Tebeosfera:
Cuéntanos cómo accediste a Bruguera / B. ¿cómo fueron elegidos tus
personajes?
Paco Nájera:
En realidad aquello fue de lo más fortuito. Empecé a comprar Super
Mortadelo porque incluían nuevas aventuras de El Capitán Trueno.
El caso es que nunca había hecho nada de humor, y como había una
página para los lectores decidí, medio en broma, improvisar un
personaje “Chungó” y mandarlo. Y me olvidé del asunto. Al tiempo me
llamó Francisco Sánchez, jefe de redacción, hablándome de aquella
página y de que la iban a publicar. Mi sorpresa fue mayúscula al
decirme que la iban a publicar, pero no en esa página reservada a
los lectores sino como un autor más. Y lo fue más cuando me preguntó
que si tenía otras cosas para publicar. Por supuesto le dije que no,
pero que si me daba unos días le podría mandar algo. Y eso hice.
Creé tres personajes y sendas historietas, el ya mencionado Chungó,
Eco y Logi y Capo y Rob. Me cogieron los dos primeros para Super
Mortadelo y Super Zipi y Zape, respectivamente, y de esta
manera tan chunga empezó el asunto en Ediciones B. Los criterios que
siguieron para esa elección nunca los supe.
T:
¿Cómo se
trabajaba allí en el declive de su historia editorial: qué
requisitos te ponían, cómo se administraba el color, cuánto te
pagaban...?
PN:
El método de trabajo era un tanto sui generis. Tenía que mandar tres
o cuatro historietas abocetadas y ellos me daban luz verde para
alguna de ellas. Normalmente la mitad de lo que enviaba. Con el
tiempo les pillé el tranquillo y comprobé que historietas rechazadas
enviadas en otra tanda me las cogían, con lo cual ya iba jugando con
eso y si no una vez, a la otra, me las iban cogiendo casi todas. A
mí, la verdad, es que una página me sabía a poco e intentaba colar
alguna historia de dos páginas. Sólo lo conseguí en un par de
ocasiones. Ya resignado intenté, al menos, que la página fuese
atractiva y huir de las cuatro tiras de rigor, marca Bruguera, que
seguían siendo la tónica dominante. De manera que alrededor de un
gag final, intentaba montajes un poco atípicos. Supongo que mi
paginita debía pasar un tanto desapercibida porque salvo alguna que
otra suave amonestación por no ceñirme a las cuatro tiras de
marras, me dejaban hacer. Aquello lo hacía un poco por no caer en la
rutina y como una tímida protesta por el tono demasiado uniforme que
veía en aquellas revistas. Donde por otra parte incluían cada vez
más material de archivo, supongo que porque era gratis. Pagaban a
8.000 pesetas [ 48 € ] la página. No era una fortuna pero tampoco
estaba muy mal en aquellos años. El tema del color era horroroso.
Podías indicar colores en una transparencia, pero al final hacían lo
que querían, de manera que desistí y me resigné a dientes rojos,
cambios en el atuendo y a colores inverosímiles para según que
cosas.
T:
¿Capo + Rob
y Gañán, fueron proyectos para B... qué pasó?
