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ACCORSI, Andrés (1994): “Reportajes. Caloi”, en Comiqueando, # 7, Comiqueando Press, Buenos Aires (XI-1994)


[ Imagen: Portada del ejemplar de Comiqueando que contuvo esta entrevista ]

Portada del número 7 de Comiqueando, con reportaje a Caloi

«CONDUCTOR DE UN PRESTIGIOSISIMO PROGRAMA DE TV Y CREADOR DE UNA TIRA QUE LLEVA MAS DE 20 AÑOS EN LA CONTRATAPA DEL CLARIN, CALOI COMPARTE SUS RECUERDOS, SUS VERDADES Y SUS PROYECTOS CON UNA CALIDEZ POCO FRECUENTE ENTRE LOS ARTISTAS DE SU TRAYECTORIA Y SU RECONOCIMIENTO. ESTE ES CALOI, EN VIVO, EN DIRECTO Y EN SU TINTA.
AA: Tratándose de un dibujante tan conocido, vamos a obviar el recuento de sus inicios y de su carrera, para meternos de lleno en el análisis de su obra...
C: Me parece bien, porque lo otro me aburre mucho.
AA: ¿Cómo fue el paso de Clemente de ser una tira personal, con un humor universal y hasta surrealista, a ser una tira de comentario de actualidad?
C: Bueno, esos son cambios naturales, evoluciones, que van de acuerdo a los tiempos que va viviendo el país. Cuando yo empecé con la tira, se llamaba "Bartolo" y Bartolo era el personaje principal. Yo suponía que iba a seguir con ese personaje, con esa recorrida nostálgica por Buenos Aires. Tanto que, cuando en Clarín nos pidieron a todos un informe contando cómo iba a ser la evolución de las tiras, yo lo hice, aclarando que todo lo que decía era mentira, que no sabía cómo iba a evolucionar. Porque en realidad, lo que yo estaba buscando era un instrumento de expresión, más que un personaje acabado. Porque la idea era justamente trabajar con el absurdo y no con un personaje que tuviera una evolución prefijada. Y esa es un poco la estructura de las viejas tiras. Es decir, los viejos personajes tenían una profesión fija (como Tara Service, Ramona o Piantadino) o una característica psicológica fija (Avivato, Fallutelli y todos esos). Inclusive el tipo que fue un poco la rodilla de todo esto, el tipo que armó todo este proceso de eclosión del humor en los medios de comunicación y sacó a la tira del costumbrismo para hacer algo más intelectual (en el buen sentido de la palabra), que fue Quino, con Mafalda, tampoco escapó a esta característica, porque cada uno de los personajes de Mafalda también tiene un rasgo psicológico fijo. Y Quino lograba la variedad combinándolos. En fin... con todos estos antecedentes y un poco con la influencia de los nuevos dibujantes, con el absurdo que había incorporado Copi, con el absurdo de viejos personajes como Krazy Kat... yo dije "No voy a hacer nada que me esclavice de esta manera, porque sino termino con surmenage en Bariloche, como terminó Quino". Preferí hacer algo absolutamente absurdo, que admitiera la contradicción, la alteración de los tiempos, la deformación física... en fin, todas esas cosas. Efectivamente, cumplí con mi palabra escrita y Bartolo desapareció, en cierta medida porque me costaba mucho dibujar un tranvía en cada cuadrito, es algo muy difícil de mover. Y entonces empecé a favorecer el crecimiento de Clemente, que cumplía un poco mejor con lo que yo me había propuesto, que era una cosa suelta, libre y demás.
