LA PRENSA DEL
MOVIMIENTO
Este problema también
afectaba a la llamada Prensa del Movimiento, por más que contara
con el respaldo del Estado. Este conjunto de periódicos así denominados,
Prensa del Movimiento, nacieron con una infraestructura relativamente
sólida pero sin finalidad comercial clara. Sus fines eran
propagandísticos y sus unidades de explotación no buscaban otro
beneficio que difundir los principios del nuevo Estado. En sus páginas
se elaboró un discurso por lo común estereotipado cuyos fines consistían
en la exaltación del régimen franquista independientemente de la noticia
que fuera a darse. Además, los diarios del Movimiento aderezaron sus
discursos periodísticos con una pátina de religiosidad católica con la
que pretendía otorgar una validez intemporal a la Iglesia, y a sus
favorecedores, Franco y su Estado.
Con el paso del tiempo
se comprobó que, por más soflamas y arengas miríficas que se ensayasen,
el público no acudía deseoso a los quioscos y esta red de periódicos
tuvo que combatir en el marco de las leyes del mercado. En consecuencia,
acabó necesitando cada vez más las subvenciones destinadas a la
Delegación Nacional de Prensa y Propaganda. Según lo definía Timoteo
Álvarez, este tipo de prensa seguía:
« (...) el modelo
informativo totalitario desarrollado por los jacobinos y perfeccionado
por Napoleón (...): En la cabeza de la pirámide está el Estado y sus
órganos ejecutores. Informativamente hablando, actúa sobre la base con
funciones generadoras, configuradoras, en un doble sentido: con medidas
defensivas y con medidas ofensivas. Entre las medidas defensivas, la
fundamental es la censura; entre las ofensivas, la creación de una
estructura informativa estatal» (1989, 223).
El control sobre las
empresas periodísticas y los cupos de papel confería el domino sobre los
medios de comunicación a la Nacional de Prensa, tal que en 1944 esta
«Cadena» tiraba 30 diarios matutinos, siete vespertinos, cinco “Hojas
del lunes”, ocho revistas con periodicidad semanal y siete de cadencia
mensual. Cifras sorprendentes para España hasta aquel momento, y ello
pese a la carestía. El reparto de los cupos de papel explica a las
claras la persistencia de algunas cabeceras, si nos remitimos al
documento firmado por Ricardo Grau y E. Giménez-Arnau en Madrid, el 28
de febrero de 1946, sobre reparto de estos cupos (Prensa del
Movimiento según Bases para la distribución, A.G.A., M.C.S.E.
Tesorería. Caja núm. 73; cit. Martín de la Guardia, 1993: 157):
«Madrid: 80.000 kg
para ABC, Ya, Arriba, Pueblo; 50.000 para Madrid; 40.000
para Informaciones; 34.000 para Marca, 24 para
Alcázar.
Barcelona: 80.000 kg
para La Vanguardia; 29.600 para Diario de Barcelona;
36.500 para La Prensa, 30.000 para El Noticiero Universal;
21.600 para El Mundo Deportivo, El correo Catalán y
Solidaridad Nacional.
Valencia: 50.000 mil
para Levante, 16.800 para Jornada, 21.600 para Las
Provincias.»
Si ya se marcaba la
diferencia entre Madrid y Barcelona, sobre todo en las cabeceras
secundarias, y más aún entre esas dos ciudades y Valencia, mucha mayor
era la diferencia con los cupos destinados a los periódicos andaluces. A
esto hay que añadir que las ventas no se podían sostener si la masa
compradora estaba deprimida. La prensa andaluza, casi toda ella, se
caracterizó por el inmovilismo entre el final de la guerra y hasta la
muerte de Franco. Lo niveles de lectura eran muy bajos en Andalucía,
sobre todo durante los años cuarenta, y la censura sobre los contenidos
de los periódicos particulares era más férrea aún que la que se mantenía
en la prensa estatal. Y los pocos títulos que no pudieron verse
beneficiados por el Estado, que privilegiaba los diarios falangistas,
languidecieron y desaparecieron (fue el caso de Diario de Huelva,
que murió en 1942).
