«Ahora, el mundo es muy diferente. En sus manos
mortales, el hombre tiene el poder para suprimir todas las
formas de pobreza humana y todas las formas de vida humana. Y
sin embargo, las mismas creencias revolucionarias por las cuales
lucharon nuestros ancestros siguen estando en boga alrededor del
mundo: Los derechos del hombre no surgen de la generosidad del
Estado, sino de la mano de Dios.»
John Fitzgerald Kennedy pronunció estas palabras al
asumir la presidencia de los Estados Unidos, promediando su famoso
discurso del “no preguntes qué puede hacer tu país por ti,
pregunta qué puedes hacer tú por tu país”.
En
el universo historietístico estadounidense, ese Dios del que
hablaba Kennedy, vestía pantimedias azules y capa roja, era un
consagrado icono cultural y reinaba sobre los párvulos que
consumían las seis publicaciones mensuales que lo tenían como
protagonista. Más rápido que una bala y más fuerte que una
locomotora, durante la década de los años 1960, Superman supo
compartir sus viñetas con referentes populares inmortalizados por
la pantalla de TV: músicos como Los Beatles y Pat Boone, o
pioneros del talk show como Steve Allen. Apoyado en el
éxito comercial de estos cruces multimediáticos, Mort Weisinger
(1915-1978), director editorial a cargo del destino del último
hijo de Kryptón, dio el paso que faltaba e incorporó como
celebridad invitada al mismísimo Kennedy. Por vez primera, las
historietas norteamericanas mostraban abiertamente los rasgos y
las características físicas de un Presidente en ejercicio.
Para el periodista especializado Adam Benson, «la elección de
Kennedy inició un vuelco en el manejo de la imagen presidencial.
Antes, el Presidente había sido una persona más bien vieja y
apegada a las tradiciones. Ahora, en cambio, se presentaba joven,
pintón y vigoroso. Para los Estados Unidos, Kennedy representó un
cambio de humor, el abandono de las antiguas formas de hacer
política a cambio de una inyección de dinamismo. Las historietas
de DC Comics, responsables del surgimiento de la llamada ‘Edad de
Plata’, acentuaban la tecnología moderna y la idea de un futuro
optimista. En Kennedy, DC encontró un Presidente que simbolizaba
esas mismas cosas».
Golpeando las puertas del cómic
Silbando bajo, JFK ingresó al llamado noveno arte en “The Jinx of
Metropolis” (Superman’s pal Jimmy Olsen Nº 56, octubre de
1961). Por obra y gracia de Jerry Siegel (guión) y John Forte
(dibujos), el Presidente recibió de manos del Hombre de Acero un
repulsor de meteoritos fabricado en Krypton, como muestra de apoyo
extraterrestre a la carrera espacial norteamericana. Dos meses más
tarde, en “The Red Kryptonite menace” (Action Comics Nº
283, guión de autor desconocido, dibujos de Curt Swan y entintado
de Stan Kaye), el Gran Hermano de la S en el pecho detuvo a dos
villanos extraterrestres, miembros de la Legión de Super Villanos
del siglo XXX, que habían osado ocupar los lugares de Kennedy y
del premier soviético Nikita Kruschev durante una conferencia
internacional por la paz.
Ambas revistas se vendieron muy bien, razón por la cual Weisinger
tiró
la casa por la ventana en febrero de 1962. En “The world’s
greatest heroine” (Action
Comics
Nº 285, guión de Jerry Siegel y dibujos de Jim Mooney), Superman
presentó al mundo entero a su prima Supergirl, después de haberla
entrenado en secreto por casi tres años. La recepción se llevó a
cabo en los jardines de la Casa Blanca, donde Kennedy y su esposa
Jacqueline Bouvier saludaron y felicitaron a la superheroína.
En
esos años, los productos de DC eran utilizados en algunos
establecimientos educativos, sobre todo en las clases prácticas de
gramática, geografía e historia de los Estados Unidos. De acuerdo
con el propio Weisinger,
«(...) el consejo consultivo de Superman estaba conformado por
el doctor W.W. Sones, profesor en la Universidad de Pittsburgh;
el doctor Robert Thorndyke, del departamento de Psicología
Educativa de la Universidad de Columbia; y por el teniente
coronel C. Bowie Millican, jefe publicitario del Ejército».
Exaltado, el militar transmitió a la Casa Blanca el entusiasmo
que las apariciones presidenciales habían generado en los
lectores juveniles y el cuerpo docente de las escuelas. Según
cuenta la leyenda, después de escuchar estos reportes, el propio
Kennedy sugirió la idea de estrechar filas con Superman de
manera permanente, utilizando las historietas del más famoso
superhéroe como soporte transmisor de sus políticas públicas.
