«A ESTE ARTISTA
FUNDAMENTAL EN LA HISTORIA DEL COMIC LO PRECEDEN SU APELLIDO ILUSTRE, SU
FAMA DE SOLITARIO EMPEDERNIDO Y MUCHOS, MUCHOS AÑOS DE NO CONCEDER NOTAS
A NINGUN MEDIO DE PRENSA. SIN EMBARGO, DURANTE LAS JORNADAS MDQULTO (CON
SEDE EN MAR DEL PLATA) Y GRACIAS A LA INVALUABLE COLABORACION DE CLAUDIO
HERRERA, UN SUEÑO DE MAS DE CINCO AÑOS SE HIZO REALIDAD. UN GENIO
INDISCUTIDO, UN GRANDE ENTRE LOS GRANDES, ACEPTABA HABLAR FRENTE A MI
GRABADORCITO. ESTA FUE MI ENTREVISTA CON
ENRIQUE BRECCIA
AA: Primero que nada, una duda que me carcome: ¿Tu primer laburo
profesional es el de La Vida del Che?
EB: Si.
AA: Pero eso no parece el primer laburo de nadie, parece el laburo de un
artista que lleva mucho tiempo...
EB: Lo que pasa es que yo venía de la pintura, y lo que hice en el Che
tiene mucho que ver con eso. Eso es del '68. Yo tenía... 22 años.
AA: Más allá de la fuerza plástica, hay un cuidado por el relato, por la
narrativa, para nada frecuente en un historietista primerizo.
EB: Eso viene porque yo bocetaba algunos trabajos de mi viejo. En Mort
Cinder y en otras cosas de esa época, mi viejo trabajaba sobre bocetos
míos. Toda la parte del cementerio, cuando aparece Mort Cinder, está
hecha sobre bocetos míos. O sea que yo ya tenía experiencia en cuanto a
narrativa, a la técnica propia de la historieta. Y con Héctor (Oesterheld)
yo ya estaba laburando para Billiken, él en esa época era redactor de
Billiken, laburaba adentro de la editorial. Y nos conocíamos, así que
tanto él como mi viejo confiaron plenamente en mí para ese trabajo.
AA: ¿Qué hiciste entre el Che y el '74, cuando arranca Skorpio?
EB: Después del Che, me puse a trabajar ocho años para la Fleetway,
hacía esas historietas de 64 páginas con dos o tres cuadros por página.
Laburé ocho años para ellos, pero con seudónimo, porque no aceptaban que
me llamara Enrique Breccia. Y después de eso, empecé a trabajar con
Alfredo Scutti, primero con historietas de cowboys, por pedido de los
editores italianos, y ya después con Alvar Mayor, en el '77, o '78.
AA: En el medio hay un trabajo tuyo interesantísimo, Thyl Ullenspiegel.
EB: Claro, son los trabajos que hice para la revista Linus: La Conquista
del Desierto, con varios guiones míos sobre la guerra de Argelia, una
que se llamaba El Amigo, sobre la revolución mexicana... con una parte
gráfica más cercana a lo del Che. Y después sí, Thyl Ullenspiegel, sobre
una adaptación de Norberto Buscaglia.
AA: Tu cuñado.
EB: Si. Pero bueno, ese fue un proyecto que se abortó cuando llevábamos
apenas siete páginas.
AA: En el '77 arrancás con Alvar Mayor, junto a Carlos Trillo. ¿Cómo era
tu laburo con Scutti? ¿Tenías o tenés contacto directo con los tanos, o
tratás con Scutti y él les vende a ellos?
EB: No, yo trabajo para Scutti y él coloca el material afuera.
AA: ¿Elegís los guionistas?
EB: En general, no. Tuve suerte, porque trabajé mucho con Trillo y mucho
con (Guillermo) Saccomanno, que son los mejores, obviamente dejando de
lado a Oesterheld, que está siempre un escalón más arriba. Pero no elijo
a los guionistas.
AA: Con Walter Slavich también hiciste decenas de series.
EB: Sí, y ahora estoy trabajando también con (Eduardo) Mazzitelli, pero
no lo conozco personalmente, no nos vimos nunca.
AA: Cuando yo me fui de Skorpio en el '91, había fácil cinco series
tuyas sin editar, esperando su turno ahí, en un placard. Y todo el
tiempo seguías entregando nuevas, de modo que Scutti tenía siempre 300
páginas tuyas inéditas en Argentina...
EB: Yo tengo una enorme cantidad de trabajo adelantado, cosa que en
cierto modo me ha jodido, porque soy un tipo que ha inundado su propio
mercado. Ahora estoy dibujando menos, no llego a las 20 páginas por mes.