PN:
Capo y Rob fue una creación que formaba parte del trío de series que
propuse para Ediciones B. Esta se quedo en la cuneta, y algunas de
las historietas realizadas acabaron publicándose en fanzines como
Mundos de Papel, Pasaba por aquí, Microphonie, Tebeos del Bollo,
Círculo Andaluz de Tebeos, El Boletín... El tema de Gañán fue
posterior. En cierta ocasión me hablaron de que se estaba fraguando
una nueva revista en B, menos infantil, más innovadora y que si
quería participar. Me mandaron una maqueta y no estaba nada mal, ahí
vi por primera vez, por ejemplo, a Oscar Martín, autor de “Solo”. De
manera que me puse manos a la obra y como siempre me atrajo la
fantasía heroica pensé en hacer una parodia –muy personal, todo hay
que decirlo– de Conan. Así nació Gañán. El hecho de que aquella
revista fuera para un público
un poco más adulto me sedujo bastante. Confieso que las cosas que
venía haciendo para un público infantil me resultaba muy difícil y
las dudas me atenazaban bastante. Con Gañán pensaba que sería otra
cosa y las historias, en principio de dos páginas incluso se podrían
alargar más según me dijeron. Así nacieron las tres primeras
historias. Yo hubiera hecho más pero me indicaron que eran
suficientes, que aún había que perfilar y estudiar la viabilidad de
la revista y bla, bla, bla. El tiempo fue pasando y aquello quedó en
vía muerta. La revista no llegó a salir. Una lástima porque la idea
de hacer una revista de humor que huyera de la inercia de Bruguera
me pareció muy acertada y atractiva. Podía haber removido un poco
las aguas de este tipo de revistas. En cambio continuaron con más de
lo mismo e incluyendo más y más material de archivo. Y así ocurrió
que en un par de años Super Mortadelo y Super Zipi y Zape
cerraron. La verdad es que no me sorprendió demasiado. Era una
especie de muerte anunciada.
T:
Háblanos
de Barzelona Comic, sobre tus colaboraciones con esta
desaparecida cabecera barcelonesa.
PN:
Yo conocí Barzelona Cómic por una reseña que vi en algún
sitio, no recuerdo donde. Les escribí y pedí un ejemplar,
algo que hacía con muchas de las publicaciones que veía reseñadas
por ahí. Cuando lo recibí quedé bastante impresionado por la
impecable factura técnica y por unos contenidos que en líneas
generales estaban bastante bien. Por aquellas páginas deambulaban
algún que otro ganador de aquellos concursos de Toutain, como Eloy
Sánchez Vizcaíno. Pensé que había encontrado una publicación idónea
para mí. La incógnita era saber si les interesarían mis trabajos.
Les mandé varias cosas y al poco tiempo recibí un número con portada
del genial Daniel Abad y con una historieta mía, la cosa no podía
empezar mejor. En el siguiente salón de Barcelona, conocí a su
editor Ramón Monte Blanco y a la peña que estaba detrás de la
revista. Tenían hasta stand propio. Podría echar mano al tópico
aquel de “allí nació una gran amistad” y sería verdad. Hicimos
buenas migas, me convertí en colaborador habitual de la revista, nos
reuníamos ahí cada año y hablábamos largo y tendido de la
publicación, de las dificultades y complejidades que conllevaba su
edición, del modo de mejorarla, etc, etc. Ramón pronto me dio vía
libre para contactar con nuevos colaboradores y para iniciar una
sección de entrevistas (de la que me siento bastante satisfecho) y
por la que pasaron mi amigo Rafa Negrete, José Sánchis, Luis Royo,
Jesús Redondo y Víctor de la Fuente.
T:
Monte
Blanco publicó tus primeros libros monográficos de cómics. ¿por qué
desapareció la revista?
PN:
Fruto de la imbricación y amistad que surgió con Ramón fue mi primer
álbum Iconomías Sumergidas y más tarde Seis postdatas a un
tiempo. Era aquella una revista atípica. Su empaque técnico nada
tenía que envidiar a una revista comercial al uso. Sus contenidos
respondían a una premisa básica: buenas historietas e ilustraciones.
Dado que Ramón, editor y el único que sufragaba los costes de la
edición, sólo se podía permitir
un número o dos al año, solía decir que la revista debía ser un
catálogo de autores emergentes, y con esta premisa publicar trabajos
de la mayor calidad posible, y así se vino haciendo durante años,
creo que en una progresión ascendente. Pero las circunstancias
cambian, el cansancio hace mella con los años, la injusticia de no
ser siquiera nominado al mejor fanzine, creo, también caló en el
ánimo del buen amigo Ramón que se encontraba con más y mejor
material para la revista y bastante sólo para sacarla adelante en
todos sus apartados, costes, maquetación, distribución, correo, etc,
etc, haciendo todo esto compatible con su trabajo en la banca. Por
todo ello y agravado por problemas laborales en estos últimos años,
la revista dejó de salir y en lo que a mí respecta los viajes al
Salón de Barcelona perdieron su principal atractivo, ver y estar
unos días con Ramón y otros amigos arreglando el maltrecho mundo del
cómic. A este hombre y editor debo la satisfacción de ver publicado
mi primer álbum, con una estética a lo ediciones de la Torre en
homenaje a mi admirado Carlos Giménez. Algo difícil de olvidar y por
lo que le estaré siempre agradecido.
