NACIDO EN ITALIA EN 1929,AUNQUE VENECIANO POR ADOPCIÓN DESDE 1938,
MOMENTO EN QUE ALLÍ SE AFINCÓ CON SUS PADRES, IVO PAVONE RESIDIÓ EN
ARGENTINA POR 11 AÑOS PROFESIONALIZÁNDOSE ALLÍ.
PARA QUIENES CONOCEMOS DE PRIMERA MAMO TODA SU PRODUCCIÓN ARGENTINA, A
LA VISTA DE SUS TRABAJOS, ES OPINIÓN GENERALIZADA QUE SU EVOLUCIÓN
ARTÍSTICA REPRESENTA UNA CONSTANTE NOTABLE DE EVOLUCIÓN PERMANENTE.
ESTA PARTICULARIDAD -TAL VEZ DEBERÍAMOS DECIR TALENTO, O VIRTUOSISMO-
ES LO QUE HACE MÁS QUE IMPORTANTE Y DESTACABLE SU CARRERA EN SU
PASO POR LA PROFESIÓN, EL CUAL ALCANZA EL CENIT EN EL AMANECER DE LOS
AÑOS SESENTA, YA CONVERTIDO EN UN AUTOR ADMIRADO POR LA AFICIÓN DE
ENTONCES
EN CUANTO A LAS INTENCIONES DE ENTREVISTARLO, SEGURAMENTE LAS MIELES DE
LA DULCE NOSTALGIA HAYAN TENIDO MUCHO QUE VER EN ELLO, PERO LO CIERTO ES
QUE SOBRE TODO PRIMÓ COMO OBJETIVO PRINCIPAL EL DESEO DE RESCATAR PARA
VARIAS GENERACIONES DE AMANTES DEL CÓMIC A UNA DE LAS FIGURAS DESTACADAS
QUE EN LOS CINCUENTA PERTENECIÓ AL GRUPO DE PROFESIONALES QUE
POSIBILITARON LA ELEVACIÓN DE LA HISTORIETA ARGENTINA A NIVELES DE ALTA
CATEGORÍA, HOY POR TODOS CONOCIDOS.
CÁLIDO, SERVICIAL, ABIERTO AL DIÁLOGO, CARENTE DE LOS HUMORES DE
SOBERBIA QUE CARACTERIZAN A ALGUNOS INTEGRANTES DE LA PROFESIÓN, PAVONE,
EL SIEMPRE JOVEN Y AMABLE IVO PAVONE NOS RELATA QUE...
Ivo Pavone.-
Llego a la Argentina
siendo apenas un chico de 20 años, un pibe que, como te imaginarás,
estaba cargado de sueños e ilusiones.
Caigo por allí llamado por Hugo (Pratt), quien hacía ya más de un año
que residía; el destino, por supuesto fue la floreciente Editorial Abril
de César Civitta.
Comienzo a trabajar desde muy abajo, haciendo todo tipo de tareas, de "pegotero",
dibujando a lápiz, pasando a tinta, terminando, completando viñetas de
otros, etc., etc., casi te diría que era un trabajo de oficinista.
Cuando finalmente me asenté, se me permitió hacer lo que en realidad más
me gustaba y que era la idea de cuando me decidí por el viaje a Buenos
Aires: dibujar historietas. Así fue que me largué con unas cuantas,
siempre con ese estilo tan emparentado con el de Pratt.
En definitiva, mis trabajos se publicaron en Rayo Rojo, Cinemisterio
y Misterix, y tal vez hubiera continuado en Abril, pero el
caso fue que Oesterheld se decide por fundar su propia editorial y,
junto a Hugo Pratt y Solano López, me marcho hacia la Editorial
Frontera. Ese paso significó en mi vida profesional un auténtico cambio;
finalmente, después de tantos años, llegaba la oportunidad de liberarme
artísticamente e iniciar una nueva etapa en la profesión. Allí, en
Frontera, hago Verdugo Ranch, Hueso Clavado y otras unitarias todas con
argumentos de Oesterheld.