Lo que pasó fue que cuando más o menos logré madurar ese lenguaje del personaje parado frente a cámara, que no hablaba hacia los costados, sino de cara al lector, se produjo el golpe de estado del '76. Y ahí se acabó cualquier posibilidad de comentario de cualquier tipo. Entonces no tuve más remedio que desarrollar la vida interna de la tira, con más absurdo, con más surrealismo y con la incorporación de otros personajes como la Mulatona, Jacinto, algunos personajes que aparecieron y desaparecieron... Ese fue el vuelo inicial de Clemente y bueno, la actualidad se colaba a través de los temas que no afectaran al Gobierno, porque si no, no salía. Me rechazaron un montón de tiras y... bueno, yo seguí, siempre conservando la cosa del pensamiento y el sentimiento popular, que es algo que viene con uno. Y asíse produjo lo del Mundial, esa especie de código, de entendimiento secreto con la gente, que de alguna manera se hacía presente con simples papelitos, en contra de la voz oficial de Muñoz... Y poco a poco, después de la Guerra de Malvinas, cuando se fue relajando la censura, Clemente empezó a hacer el comentario de la actualidad política. Hoy en día es muy difícil hacer en un diario una tira desprendida de la noticia, de la actualidad...
AA: ¿Por qué le parece que esto es así? En los diarios yankis, por ejemplo, hay tiras a patadas y casi todas se mantienen al margen de la actualidad...
C: Yo creo que es una tendencia casi mundial, orientada más que nada al consumo de la actualidad. Pero puede ser... a lo mejor es una necesidad de los dibujantes. Haciendo un poco de sociología barata (total es gratis) creo que la cosa pasa por la última gran revolución que tuvo el mundo, que es la de las comunicaciones. Esta cosa que le permite a un tipo en el medio del campo, en Catamarca, saber instantáneamente lo que sucede en Saigón. Pero bueno, todas estas noticias, toda esta instantaneidad trajo aparejada también una gran carga de angustia. Porque las noticias que uno recibe... son las peores: La bomba, el atentado, la guerra, el terremoto... Rara vez te enterás de algo bueno por los diarios, las agencias noticiosas, la tele o la radio. Y creo que esto ha angustiado a la gente. Y la necesidad de los diarios de seguir vendiendo hizo que se crearan o se adaptaran estas secciones para que, sin renunciar a esa dura realidad, los dibujantes devolvieran una imagen más digerible. De esa parte nos estamos encargando los dibujantes, por lo menos en los diarios, porque yo en la revista (Viva) hago otra cosa. Lo que yo hago, dentro de lo que me gusta, es poder salir con una tira, que me parece que dentro del diario debe responder a toda esa cosa de la información desde una óptica distinta, y me reservo ese vuelo distinto, sin actualidad, sin urgencias, en la página del domingo, que además tiene otro espacio, otro tiempo de realización y otro tiempo de lectura. No es el diario, que se lee de ojito.
Y puede ser que esto de acompañar a la actualidad pase más por una cuestión personal. Yo a veces digo "Puta, estoy podrido de la actualidad" y agarro y me mando una serie como la del reencuentro de Clemente con su madre y demás...y yo veo que a la gente le gusta y la sigue, pero necesito volver a la actualidad, porque leo el diario y digo "Uy, se me está escapando esto, que me lo dejaron picando".
AA: ¿Sabe qué me parece a mí que fue lo que sacó a Clemente de la onda surrealista, de las aventuras y de la onda de exploración más personal? El futbol. Creo que eso fue lo que lo ancló a la realidad cotidiana y ahí quedó. Me parece que el tema del futbol le restó vuelo. Al principio fue muy gracioso, pero me parece que eso encasilló a Clemente como un personaje más ligado a la actualidad y menos al vuelo creativo de los primeros 7 u 8 años de la tira...