T:
Refiérenos la historia de la asociación Viñeta 6,
la más importante que hubo en Jaén en torno a la historieta.
Háblanos de sus actos organizados y también de su publicación,
mencionando su trayectoria y los autores más descollantes.
PN:
Viñeta 6 es una asociación que reza “juvenil de dibujantes de cómic
de la provincia de Jaén”. Entré en contacto con
ellos cuando ya llevaban varios años funcionando y habían editado
cuatro o cinco números de la revista. Ni que decir tiene que se
agradece estar en contacto con aficionados a la historieta, aquí en
Jaén, alejados como estamos del mundillo del cómic. Y ahí he estado
casi diez años con una docena de compañeros y amigos que nos veíamos
periódicamente y que cuando llegaba alguna subvención sacábamos una
nueva revista de la asociación.
Hace algo más de dos años hablamos de la posibilidad de
hacer unas jornadas de cómic, nos pusimos manos a la obra y con gran
esfuerzo y no tanto presupuesto conseguimos hacer algo, pienso que
bastante digno. Cómo suele ocurrir en estos casos unos miembros
arrimamos más el hombro que otros, pero al fin y al cabo era algo
previsible, lo que no me podía esperar es que al calor del vil
dinero que manejamos, un millón y medio escaso hubo algún descosido
que no me gustó. Sin mencionar nombres, por supuesto. El caso es que
frente a la actitud generalizada de la asociación, de mirar a otro
lado yo decidí plantar cara y denunciar el hecho. Me quedé sólo. Se
sucedieron maniobras de todo tipo y se enrareció el ambiente hasta
el punto que algún tiempo después decidí marcharme de allí. Y fuera
estoy desde entonces.
Sé que la asociación continúa y que han organizado otras
nuevas jornadas, pero poco más. El asunto me resultó tan desagradable que me he desvinculado totalmente de la
asociación.
T:
¿Qué impedimentos encontraste para publicar al
comienzo de los años 90, tanto en prensa local como en la industria
de la historieta en general?
PN:
Ya desde finales de los ochenta, la crisis en el mundo del cómic se
hizo más que patente y desde entonces creo que no ha hecho más que
agudizarse. Aquellos años fueron duros, no había apenas cabeceras
comerciales y se publicaba donde se podía, simultaneando los
llamados trabajos profesionales con la publicación en fanzines y
todo ello a su vez con encargos comestibles de todo tipo para ir
saliendo del paso. Y en esto estamos. Han proliferado y mejorado
notablemente la factura técnica de los fanzines y la autoedición,
normalmente bajo el epígrafe de editores independientes ocupa un
lugar importante hoy en los cómics. De tal modo que una visita a una
librería especializada, nos ofrece una panorámica totalmente
distorsionada de la realidad. Hay muchos títulos, muchas cabeceras y
no pocas editoriales. Pero la mayoría son fanzines, tebeos
autoeditados o sellos editoriales muy modestos, con el común
denominador de ofrecer trabajos, calidades y estéticas de lo más
variopinto, pero que ciñen sus tiradas y distribución al circuito de
las librerías especializadas. Es decir, tiradas que normalmente,
salvo excepciones, rondan los 1000 ejemplares. No hace falta decir
que con esas tiradas y distribución no se puede hablar de industria,
ni un autor puede aspirar a vivir dignamente de su trabajo. Lo único
que sigue resultando rentable es el material de importación,
superhéroes y manga principalmente, las cabeceras porno y la
superviviente Norma que sigue ofreciendo material europeo, en gran
parte coeditado y que retiene a
una parte de aquellos aficionados del “boom” del cómic de principios
de los ochenta. Mención especial merecería Dude Comics, Dolmen
Editorial, Amaniaco, Sinsentido y alguna pequeña editorial más que
suelen ofrecer productos dignos pero que sobreviven con dificultades
y tienen un techo difícil de salvar.