La cadena de Prensa del
Movimiento, pues, monopolizó la prensa andaluza durante los cuarenta
años de franquismo, al menos en Córdoba, Jaén, Huelva y Almería. En
Málaga lo hizo manifiestamente al menos hasta 1967 (Checa Godoy, 1991:
377). En el intervalo de esos años hay que precisar, no obstante,
fluctuaciones en la explotación de los periódicos andaluces
pertenecientes a la cadena. Esta explotación experimentó un enorme bajón
entre los años 1945 y 1951, las pérdidas (en millones de pesetas) fueron
de 4.707.837 en 1945, pero alcanzaron los 5.881.463 en 1948, y tocaron
techo en 1951 con una merma de 12.358.566 de pesetas (ídem, 159).
Durante la década de los años cuarenta se fueron acumulando las
pérdidas, por lo tanto, observándose los mayores beneficios en
Levante, de Valencia, en La Nueva España, de Oviedo, en La
Voz de España, de San Sebastián, en Alerta, de Santander, en
La prensa de Barcelona, en Hierro de Bilbao... De los
periódicos andaluces, obtuvieron beneficios exclusivamente:
Córdoba,
en el
puesto décimo de las cuarenta mejores (517.419,32 pts. de beneficios)
Sur,
de Málaga, en el
puesto undécimo (446.474)
Odiel, de
Huelva, en el puesto decimotercero (147.374)
Jaén,
de Jaén, en el
puesto decimosexto (62.663)
Ayer,
de Jerez de la
Frontera, en el puesto vigésimo tercero (20.173)
Pero acumulaban
pérdidas irremediablemente:
Yugo,
de Almería, en el
puesto trigésimo de las cuarenta más boyantes de la Prensa del
Movimiento (255.749 pts. de pérdidas)
Patria,
de
Granada, en el puesto trigésimo primero (289.871)
La Tarde,
de Málaga,
en el puesto trigésimo sexto (449.024)
Sevilla,
de
Sevilla, en el puesto trigésimo octavo y último (735.686)
La recesión de esta
prensa irá acusándose más a cada año que pasaba, pero la posición de los
diarios andaluces comentados se mantendrá lo largo del tiempo. En 1964
la posición de Sur y de Córdoba en esta escala llegó a
mejorar incluso (alcanzaron los puestos quinto y séptimo,
respectivamente, de la ordenación general por explotaciones con saldo
positivo), la de Odiel y Jaén descendió a los puestos
vigésimo primero y vigésimo segundo, respectivamente, y Sevilla
recuperó algún puesto, aunque encabezaba la lista de los que arrostraban
pérdidas. Finalmente, La Tarde se hundió por completo, situándose
a la cola de los que acumulaban números rojos [véase la tabla anexa,
extraída de Martín de la Guardia, 1989: 239 ]
De ahí que no sorprenda
a nadie pensar que en la prensa andaluza no hubo suplementos infantiles
encartados en los diarios al uso de los que sí hubo en Madrid,
Barcelona, Galicia o pudo haber en Valencia o el País Vasco.
Hasta la fecha se han citado publicaciones como A todo color y
Aventuras (suplementos ambos del diario barcelonés La Prensa),
Parque, suplemento de historietas del diario Solidaridad
Nacional, o el Suplemento Festivo Color perteneciente a
Faro de Vigo (cif. Martín, 2004: Tebeosfera, 040306). Todos
ellos estuvieron sujetos a cierta uniformidad de criterios porque las
pautas a seguir y ciertos materiales eran servidos desde Madrid, como
corresponde a un Estado centralizado y totalitario, y ocasionalmente con
autores compartidos en sus páginas. Una excepción a estos patrones, bien
por no servirse de firmas madrileñas exclusivamente, bien por no
compartir autores con otras publicaciones similares, fueron los
suplementos de historietas andaluces A los peques / Peques, Pituso
y Chaveas.
