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ACCORSI,
Andrés (1996): “Entrevista con Domingo "Cacho" Mandrafina”, en Comiqueando, #
11, Comiqueando Press,
Buenos Aires (IV-1995) |
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Imagen:
Portada la edición alemana de esta obra de Trillo /
Mandrafina ]
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LEJOS DE LA HISTORIETA COMO LECTOR, PERO
MUY CERCA COMO UNO DE LOS NOMBRES MAS RELEVANTES DE LOS ULTIMOS 25 AÑOS,
MANDRAFINA PREFIERE DIBUJAR A LEER, TRABAJAR A ANALIZAR SUS TRABAJOS.
ESTE ES UN INTENTO POR RECONSTRUIR LA IMPRESIONANTE TRAYECTORIA DE UN
TIPO SENCILLO, TRANQUILO Y CORDIAL QUE TIENE UN SOLO DEFECTO: SU MALA
MEMORIA PARA LAS FECHAS.
AA: Empecemos por el principio. Nacimiento... infancia...esas cosas...
CM: Nací aquí, en Buenos Aires, en Noviembre del `47. Y dibujaba, como
todos los chicos, la única diferencia es que uno siguió dibujando... Me
crié por acá, por los barrios del centro...
AA: ¿Qué cosas de las que leyó en la infancia lo motivaron como para
querer dedicarse a esto?
CM: Lo fundamental fue Randall, de Arturo del Castillo. Ahí tomé
conciencia de que quería ser dibujante de historietas. Y me di cuenta de
que venía queriendo serlo desde mucho antes, porque leía El Tony,
Patoruzito, el Pato Donald y todo eso desde que aprendí a leer, desde
los seis años... Hoy uno desprecia ese material, pero son cosas que uno
leía con frecuencia y con gusto. Eso fue lo fundamental.
AA: ¿Y dónde estudió, cómo se preparó?
CM: Y, esto que te contaba de decidir que quería dedicarme a esto fue en
el `57, `58, a los 12 años. Después viene toda la etapa del secundario,
la facultad... empecé a estudiar sociología... tres años, pocas
materias...se me iba estirando porque se ve que yo ya estaba pensando en
hacer otra cosa. Y empecé a estudiar en el IDA (Instituto de Directores
de Arte) tratando de volver al dibujo, pero por el lado de la
publicidad, convencido de que el negocio de la historieta estaba muerto,
que era una cosa que había quedado congelada en otra época. Y sin
embargo, el ambiente que me rodeaba, el contacto con los otros muchachos
que estudiaban en el curso de historieta, el tenerlo a Breccia ahí,
verlo de cerca, renovó mi pasión por la historieta. Ahí también estudié
con Pablo Pereyra y Angel Borisoff y de a poco fui dejando ese intento
de ir para el lado de la publicidad y me fui viniendo para este lado.
Así empezó este asunto y se terminó la sociología y toda esa etapa.
Estamos hablando del año... `68.
AA: ¿Y dónde hizo las primeras armas profesionales?
CM: Empecé
primero con trabajos sueltos, con Medrano, que tenía un contacto con
EEUU, mandaba trabajos desde acá. Hice unas poquitas cosas bien, bien de
principiante, no me acuerdo para qué editorial. Tanto que no sé si vi el
material publicado, que es algo que cuando uno recién empieza es más
importante incluso que el pago que se recibe por el trabajo. Claro,
porque empezar es lo más difícil. El tipo que recién empieza realmente
no tiene dónde hacerlo. ¿Qué editor se arriesga con un tipo que no tiene
solvencia profesional? Por eso ese comienzo tal vez sea más difícil que
en otras profesiones...
Después hice un par de cosas más, estuve un año trabajando de ayudante
con Lito Fernández y después empecé en Columba, en el `71, con unitarios
en Intervalo. Y así seguí unos tres años y me dieron una serie bastante
mala, Flavia Massini, una de esas historietas de Intervalo, que ya venía
de antes. La guionista era una mujer, o por lo menos firmaba como mujer.
Eso habrá durado tres años más... no soy bueno recordando fechas, salvo
por algún hito en particular que me haga recordar que tal cosa
corresponde a tal año... Después empecé con las adaptaciones de
películas, una cosa muy común, que creo que ahora lo siguen haciendo...
versiones historietísticas de los estrenos del cine. Y después llegó
Savarese, en el `78. En el medio arranqué en Record, con unitarios
policiales de (Eugenio) Zapiettro... y más o menos cuando empezó
Savarese, arrancamos con El Condenado, con guión de Saccomanno. Y era
muchísimo trabajo, sobre todo porque yo soy lentísimo dibujando.