Con Oesterheld era un gusto trabajar; como vivíamos los dos en Beccar,
todas las mañanas iba a su casa a desayunar y luego intercambiábamos
impresiones sobre lo que producíamos. Esas charlas duraban horas sin
embargo, jamás nos cansábamos; realmente nos gustaba muchísimo lo que
hacíamos. Y así debió ser con todos, porque, tanto Frontera como
Hora Cero, resultaron dos revistas excepcionales.
Por aquella época, 1957, dibujé otro western para la revista Ases del
Oeste, aunque te confieso que no recuerdo el título.
Luis Rosales.-
El Mescalero,
con argumentos también de Oesterheld.
IP.-
Es verdad, incluso te
diré que lo confundo con Johnny Sebastián, "otro" mescalero hecho por el
amigo Casalla para la misma agencia: Syndipress.
LR.-
En Supertotem
también participaste con una serie del Oeste norteamericano
IP.-
Sí, y te diré que lo
hice por pedido de Alvaro Zerboni; escribí además los guiones. ¡Mejor
los olvidamos!
LR.-
Ivo, es evidente que
tenés una ferviente inclinación por todo aquello de los cowboys, del Far
West. La mayoría, la gran mayoría de tus historietas, transcurren
precisamente en aquel lugar.
IP.-
Así es. Yo considero a
la historieta western como la quintaesencia de la más pura de las
aventuras; un hombre sobre su caballo, en medio del desierto, de la
pradera, es ya de por si una aventura. Me interesa, y me gusta muchísimo
más, dibujar un árbol, una hoja, que un automóvil. No soporto tener que
dibujar un elemento tan geométrico, tan esquemático.
LR.-
Cuando prácticamente
las revistas de Frontera dejan de pertenecer a Oesterheld pasas a
colaborar en la Editorial Columba.
IP.-
Sí, y te diré que
también ese paso significó mucho para mí. Fueron años en que pude
trabajar con una total tranquilidad, con seriedad por sobre todo,
gracias a Claudio y Ramón, con quienes aún me une una gran amistad. Se
puede decir para que tengas una idea exacta de mi tranquilidad
espiritual, que en ese período me había hecho totalmente argentino.
Cuando decido volver a mi país, lo tuve que pensar muy detenidamente. En
Europa se producía otro tipo de historieta y eso también era un
impedimento, una limitación; de todos modos, terminé adaptándome.
Partí dejando mi admiración por Hugo, Breccia, Del Castillo y Leopoldo
Durañona que por aquellos años era apenas un pibe pero... ¡con qué mano!
LR.-
Ivo, yo supongo que
todo profesional busca, o ha buscado alguna vez, la obra cumbre en su
carrera, el gran suceso ¿Te ha ocurrido a vos este tipo de inquietud?
IP.-
La verdad es que he
renunciado desde hace mucho tiempo a la búsqueda de lo que comúnmente
llamamos la ''Gran Obra".
Me he refugiado aquí, en Venecia, y no esfuerzo la máquina; me dedico a
jugar al Tenis y cultivar la amistad. Pasa que, para mí, Venecia es la
ciudad ideal, de paz, retorno, el sitio perfecto para recordar con
dulzura, junto a los amigos, los bellos momentos vividos en el pasado,
en la plena juventud. No podría decirte cómo la considera un joven, pues
cuando yo lo era tuve que partir para vivir mi propio destino y recién
vuelvo, ya de grande, con las experiencias que se ganan con los años. De
cualquier forma, Venecia es una ciudad para retornar siempre, envejecer
y morir dulcemente. Es por eso que me gusta su comodidad, porque Venecia
es también una ciudad cómoda, tranquila, para nada "nerviosa".
Con un par de amigos, bebiendo una "omhra" o comiendo un ''folpetto",
puedo llegar a ser el tipo más feliz de la Tierra.
A través de la charla,
a medida que nos vamos acomodando a las distintas etapas de su vida, es
fácil adivinar que Pavone fraqmenta particularmente su existencia en dos
grandes bloques; Venecia y Argentina. En este último es cuando la
nostalgia de los años juveniles se cuela una y otra vez en su persona e
irremediablemente debe volver a remontar los viejos sueños pasados.