CHAVEAS.
Falta por hacer un
estudio pormenorizado de la evolución de los diarios andaluces durante
el franquismo para poder afirmar con rotundidad que no existieron más
suplementos con historietas que los mencionados. En Sevilla no los hemos
hallado en ninguno de sus deficitarios periódicos. La capital hispalense
se ha caracterizado por tener una prensa generalmente desafecta a las
viñetas durante el siglo XX. Puede que debido a una tradición contraria
al arraigo del humor gráfico y la historieta en diarios de las dos
primeras décadas del siglo, como El Noticiero Sevillano, El Liberal,
La Unión, los cuales fueron repudiados por el régimen impuesto por
Queipo de Llano y sus feudatarios en el cacicato local que fundó,
contaminado con su singular propaganda embriagada. En Sevilla, de hecho,
apenas hubo viñetas de humor en los periódicos FE, Sevilla, el
ABC sevillano, Más u otras publicaciones locales tras la
guerra... muy deficitarios todos ellos o alimentados con obras remitidas
desde Madrid, al menos hasta los años sesenta (vid. Barrero,
2003: 201 y ss.). De Jaén pocas viñetas conocemos durante la
guerra y años posteriores, salvo lo aparecido de Andrés Martínez de León
en la prensa republicana Frente Sur, que evidentemente no tuvo
continuidad durante los años del franquismo. Lo mismo reza para
Almería, Cádiz y Granada. Tito Rojo nada menciona de algún posible
suplemento de Ideal, con la colaboración o no de Miranda,
lo cual no deja de ser una posibilidad a tener en cuenta. De la
provincia más oriental y de la más meridional de Andalucía no tenemos
datos.
Fue el historiador
local de Málaga Julián Sesmero el único preocupado por rescatar la
memoria de este tipo de publicaciones en su ciudad, concretamente de
Chaveas. Recreo infantil de La Tarde. En su libro sobre aspectos
populares de Málaga dedicó este historiador el capítulo XV a los tebeos:
“«Chaveas», el primer intento serio de desarrollar el comic malagueño”
(Sesmero, 1988: 395-408), en el cual detallaba que Chaveas nació
como suplemento semanal del diario malagueño La Tarde en mayo de
1943.
Sesmeso
hizo partícipes a sus convecinos de la existencia de Chaveas en
el año 1994, en el diario SUR
de
Málaga, donde acertaba a señalar que consistía en una fórmula de
publicación imitativa de la madrileña Chicos (“chavea” es un modo
de referirse a los muchachos en el ámbito andaluz oriental). No se
explayó más Sesmero entonces. Por lo que parecía, Chaveas
respondía precisamente a la necesidad de llevar a término las órdenes
centralizadas de generar prensa propagandística que alcanzase también a
los más peques en realidad.
La Tarde
fue un diario que
lanzó su primer número en Málaga el 9 de febrero de 1937, en medio de
una contienda que en la ciudad andaluza había concluido seis meses
antes. Por entonces había dos diarios en la capital malagueña, uno
matutino, Sur, y el vespertino La Tarde. El primero
mantuvo su tirada y saneó convenientemente su economía durante los años
cincuenta –gracias a la gestión del director Sebastián Souvirón-,
sabiendo atraerse al lector turista del litoral hasta alcanzar tiradas
de 20.000 ejemplares en los primeros años 1960. Por el contrario, La
Tarde careció siempre de audiencia, estaba supeditado a los talleres
de Sur, donde se imprimía, y pese a los esfuerzos de su director,
Juan Cortés Salido, no pudo remontar una tirada media que jamás superó
los 3.000 ejemplares (otros autores han llegado a cifrar ésta en 15.630
ejemplares, un dato exagerado). En parte fue un periódico agónico porque
la prensa vespertina había ya entrado en crisis años antes, y luego cayó
en picado.