C: Puede ser. Era una época experimental y, obviamente, era otra época mía. Uno va perdiendo poesía, con el tiempo... Yo creo que hay algo que la gente necesita y que la televisión ha llevado hasta la exasperación, que es la repetición. Parece que con esto del vuelo y de no tener amarras, se diluye el mensaje, se pierde un poco el personaje. Por ahí, a un sector estas cosas les gustan más, pero la gente queda en orsái. Necesita de la repetición. Necesita estos elementos de los cuales aferrarse para hacer reconocible a un personaje a partir de determinadas actitudes y a través del tiempo. Cuando hacíamos Clemente por televisión con el Negro Dolina, hacíamos cosas lindísimas...cosas de la infancia, del barrio, de la nostalgia... y la gente quería el "Burúm-bum-bun". Yo me volvía loco. Era un Clemente negro, con un huesito, sentado en una tribuna, que decía "Burúm-bum-bun, burúm-bum-bun, yo soy el hincha de Camerún" y nunca pudimos hacerle decir otra cosa. La gente quería eso, quería volver a escuchar al negro del "Burúm-bum-bun". Y bueno, lo cierto es que ahora, no por una especulación, porque uno no está respondiendo a necesidades externas sino, como te decía, a una necesidad propia, trato de alternar las dos cosas: el comentario de actualidad, que es algo que a míme gusta mucho, eso de meter la cuchara... y, cada tanto, abrir un capítulo como el de la madre de Clemente, que tiene más que ver con esa otra historia más surrealista... pero es difícil, porque está en un medio justamente dedicado a la actualidad. Incluso a veces la gente me dice "Che, ¿Clemente no va a decir nada de tal cosa?"
AA: ¿Le resulta más fácil crear humor en base a la actualidad que en base a las situaciones y las personalidades de los personajes?
Copyright Caloi / Clarín, 2002

C: Si, si. Es más fácil. Porque la actualidad se renueva. Lo otro exige otra elaboración. Y además, ahora hay otro conocimiento de todo el tema político. Yo me acuerdo que, cuando recién vino el golpe de estado, los diarios no informaban nada. No solamente las tiras, sino todo el material del diario, iba con tres días de anticipación a la Secretaria de Información Pública para ser aprobado o no. Incluso yo he trabajado con la presión de un tipo, un hijo de puta que me llamaba todos los días por teléfono para decirme que me iban a matar a míy a toda mi familia. Te darás una idea de las condiciones de trabajo... Así que este es otro elemento que se me ocurre ahora. Hemos tenido tan poca libertad para expresar lo que sucedía a nuestro alrededor, que ahora que tenemos esa posibilidad, la aprovechamos.
AA: Mirando sus páginas para la revista de Clarín, se notan por un lado un humor distinto, más triste, más nostálgico, más cercano a la reflexión que al impacto y, por el otro, un énfasis en lo plástico que sería imposible poner en una tira...
C: Claro, la tira necesita de la continuidad, de la repetición, como decíamos recién. Siempre con buen ritmo y esas cosas, pero no podés escapar al ritmo de la secuencia y, en un diario, no podés hacer demasiadas proezas visuales por lo mal que sale impreso.
AA: Cambiando de tema, ¿El dibujo animado le interesa desde siempre o se empezó a interiorizar en el asunto a partir del programa de TV?
C: Mirá, el dibujo animado me interesaba como a cualquier dibujante. Pero yo descubrí esto en Lucca, una vez que habíamos ido varios dibujantes argentinos al Salón de historieta que se hace allá. Y Lucca es una pequeña ciudad italiana y a la semana, ya estábamos embolados. Y un día andábamos paseando con el Negro Fontanarrosa, fuimos a tomar un feca y nos metimos a ver un festival de dibujo animado. Yo sabía que había otro dibujo animado, que no era el de Walt Disney... digamos "de autor", conocía las experiencias de Oscar Grillo acá, en la Argentina... pero cuando vimos eso, me quedé impresionado, sobre todo con las imágenes de El Señor Pascal, de Alison De Bair. Y después vino otra, y otra y ahí empecé a descubrir qué era esto del dibujo animado que venía de afuera de las grandes productoras, fuera del circuito comercial de Hollywood o de Japón. Y me quedó la idea, porque me pareció lindo y acá de todo eso no se conocía un carajo. Y acá había gente que tenía algunas películas; las embajadas, sobre todo, prestaban algunas cosas.
