MISTER X: ¡TREMENDO
ESTUDIO LO DESCUBRIÓ!
Con motivo de la próxima
aparición –abril de 2002-, de Dibújalo, que es la primera
monografía compilatoria que la Editorial Norma lanza al mercado
partiendo de material publicado en su línea de revistas dirigidas a la
infancia (¡Dibus!, ¡Dibucómics!), hemos entrevistado a sus
autores, el dúo agrupado bajo la denominación Tremendo Estudio. Ellos
son Abel Ippólito, guionista, y Enrique Carlos Martín, dibujante, aunque
generalmente funcionan como un artista bicéfalo.
Tebeosfera:
Dibújalo es un libro didáctico que integra cómics de vuestro
personaje Mister X, tal y como aparecieron publicadas en ¡Dibus! ¿Qué
encontraremos en este álbum de Norma?
Enrique Carlos Martín:
Es el primer libro de la colección “Los libros de ¡Dibus!”, y aunque es
a modo de colección, recopilando todas las entregas publicadas hasta
ahora de la sección “Dibújalo”, también incluirá nuevas lecciones,
trucos y nuevos cómics de Mister X creados exclusivamente para el libro.
En total constará de 96 páginas, que recogen lo publicado del 1 al 21 de
¡Dibus! 84 páginas. Son historietas ya publicadas en su
mayoría, pero hemos retocado algunas de las páginas; algunas las hemos
vuelto a entintar, y están retocadas de color. Las primera entregas
fueron realizadas con rotulador y, como luego comencé a entintar con
pincel, considero que hay una diferencia clara entre las primera y las
siguientes entregas.
Abel Ippólito:
Desde Norma nos han pedido nueve páginas más, repartidas en una
presentación, una introducción, un glosario...
T.:
Se trata, entonces, no de un libro de cómics tanto como un libro
didáctico.
E.C.:
Sí, está destinado a enseñar a los niños, es un libro con pasatiempos,
consejos sobre cómo dibujar cómics, con lecciones y ejemplos prácticos.
Cada sección lleva una historieta protagonizada por nuestro querido
detective Mister X, que ejemplificaba el tema de la lección en sí.
A.:
Al principio era así, pero luego abandonamos esa idea puesto que
encorsetaba mucho el guión, y decidimos que las aventuras de Mister X
fluyesen a su manera.
T.:
Mister X, ¿surgió para esta sección de ¡Dibus!, concretamente?
A.:
No, qué va, Mister X surgió mucho antes, cuando todavía andábamos
buscando alguna posibilidad de publicar nuestros cómics, hace casi 10
años, por el 92. Enrique hizo entonces la historieta “El caso del pato
mareado”, en la que aparecen los personajes y que finalmente sería
publicada en La Comictiva.
E.C.:
Creé al personaje entonces, sí, al guión y al dibujo. Abel entró en el
juego en 1994, porque lo retocamos entre ambos y lo presentamos a El
Pequeño País, donde interesó y nos propusieron que realizásemos
sobre el personaje una leves variaciones. Concretamente, fue Ana
Bermejo, que nos indicó que sería conveniente crear un compañero para el
detective, así que usamos a Torcuato, el pato. Hicimos dos o tres
páginas más a lápiz, una página en color, y enviamos los originales a la
redacción. Justo cuando llegaron allí, El Pequeño País cerró
aquélla etapa y nuestros originales fueron extraviados (hoy ya no
tenemos ese problemas: los originales son ahora jpg’s). Con el
paso del tiempo, cuando surgió la oportunidad de trabajar en ¡Dibus!,
el personaje volvió a nacer con la autoría Athos y EnriqueCarlos. En
realidad no es una creación de Tremendo Estudio, así aparece firmada la
sección “Dibújalo”, pero los cómics del personaje siempre vienen
firmados por nosotros dos.
A.:
También Gronaldo Bocanada [personaje de los autores, en ¡Dibus! y
¡Dibucómics!] va firmado por Athos y EnriqueCarlos. Sobre esos
personajes también colaboraron durante una temporada aplicando el color
Teresa Fuentes, nuestra querida Tere, y Apisonadora (sobre cuya
identidad preferimos correr un tupido velo).
T.:
También publicasteis historietas de Mister X en el suplemento dominical
de ABC ¿no?
E.C.:
Sí, fue durante el verano de 2001, en sustitución de una serie de Kano,
“Detective Sam”. Llegamos a dibujar 16 de esas páginas, pero solamente
fueron publicadas una docena. Esos cómics no vienen recogidos en el
libro de Norma.