A veces hago 10, ó 12 páginas por mes, como los europeos.
AA: ¿Te gusta ese formato Skorpio, de la serie que va avanzando por
episodios y cada episodio cierra un cachito de la historia?
EB: Sí, sí, es un formato cómodo. Después de Alvar Mayor, la que más me
pegó fue otra con Trillo, El Peregrino de las Estrellas. Yo la hice en
blanco y negro, pero después se le dio color, como a algulos episodios
de Alvar. Y después... los trabajos que hice con guión de Guillermo: la
serie Bandidos, todo eso.
AA: Hiciste una con guión de (Ricardo) Barreiro, que estuvo buenísima...
EB: Sí, Avrack el Señor de los Halcones, que tenía la misma cara de
Alvar. Esa también se coloreó después, para la edición italiana.
AA: Varios de estos trabajos, como Alvar, o el Peregrino, se publicaron
también en España, en Francia...
EB: ...en Bélgica, en Alemania, en Grecia. Por suerte se vio mucho.
AA: ¿Los originales los tenés vos, o los tiene Scutti?
EB: Ni Scutti, ni yo. Los tenía Zerboni, un antiguo socio de Scutti, que
está en Italia. Eso se vendió montones de veces, han ganado guita a
rolete, pero ni Trillo ni yo vimos un peso. En general, yo no tengo
originales de nada. Tengo un par de historias cortas, De Mar a Mar, y
todo lo del Sueñero. Nada más. Lo del Che, por ejemplo, fue quemado.
Desapareció apenas se publicó.
AA: Tu laburo como artista plástico, ¿fue simultáneo todo el tiempo a tu
laburo en historieta, o alternabas entre una cosa y otra?
EB: Fue simultáneo a mi laburo en historieta y sigue siéndolo hasta hoy.
Incluso cuando hacía 30 páginas por mes, pintaba.
AA: ¿Te sentís más cómodo en la plástica que en la historieta?
EB: Por supuesto. Yo soy un artista plástico que hace historietas para
ganarse la vida.
AA: ¿Nunca viste al comic como un terreno fértil para expresar tu arte?
EB: No, al nivel de la pintura, no. Creo que no es un terreno fértil
para la expresión artística, principalmente porque está sujeto a un
mercado y a las exigencias de ese mercado. Está la exigencia del editor,
hay un marketing... básicamente eso, hay un mercado. Y uno no tiene la
libertad que tiene en la plástica, donde realmente se ve la expresión
personal de un tipo, en un estado absolutamente puro. No digo que en la
plástica no exista un mercado, digo que en la historieta no se puede
trabajar nunca con la misma libertad, porque es un medio gráfico
condicionado por lo industrial.
AA: ¿Vos tenés una idea de la trascendencia que tiene tu obra a nivel
mundial? En todas partes del mundo me encuentro con dibujantes que te
tienen allá arriba, entre los grossos-grossos.
EB: Sí, tengo conciencia de eso. Moebius, por ejemplo, me ha elogiado
mucho. Incluso cara a cara, tomando un café. Y bueno, me parece bien. Me
halaga, por supuesto.
AA: ¿Sentís que parte de tu prestigio viene por portación de apellido?
EB: No, para nada. Yo soy un dibujante absolutamente completo y no tengo
un carajo que ver con mi viejo. Y además, es gente inteligente, que sabe
perfectamente quién soy yo y quién es mi viejo.
AA: Tu viejo tenía esa misma postura de "A mí no me gusta la historieta,
yo hago esto para subsistir"...
EB: Pero ojo, que a mí me gusta la historieta, eh? Lo que creo es que no
tiene posibilidades para incorporar una expresión artística pura. No es
que yo no le encuentre la vuelta, sino que no la tiene. Pero a mí me
gusta la historieta.
AA: ¿Cuáles son tus historietas favoritas?
EB: Qué sé yo... en cosas como El Sueñero me parece que se nota que yo
disfruté mucho haciendo historieta. Y de otros autores... no sé, no soy
un gran lector... me han gustado cosas de Crépax, de Pratt, de mi viejo,
desde ya...
AA: Cuando eras pibe y lo veías dibujar a tu viejo, ¿decías "Yo quiero
ser como él"?
EB: No, porque yo no lo veía dibujar a mi viejo. La primera vez que lo
vi dibujar, yo tenía 19 años. El tenía un estudio afuera, se iba a la
mañana, volvía de noche y yo no lo vi dibujar nunca. Ni siquiera leía
sus trabajos, porque él no permitía que entraran revistas de historietas
en casa. O sea que conocí las historietas por mi cuenta y de
contrabando, con las revistas mexicanas.
