COMIC/
EL II ENCUENTRO DE LA HISTORIETA DE SEVILLA RINDE HOMENAJE A LA REVISTA
La
última mordedura de El Víbora
NACHO GONZALEZ
SEVILLA.— «Lo único seguro es que
somos lo suficientemente incoherentes como para resultar divertidos. No
tenemos ideología, no tenemos moral, no tenemos nada más que ganas de
dibujar un tebeo (...) Si
aún te quedan fe e ideales, no nos acompañes». Para lanzar al mercado
a finales de los setenta una publicación encabezada por semejante
declaración de principios había que tener algo más que valor. Quizá
un punto de locura y mucho de descaro.
Con esta vocación salió a la calle en
1979 El Víbora, una
transgresora revista de cómics que, junto a El
Jueves, abrió brecha en el conjunto editorial español y rápidamente
de convirtió en referente cultural del panorama patrio y en biblia para los integrantes de lo que años después se etiquetó
como la movida y la cultura underground
de los ochenta.
Ahora, el II Encuentro de la Historieta
de Sevilla, inaugurado ayer en la Casa de la Provincia de la capital
andaluza, rinde homenaje a sus creadores con una exposición monográfica
en la que se exponen dibujos realizados para la revista por sus
dibujantes más significativos y donde además se pueden contemplar
todos los números de la publicación catalana en la tebeoteca instalada
al efecto.
Al encuentro asistirán mañana como
invitados, su editor y fundador, Jose Maria Berenguer, y el redactor
Sergi Puertas con los que se celebrará una mesa redonda que analizará
la trayectoria de la revista y el estado de salud del cómic en
nuestro país.
En una época en la que la televisión
aún no soñaba con alcanzar las cotas de popularidad y penetración de
que goza hoy día, ilustraciones como las de Nazario con su historieta Anarcoma
en busca de la aceptación social del colectivo homosexual, o los
trabajos de Max, Robert Crumb o Javier Mariscal, constituyeron un
provocador revulsivo para una sociedad que no salía de su asombro al
contemplar en sus quioscos las mórbidas portadas de El
Víbora repletas de semidesnudos de inocentes colegialas.
La Barcelona de finales de los setenta
vivía una importante eclosión de artistas y dibujantes ávidos de
desprenderse de la pesada carga que la censura de las décadas
anteriores habla impuesto sobre su creatividad. Lo underground «se
llevaba» y eso facilitó mucho las cosas para lanzar al mercado la
publicación.
Después llegaron tiempos peores.
Crisis del cómic en España ha habido muchas, pero también es de
justicia resaltar que entre 1982 y 1983 El
Vibora elevó sus cotas de ventas hasta los 40.000 ejemplares
mensuales.
Cuando en 1996 la revista publicó su número
200, Josep María Berenguer resumía los comienzos como un voluntarioso
compendio de militancia y mucha vida social de todos los implicados. El
Víbora rompía entonces con tabúes como el sexo, la droga, el rock
o la violencia.
«Fue como un descubrimiento, hacíamos
realismo social, picaresca de tebeo», asegura Berenguer. Hoy, los
tiempos han cambiado y los tabúes son otros. Pero lo cierto es que en
la redacción barcelonesa de la revista más «políticamente incorrecta»
del país el espíritu reinante sigue siendo el mismo: provocación y
subversión.
Cómo
se hace un cómic
El Giraldillo, estandarte en mano, se
esconde de la policía, a lo Batman, en los bajos del Puente de Triana
en plena noche. Con este cartel se presenta el II Encuentro de la
Historieta de Sevilla que pretende aprovechar el inesperado tirón del año
pasado que alcanzó 12.500 visitas.
La oferta de este año se completa con
charlas de destacados autores como Félix Sabate o Joan Navarro, la
presentación de un estudio sobre el Capitán Trueno, realizado por José
Antonio Ortega y prologado por Juanma Bajo Ulloa y la presentación de
dos nuevos cómics de las editorials Mangaline y Under Cómic.
Paralelamente, el Taller de cómics de
la Facultad de Bellas Artes realizará sesiones prácticas de cómo
realizar un cómic y la librería Gamezone presentará una exhibición
de juegos de estrategia.
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