RENACIMIENTO HUMORÍSTICO
Quizás una de las pocas
cosas incuestionables de la sacrosanta Transición sea el resurgir del
humor gráfico que trajo consigo. Por fin, hoy ya hay voces valientes que
cuestionan el acuerdo de silencio y olvido que significó nuestra
Transición, con oscuros pactos y demasiadas concesiones por parte de esa
media España perdedora de tantas cosas. Sin embargo, el humor, siempre
el humor, sirvió como reactivo de una difícil época y de una sociedad
más atenta en exorcizar sus fantasmas del pasado que de subir al tren
del futuro.
Con la misma fuerza y desbordante alegría con que se descorchaban las
botellas de champán tras la muerte del dictador, comenzaron a aparecer,
antes incluso del gozoso suceso, revistas de humor en el yermo panorama
humorístico nacional, monopolizado hasta entonces por la incombustible
La Codorniz.
Julián Moreiro y Melquíades Prieto, responsables de la exitosa antología
de La Codorniz (EDAF, 1997), nos proponen en esta imprescindible
obra un recorrido cronológico por las distintas revistas de humor que
protagonizaron, en palabras de Iván Tubau, autor de El humor gráfico
en la prensa del franquismo (Mitre, 1987), «el período más fértil y
rotundo en la historia del humor gráfico español.»
Tras una introducción "de mucha guasa" con la que nos pasean los autores
por "la edad dorada del humor", es decir, los años que median entre los
estertores del franquismo y el final de la Transición (entre 1972, en
que aparece Hermano Lobo, y 1978, en que cierran La Codorniz
y Por favor), la antología se articula en entradas con
títulos tan sugerentes como, "Los grises lo tienen claro", "Curas,
obispos y cardenales" o "El búnker no se rinde", que dan pie a una
amplia muestra de textos y dibujos de autores tan diversos como eficaces
(no todos, claro, que en esto, como en todo, hay mucho diletante cuyo
mérito es, sólo, haber estado en el lugar adecuado en el momento
preciso), mezclados en un eclecticismo humorístico donde convivían
autores como Chumy, Forges, Vicent, Umbral, Gila, y un larguísimo
etcétera preñador, a partes iguales, de ingenio literario y buen hacer
gráfico.
Tras el decanato de La Codorniz, con su inabarcable nómina de dibujantes
y escritores, empezando por sus fundadores, Mihura, Tono y Neville,
pasando por Álvaro de la Iglesia, sustituto de Mihura, hasta Mingote,
Chumy, Herreros, etc, se suceden las revistas, devorándose, en muchos
casos, unas a otras, en una especie de revisión moderna de las teorías
de Darwin (la selección natural capitalista no tiene sentido del humor),
quedando sólo las más fuertes, esto es, las que sabían atraer al
público. Público que, por desgracia, parecía responder más al señuelo
seudo erótico de desnudos femeninos, que a verdaderas ofertas
humorísticas de calidad. Las ventas, en la mayoría de los casos, iban en
proporción a la cantidad de ropa que las modelos fotográficas se
quitaban. Otra de las grandes falacias de esta nuestra santa Transición,
fue hacer pasar por logro en pro de las libertades el famoso "destape".
Algo que sólo otorgó libertad al macho ibérico: libertad para ver
mujeres desnudas, mientras éstas seguían soportando esa vil
discriminación machista que aún no se ha acabado.
Como decíamos, a La Codorniz sucedió, propiciada por Chúmy Chúmez,
Hermano Lobo, émula del semanario francés Charlie Hebdo,
con menos texto e ilustraciones de gran tamaño y un plantel de primera
línea: Ops, Forges, Perich, Summers, Cándido, Vicent, Umbral, etc. Luego
vendrían Barrabás, especializada en deporte y que sólo duraría
cinco años, los que van desde 1972 a 1977, influyendo en su decadencia,
de la misma manera que Hermano Lobo influyó en la de La
Golondriz, o en la aparición de D. Balón. El 20 de octubre de
1973 sale El Papus, autocalificada como "revista satírica y
neurasténica", con Vázquez Montalbán, Maruja Torres, Ivá u Óscar, entre
otros. Tanto Montalbán como Maruja Torres abandonan El Papus para
engrosar las filas de la nueva publicación que, ante la estética de la
fealdad de ésta, viene a dar un toque de distinción: Por Favor,
nacida en marzo de 1974.
Vendrían luego El Cocodrilo Leopoldo, "semanario socializante de
información general", con el infatigable y ubicuo Pgarcía (quien en la
actualidad mantiene viva la llama del humor inteligente, como si de una
vestal del humor se tratara, editando La Golondriz: sucesora
romántica de La Codorniz); El Cuervo, "la revista que
profundiza donde otras abandonan"; Muchas Gracias, "revista de
humor si el tiempo lo permite y la autoridad no lo impide", revista
ésta, que salía para sustituir a Por Favor mientras permanecía
cerrada por sanción gubernativa. Y así hasta llegar a El Jueves,
única sobreviviente a aquel boom del humor gráfico y hoy decana
de la prensa humorística y totalmente alejada del espíritu que movía a
sus antecesoras: ay, eran otros tiempos...
A la vista de tan desolador panorama, viendo lo que queda después de lo
que hubo, tal vez haya que darle la razón a Manuel Vicent cuando en
1982, en la revista Triunfo, escribía: «No se sabe si el humor es
de derechas o de izquierdas. Lo que está claro es que le favorece el
juego a la contra (...). El humor nace de la sugerencia, del peligro, de
la segunda intención, de pisar el parque sagrado. Ciertamente, cuando la
Democracia permite que se le ataque de un modo directo está sentenciando
a muerte al humorismo.»
¿Volverán alguna vez, cual Fénix humorísticas, a renacer de sus propias
cenizas las revistas de humor en España? Pregunta trascendente ésta que,
de ser expuesta a la sabia consideración del lobo de la famosa sección
de Hermano Lobo "Las siete preguntas al lobo", tal vez
contestaría, entre sardónicos aullidos, viendo a la estulticia y la
mediocridad instaladas triunfantes en nuestra sociedad: «El año que
viene, si Dios quiere.» |