T.:
Mister X es un personaje que se me antoja derivado, en su grafismo, de
la obra de Jan, y en su estructura, de “Los casos del Inspector O’Jal”,
de Vázquez.
E.C.:
Pues, no. Vázquez no me influido especialmente. Mister X es producto de
mi cariño por el mundo de los detectives privados, que siempre me
encantaron (en la literatura, en el cine, en los cómics). Tengo varias
historietas de detectives, las que hicimos para Jatrera, “Martín
Acero” en El Tebeo Veloz... Con respecto a Jan, por supuesto, le
he leído muchísimo y me ha influido. Mortadelo y otros personajes del
cómic francobelga son los que me han influido más poderosamente,
Franquin y Uderzo sobre todo.
A.:
En mi caso, en lo relativo al guión, me pareció un personaje
interesante, y además fue una especie de reto, porque yo siempre había
trabajado en el mundo del cómic para adultos, en historietas no
dirigidas al público infantil y eso.
T.:
¿A qué se debió el cambió, porque anteriormente siempre os habíais
conducido por separado?
A.:
Bueno, era lógico: Surgió la posibilidad de trabajar en algo y decidí
cambiar de registro.
E.C.:
Además, yo siempre fui inseguro con el tema de los guiones, y también
estaba la cuestión didáctica. La formación de Abel es de Bellas Artes;
él se sentía muy tentado de comunicarse con el dibujo y narrando
historias, y esto le vino de perlas.
A.:
Así fue. [Desde Norma] Nos pidieron una sección didáctica de cuatro
páginas, que fue lo primero que hicimos, el “Dibújalo”. A medida que
¡Dibus! fue engordando y a medida que Norma se envalentonó y sacó el
¡Dibucómics! y entonces comenzamos a producir más material.
Llegamos a publicar mensualmente catorce páginas: “Dibújalo”, “Mundo
curioso”, “¿Cómo funciona?”, “Gronaldo Bocanada”, “La Familia Bárbara”,
“Ciudad Digital” y “Mister X”. A lo que hay que sumar un par de
secciones de “Cópialo”.
T.:
Todo esto, durante 2001. Luego, ¿qué ocurre?
E.C.:
Cierra ¡Dibucómics!, por escasez de ventas, y hay trasvases desde
¡Dibucómics! a ¡Dibus!: La página de Gronaldo y la sección
“Mundo Curioso”. Hoy estamos publicando 7 páginas mensuales en total.
T.:
¿Cómo surgió la posibilidad de publicar en Norma?
E.C.:
Fue por mediación de José Luis Ágreda, que nos avisó de que la revista
iba a salir...
A.:
Llamamos de inmediato y ya estaba completo el cupo. Ellos volvieron a
llamarnos pidiendo dos páginas. Y luego, cuatro. Deseosos de hacer
historietas, nos fuimos a Barcelona al poco y nos entrevistamos con el
director y empezamos con la sección didáctica.
T.:
Vosotros estabais trabajando en Tremendo Estudio en ilustración
publicitaria, diseño gráfico, ilustración de cuentos, de libros, y
apenas nada de historieta, si no me equivoco.
A.:
Sí, pero añorando mucho el mundo del cómic. Habíamos hecho dos talleres
de cómics en colegios de los barrios San Bernardo y Pino Montano, en
Sevilla, publicando las revistas H; y también participamos en
talleres en Expojuventud en 1999 y en 2001, donde introdujimos el
cómics. Aparte de eso, nada. Pero con muchos deseos de dibujar
historietas siempre.
E: Yo estuve más alejado,
solamente publiqué en La Comictiva y en El Tío Saín,
aparte del fanzine que sacamos con Under Cómic, y que respondía a mi
deseo inevitable de dibujar tebeos, de ahí surgió El tebeo Veloz.
Yo entonces dibujaba casi sin preocuparme del guión, por puras ganas de
dibujar. Pero no acudimos a editoriales con carpetas. Yo dejé de
intentar publicar profesionalmente desde que acudí a la editorial B,
durante el Salón de Barcelona de 1993. Como no conseguí nada, lo dejé.
T.:
¿Así, por las buenas?