IP.-
Los años cincuenta son
una etapa de mi vida que no olvidaré jamás. Acasuso, Belqrano R. (¡Hotel
Bosque de Viena!!!), Beccar...
Cuando llegué a Buenos Aires vivíamos con Hugo en una pensión donde la
colectividad ucraniana era mayoría absoluta; con él compartíamos una
pequeña pieza que, aunque de medidas reducidas, nos las arreglamos
bastante bien para no andarnos chocando uno con otro. Resulta que, a eso
de las 5 de la tarde, todos los pensionistas nos agrupábamos para tomar
la merienda, que no era otra cosa que una enorme taza de café negro;
luego de ese rito y, a pesar de la "droga", Hugo caía dormido apenas
pasadas las 20, en cambio yo sufría de un tremendo insomnio que no me
permitía pegar un ojo hasta avanzada la madrugada. Para que esto
ocurriera salía a deambular por las calles de la ciudad, cosa que me
venciera el cansancio y poder así conciliar
el sueño. Una noche, bien de madrugada, salí trotando para realizar mi
acostumbrada marcha, fue cuando escucho desde las sombras una voz que me
dice: "¡Alto! ¡No se mueva!"; quedé petrificado, más aún, al darme
vuelta, veo a un policía que me apunta con su 45 ¿Qué había pasado?
pues, el guardián, al verme correr por el medio de la calle, como un
desaforado, pensó que se trataba de un ladrón y decidió detenerme.
Cuando le expliqué por qué lo hacía, me aconsejó que me olvidara de la
costumbre de tomar tanto café.
Por supuesto, no le hice caso y el rito se repetía una y otra vez. Así
era que, mientras yo caía rendido a las 3 o 4 de la mañana, Hugo,
cansado de dormir, se levantaba. El desayunaba (y ¡otra ver café!) y
luego se encaramaba a un árbol a fumar el primer cigarrillo del día. Te
cuento que los obreros que a esa hora pasaban rumbo a las fábricas y
veían en la penumbra matinal una sombra entre el follaje del árbol y el
punto luminoso de la brasa del cigarrillo, no sabían qué estaba
ocurriendo. Claro que, a través de los días, se fueron acostumbrando y
ya no se sorprendían tanto, simplemente lo saludaban.
Hay que reconocer que todo esto, hoy, me parece increíble ¡Qué época!
Éramos felices con muy poco. Recuerdo que una vez, con Ongaro y otros
compañeros, emprendimos una especie de expedición a Tierra del Fuego.
Resultó una experiencia inolvidable. Se nos ocurrió llevar una fumadora
y logramos una película de 16 mm que aún hoy conservo como un documento
etnológico. Cuando regresamos a la pensión, colgamos una sábana entre
dos árboles y llamamos a todos los pensionistas para el estreno en
público. La platea estaba conformada por trabajadores y varias
prostitutas; todos ellos siguieron con silenciosa atención escenas de un
paisaje árido, desértico, barrido por un fuerte viento pero, parece que
gustó porque, una vez finalizada la película, nos premiaron con un
cerrado aplauso que a nosotros nos pareció como la entrega del Oscar.
Éramos felices, no lo dudes. Siempre con tiempo para reunirnos, comer,
beber y bailar. Siempre se encontraba un motivo para el asado y el
tango.
LR.-
Ivo, también nosotros
nos sentimos en este momento muy felices al poder charlar con vos
después de tantos años de tu partida. En Argentina, mucha gente te
recuerda y te aprecia sinceramente, lo cual me hace suponer que ese es
el premio más grande que, como profesional, recibiste en toda tu
carrera.
IP.-
Que no te quepa la
menor duda Luis de que así es; es el mejor, el más caro y sentido premio
que me dejó tu país. Por mi parte, les dejo a todos un inmenso abrazo de
gratitud. ¡Nunca los olvido!
LR.-
¡Suerte y gracias
por el reencuentro! |