Rojas de la Cámara forma parte de ese colectivo de
dibujantes que fueron básicos en la llamada ESCUELA VALENCIANA DEL
TEBEO y que todavía se encuentran entre nosotros. Fue habitual
colaborador de las revistas JAIMITO, PUMBY, PULGARCITO, ZIPI y
ZAPE y otras. Actualmente, Arturo es noticia debido al homenaje
que días pasados le tributó la Universidad de Alicante, dentro de
los actos que acompañaron a la inauguración de la
III Exposición Humor Social MIGRATIO miGRATIA.
Aprovecho uno de los momentos libres de Rojas y sin
más le pregunto:
Ché:
Amigo Arturo dime: ¿el artista nace o se hace?
Rojas de la Cámara:
Difícil respuesta. La sabiduría popular parece avalar lo primero y,
aunque no cabe duda de que sin cierta habilidad o propensión a él no
es posible el arte, es bien cierto que el artista debe buscar
permanentemente, con trabajo, la perfección. CUánta gente dotada no
llega por falta de afición o constancia.
Ché:
Sé que naciste en 1930 y que empezaste a dibujar muy joven, más o
menos a los 19 años. - ¿En dónde y por qué?
RDLC:
Mi primer trabajo
profesional fue en la Editorial Valenciana. El porqué es un tanto
complejo y necesariamente tenemos que recurrir al tópico de que se
lleva dentro. Es así. Comienzas a garabatear en papeles, libros...
Tú, como colega que eres, lo entiendes bien. Te ganas las regañinas
de tus padres y profesores, que no pueden comprender tales
manifestaciones en las que, quizá, quieres transmitir a los demás
ideas que, dibujadas, te permiten llegar a más gente sin necesidad
de repetirlas persona a persona.
Un día descubres que tu ego te lo pide más que a los
demás y, de pronto, te ves ante una editorial, impelido por las
opiniones de quienes te rodean, Tú crees que la historieta que
llevas en la mano es genial. Todos te lo han dicho ... Pero no es
así, aunque esto lo comprobarás más tarde. Tus sueños de gloria y
fama se esfuman cuando los editores te despiertan de tan bello
sueño... Mi primera historieta la rehice tres veces. El premio a mi
constancia fueron 50 pesetas y así empecé mi lucha.
Ché:
Igualmente sé que
pasado cierto tiempo chocas con los responsables de la Editorial
Valenciana y deciden echarte. ¿Qué es lo que pasó?
RDLC:
Aunque a estas alturas poco importa, yo no diría que me echaron. El
hecho fue que las directrices de la Editorial estimaron la
conveniencia de que el dibujante NIN (desaparecido e injustamente
olvidado) y yo, quizá por ser de los más jóvenes entonces,
imitáramos a los dibujantes de TBO Benejam y Coll. Les
pareció que ello daría lustre a la revista JAIMITO. La
habilidad de NIN lo consiguió de inmediato. Fue distinto para mí. No
conectaba con el estilo del formidable Coll y sus alargados
personajes eran demasiados duros para mí. Y yo que nunca me
caractericé por mi valor, me rebelé. Expuse todas estas razones al
director artístico y el resultado fue que cesaron las peticiones de
trabajo. Eufemísticamente suelo decir que "me felicitaron las
pascuas de Navidad en agosto..."
Ché:
¿Cómo fue tu vida
profesional fuera de la Editorial Valenciana?
RDLC:
En aquellos tiempos, la relación con las editoriales era muy
similar, la única diferencia fue que, cuando algo más que un año
después ofrecí mis servicios a la Editorial Bruguera, ya iba avalado
por mi trabajo anterior en Valencia. Afortunadamente, por mi
colaboración en la nueva editorial fui más conocido. Esto trajo
consigo la aproximación de agencias que me relacionaron con Londres,
a través de Bardon Art y, casi de inmediato, con una editora de Lyon.
Al mismo tiempo fui reclamado de nuevo por la Editorial Valenciana
que obvió mi rebeldía... Y así transcurrieron los años y vi
desaparecer editoriales, luego vino mi etapa final con dos agencias
alemanas y seguí almacenando años, tantos que tengo para dar y
vender.
Ché:
En todos tus
muchos años de dibujante, ¿qué es lo que destacarías?
RDLC:
No sé que
contestar a eso. Sobre todo la belleza de nuestro trabajo, porque
considero que es grande que, con lo que surge de tus manos hayas
contribuido a hacer felices a varias generaciones y es gratificante
en extremo recibir cartas de agradecimiento de estas personas,
agradeciendo el haber llenado su adolescencia de ilusión. Por otro
lado veo con satisfacción que el cómic se resiste a morir,
alimentado por el entusiasmo de una pléyade de magníficos dibujantes
jóvenes que luchan como leones, a pesar de las enormes dificultades
a las que se enfrentan.
