INTRODUCCIÓN
Comencemos dejando clara una idea fundamental: Neil
Gaiman no es un guionista de cómics.
Al menos no es más guionista de cómics que escritor
de novelas, o guionista de televisión, articulista, director de
cine o poeta. Todas estas definiciones le son aplicables, pero
ninguna es completa. Si hubiese nacido mil años atrás,
probablemente habría sido juglar. Si no hubiera aprendido a
escribir, probablemente iría por los pueblos contando historias.
Porque a eso es a lo que se dedica Gaiman, no
importa el medio que utilice. A narrar historias.
Neil Gaiman es un cuentacuentos.
DE CÓMO EL JOVEN GAIMAN CONSIGUIÓ SER PUBLICADO
Neil Richard Gaiman nació el 10 de noviembre de
1960 en Portchester (Inglaterra) y durante su infancia fue uno de
esos niños que leen todo lo que cae en sus manos. Cada vez que la
familia Gaiman iba a una reunión familiar o a cualquier otro
evento, sus padres buscaban al pequeño Neil cinco minutos antes de
comenzar y le quitaban el libro de las manos. Salvo cuando no lo
conseguían.
En aquella época sus géneros favoritos eran la
fantasía y la ciencia ficción. Entre sus escritores favoritos se
encontraban C. S. Lewis, J. R. R. Tolkien, Roger Zelazny o Gilbert
K. Chesterton. Durante su infancia y en los frecuentes momentos en
que soñaba despierto, una de sus fantasías recurrentes era reunir
a estos escritores, encerrarlos juntos y obligarles a escribir las
historias que a él se le ocurrían. En algún momento de su juventud
descartó esta idea y, en su lugar, decidió que podría escribirlas
él mismo. Así lo hizo. Y recibió la primera media docena de cartas
de rechazo.
En 1982, sin haber conseguido publicar ninguna de
sus historias y teniendo (como todos) que pagar las facturas,
Gaiman concluyó que estaba equivocando el camino, y decidió que
antes de ser escritor debía conocer mejor cómo funciona el mundo.
Resolvió hacerse periodista. Y lo consiguió simplemente visitando
la redacción de una revista y convenciéndoles de que había escrito
en todas las revistas en las que, en realidad, pensaba que le
gustaría escribir algún día. Lo curioso es que durante los cinco
años posteriores lo hizo en todas y cada una de ellas así que,
como él mismo suele decir en broma, no mintió, tan sólo alteró un
poco el orden en su currículum.
En aquellos años sus encargos consistieron
principalmente en entrevistar a escritores y músicos de rock, así
como escribir reseñas de novelas de ciencia ficción y fantasía.
Mientras tanto, seguía trabajando en sus obras de ficción.
En 1984, Featherquest se convirtió en su
primer relato publicado. Le siguieron otros cuatro ese mismo año,
y ocho más al siguiente.
En 1986, establecido como periodista colaborador de
varias revistas del Reino Unido y con una facilidad cada vez mayor
para ver publicados sus relatos, tuvo lugar un encuentro que
cambiaría muchas cosas en el mundo del cómic, por no hablar de su
propia vida.
Neil Gaiman conoció a Alan Moore.
EL DESEMBARCO EN LOS CÓMICS
El lector compulsivo que era Gaiman cuando niño no
se alimentaba sólo de literatura; los cómics, especialmente los
superhéroes de DC y Marvel, formaban parte de sus fantasías
infantiles. Posteriormente, ya en la adolescencia perdió interés
en ellos. Los superhéroes ya no le interesaban y cada vez
encontraba menos cosas en los cómics que le gustase leer. Se fue
alejando de ellos progresivamente hasta que los dejó de leer casi
por completo, exceptuando reediciones del Spirit de Will
Eisner y algunas obras de compatriotas suyos como Barry Windsor-Smith.
Un día, a comienzos de 1984, Gaiman se encontraba
en la Estación Victoria, en Londres, y mientras esperaba ojeó los
cómics que había en el puesto de prensa. Uno de ellos era Swamp
Thing, personaje que le encantaba cuando era niño. El número
en cuestión era uno de los primeros de Alan Moore en la serie. Lo
abrió y todo cambió. Comenzó a comprar la serie a partir del
número 28. Descubrió que en los cómics podían contarse historias
de la misma profundidad, interés y calidad que en la literatura, y
su pasión infantil de leer cómics renació, y contagió a su pasión
de escribir. Quería hacer cómics. El problema es que no sabía cómo
se hacía.
En 1986 se le presentó la oportunidad de
averiguarlo. Aprovechando que tenía que hacer una entrevista a
Alan Moore, le preguntó cómo se escribían guiones de cómics. Moore
le explicó «empiezas poniendo Página 1, Viñeta 1... y a
continuación escribes toda la información que quieres que tenga el
dibujante...». Gaiman se fue a casa y a los pocos días le envió un
guión. Moore se lo devolvió lleno de anotaciones y correcciones.
Gaiman lo rescribió y volvió a enviarlo. La respuesta de Moore
fue: «Este es un guión del que yo me sentiría orgulloso». Aquel
guión (“The day my Pad went mad”) nunca llegó a publicarse, pero
Moore utilizó algunas ideas para el número 51 de Swamp Thing
(“Home free”).
Gaiman consiguió publicar su primera historia de
cómic en el número 488 de la revista 2000AD, y comenzó a colaborar
en varias publicaciones.