En resumidas cuentas, digamos que en los últimos años es
algo más fácil publicar, pero sigue siendo igual de difícil cobrar
por ello. El empecinamiento de unos pocos autores veteranos y la
llegada de nuevos valores a un mundillo como este con horizontes tan
inciertos sin duda merecería un estudio en profundidad que nos
desvelase de una vez por todas de que pasta estamos hechos, si somos
camicaces, masoquistas, tenemos alguna tara mental, somos unos
irredentos optimistas... o qué.
T:
Háblanos
de las peripecias de El Capitán Tronado, su edición en
Barcelona, su facsímile y distribución, su segunda edición en
D.Tebeos.... ¿cómo acoge el aficionado veterano este tipo de
producciones?
PN:
Bueno esto ya lo he contado alguna vez. Mi afición por el Capitán
Trueno viene de la infancia y está asociado a momentos entrañables.
Cuando un día decidí dedicarme a esto empecé a acariciar la idea de
dibujar alguna aventura del héroe de mi niñez. Llegué a hablar con
Julia Galán (antes de que la despidieran de ediciones B) de esa
posibilidad y me dijo no le parecía posible. Ediciones B y Víctor
Mora, detentadores
de los derechos del personaje, no estaban por la labor. De manera
que para sacarme esa espina decidí hacer un cuadernillo similar a
los originales de la época, pero parodiando al capi, y así lo hice,
por puro placer y con enorme cariño. En un salón de Barcelona,
Carlos González, editor de El Boletín lo vio y me dijo de
editarlo. Con una tirada respetable de 3000 ejemplares, fue editado
por Carlos y una decena de librerías del mercado de San Antonio de
Barcelona. Su destino era regalarlo a los clientes de las
respectivas librerías.
Varios años después fue reeditado por Diego Cara, y su
colectivo D.Tebeos, con una nueva portada que la diferenciara de la
anterior. También fue editado por entregas, esta vez a color y en
catalán en el suplemento dominical Informacions del Diari
d’Andorra.
Personalmente y a pesar de ser un trabajo modesto de diez
páginas debo decir, en honor a la verdad, que me ha reportado
bastantes satisfacciones. Al dibujarlo y posteriormente por la buena
acogida que ha tenido entre los aficionados, muchos de los cuales,
en eventos o vía epistolar me han hecho llegar su parecer. Y por
supuesto no renuncio a dibujar algún día un cuadernillo del capi, en
estilo realista y que de alguna forma pueda entroncar con la
colección regular del personaje.
T:
Vuelve a narrarnos la vida del Gañán de
papel, desde su primera publicación en La revista del CAT
hasta su publicación por Diego Cara.
PN:
Gañán, como dije, nació al calor de esa revista que proyectaba
ediciones B y que nunca vio la luz. El personaje me gustaba y me
gusta mucho y aún sin editor hice un par de historias más de dos
páginas que fui publicando aquí y allí, en el CAT, en Barcelona
Comic y en algún sitio más. En un salón de Barcelona se lo
mostré a Antonio Martín y pareció gustarle. Me habló de la
posibilidad de hacer historias más largas que pudieran tener cabida
en la línea laberinto o como suplemento o extra en alguna
publicación de Conan. Le mandé un par de argumentos de 24 páginas
que, o bien no gustaron o bien no se vio adecuada por las razones
que fueran su publicación por parte de Planeta, nunca lo supe con
certeza. El caso es que por pura cabezonería decidí dibujar esos dos
guiones. La búsqueda de editor no fue nada fácil, pero al final
terminé recalando en D.Tebeos que se ofreció a publicarlo. Y ahí he
cubierto una primera etapa en la que han salido tres números, pero
que por desavenencias con su editor decidí darla por concluida. A
pesar de dar por concluida esa etapa que ha estado marcada por una
pésima distribución y una edición que en algunos aspectos ha dejado
mucho que desear, lo cierto es que es mi personaje con más
proyección y más conocido y espero que pronto pueda continuarlo con
otro editor y en otras condiciones.
