Es una pregunta que me he hecho a menudo y no creo que exista una
respuesta concreta. Es probable que sea el resultado de la conjunción de
varias cosas. A veces una sola puede ser suficiente y en otras todas a
la vez. Creo que lo que expongo a continuación son hechos que inciden
negativamente en la producción artística de la mujer en este ámbito.
Es cierto que seguimos desarrollándonos en una cultura sexista en la
mayoría de países, aunque se nos llene la boca proclamando que todos
somos iguales y tenemos las mismas oportunidades no es así en la
realidad, pero no todo es culpa de la sociedad. Quiero decir que hay una
tendencia real de cada sexo a determinadas cosas, esto lo he podido
comprobar personalmente sobre mis hijos. A mis hijos les he comprado
juguetes indiscriminadamente y ellos, siendo muy pequeños y sin tener
aún posibilidad de estar influidos por prejuicios sociales se han
decantado claramente por lo propio. Es decir, la niña por la Barbie, los
lacitos y las tonterías de este tipo, el niño por los coches, motos o
muñecos que potencian la violencia. Yo no quería esto, pero no me ha
quedado más remedio que aceptarlo pues no les voy a obligar a jugar con
lo que yo quiera...
¿A dónde quiero llegar con esto? Pues que mucho me temo que hay un
porcentaje bastante elevado en el ser humano de dependencia de nuestro
sexo, no sé si es algo que funcione a nivel cerebral o de hormonas.
Sencillamente, a priori, la política no interesa mucho a la mujer.
Cuando se interesa, es porque ha experimentado un empujón intelectual,
bien porque se cultiva o va a la universidad o porque su carácter es
controvertido y analítico. Para hacer caricatura política hay que jugar
con varias cualidades: unos conocimientos medios de política, cierta
cultura y agudeza mental para conectar ideas en principio desconectadas,
pues es de ahí de donde surge el chiste. Dibujar bien o mal no importa
demasiado. La mujer puede hacer esto igual de bien que el hombre, y si
no lo hace será porque no lo encuentra interesante.
Creo que con el tiempo esta tendencia sexista puede desaparecer, pero no
lo hará mientras toda la responsabilidad de la continuidad de la especie
recaiga sobre la mujer. La absoluta mayoría de mujeres carga con su
casa, los niños, limpieza, cocina y por si esto fuera poco muchas
trabajan fuera (yo he tenido que esperar a que los pequeños durmieran
para poder dibujar algo). Esta situación la ven los niños, la ven normal
y la perpetúan cuando se casan. Las mujeres toleramos esta situación aún
sabiendo que es injusta. La mujer debe librarse del instinto primitivo
de cargar todo sobre sus espaldas.
La caricatura es en cierto modo un hobby, pues con dificultad se
encuentra dónde publicar y menos aún dónde te paguen,
así que las mujeres, que solemos ser prácticas, ponemos el ojo en
aquello que al menos produzca beneficio, a la mujer le entretiene más la
actualidad social que la política: ciertamente es más divertida y en sus
corrupciones no va el futuro de un país. Es este el motivo de que las
humoristas gráficas suelan hacer humor social antes que político, ya que
es algo amateur, hacen lo que les gusta.
Por otro lado, los mismos periódicos y la política tienen un carácter
masculino muy marcado. Están lejos de lo que puede ser de interés
femenino ( y no me refiero a la superficialidad de los cotilleos) en
general es un género que tiene un tratamiento muy masculino.
Cuando se dispone de tiempo (juventud) la mujer está principalmente
interesada en sus relaciones con el sexo opuesto, interesándole poco lo
demás. Cuando está en condiciones de interesarse por la política, suele
tener poco tiempo, universidad, trabajo, hijos, etc. En definitiva, las
condiciones no acompañan para que haya muchas caricaturistas políticas.
Debería considerarse con seriedad esta profesión, cuando una responde
que su trabajo es humorista gráfico, pueden responderte
«no,
me refiero a tu trabajo de verdad».
Mi trabajo “de verdad” me facilita poderme dedicar a esto por placer, ya
que tener ingresos suficientes con este trabajo es difícil. Una se
esfuerza por conseguir una titulación académica
que te dé un buen estatus socioeconómico, no para ser una matada muerta
de hambre. Quizá esto cambiase si se fomentase como especialidad en las
universidades de artes y periodismo, o si los periódicos se atreviesen
a cambiar de fórmula.
Hay un último punto del cual no estoy muy convencida. La mujer suele
tender a lo estéticamente bello y la caricatura política no suele serlo
demasiado, ni en forma ni en contenido.
En suma, hay demasiados inconvenientes y requiere bastante esfuerzo y
convicción, esfuerzo que a veces no merece la pena si nadie se arriesga
a publicarte, aunque sea gratis.
Espero que desde la autocrítica la mujer siga avanzando y se sitúe en el
nivel que le corresponde, a la misma altura que el hombre, pero sin
renunciar a sus intereses y a su forma de vivir la vida. Y si no le
interesa hacer caricatura política, o ser futbolista o cura, que sea
porque no le apetece, no porque encuentre trabas.
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