Con gran interés en
profundizar sobre la trayectoria de esta publicación ligada a un
periódico como el descrito, acudimos a Málaga, a la redacción del actual
diario SUR (que conserva una colección de La Tarde, puesto
que no se halla en los archivos municipales) y domicilios de
coleccionistas y periodistas con el fin de localizar ejemplares de esta
publicación.
Descubrimos que el
suplemento Chaveas apareció un lustro después de nacer La
Tarde. El semanario lo dirigió desde su primer número Antonio
Gallardo López, director artístico a la sazón aparentemente un enamorado
del humor gráfico a tenor de que él fue el organizador del
I Salón de
Humoristas de Málaga
en fecha tan temprana
como 1946 (algo insólito para Andalucía, y también para el resto de
España) y más tarde la I Exposición de Navidad del Club de Prensa
(en 1956, también con muestras de humor gráfico).
Chaveas
alcanzó al menos el
número 54, fechado en junio de 1944, pues hasta ese número hemos podido
manejar. En función de entrevistas que les hemos realizado a los
dibujantes malagueños Elgar y Carlos Cruz, podríamos asegurar que es muy
posible que el suplemento alcanzase a publicarse –no sabemos si de forma
continuada o no– hasta al menos 1947 ó 1948.
Entre los colaboradores
gráficos del suplemento infantil se contaron: Virgilio Galán Román, E.M.
Osores, Eduardo Texeira, alias “Tex”, Manuel y Eduardo García Duarte,
“Elgar” el primero y “Garay” el segundo (escritor y dibujante en un
principio, respectivamente, luego Elgar tomaría las riendas de dibujo y
guión), Peyag, Maragall, Quintero Rach, Sánchez Vázquez, Carlos Gil
García, y ya más tarde Carlos Cruz. Galán Román fue luego participante
del Grupo Montmartre, relacionado con Picasso, Elgar se convirtió en
humorista local, como Tex, los cuales han trabajado hasta muy avanzada
edad, y Cruz sigue en activo dibujando cómics para el mercado europeo.
Los colaboradores literarios de la publicación, que aquí no referiremos,
eran también abundantes.
En nuestra opinión y a
la luz de los números de Chaveas consultados (todos los del año
1944), Gallardo congregó en torno suyo a un grupo de autores pobres en
estilo e ideas, pero obtuvo un suplemento moderadamente legible y
entretenido donde destacaba muy por encima de los demás en lo gráfico
Osores, de quien no conocemos más datos. Poseía este autor una línea muy
cuidada, muy limpia, tanto en los gags de cuatro viñetas como en las
historietas que adoptaron la fórmula del serial,
“El explorador Camelo y
su ayudante Camilo”. A juzgar
por los originales que hemos podido ver de él (una treintena, aunque
dibujados por ambas caras –otra prueba de la escasez de papel–)
realizaba sus historietas con muy buen pulso. Eso o manejaba
estupendamente bien la mesa de luz, dado que según nos confirma el
historiador Antonio Martín, las historietas que aparecieron en
Chaveas firmadas por Osores podrían haber sido en su mayoría
copiadas (o directamente plagiadas) de otras de Cabrero Arnal publicadas
previamente en Pocholo y otras revistas coetáneas.
A finales de 1944 la
firma de Osores desapareció y en sustitución de él acudieron los
hermanos García Duarte, despuntando poco a poco Elgar, y sobre todo
Texeira, o Tex. Entre ambos se repartieron la realización de la mayor
parte de chistes gráficos e historietas del semanario.