Consciente de la penetración hogareña que tenían los cómics, al
presidente se le ocurrió comenzar esta nueva amistad utilizando
al Hombre de Acero en beneficio de su Programa de Salud y
Ejercicio Físico para los Jóvenes. Aficionado a los deportes,
Kennedy había afirmado en su discurso del 9 de febrero de 1961
que «la salud de nuestra nación es una llave para nuestro
futuro, nuestra vitalidad económica, la moral y la eficacia de
nuestros ciudadanos; para alcanzar exitosamente nuestras metas y
para demostrar a los demás los beneficios de una sociedad
libre».
Después de un año de tratativas, ambas partes acordaron la
aparición de la historieta a principios de 1964. Al mismo tiempo,
preparando el camino para la irrupción de las metas presidenciales
en el terreno de las viñetas, DC y la Casa Blanca decidieron
incorporar la figura de Kennedy como miembro permanente del
cast de secundarios privilegiados que rodeaban al último hijo
de Kryptón.
Una bala más rápida que Superman
Con el proyecto en avanzado proceso de realización,
Kennedy salió de gira por Texas. El 22 de noviembre de 1963,
mientras saludaba a las 250.000 personas que se habían agolpado en
la plaza Desley, en el centro de la ciudad sureña de Dallas, fue
asesinado a las 12:30, hora local. De acuerdo con el informe
oficial de la Comisión Warren, Lee Harvey Oswald descerrajó tres
disparos en medio de piruetas gimnásticas dignas del Programa de
Salud y Ejercicio Físico. Y según el fiscal Jim Garrison, la
filmación tomada por el aficionado Abraham Zapruder alcanzaba para
sustentar la teoría de los tres asesinos y los seis disparos
cruzados. Atentado o conspiración, “el magnicidio del siglo” (como
se lo ha dado en llamar) cambió el rumbo del mundo y, por
supuesto, de las historietas.
Tomada por sorpresa, DC no pudo evitar la distribución de
Action Comics Nº 309, que ganó las calles una semana después
del asesinato.
La historieta “The Superman Super-Spectacular”, guionada por
Edmond Hamilton, dibujada por Curt Swan y entintada por George
Klein, giraba alrededor de un homenaje televisivo al Hombre de
Acero, en donde todos sus amigos lo honrarían públicamente. Uno de
los invitados a estrechar la mano del paladín era, obviamente, el
periodista estrella que cubría sus fabulosas hazañas: Clark Kent.
Como todo el mundo sabe (fuera de la historieta, al menos), Kent y
Superman son la misma persona. ¿Cómo solucionaba el héroe tremendo
dilema? Confiándole el secreto de su verdadera identidad a
Kennedy; y pidiéndole que se presentara en el set
disfrazado de Clark Kent. Después de todo, como le dirá Superman a
JFK en el último cuadrito, «si no puedo confiar en el Presidente
de los Estados Unidos, ¿en quién puedo confiar?»
La
editorial realizó su descargo público en abril de 1964. En el
número que debería haber incluido el cómic dedicado al Programa de
Salud y Ejercicio Físico, presentó “In Memoriam”, artículo
periodístico que funcionaba también como sentido homenaje al
estadista asesinado. La página estaba ilustrada con una viñeta del
ahora descartado proyecto, a cargo de Curt Swan.
¿Logro fortuito o arreglo de antemano? Nadie lo sabe. Lo cierto es
que después de este tributo impreso, las comunicaciones entre la
nueva administración gubernamental y DC lograron reflotar la
historieta preparada durante más de un año. Las diez páginas de
“Superman’s mission for President Kennedy!” (guión de Bill Finger
y E. Nelson Bridwell finalmente ilustrado por Al Plastino) vieron
la luz en Superman Nº 170 (julio de 1964) y se
transformaron en un clásico instantáneo del Hombre de Acero.
«Esta historia, preparada en íntima colaboración con el
desaparecido Presidente Kennedy, había sido pautada para su
publicación en Superman Nº 168, cuando la noticia de su
trágico asesinato llegó a nosotros. Inmediatamente la levantamos
de imprenta y la sustituimos por otro material. Sin embargo,
miembros de la Casa Blanca nos han informado que el Presidente (Lyndon)
Johnson deseaba verla publicada como tributo a su gran predecesor.
Y así dedicamos a la memoria de nuestro desaparecido y amado
Presidente, este alegato a su Programa de Salud y Ejercicio
Físico, al cual se había dedicado de todo corazón durante su
vida...», explica una larga introducción mientras la
fantasmagórica gigantografía de Kennedy recibe el saludo
circunspecto de Superman.
La
historia es bien simple. Durante una carrera de bicicletas en
Suiza, un grupo de estudiantes europeos y norteamericanos quedan
atrapados por una avalancha. Después del consabido rescate a manos
de Superman, los europeos continúan con la prueba y los
norteamericanos la abandonan extremadamente débiles y fatigados.