AA: ¿Qué cantidad de páginas produce por mes?
CM: Y ahora... unas veinticuatro páginas por mes... pero en forma
completamente irregular. En una semana hago dos páginas a lápiz y en
tres semanas hago todo el resto. O a veces hago todo en quince días...
pero el promedio es más o menos así.
AA: Y durante toda la década del `80 siguió trabajando en Columba...
CM: Si, hasta mediados del `89. Y en Record habré estado hasta el `83,
`84...no, no, hasta el '85 estuve seguro, siempre con El Condenado...
AA: Y paralelamente ya estaba trabajando para Europa...
CM: Si, vos te acordás de más cosas que yo (risas). En el `79 o el `80
empecé a trabajar con Trillo, con unitarios para SuperHumor y Ulises
Boedo. Después vino El Husmeante, en el `82-83...
AA: A la gente le pegó bastante ese personaje. Lástima que no siguió..
CM: Es que el personaje daba como para seguirlo, tenía una buena
estructura, estaba bastante armado. Además con ese humor negro típico de
Trillo, que suele llevar las cosas para el lado de la parodia, del
sarcasmo...Y en el `83, ni bien terminé El Husmeante, largamos con Piñón
Fijo. Y al año siguiente hice Metrocarguero, con guión de Enrique (Breccia).
Un poco después vino Peter Kampf en el `86 u `87... por ahí... no me
acuerdo. Fueron años de muchísimo trabajo, pero no tanto por el volúmen
de trabajo, sino porque era todo muy variado. Estamos hablando de
historietas que por ahí duraban 5,6, 8 capítulos. Por ahí, en total,
eran 50 o 60 páginas cada serie. Eran todas cosas de pocos capítulos,
entonces parece que fuera más cantidad, no como ahora, que uno hace una
sóla serie, tres años haciendo lo mismo, y cuando me quise dar cuenta
tenía más de 500 páginas hechas. O sea que es lo mismo.
AA: Y en el `89 arrancó con su trabajo que a mí más me gusta, que es
Cosecha Verde...
CM: Si, es de esa epoca. A mí también me gusta muchísimo. Fueron más de
120 páginas. Me gustó mucho hacerla, tuvo que ver con las ganas que yo
tenía de hacer algo de largo aliento, que continuara, con la sensación
del folletín y de la publicacion episódica. Yo tenía la intención
(aunque no se publicó de esa manera) de hacerle sentir al lector la
secuencia y el ritmo del Continuará, no la onda de episodios que
empiezan y terminan. Eso fue lo que más me entusiasmó. Y por supuesto
todo lo demás, que tiene que ver con la historia, la ambientación, el
relato, todo eso que a mí me gusta hacer. Pero tenía el atractivo
especial del folletín y el continuará.
AA: ¿Por qué dejó de trabajar para Columba en el `89?
CM: Eso fue... justo en los meses de la hiperinflación, en los que se
cortó el pago. Yo hubiera seguido, un poco por inercia, si bien de
alguna manera Savarese ya estaba cerrando su ciclo y por ahí, en un par
de meses, igual se cortaba. Morgan no, Morgan daba para seguir y quedó
más abierta porque era más abierta, no era una cosa tan cíclica como
Savarese, donde estaba la idea de ir llevándolo a lo largo de las
distintas etapas de la vida. Y después de más de 10 años
dibujándolo...bueno, se iba terminando. Por ahí no en forma abrupta,
pero se iba terminando. Pero se produjo una crisis económica donde se
discontinuaron los pagos y tuve que hacer otras cosas para reemplazar a
eso, porque necesitaba el dinero.
AA: El material que publicó Columba después de eso, ¿era todo preparado
con Trillo para Italia?
CM: Exactamente.
Con Trillo
sigo
haciendo los Fratelli Centobucchi para Italia y se publica acá, en
Columba. No sé con qué frecuencia, pero se publica.
AA: Con Trillo también colaboró en Dragger...
CM: Si, después de Cosecha Verde...año `91 debe ser...
AA: Esa era medio flojona. Tenía un buen personaje que era la negra que
andaba con él, pero el resto...
CM: Si, por ahí no fue hecha con mucha convicción. A mí no me disgusta.