He de decir que varias de estas historias se publicaron en
color en el suplemento dominical Informacions en el Diari
d’Andorra, y el primer número, en grises, en la revista oficial
del salón de La Massana Còmic.
T:
Háblanos
de MegaMultimedia. ¿cuándo os llaman, cómo se trabajaba, qué os
piden, qué condiciones os ponen, cuánto y cuándo se cobra, qué
puedes decirnos de la disgregación del sello?
PN:
José Miguel Pallarés que ya llevaba un tiempo colaborando en las
publicaciones de MegaMultimedia les habló de la posibilidad de
trabajar conmigo en una nueva revista The Realm. El Torres me
llamó, acepté y así empezó la cosa. El método de trabajo, a mi modo
de ver no era el más idóneo: El Torres pasaba un plot, de cada
episodio o entrega, Pallarés hacía el guión, me lo mandaba por
e-mail y yo lo dibujaba.
Eran entregas de ocho páginas mensuales que exigían una cierta
celeridad en el trabajo, los precios eran muy bajos, para variar,
pero bueno, es lo que había y al menos la cosa prometía continuidad.
En el transcurso de su publicación, al parecer, fueron
surgiendo problemas internos entre el personal de MegaMultimedia, cuya línea editorial nunca estuvo muy clara
y finalmente en el número 5 esta revista se cerró. Al poco tiempo El
Torres y otros impulsores de aquello se desvincularon o salieron de
allí. Sea como fuere, el caso es que lo que parecía una editorial
ambiciosa, innovadora y nada timorata a la hora de publicar, incluso
en color, con distribución en Francia y creo que también en parte de
Sudamérica, pareció desinflarse y reorientar su producción
básicamente al cómic porno y algo de multimedia, mucho más rentable.
Mi colaboración con ellos cesó con el cierre de la revista. La serie
con la que trabajamos “Hechicero” concluyó en el ultimo número y la
recopilación prometida en álbum se quedó en el tintero, junto con
una historia inédita de 16 páginas que se iba a incluir en el mismo.
Estoy en conversaciones con otra editorial y confío que finalmente este álbum sea editado.
El Torres, hombre inquieto y emprendedor, al salir de
MegaMultimedia creó una nueva editorial Sulaco Ediciones, orientada básicamente a la
literatura fantástica y a los cómics, con menos medios pero creo que
con orientación más clara. Y por lo que yo sé no tiene nada que ver
con su antigua empresa.
T:
Extiéndete sobre tu afinidad con el andorrano Joan Pieras, el
festival de La Massana, tus ediciones allí y El Boceto.
PN:
A Joan Pieras lo conozco desde hace años, sintonizamos bastante en
gustos comiqueros y creo que cultivamos una sincera amistad. Pieras
es una persona inquieta donde las haya y lleva media vida aportando
su saber a este mundillo, artículos, estudios, ediciones y
finalmente artífice del salón del cómic de La Massana. Sabe que
admiro su espíritu emprendedor y su capacidad de trabajo y a él
parece gustarle mi estilo. De modo que colaboramos en no pocas
ocasiones. Gracias a él, una buena parte de mi producción se ha
visto publicada en aquellas latitudes y traducida al catalán. Y
fruto de esa colaboración ha sido El Boceto, un trabajo en
color que hicimos para un concurso de la Nit Literaria Andorrana,
que se llevó un accésit y que se publicará muy pronto en una
coedición de Amaniaco, La Massana Còmic y la asociación almeriense
El Diablo.
En el año 2000 fui invitado a La Massana Còmic y
desde entonces no fallo a la cita anual. Me reitero en que para mí,
de los que conozco, es el mejor salón que hay en la actualidad. Y
para colmo este hombre atiende mis sugerencias en lo que a autores
invitados se refiere. No se puede pedir más.