Cuando me junté con María Verónica Ramírez (directora y productora general del programa, aparte de mi mujer), decidimos armarlo, ver qué se podía hacer, cuánto material había. Y pedimos un espacio en ATC por tres meses, porque en tres meses se nos iba a agotar todo el material. Y entró a aparecer material, aparecieron colecionistas como Fernando Peña, Victor Iturralde... conseguimos cosas y nos fuimos metiendo más a fondo en el tema y a conocerlo. Nos invitaron a Checoslovaquia, a la principal productora y exportadora de material fílmico de allá, que es un poco la heredera de lo que fueron los estudios de Jiri Trinka, el capo de la animación con muñecos. Vimos muchísimo material checo. Después nos fuimos a Polonia, tres días en Varsovia metidos en un cine viendo cosas de distintas épocas y de distintos autores, como Piotr Rumaja... En fin, empezamos a meternos en ese mundo, empezamos a ir a festivales... y resulta que hay un montón de cosas.
Por lo general son pequeños productores, tipos que se hacen su peliculita en su casa. Esto hace que los trámites sean muy complejos para contactarlos uno por uno... el mismo kilombo que tenés que hacer para comprar una película de una hora y media lo tenés que hacer para comprar una de tres minutos. Pero bueno, hemos logrado revertir la cosa y ya todos los estudios saben que este es el único programa de estas características que hay en el mundo, entonces cualquier tipo que hace una película nos manda una cartita o un video para ofrecerla. Siempre hay algún loco que, cuando le escribís, te pide 200.000 dólares por 10 minutos y le tenés que decir "Métasela en el orto" (risas)...Pero se arma un circuito y se va alimentando solo. La información va llegando y nos permite armar este ciclo, presentando no sólo dibujo animado, sino dibujo en general, en un gran desorden, pero siempre tratando de dar información y de hacerlo ameno. Porque realmente hay material que si lo largás así, en crudo, en la televisión abierta es un poco duro. La idea es hacer un buen programa de televisión, sin preocuparnos demasiado por el rating. Y mostrar todo esto que no se conocía, porque acá, la información que manejaban los coleccionistas y los cineclubistas estaba 20 años atrasada. Y bueno, ahora estamos mostrando la producción actual, lo más moderno, como Marv Meuland, que es impresionante. Y seguimos con la producción de los checos, los polacos y todo eso. Y la vanguardia de esto, a mi entender, no vanguardia en el sentido de experiencias raras, sino los tipos que están más evolucionados, que son los ingleses. Se ve que estos tipos han producido una síntesis cultural, que abarca distintas artes, de toda esa mierda que históricamente tienen en la cabeza y logran cosas realmente sorprendentes.
AA: Conozco a mucha gente que mira su programa y dice "Si, muy lindo eso de los muñequitos que se mueven y tocan el violín, pero no te cambio 20 de esos por uno del Pato Lucas!". ¿Qué se le puede responder a esto?
C: No, nada, tienen razón. Son cosas muy distintas. De esto hay que gustar un poco. No es una cosa que salga a atrapar a las masas, como todas estas cosas tan bien pensadas y tan bien realizadas como son el Pato Lucas, el Pato Donald, o las cosas de Tex Avery, que son increíbles. Me parece fantástico que un tipo elija y diga "A mílo que me gusta es esto". Y estos pequeños animadores europeos también son admiradores de Tex Avery y de Walt Disney y demás. No existe una diferenciación en cuanto a eso. El tema es que no todos se adaptan a una producción que ya viene delimitada por el marketing, por las reglas del mercado. Por ahí algunos prefieren poner su toquecito, sus cositas...
AA: ¿Cómo ve hoy por hoy el tema del dibujo animado en la Argentina?
C: Y, yo te diría que uno de nuestros pequeños orgullos es haber puesto un poco en marcha el asunto. Fijate que la única escuela que hay, que es la municipal de Avellaneda, triplicó la cantidad de inscriptos. Y además esto animó a un montón de pibes que están ahí, con la computadora y la camarita a ver qué se puede hacer, a probar, a hacer sus primeros palotes en esto de la animación. Y una de las idea que tenemos para alentar a todos estos pibes es hacer acá un concurso para el logotipo de MTV, con quienes tenemos muy buena relación. Y el ganador va a ver su corto en pantalla, lo cual es suficiente premio. Eso recién lo vamos a pooder instrumentar el año que viene.