Hay historietas que salen de movida bien o mal. Creo que esta no salió
ni muy bien ni muy mal. Quedó ahí y hubiera necesitado más capítulos. Si
transcurría el tiempo y se tomaba al personaje como eje de saga y lo
seguíamos, a lo mejor se lograba desarrollar las posibilidades que
tenía. Pero habremos hecho unos ocho episodios, unas 50 páginas.
AA: ¿Y con los Fratelli cuándo arrancan?
CM: Y... habremos arrancado en el `91... no sé, me mataste.
AA: Otro trabajo suyo que me gustó mucho fue La Vuelta, con guión de
Ricardo Ferrari.
CM: Eso fue hecho en equipo, con Enrique (Breccia) y Macagno. Trabajamos
un montón de personas. Con Macagno hicimos también El Golem y Océano...
que no me acuerdo con qué nombre salió, porque Ferrari le había puesto
Diario de a Bordo y Columba le cambió el título por Océano, que no es
mal título. En Italia a los Centobucchi le cambiaron el nombre por
Spaghetti Bros. (risas). Parece que para ellos "Centobucchi" trae
ciertas reminiscencias distintas de las que pensamos nosotros. Por
"buco", que significa "agujero" y algún otro significado que prefieren
obviar.
AA: Por todos estos trabajos y fechas, noto que más de una vez se le
deben haber superpuesto tres trabajos...
CM: Si...Morgan, Savarese y El Condenado compartieron varios meses...o
cuando hacía Morgan, Savarese y algo para Italia...o dos cosas mías y
una en equipo...
AA: ¿Y cómo hacía para "cambiar el cassette" y pasar de una serie a
otra, encima con la presión de las fechas de entrega?
CM: Y...yo soy muy despelotado, muy desordenado y muy irregular en la
producción. Entonces lo que hacía era terminar un trabajo y, al día
siguiente, en vez de ponerme a hacer de inmediato otra cosa, pasaba dos
o tres días sin hacer nada, simplemente ordenando todo el despelote que
me quedaba de papeles, de documentación. Incluso en una época hacía
historietas de distintas medidas de originales, lo cual me creaba más
problemas que el hecho de cambiar de serie.
AA: Y además los guionistas son muy distintos. No es lo mismo Robin Wood
que Saccomanno.
CM: Eso es una ventaja, porque inmediatamente me pedían otra cosa, me
ubicaban en otra cosa y yo sacaba otra cosa. Eso era así. No es que yo
tuviera un gran repertorio, sino que te motivan diferente.
AA: ¿Tiene favoritismo por algún guionista?
CM: No, la verdad que no. Sí ha habido más continuidad profesional con
Trillo, la producción con él fue más fluída. De esa manera surgió la
colocación del material en Europa y bueno... se fue transformando en una
certeza y en una continuidad de trabajo que hizo que todo se fuera dando
fluídamente, pero yo trabajo exactamente igual con cualquier guionista.
AA: ¿Algún género favorito?
CM: Si, netamente el policial. Y en lo posible ambientado en Nueva York,
en los años `30. Ese es mi ambiente.
AA: ¿Cuándo le parece que surge el estilo Mandrafina, ese que el lector
puede identificar a simple vista?
CM: Supongo que eso se gesta en Savarese. Creo que la continuidad del
personaje a través de muchos años fue lo que me armó de eso que el
lector identifica. Por lo menos en mi caso, el estilo es esa conjunción
de cosas que se te van agolpando por acumulación de trabajo. Yo no soy
un tipo
reflexivo en cuanto al estilo, a buscar las técnicas que me resuelvan
las cosas, sino que las iba resolviendo a medida que se me presentaban
los problemas. Esa acumulación de trabajo es lo que yo creo que
consolida una forma de trabajar que se puede identificar. Por eso creo
que en Savarese, que es el trabajo más largo que hice, es donde se
consolida la manera de contar. En eso influye mucho lo de Robin (Wood).
Robin es un tipo de gran fluidez en el relato, que permite trabajar muy
rápido, encarando fluídamente la narración. Yo nunca le di mucha bolilla
a los pedidos específicos de los guionistas, porque siempre me gustó dar
una visión diferente. Armo como un contrapunto entre la sugerencia del
guionista y lo que yo quiero ver de la historia desde un punto
diferente. Eso siempre lo hice así. Pero las historias de Robin se
cuentan solas. Es extraordinario como, aunque yo no hacía el enfoque que
pedía el guión, de todos modos la historia, los diálogos, la forma de
cortar de una escena a otra, los personajes, hacían que fuera muy
sencillo contarlas.
