitadas, hasta tal punto que son necesarias segundas tiradas de
los primeros álbumes y parece garantizada la aparición de una nueva
entrega de la serie cada tres o cuatro meses (todo un récord en un
mercado como el nuestro). A su vez, otra obra clave en la trayectoria
profesional del francés como es Lapinot goza de una reciente
versión en la lengua de Cervantes.
Ahora, como decía,
llegó la hora de conocer un poco más sobre la figura de este autor, y de
que mejor manera que a través de sus propias palabras y del medio que
tanto ama.
Esta
es básicamente la propuesta de Mis Circunstancias : un recorrido
por las obsesiones, miedos, virtudes e imperfecciones de una parte de la
ecuación que el lector de cómics habitualmente desconoce; la persona que
está detrás de ellos.
Así
pues, a lo largo de ciento cincuenta páginas ininterrumpidas de
historieta, Lewis nos transforma en testigos de excepción de unos
importantes años de su vida sin escatimar todo tipo de revelaciones
pertenecientes al ámbito personal, ya sea en boca del trasunto del autor
(un ave indeterminada con el ceño perpetuamente fruncido) como a través
de un elenco de secundarios de lujo (colegas de trabajo en su mayoría)
que constituyen toda una fauna en más de un sentido. Personajes que, en
manos de Trondheim, representan instrumentos con los cuales alcanzar el
objetivo principal del libro; llegar a desnudar el alma humana, con sus
miserias y grandezas, haciendo gala de una virtud de la que
habitualmente se presume, pero que raramente se posee : la sinceridad.
¿Y
cómo es Trondheim? Malhumorado, falto de voluntad, maniático,
imaginativo, con un escaso repertorio emocional, introvertido... en
definitiva, humano. ¿O no? El (genial) epílogo en el que diversos
aludidos dan su versión de los hechos mostrados y su relación con el
autor siembra las suficientes dudas como para que desconfiemos de lo
leído, si bien el lector más avispado seguramente llegue a la conclusión
de que los dispares puntos de vista no tienen por qué contradecirse
entre sí, sino que corresponden a la percepción de distintas facetas de
la naturaleza humana.
En cualquier caso, la inclusión de semejante epílogo, además de un
simpático contrapunto a la historia, constituye por sí misma una prueba
de la sinceridad que rezuma por las páginas del libro.
Todos
sabemos que el "slice of life", género en el que se encuadra el tebeo,
además de proporcionar un conjunto de obras notables al medio es
propenso a todo tipo de excesos por parte del autor al situarle en una
tentadora situación. El juego de poner al descubierto las propias
debilidades corre el peligro de convertirse en un adictivo "más difícil
todavía" que, en manos inexpertas o poco capaces, puede dar lugar a
resultados incluso risibles cuando las pretensiones son otras bien
distintas.
Algo
de eso hay en Mis Circunstancias, pero conforme va avanzando la
historia, Lewis encuentra el equilibrio adecuado entre el realismo y la
sana autocrítica, permitiendo que el lector no se distancie más de lo
necesario de lo narrado. Por lo tanto, la pregunta que cabría hacerse
sería la siguiente ¿merece la pena leer una obra de dimensiones
considerables tan sólo para conocer lo autocompasivo e inseguro que es
su autor? Si cuenta con el despliegue de recursos
narrativos
y la maestría que Trondheim reparte con notoria generosidad por todas y
cada una de las páginas de la misma sin duda alguna, a pesar de que, al
fin y al cabo, se nos cuente una historia que de extraordinaria tiene
bien poco. Lo cual, por otra parte, no deja de ser una cuestión de
perspectiva.
Eso sí, los que no simpaticen con el "slice of life" mejor
será que se abstengan, puesto que encontrarán poco (o nada) de su gusto
en este tebeo. Mientras tanto, los demás disfrutaremos con hallazgos
como las hilarantes reuniones de
L'Association, la
conmovedora disconformidad de Lewis con su propia imagen corporal o
insólitos desdoblamientos de personalidad. Anécdotas a caballo entre la
realidad y la fantasía, el recuerdo y la ficción, narradas de forma
sublime, como tan sólo un gran conocedor del medio de la historieta
sería capaz, y que en definitiva convierten la
lectura del volumen en una auténtica delicia si somos capaces de
entregarnos sin reservas al juego propuesto.
Además, estamos de suerte, puesto que la edición de Astiberri no
desentona para nada con la calidad de la obra. Una atractiva cubierta,
distinta de la original, sirve como carta de presentación para un
volumen compacto y manejable en el que se ha cuidado hasta el más mínimo
detalle, encontrándonos con aciertos tales como la expresiva labor de
rotulación de Miguel B. Nuñez o la inclusión de una introducción firmada
por Antoni Guiral bastante útil a la hora de contextualizar la obra. Tan
sólo se podría lamentar la ausencia de plastificado en la cubierta
debida a un malentendido con la imprenta que a la postre ha redundado en
una notable disminución del precio final del producto. Un aspecto que
nos obligará a tratar el tebeo con un esmero que, sin duda, se merece.
Con respecto a la
traducción, el no disponer de la edición original dificulta realizar
cualquier tipo de valoración acerca de su acierto o falta del mismo,
pero a simple vista se puede detectar algún error fruto de una
interpretación demasiado literal de ciertos términos. Es el caso de la
fiesta en el estudio de Trondheim, donde el lector puede llegar a
sorprenderse con el revuelo general causado por la pareja que está
"besándose" en el cuarto de baño, a no ser que conozca los múltiples
usos del verbo francés baiser, alguno de los cuales concuerda
mejor con las onomatopeyas que provienen de detrás de la puerta.
De todas formas,
estos minúsculos defectos no constituyen un impedimento para disfrutar
de un tebeo enorme que, teniendo en cuenta el desabrido panorama
editorial español, constituye un oasis dentro de un desierto de
mediocridad. |