AA: Ahora que se metió más de lleno en esto de la animación, que estudió las distintas formas de animación, incluyendo la de muñecos, y que además el programa cobró prestigio y se ganó todos los premios habidos y por haber... ¿le vuelven a caer, cada tanto, propuestas para hacer a Clemente en la televisión?
C: No, no. Yo no tengo muchas ganas de hacer Clemente. Creo que Clemente es un producto gráfico. Tuvo una adaptación feliz, creo, a la televisión, pero me parece que ese momento ya pasó. Me aburriría volver a hacer lo mismo. Por ahí se puede hacer un comercial, pero nada más. Lo que yo tengo en carpeta son un par de proyectos interesantes de dibujo animado. Uno es hacer un par de videoclips para un grupo argentino que es Divididos. Tenemos encargados un par de temas y vamos a ver cómo se puede financiar, pero digamos que está en etapa de pre-producción. Y otro que me interesa mucho es una película mía de dibujos animados, que también está en pre-producción y esperando un crédito del Instituto (Nacional de Cinematografía) para poder concretarse. Es un corto de entre 15 y 18 minutos con el tema del tango, basado en algunas páginas de las que publico en la revista de Clarín, engarzadas y con música.
AA: Como para terminar, ¿sigue leyendo historietas?
C: No, no me gustan las historietas.
AA: ¿Y humor gráfico?
C: Sí, eso sí. Lo que me pasa con la historieta es que me aburren los guiones. Me parece que hay una desproporción entre la calidad de los dibujos y la de los guiones. Y me pierdo, me quedo mirando los dibujitos y dejo de leer porque lo que dicen me parece tonto. Cuando era chico esto no me pasaba, porque me devoraba las historietas, sobre todo las argentinas. Pero hoy en día los guiones me resultan generalmente tontos o, a veces, pretensiosos. Me atraen mucho más los dibujos, donde veo algunos que me parecen una maravilla. Globalmente, como género, no me interesa mucho la historieta.
AA: Y de los humoristas a los que mira, ¿cuáles le gustan?
C: Ahora lo que más miro son dibujos animados, dibujo animado de autor. Y me gustan muchas cosas. En cuanto al humor gráfico, sigo admirando a los mismos de siempre: Steimberg, Francois, Sempé, Quino, Fontanarrosa me hace reir mucho, admiro los dibujos de Crist... más o menos los mismos de siempre. Veo, sí, que hay un montón de pibes que están empujando desde abajo, pero son pibes de alrededor de 20 años (entre ellos mi hijo) y les falta. Se anotan en distintas ondas, se enganchan mucho con lo under... Me hace acordar a cuando salió mi camada, la de Napoleón, Aldo Rivero, Ceo, Fontanarrosa, etc... y bueno, hacíamos cualquier cosa, con una audacia que uno ya no tiene. Y siempre encontrábamos alguna revistita donde se enganchaban con esas cosas y nos las publicaban. Y experimentábamos, hacíamos unos mamarrachos espantosos que eran como bancos de pruebas. Y así veo a un montón de pibes. Pero el manejo del humor y eso de tener un dibujo con personalidad son cosas que requieren de algunos años. Hoy veo que hay pibes que pintan bien, pero hay que esperarlos hasta que tengan 28 o 30 años (digo por poner una edad) para ver para qué lado se definen.»


 VÍNCULOS:

Biografía de Caloi
Reportaje de Sasturain sobre Caloi
Sobre Caloi y su personaje Clemente
Breve ficha de Caloi


  [ Documento cedido por Andrés Accorsi para Tebeosfera 021127. Este texto se reproduce en Tebeosfera con el permiso de su autor y sin variar su contenido. ]