AA: Hablando de estilos y estilos parecidos, ¿por qué le parece que su
estilo es tan copiado? ¿Por qué hay tantos clones de Mandrafina?
CM: ¿Todavía?
AA: Si, cada vez más. En las revistas de Columba cada vez hay más
dibujantes que dibujan a lo Mandrafina...
CM: Yo sé que en una época se pedía, porque por ahí funcionaba el estilo
y entonces la editorial pedía a los dibujantes que siguieran un estilo
determinado. Cuando yo entré a trabajar, la onda era Lito Fernández.
Pero la verdad no se cuál es el motivo de todo eso. A mí, como lector,
siempre me gustó la cosa variada. Si yo encontraba a un tipo que se
parecía a otro, ya no me gustaba y trataba desesperadamente de saber
cuál era el original para inmediatamente descartar al otro. Aunque no sé
si en ese entonces era tan común como ahora...Pero la copia siempre
existió y va a seguir existiendo, porque cuando te hacés en el tablero,
laburando, no tenés más remedio que incorporar técnicas que ya están. La
cosa es hacerlo sin robarle al otro. Pero bueno...es una política
comercial y a veces le sirve a la gente para empezar a laburar.
AA: Cambiando de tema, ¿cómo ve el panorama actual del comic, las nuevas
tendencias y todo eso?
CM: No sé, de verdad no leo historietas. No tengo la práctica de leer
historietas. Por eso, cuando las miro las tomo como un objeto visual.
Miro el dibujo, pero no me pongo a leer. Si leo, leo muy espaciadamente
algún episodio de Cybersix...pero no, no puedo dar una opinión ni sacar
una conclusión sobre el comic actual. Te puedo decir, por ejemplo, que
los japoneses no me gustan nada, todo lo que sea manga no me gusta nada.
Me quedé con los gustos clásicos. Me gusta la historieta norteamericana
de los `50, muy poco de los `60 y `70 y...no sé...el Alack Sinner de
Muñoz, el Eternauta de Breccia, Mort Cinder...me quedé en ese tipo de
material. Pero ya no me pongo a leer historietas. Ojo, no es una toma de
posición ante el género. Pero, no sé, me distraigo, no me concentro en
la lectura, no me creo los guiones, me pongo en el papel del
profesional...no me engancho. Lo último que me enganchó como lector fue
el Corto Maltés y cosas de Pratt de esa misma onda, como Los Escorpiones
del Desierto, pero tampoco con continuidad. No soy de andar buscando en
los kioscos revistas para leer.
AA: ¿Por
qué le parece que en Argentina se publica tan poca historieta argentina?
CM: Supongo que está ligado a lo de siempre, a que el mercado es chico y
con pocas posibilidades de desarrollarse seriamente. Siempre me extrañó
que un lugar con tanta producción de historietas, con la enorme cantidad
de dibujantes de historietas que hay acá, con tradición historietistica
propia, no tenga por lo menos un canal masivo, como lo fue Columba en
una época. Por ahí el problema es el costo. El material extranjero es
tan barato que resulta más fácil comprarlo que encargarlo a dibujantes
de acá, que necesitan un precio para sobrevivir y para hacer posible esa
calidad. Porque la cuestion también pasa por ahí. Si a mí me pagan el
triple, yo bajo mi producción a un tercio y seguramente va a ser mejor.
Por ahí también pasa la cosa.
AA: Como para ir cerrando...¿tiene algún proyecto nuevo que se esté
gestando?
CM: No. Es seguro que durante unos meses Trillo y yo vamos a disminuir
la producción de los Fratelli Centobucchi y vamos a encarar alguna otra
cosa al estilo Cosecha Verde, no en cuanto a la cantidad de páginas,
sino a la intención de trabajar de otra manera. Pero todavía no hay ni
tema ni ambientación. Sé que en pocos meses vamos a empezar a ver qué
pasa.
AA: Ultima: ¿Por qué Columba no recopila ninguna de sus series en la
colección de Clásicos? ¿Hubo alguna oferta y contraoferta de dinero?
CM: No, no. Realmente no tengo la menor idea de por qué no se recopilan
esos trabajos. |
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[ Documento cedido por Andrés
Accorsi para Tebeosfera 030131. Este texto se reproduce en
Tebeosfera con el permiso de su autor y sin variar su contenido. ]
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