AA: Qué loco eso de tu viejo, no? Porque al final, los tres hijos le
salieron historietistas.
EB: Y muy distintos entre sí, que es otra cosa muy rara...
AA: Contate algo de tu época en SuperHumor. Me interesa particularmente
Marco Mono, que es una historieta con muchísimo subtexto...
EB: Sí, esa la hicimos con Trillo. Con Trillo laburábamos muy bien,
había una simbiosis muy grande. Pensábamos más o menos igual en cuanto a
casi todo. Necesitábamos charlar muy poco para ponernos de acuerdo en lo
que queríamos hacer, porque enseguida sabíamos lo que iba a salir. Y él
me tiraba más que nada una idea y yo la desarrollaba y le daba forma de
historieta. Carlos es un tipo muy talentoso. En Alvar trabajamos juntos
desde el '77 hasta el '83, o sea que nos conocimos a fondo.
AA: ¿Alguna vez te dieron ganas de continuar esa serie? Porque era
espectacular...
EB: No, la verdad que no. Después volví a la temática de la América
joven, pero con otras cosas, con otros autores.
AA: En Fierro recuerdo tres laburos tuyos más personales. El primero,
una joyita, que fue El Reino Azul, con Trillo. Y después, El Cazador del
Tiempo, con un guionista hasta entonces desconocido...
EB: Soy yo, ese guionista. Lo que pasa es que yo tenía un contrato con
un editor catalán, Toutain, que no quería que yo hiciera los guiones. Y
entonces lo engañé, directamente, y firmaba "Márquez", que no existe.
AA: ... y después El Sueñero, con guión tuyo. ¿Eso también se publicó en
España?
EB: Sí, del Sueñero se publicó el primer capítulo en una revista de este
tipo (Toutain). Después se pudrió todo, el tipo me cagó con la guita,
así que dejé de publicarlo allá. Simultáneamente me lo compró (Andrés)
Cascioli, así que traje la historia a la Argentina y ya pude darle el
cariz que yo quería darle.
AA: Al principio parecía una historia más universalista...
EB: Claro, porque era un trabajo creado especialmente para Europa. No
iba a ser publicado en Argentina, o por lo menos, yo no sabía si se iba
a publicar acá o no. No podía ponerle muchas cosas locales, porque no
las iban a entender allá. Así que, una vez que se cortó el contacto
europeo, el Sueñero vino a la Argentina y me pude dar el gusto de
incorporarle una temática nacional.
AA: ¿Cómo viviste esa especie de polémica que se generó cuando mucha
gente (yo incluído) reaccionó frente a un mensaje muy... militante?
EB: Y está bien, porque era un mensaje militante. Entendido desde el
punto de vista de la militancia política, me parece que salió bien.
Tenía que generar polémica y en ese sentido cumplió el objetivo.
AA: Hace poco releí El Sueñero y por momentos da la sensación de que
estabas descargando una agresión muy fuerte que tenías adentro. Hay
mucha violencia, mucha furia contra cierta gente y ciertas ideas...
EB: No, ese es el pensamiento peronista tradicional, nada más. Fue una
oportunidad con la que me encontré de golpe. Y curiosamente me la dio
una revista que no solamente no comulgaba con esas ideas, sino que no
iba dirigida a ese público, sino todo lo contrario. Y aún así tuve esa
gran facilidad, esa gran libertad para hacer lo que yo quería.
AA: Una crítica muy frecuente era que, con la aparición de toda esta
trama de reivindicación política, la historia del Sueñero se iba
desvirtuando...
EB: Pero esas son pavadas, no es así. ¿Por qué "se desvirtuó"? Si yo
nunca escribí el decálogo de cómo debía ser el Sueñero del principio al
fin... La historia se desarrolló, no se desvirtuó nada.
AA: Visualmente, creo que es el más impactante de tus laburos en blanco
y negro...
EB: Si, si. Lo hice con mucha coherencia, con muchas ganas, con mucha
alegría.
AA: ¿Cómo fue el libro de Lope de Aguirre que hiciste con (Felipe)
Hernández Cava?
EB: Y, eso es lo que te decía antes, de mi vuelta a los ambientes que
solía frecuentar con Alvar Mayor. Eso, y después el libro del Quinto
Centenario. La de Lope en realidad es media historia, porque
originalmente iba a ser publicada en dos tomos, pero el segundo tomo
nunca salió. Yo a Hernández Cava nunca lo conocí, nos manejábamos
siempre por cartas. Y cuando yo iba por la página 12 del segundo tomo,
me escribe el editor, Santaolalla, diciendo que el proyecto se cortó
porque él se había enterado -nunca me dijo a través de quién- de que yo
estaba publicando esa misma historia en las revistas de Cascioli...
mentira, porque acá no se publicó jamás. Y lo tomó como una traición,
qué sé yo qué verso me hizo... La cosa es que fue todo una excusa para
quedarse con todos los originales del primer libro, los del segundo, y
no pagarme esas 12 páginas. Y además se quedó con los originales de
otras dos historietas que hicimos con (Juan) Sasturain para la misma
editorial (Ikusager): Humo y la historia de la Pampa Vasca... así que me
cagó en forma, ese gallego. Y esas 12 páginas siguen inéditas, por
supuesto.