Ché:
Hay un periodo en
tu vida que ha sido una sorpresa para todo aquel que lo conoce, y es
tu etapa como escritor de novelas de bolsillo, y que parece ser tu
no ilustrabas. Por favor háblanos de ello?
RDLC:
Fue a causa de la
falta de trabajo en la Editorial Valenciana por mi rebeldía. Era
recién casado y necesitaba sacar a mi familia adelante y decidí
escribir. Eran novelitas de bolsillo que proliferaron en los años
cincuenta, piénsese que no había televisión. La gente sencilla las
devoraba, curiosamente, de camino al trabajo en el tranvía, porque
entonces había tranvía y Aníbal acababa de pasar por aquí, camino de
Roma. Publiqué en la colección Comandos y Luchadores del Espacio
de Editorial Valenciana. Pasé posteriormente a Futuro de
Ediciones Toray y aquí pareció sonreírme la fortuna, pues me
pidieron que incrementara la producción con posibilidad de contrato.
Naturalmente expuse mi pretensión de aumentar el precio y el
resultado fue que, debido al entusiasmo que producía mi
colaboración, me ofrecieron pagar cien pesetas más por novela.
Temeroso de que la opulencia me arrastrara por el mal camino, decidí
aprovechar el viaje a Barcelona para ofrecerme a Bruguera como
dibujante y olvidé la senda de laureles que me ofrecía la Literatura
de tono menor.
Ché:
En un momento dado, las editoriales Valenciana y Bruguera se hunden.
¿Qué supuso para los profesionales de aquella época tal situación?
RDLC:
La desaparición de
esta editoriales supuso una desbandada general. Algunos recurrieron
a otras publicaciones menores en precios. Quienes pudieron se
reintegraron a trabajos que compatibilizaron con su dedicación
artística. Otros pasaron al diseño, publicidad y trabajos de encargo
puntual. Era el truncamiento de una ilusión y la precaria situación
económica, aunque hubo quienes gozaron de algunas épocas de trabajo
para el extranjero.
Ché:
Sin embargo, hay
dibujantes -caso especial de Ibáñez con su Mortadelo y Filemón-
que siguen al pié del cañón, ¿cómo podría explicarse tal fenómeno?
RDLC:
El caso de Paco
Ibañez, creo, es peculiar. Se basa en la tremenda popularidad de sus
personajes Mortadelo y Filemón. Hay que hacer notar que no sucedió
lo mismo con el resto de sus personajes. Ediciones Zeta defendió con
álbumes la fama de aquellos, pero ignoro la trayectoria de este
maravilloso artista que intentó reflotar la historieta con una
publicación llamada GUAY! que tampoco resistió el extraño
fenómeno “anti-tebeo”.
Ché:
Por favor háblame
de la actual situación -en general- de los dibujantes de tu tiempo y
de las posibilidades que tienen.
RDLC:
La situación sigue
siendo la misma que se produjo con la desaparición de las
editoriales. Como es lógico, la mayoría de los “dinosaurios del
cómic” viven, o superviven de sus pensiones y los que pudieron se
reintegraron a sus antiguos trabajos. Es cierto que algunos somos ex
bancarios o ex funcionarios de la Administración, pero el resto, que
son los más, siguen pendientes de encargos esporádicos. Lamento ser
pesimista respecto a posibilidades, porque nada hay en el horizonte
que estimule la esperanza. Bastante difícil lo tienen los noveles
como para pensar que los veteranos puedan resolver su situación.
¿Ayuda Estatal? ¿Municipal? ¿Como profesores de Dibujo o Pintura?
Por que lo que está claro es que los gustos han cambiado.
¿Reciclarnos? Demasiado tarde para nosotros. Seguiremos arropándonos
en el manto de la nostalgia.
Ché:
Arturo dime: ¿qué
ha supuesto para ti el que te hayan hecho un homenaje y el que te
hayan dedicado una calle en tu Paterna natal?
RDLC:
Lo del homenaje,
que agradezco profundamente, es lo que acabo de manifestar. Lo otro
es grandioso. Un sueño de años que, al hacerse realidad, me asusta
por la gran responsabilidad de agradecimiento que contraigo con el
Municipio que me vio nacer. Pienso que le he dado poco a cambio de
este honor. Desde estas líneas quiero agradecer a la persona que,
con su tesón y desmesurada fe en mí, lo ha conseguido. |