Al ver la noticia por televisión, Kennedy decide pedir ayuda al
paladín, ya que «debemos mostrarle a nuestros jóvenes que todos
tenemos que mantenernos en forma, ¡no sólo los héroes deportivos!
¡Una vez que perdamos nuestra agilidad física, nuestra capacidad
mental desaparecerá también!» Por supuesto, gracias a la
colaboración de Superman,
todos
los habitantes de los Estados Unidos se pliegan al Programa de
Salud y Ejercicio Físico. Sobre el final, una nota al pie comunica
que las páginas originales del comic serán donadas a la Biblioteca
John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Una curiosidad: A
pesar de su importancia, “Superman’s mission for President
Kennedy!” no fue ni siquiera mencionada en la portada de
Superman Nº 170, completamente dedicada a una de las famosas
“historias imaginarias” desarrolladas por Weisinger, en este caso
una premisa por la cual Lex Luthor terminaba siendo el padre
natural de Kal-El.
A
cuarenta años de esta verdadera Alianza para el Progreso entre
Kennedy y el Hombre de Acero, todavía sorprende el último
parlamento que la Casa Blanca autorizó a poner en boca de JFK.
Cara a cara con el Hombre de Acero, bajo el fulgor de los fuegos
artificiales que acompañan el éxito del Programa de Salud y
Ejercicio Físico, un sonriente Kennedy dice: «Sí, Superman.
¡Puedes decir que todo terminó con un bang!»
La memoria como faro
Después de esta agitada experiencia, DC y el Departamento de
Estado continuaron colaborando, enfocando sus esfuerzos en la
divulgación de directrices políticas más que en el protagonismo de
los hombres al frente del Poder Ejecutivo. De todas formas, la
figura de Kennedy continuó sobrevolando Metropolis con el peso
inexorable de un martirologio nacional.
Viajando al futuro en “The infamous four!” (Superman’s pal
Jimmy Olsen Nº 89, diciembre de 1965, guión de Jerry Siegel y
dibujos de Kurt Schaffenberger), el fotógrafo amigo de Superman
descubre a una banda de piratas espaciales porque los criminales
no habían guardado cinco minutos de silencio en el centenario del
asesinato de Kennedy. Por su parte, en “Lois Lane’s anti-Superman
campaign” (Superman’s girlfriend Lois Lane Nº 62, enero de
1966, guión de Leo Dorfman y dibujos de Schaffenberger), la
periodista, en plena campaña electoral por una banca en el Senado,
exclama en el Congreso que «si no fuera por la bala de un asesino,
(Kennedy) podría haberse convertido en nuestro más grande
Presidente».
Como política editorial, DC mantiene a Superman alrededor de unos
eternos treinta años. Por ello, cíclicamente, el origen y las
historias del Hombre de Acero se acomodan en relación a los
distintos eventos históricos imposibles de omitir en un universo
de ficción que pretende mantenerse conectado (aunque sea
superficialmente) con el derrotero mundial.
Paulatinamente, la administración Kennedy fue quedando fuera del
marco temporal de acción ocupado por Superman. Con la tranquilidad
que brindaba cierta perspectiva histórica, el primer cambio
importante fue el asentamiento de Superboy en la década de los
años 1960. En “The Day of the Secret Signal” (New Adventures of
Superboy Nº 23, noviembre de 1981, guión de E. Nelson Bridwell,
dibujos de John Calnan y tintas de Joe Giella), quedó establecido
que la señal lumínica que se utiliza para llamar a Superboy en una
situación de emergencia, surgió de una idea de Kennedy.
Respetando la premisa de “Superman’s mission for President
Kennedy!”, Bob Rozakis (guión), José Delbo (dibujos) y Dennis
Jansen (tintas), reemplazaron a Superman por su versión
adolescente en “Superboy’s mystery mission”, aventura
complementaria del New adventures of Superboy Nº 27 (marzo
de 1982).
La
maxiserie Crisis on infinite Earths (abril de 1985 a marzo
de 1986) cambió de cuajo la cronología interna del Universo DC,
eliminando la existencia de Superboy y anulando cualquier tipo de
conexión ficticia entre el Hombre de Acero y JFK.
De
socio creativo a recuerdo imborrable. Para la saga del último hijo
de Kryptón, Kennedy terminó convertido en una nota bibliográfica
incluida en The Great Superman Book, tercer volumen de
The Encyclopedia of Comic Book Heroes, escrita por Michael L.
Fleischer en 1978. Su escueta entrada reza:
«Kennedy, John F. (1917-1963). 35º presidente de los Estados
Unidos. A cargo desde enero de 1961 hasta su asesinato por Lee
Harvey Oswald en Dallas, Texas, en noviembre de 1963. Fue el
Presidente más joven y el primer católico romano en ser electo».
Por suerte para Metropolis, en el Universo DC no existe ningún
Oliver Stone.
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