E.C.:
Estaba cansado. Había invertido mucho tiempo, dinero (el paro que yo
tenía) para poder ir a Barcelona y mostrar mi book, y el rechazo
me desanimó enormemente. También decidí apartarme de momento porque
estaba muy ligado al mundo de la ilustración infantil. La tercera razón,
que a lo mejor te convence más: necesitaba ganar dinero y comer.
A.:
Hicimos otra intentona, un proyecto para Camaleón cuando comprobamos el
éxito de Mondo Lirondo, pero la economía mandaba.
T.:
En el ámbito de la ilustración infantil tienes una producción generosa,
Enrique. Sobre todo ligado a Anaya /Algaida), Santillana / Grazalema,
Edebé, Ediciones Don Bosco y Grijalbo Junior ¿Qué tal combina la
producción de ilustraciones para niños, y para libros didácticos con la
creación de historietas?
E.C.:
Bien. He ilustrado muchos libros de cuentos y juveniles de los cuales
estoy orgulloso, El comestrellas, Palabras para jugar,
El castillo invisible, Los líos llaman por teléfono... En
libros de texto en os que trabajé, sobre todo de las áreas de Lenguaje y
Literatura, publicamos ilustraciones pero no cómics, no se está
utilizando mucho el cómic para educar. De hecho, a veces el editor me
obligaba a corregir ciertas cosas de mi estilo, porque era “muy de
cómic” y eso no les entusiasmaba.
T.:
Mientras tú le dabas la espalda a los cómics en el sentido profesional,
Abel sí que quiso iniciar una trayectoria profesional y en otro país
¿no?
A.:
Exacto: Me fui a Japón en octubre de 1997 y estuve allí un año y un mes
becado por la poderosa empresa Kodansha, que me pagaba alojamiento y
500000 yenes al mes. Una pasta.
E.C.:
Mientras estaba trabajando en publicidad, yo también me presenté a
Kodansha, pero no me aceptaron.
A.:
Aunque la idea de irme al otro lado del mundo me imponía, preví que a lo
mejor podría asentarme allí como profesional y, luego, venirme, montar
un estudio en España con la idea de de que Enrique actuase como
entintador.
T.:
¿A qué atribuyes que te aceptasen entre todos los españoles que se
presentaron, Castells, Maldonado...?
A.:
Los japoneses venían buscando sobre todo narradores y, según yo creo,
como no se trajeron una traductora, contrataron a buenos dibujantes,
buen material visualmente, no leyeron los textos de las historietas. Yo
creo que no era el tipo de narrador que buscaban, buscaban narradores
con nuevas ideas, pero también buscan un cierto tipo de dibujo, muy
elaborado, como el de Das Pastoras. Los de Kodansha allí publicaban las
revistas / tocho Afternoon y Morning. En la primera, que
es para frikis, publicaban autores de renombre y con obra de
aspecto esplendoroso; sale una vez al mes y es como una guía telefónica
muy gorda. En Morning había siempre mejores guiones y peores
dibujantes, y se publicaba semanalmente, algo más delgadita. Cuando yo
llegué a Japón me contrataron para el Afternoon, donde me
encontró con que Mazzuchelli discutía mucho con el director editorial.
Fíjate que solamente a Luis Alberto Maldonado y a mí nos dieron una beca
de un año entero. Era porque los japoneses no se atrevían a imponer a
los autores viejos, experimentados, que aprendiesen la narratividad
propia del cómic japonés. Los cambios a que le obligaban, no satisfacían
a Mazzuchelli nunca, por ejemplo, pero con nosotros, al vernos jóvenes,
sí que se propusieron enseñarnos esa manera de narrar; y nosotros nos
prestamos a ello. Aprendimos el idioma y nos dispusimos a trabajar duro.
Cada semana teníamos que entregar un “nemu”, que en japones viene a
significar aproximadamente story-board, una historieta de 40
páginas esbozada en el dibujo pero con los diálogos perfectamente
acabados. Vamos, que se pudiera leer.
T.:
¿Ese ritmo... todas las semanas?
A.:
Sí, había que inventarse nuevas propuestas cada semana: El editor lo
corregía y el jefazo emitía una decisión final. Era un ritmo terrible, y
se publicaba muy poco de ese trabajo. Yo tengo hechos 20 ó 30 nemus.