Una de ellas era la antología Borderline, que nunca llegó a
ser publicada pero en la que conoció a Dave McKean, dibujante con
inquietudes similares a las suyas. Juntos iniciaron al año
siguiente (con Violent Cases, editada por Escape) una
colaboración que aún continúa y que ha dado las mejores obras de
cada una de sus respectivas carreras.
En 1987 DC Comics encargó a ambos la miniserie
Black Orchid, renovación de un viejo personaje semiolvidado.
Tanto la editorial como los autores quedaron satisfechos con el
resultado y, en una convención en Londres, Gaiman comentó a Karen
Berger (la editora de Black Orchid), varias ideas para la
renovación de otros viejos personajes de la editorial. Sandman fue
uno de ellos. Dos meses después recibió una llamada de Karen:
«Queremos que hagas una serie mensual para nosotros. ¿Qué
personaje te gustaría hacer?»
«Phantom Stranger
o Demon.
Quiero hacer una serie de terror». Dos semanas
después volvió a llamarle: «No, no es posible. ¿Qué hay de Sandman,
con las ideas de las que hablaste en la convención?» «De acuerdo,
lo haré».
Antes de colgar, Karen Berger dijo: «Mantén sólo el
título. Cambia todo lo demás».
GAIMAN, SEÑOR DE LOS SUEÑOS
Aquel fin de semana y por primera vez durante
quinientos años un huracán recorrió el sur de Inglaterra. Gaiman,
sin suministro eléctrico, pasó el fin de semana pensando en la
nueva colección, modelando los personajes y las historias que
quería contar. Cuando pudo volver a encender el ordenador escribió
treinta folios que contenían la idea básica de la primera decena
de números. DC aprobó el proyecto. The Sandman arrancó con
un número especial de 40 páginas, con fecha de portada enero
de 1989.
La historia se titulaba “El sueño de los justos” y
mostraba la captura por error de Morfeo, Señor de los Sueños,
llevada a cabo por Roderick Burgess y su hijo Alex en 1916,
quienes intentaban en realidad capturar a la Muerte para conseguir
de ella la inmortalidad. Morfeo permanece encerrado durante más de
setenta años hasta que logra escapar y volver a su hogar, no sin
antes vengarse de Alex Burgess (su padre había fallecido en 1947)
en una de las represalias más terroríficas que se recuerdan en un
cómic.
Los primeros números dejan ver el interés del autor
por integrar su creación dentro de DC. Aparecen personajes como
John Constantine, Mister Miracle o J’onn Jonzz que dejan bien
claro en qué universo se está desarrollando la historia. Gaiman
estaba convencido de que la serie cerraría antes de llegar al
número diez, no esperaba que las ventas de esta extraña mezcla de
terror y fantasía en un mundo de superhéroes aguantasen más allá.
Para su sorpresa no sólo no fue así, sino que el seguimiento de la
colección comenzó a subir, lenta pero ininterrumpidamente,
especialmente a partir del número ocho en el que se presentaba a
Muerte, la hermana mayor de Sueño.
El número diez marca el comienzo de “La casa de
muñecas”. Gaiman explica y justifica la existencia de los
anteriores Sandman de la editorial (Wesley Dodds, Garrett Sandford
y Hector Sanders Hall) y simultáneamente utiliza al último de
ellos para comenzar a plantar lenta y sutilmente las semillas de
todo lo que ha de venir. En este punto Gaiman ya ha ideado
prácticamente todo el argumento de la serie, tiene claros los
acontecimientos importantes y conoce perfectamente el final.
Anuncia que la serie constará de unos cuarenta números, pero va
revisando esta cifra (cincuenta, después sesenta, después setenta,
finalmente setenta y cinco) conforme nuevas ideas surgen de su
mente y se deslizan hacia el papel, normalmente en forma de
historias cortas que sitúa entre los grandes arcos argumentales.
«Lo que hice en Sandman fue crear un mundo», dice Gaiman. «Se
pueden contar muchas historias en un mundo». Los acontecimientos
aparentemente triviales acaban teniendo importantes consecuencias,
a semejanza de lo que ocurría en Casa desolada de Charles
Dickens, una de las influencias declaradas del autor. Las vidas de
los personajes se entrelazan y acaban confluyendo en un final
épico en el que todos ellos están presentes, en el que todos los
detalles acaban siendo importantes y todos los cabos sueltos se
atan.
Gaiman decide que la historia ha acabado y DC, a
pesar de poseer los derechos de los personajes y poder por lo
tanto continuar con la serie si así lo quiere respeta los deseos
del autor y cierra la colección, aunque abre a lo largo de los
años varias series que beben de los personajes, situaciones y
ambientes de la original, con desigual éxito. Las excelentes
portadas de Dave McKean para los setenta y cinco números se
recopilan en un libro, junto a notas aclaratorias por parte de
Gaiman y McKean acerca de la gestación de varias de las mismas.
La colección completa ha sido recopilada en diez
tomos, best sellers perennes, algunos de los cuales llevan
hasta la fecha más de diez ediciones, con unas ventas totales de
más de siete millones de ejemplares. Durante los años de su
publicación ganó tres premios Harvey, siete premios Eisner y más
de veinte en todo el mundo. En 1991 el número 19 (“El sueño de una
noche de verano”) ganó el World Fantasy Award a la mejor historia
corta, convirtiéndose en el primer cómic que obtiene un premio
literario.
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