AA: Vamos a tu tercera incursión por la temática americana, De Mar a
Mar, el libro que hiciste para la colección del Quinto Centenario.
EB: Eso lo escribió un historiador, Cristóbal Aguilar. El tipo me
mandaba los textos escritos como en un ensayo, y yo los desarrollaba,
tenía que darle una narrativa visual, armar las secuencias, los
diálogos, todo.
AA: El color de ese laburo es espectacular, la técnica es...
EB: Es rarísima, porque no hay línea. Está todo pintado en tintas, pero
sin líneas negras, sin contornos, los contornos están definidos por el
color.
AA: ¿Cómo se te ocurrió hacer eso? Es magnífico!
EB: Y... nada, se me ocurrió. Pero quedó bien, me gustó ese trabajo.
AA: ¿Qué sentiste cuando tu viejo te dijo "Yo también voy a hacer una de
Lope de Aguirre"? ¿Se lo tomaron tipo concurso?
EB: No, para nada. Fue una casualidad, y además son trabajos distintos.
AA: Después del álbum del Quinto Centenario, tu producción disminuyó y
se concentró en tus trabajos para Eura. ¿Por qué?
EB: Y... un poco porque no había revistas de historietas en Argentina
que propusieran una alternativa al material que publicaba Skorpio. Y
además, porque me dediqué más a la pintura, que es a lo que apunto. Y a
esta edad, ya no puedo meter la misma cantidad de energía en una cosa
que en la otra. Tengo que dosificar y economizar valores energéticos, y
entonces prefiero meter más mano en la pintura que en la historieta. Y
en este momento estoy utilizando a la historieta simplemente como fuente
de ingresos. A menos que aparezca algún proyecto que me entusiasme mucho
y que pague muy bien, cosa que, por lo menos acá en Argentina, es poco
probable para el futuro inmediato. Y afuera tampoco, así que...
AA: Tuviste una breve pero interesante carrera como guionista que
escribe para otro, con el Metrocarguero que dibujó (Cacho) Mandrafina.
¿Cómo fue eso?
EB: Surgió a raíz de nuestra amistad, porque con Cacho somos muy amigos.
Y queríamos hacer algo juntos, experimentar a ver qué salía. Yo tenía
ganas de escribir para Cacho, así que él dibujó. Después dibujamos a
medias, con Cacho y con Beto Macagno, varias series con guión de
(Ricardo) Ferrari: La Vuelta y el Golem, que fueron varios libros. En
algunos capítulos, por ejemplo, yo hacía el lápiz, Cacho la pluma y Beto
la tinta, o a veces al revés: Beto el lápiz, yo la pluma y así, íbamos
rotando.
AA: ¿Te gustaría volver a participar de algún proyecto de historieta
nacional, con otros autores argentinos?
EB: Sí, claro. Ahora tengo un proyecto que es la continuación del
Sueñero. No sé cómo lo voy a hacer, ni cuándo, pero hace tiempo que
tengo ganas de seguir esa historia.
AA: ¿Sabés si Imaginador va a reeditar algún otro trabajo tuyo? En un
momento se habló del Cazador del Tiempo...
EB: Sí, sí, pero no. No creo que se reedite nada más. No sé cómo les fue
con las ventas, pero yo ya no tengo interés en esas reediciones.
AA: ¿No te da cosa haber hecho un aporte tan grande a la historieta
nacional y ahora ser una especie de "desaparecido" de la historieta, que
sigue laburando de esto, pero para afuera?
EB: No, yo creo que son las reglas del juego. En realidad, nunca me puse
a pensar en ese tipo de cosas. Pero no, no me da ninguna cosa especial.
Parte de las reglas del juego dicen que el tipo que no tiene dónde
publicar en su país, trabaja para otros países, y si los de acá no
pueden ver lo que hago... no sé, no te digo "me da lo mismo", pero
tampoco me preocupa demasiado. Para el público nacional estoy pensando
esta continuación del Sueñero que, si sale, será bajo circunstancias muy
especiales. Se tienen que conjugar varios factores para que salga, pero
tengo muchas ganas de hacerlo.»
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