En mi caso se publicaron... ninguno. “La familia Sapo”, que es lo que
allí publiqué, fueron 4 historias que ya habían sido dibujadas en
España, más dos ilustraciones para anunciar un concurso, tanto en
Afternoon como en Morning. Maldonado publicó Rosario,
seriada primero en Morning y luego recogida en libro. Aparte de
eso, Maldonado únicamente creo allí unos chistes. Ahora que recuerdo...
también participé en un acto de creación comunitaria, colectivo, una
historia con dibujos de todos los autores de la casa (Takeshaki, Kenishi
Sonoda, Hiroaki Samura,
Fujishima...)
para publicarla en Afternoon. No te lo pierdas: Me llamaron desde
Japón hace una semana, después de 6 años de diferencia, ¡para pedirme
permiso para reeditarlo y también para pagarme esa colaboración! 7500
pesetas por un dibujo minúsculo. Desde luego, son los tíos más honrados
del mundo
T.:
¿Porqué volviste del Japón?
A.:
Cuando yo llegué ya me avisaron de que las cosas no estaban muy bien,
que no eran prometedoras. Maldonado entró en un estudio a trabajar como
colaborador, pero el ritmo de trabajo era demasiado duro incluso para
él. Además, ellos no te enseñan; te dicen lo que está mal pero no te lo
corrigen nunca, porque su filosofía de vida les impide condicionarte. El
director comercial del departamento de Kodansha al que yo estaba ligado
comenzó a vigilar más las publicaciones porque la recesión del manga nos
alcanzó antes de poder empezar a disfrutar del éxito, o del fracaso, y
decidió que los autores extranjeros se marchasen de Japón. Comenzaron a
tratarnos con algo más de desinterés y, aún así, yo me quedé allí 6
meses más que los demás, porque pagaban bien y aún tenía algo de
esperanza. Volví cuando me abandonó la esperanza.
T.:
Y entonces montasteis Tremendo Estudio...
E.C.:
Así es. Yo salí de la agencia para la que trabajaba, en Córdoba primero,
y luego desde Sevilla, debido a cuestiones personales y a que el grupo
que luego se hizo cargo de la empresa modificó las condiciones
contractuales y no me interesaron. Ideé Tremendo Estudio con idea de
trabajar en el ámbito de la ilustración publicitaria y editorial
exclusivamente, y desde Sevilla.
T.:
Pero tú seguías pensando en hacer tebeos, según creo.
E.C.:
Hicimos El tebeo Veloz, porque pese a todo siempre estuve
interesado en volver al cómic. Era como una parte de mí. Tarde o
temprano te vuelve el amor a la historieta, como me comentaba Ricard
Castells. El venía a decir que hacer cómics era como un principio
activo, químico, algo que necesita tu cuerpo. Algo que siempre se echa
muchísimo de menos. En mi caso me llamaba mucho el cómic infantil.
T.:
Sorprende que al tiempo que tenías afinidad con Castells trabajases en
un estilo más cercano al de Jan, con quien también te une amistad.
E.C.:
Nada tiene que ver con lo que ellos hacen. Lo que prevalece es la persona, y
ambos son (eran) magníficas personas. Jan es muy bondadoso y atento, la
suya conmigo es una relación cálida. Incluso ha llegado a regalarme uno
de sus personajes, Pun Tarrota, la propiedad intelectual del personaje,
lo cual demuestra su enorme generosidad. Jan significa para mí un sueño
cumplido desde que leía “Lucas y Silvio”, “Don Talarico”, “Pulgarcito”,
“Superlópez”, “Viceversa”... Una de las mayores recompensas que el cómic
me ha dado fue, un día, leer de su boca [en la entrevista publicada en
Dolmen, núm. 66] que le gusta lo que yo hago y que admira lo que
yo hago.
T.:
Al tiempo, también os ligáis a otro sector creativo que trabaja en el
ámbito de la historieta dirigida a público más maduro, como los
integrantes de la Associació Professional D’Il.lustradors de Valéncia.
¿Qué opináis de su labor de apoyo y asesoramiento a los autores?
A.:
Cuando quedé finalista en el InJuve conocí a Cristina, de APIV y a Nacho
Casanova, y nos apuntamos Enrique y yo. Creemos que hacen un trabajo
enorme, produciendo libros como Animalada o Cine de Papel,
haciendo difusión de la obra de ilustradores, caricaturistas,
historietistas y humoristas, montando exposiciones; también publican una
newsletter, mantienen relaciones con otras asociaciones de Madrid
y de Barcelona y nos ofrecen apoyo jurídico por muy poco al mes. La
asesoría legal es gratuita, y en general son una gente cojonuda.