T:
Despáchate a gusto sobre los proyectos inéditos (Aribel,
Cienfuegos, y Klonac). También, sobre Tartessos, y
sobre el desconocido almeriense -para el gran público- Santiago
Girón.
PN:
Bueno, hablar de los proyectos que han quedado en vía muerta supone
hablar de una parte importante de mi trabajo y en la que he
depositado bastante de mi saber hacer.
Aribel
nació para un concurso convocado por la revista
Viñetas de Glénat. Se trataba de presentar un proyecto de álbum,
con un guión técnico totalmente terminado y 8 páginas dibujadas. El
fallo del concurso no nos fue favorable a Pallarés, el guionista, y
a mí, pero de todos modos el álbum ganador nunca fue publicado y la
revista tuvo una corta andadura. Es muy difícil retomar ese trabajo,
en color, sin un editor solvente a la vista. Cosa que por ahora no
ha sucedido.
Klonac
es otro proyecto ambicioso, con guión de Emilio
Ruiz. Una serie de humor y temática cercana a la fantasía heroica
destinada al mercado francés. Lamentablemente, tras moverlo por la
editoriales galas más importantes no hubo suerte y ahí quedan en un
cajón, un buen puñado de páginas en color, bocetos y bastantes
aspectos de la serie muy perfilados.
Cienfuegos
fue otro proyecto con José Miguel
Pallarés, se trataba de adaptar al cómic la novela de Alberto
Vázquez Figueroa. Se hizo el guión, dibujé cuatro páginas y en honor
a la verdad no sé lo que pasó realmente. Al parecer falló la persona
que iba a mediar con Vázquez Figueroa y sin la autorización de este,
era imposible abordar el trabajo y publicarlo.
Tartessos, es un proyecto que tenía desde hace
años. Intermitentemente iba reuniendo documentación, haciendo
bocetos de personajes y pese a que no la tenía perfilada sí que
tenía una idea bastante clara de lo que quería que fuera esta serie.
Es el proyecto más ambicioso en el que he trabajado nunca y en el
que quiero volcarme totalmente. No es un álbum aislado, sino que
nace con vocación de serie abierta y orientada, desde un principio,
a un público más amplio que el habitual y reducido de los cómics. De
ahí la idea,
la pretensión, de publicarlo en un suplemento dominical, que asegura
una gran difusión. Por la envergadura del proyecto y pese a que di
en solitario los primeros pasos, siempre pensé que lo ideal sería
abordarlo con un guionista, para que yo pudiera centrarme en la
parte gráfica. Encontrar la persona idónea que sintonizara con mi
idea de la serie y que estuviera dispuesta a invertir tiempo,
esfuerzo y talento en la serie no era fácil. Finalmente pensé en
Santiago Girón, se lo propuse y aceptó. Desde entonces, hace ahora
un año, hemos dedicado la mayor parte del tiempo a reunir
documentación, a la creación de los personajes principales, la
ambientación adecuada y a perfilar una y otra vez el guión de la
primera historia de 60 páginas, que ya está en marcha. Creo que
tenemos una buena sintonización, una comunicación muy fluida y el
deseo común de que este proyecto funcione. En él estamos poniendo
todo nuestro empeño. De momento está terminada una historia prólogo
de 5 páginas y llevo dibujadas a lápiz 15 páginas de las 60.
Santiago, pese a tener problemas de salud, trabaja ya en ideas para
el segundo álbum, sigue reuniendo documentación y lo que es más
meritorio, a pesar de la paliza que le doy con mis continuas
monsergas de que todavía se pueden mejorar los textos, que sobra una
coma, que ese adjetivo no es el más adecuado, que busque tipos de
rima poéticas en el siglo VII antes de Cristo... a pesar de todo
eso, digo, no sólo no me ha mandado a tomar viento, sino que me
disputa el entusiasmo por Tartessos y seguimos siendo amigos.
Toda una suerte. |