La publicación, de 25,5
X 20 cm., con ocho páginas por número, siempre en blanco y negro aunque
se prometió la llegada del color, “en colorines”, en varios números de
1944, observaba la siguiente distribución: una cubierta ilustrada o con
historieta, una sección escrita vehículo para el adoctrinamiento
titulada “Dijo Jesús” (que firmaba el director de Chaveas bajo el
seudónimo Pepe Pluma), una sección didáctica titulada “¿No sabías qué?”,
un relato de aventuras a modo de folletín, con una historieta de Osores
ocupando media página en las dos centrales, una sección de pasatiempos,
y la historieta “Hazañas de Rosita Rabieta” de la autora Martegall
servía de remate. En números posteriores, y según Osores iba perdiendo
presencia en la tripa de la publicación, fueron las historietas de Tex,
como las protagonizadas por Polín o “Las aventuras de Wipi y Napi” las
que ganaron en importancia.
Las historietas
ocupaban el 75% aproximadamente de Chaveas. En el núm. 38, Tex
inauguró su serial “Vive feliz y optimista don Prudencio Buenavista”, y
el director decidió que la sección de los dibujantes incorporase a sus
héroes favoritos, dándose la circunstancia de que descubrimos entre
ellos a un personaje nacido muy poco antes, Supermán
(el
calado de los productos americanos entre el público infantil español
queda patente con esta imagen, que se ofrece anexa). A partir del núm.
42 también se comenzaron a publicar historietas de corte realista, como
“Los “gangsters” del espacio”, que eran dibujadas con estilo muy
rudimentario por C. Gil García, o “La victoria de Tom”, serial de
western que realizó con algo más de virtuosismo el dotado E.M.
Osores desde el 24 de marzo de 1944.
Es notable comprobar
cómo en los contenidos escritos de la publicación no se cargaba las
tintas con proclamas propagandísticas. Siempre había un llamamiento
católico en la página segunda, y el tono general de los textos dirigidos
a los niños era muy condescendiente, cuando no cursi, pero lo cierto es
que no insiste demasiado en la idea de España que Franco quería
perpetuar y sí en aspectos didácticos entreverados con alguna moralina.
En lo gráfico, a partir de la marcha de Osores el volumen de historietas
en el total de Chaveas descendió sensiblemente, y a las firmas de
Tex y Elgar se sumaron páginas de historieta y tiras de autores como
Conti (desde el núm. 58) y Moro (desde el 64). La calidad de las
historietas de las historietas realizadas por autores locales decayó en
general y la impresión resultaba cada viernes más ilegible. Pero en
refuerzo llegaron obras de autores foráneos, no sabemos si servidos
desde Madrid: en el núm. 74 dibujaba una tal Chelito las historietas de
“El señor Tripita”, que destacaban por su limpieza, Midel (desde el 79)
o C. Soler, desde el núm. 82, también eran dibujantes de línea amable y
estilemas a la Disney. Los trabajos de Elgar en solitario (desde
el 79, también) nunca estuvieron a la altura del refinamiento de Osores
o Soler, ni alcanzaban el desparpajo de Tex, autor éste que ya estaba
trabajando como humorista gráfico a diario en otras secciones de La
Tarde desde finales de 1944.
Ya hemos dicho que la
presencia de Conti y, acaso, la de Soler pudo deberse a que los diarios
de la cadena de Prensa del Movimiento solían beneficiarse de los
servicios generales de la misma. Era norma común que desde Madrid se
suministrasen noticias –por ejemplo, a través de la agencia Pyresa- a
todos los diarios periféricos, y también chistes y tiras de humor
gráfico para los periódicos de provincias, y no resulta disparatado
pensar que se remitieran clichés u originales de los trabajos publicados
a otros suplementos de la prensa soportada por el franquismo en
provincias cercanas. No hemos hallado otras publicaciones donde se
incluyesen los trabajos de los colaboradores de Chaveas, pero sí
hemos podido comprobar que ese trasvase de obras existía entre otros dos
suplementos de historietas de la prensa andaluza de los 1950, entre
Pituso, de Huelva, y A los peques / Peques, de
Córdoba.
NOTAS:
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