E.C.:
Te ayudan un montón en todo esto. Yo, como autor, me siento realmente
mal pagado, y los que hacemos tebeos estamos realmente desprotegidos en
todos los sentidos. En el sentido de cómo puede utilizar tus obras, en
el sentido de que trabajas con incertidumbre sobre el destino de tu
obra, en el sentido de que estás en la cuerda floja constantemente...
Todos los contratos en esta profesión son de pena, ridículos, casi
parodias de contratos, pero los aceptamos porque no nos queda otro
remedio. Y considero que entre nosotros, los autores, nos pierde
totalmente le hecho de que no hablamos de dinero entre nosotros casi
nunca. Y estamos desinformados. Además, carecemos de un sindicato o una
asociación sólida, que marque lo que se tiene que cobrar según tirada, o
según el ámbito de publicación o dependiendo de la plataforma... que
vele porque se contemple todo eso.
T.:
¿Por qué crees que no existe este tipo de asociación sindical?
E.C.:
No existe porque no somos un volumen de trabajadores lo suficientemente
grande como para montarlo, y los propios dibujantes somos muy cerrados
para hablar de estas cosas.
A.:
Todo entre nosotros se organiza fatal y siempre vamos como
francotiradores. No hay realmente espíritu de industria.
T.:
¿Creéis que una de las razones de la presente situación del mercado
podría ser la inercia generada por el espíritu festivo y de gratuidad que ha generado el fanzinismo?
E.C.:
No lo sé. Hay mucha gente joven que no necesita ingresos para mantener
un hogar o una familia, y quizá eso le permite trabajar haciendo cómics
y percibiendo menos. Es posible que sea eso en parte responsable de que
no nos unamos y nos eternicemos en esta profesión de dibujante de cómics
que, al final, dejamos como accesoria para procurarnos una entrada de
ingresos fijos mensuales. Puede ser.
T.:
Así las cosas ¿podríamos decir que existe un límite en función de las
variables ingresos y tiempo de realización a partir del cual hay que
tomar la decisión de dejar de dibujar?
A.:
Sí, nos gustaría hacer más cómics, desde luego. Sobre todo a Enrique.
Pero la realización de una página exige un tiempo y, ahora estamos
rozando el límite. Yo lo que pretendo es
ganarme la vida como ilustrador; mi deseo es ganar lo suficiente para
vivir y poder disponer de tiempo libre para seguir haciendo cómics o lo
que me apetezca.
E.C.:
Yo te digo una cosa: El número de horas que se invierten en una página,
manteniendo un ritmo de 12 o trece páginas resueltas a lápiz y a tinta al mes, que es el mío, no es
fácil de sobrepasar. Y, hoy, en España, con ese límite de páginas no
se puede ingresar suficiente dinero como para vivir y mantener una
familia. Esto de los cómics es, para mí al menos, una inversión, pues lo
debo suplementar con dinero que invierto a través de Tremendo Estudio
como empresa dedicada a la ilustración publicidad y editorial. Pero sigo
manteniendo mi deseo de querer vivir de los cómics, ya ves.
T.:
¿Te atreves a hablar de cifras?
E.C.:
Sí. A mí el cómic me puede dar al mes entre 40 a 50 y tantas mil pesetas
netas. Vienen a ser unas 16500 pesetas por página, de las cuales el
guionista se lleva un 35%, otro 35% el lápiz, 20% el colorista, y el
resto el que entinta. Hacienda y la Seguridad Social se llevan otro
tanto por ciento que hay que restar. Y resulta, al final, lo que te
comentaba, en torno a 50000 pesetas (que ahora no sé lo que es en
euros). Eso siendo honrado, claro, porque evidentemente si no declaras a
Hacienda y no pagas Seguro Autónomo te puedes ahorrar una pasta.
T.:
¿Tenéis algún otro proyecto en cartera?
E.C.:
Lo que buscamos es publicar álbumes, y lograr derechos de ventas.
Queremos acudir a Francia con una serie de páginas preparadas, con el
personaje que me ha legado Jan, Pun Tarrota, y algunos
otros de mis personajes... Iremos directamente a Dargaud, empezando por
la cima, y luego iremos bajando. Aun así, nuestra intención es seguir
intentando publicar en España, dentro de lo posible.
A.:
Yo, además, estoy actualmente buscando editor para mi última obra
Golondrino ama a Venancia. A ver si algunos de los que se hallen
leyendo esto se animan...
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