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LUIS GARCÍA    OBRAS:

        ETNOCIDIO

 Etnocidio, Ediciones de la Torre: Papel Vivo, 5, Madrid, 1979 (con segunda edición en 1987). Obra realizada entre 1977 y 1979 junto a los guionistas Jean Ollivier y Felipe Hernández Cava, para la publicación francesa Scop y la española Trocha; fue compilada con la rotulación de Enrique Ventura y Carlos Giménez. ISBN:84-85277-60-0.
Con 48 páginas en b/n más cubiertas en cartoné y color: 30’5 x 22 cm.
Introducción de Carlo Frabetti
Fue publicada en España en la revista de Colectivo de la Historieta Trocha, 1 y Troya, 3/4 y 8, de 1977-78.

[ Cubierta de Etnocidio. Inmersa en el texto, una página interior. Son imágenes de Luis García ]


ETNOCIDIO, por Lorenzo F. Díaz


Durante los años sesenta, Luis García pertenecía a una generación de dibujantes españoles que se ganaban la vida trabajando para el extranjero, dotados de gran mano para el dibujo y excelente técnica, tan apreciados por sus colegas como desconocidos para los demás.

El dibujo de Luis García era preciosista y progresivamente dependiente de la documentación fotográfica en que se basaba, atemperando todo ello una secuenciación inteligente que recordaba, y recuerda, la del Príncipe Valiente de Harold Foster (tanto que los bocadillos parecían intromisiones en la página). El momento cumbre de esa primera etapa fue Las crónicas del Sin Nombre, puñado de historias realizadas con guión de Víctor Mora donde un personaje indefinido vagaba por épocas y personas, presentándonos diversas historias. Era una obra bastante personal que hasta incluía un capítulo donde su “protagonista” se encarnaba en un dibujante de tebeos y los autores manifestaban mediante él su deseo de contar algo más comprometido y valiente, social y políticamente hablando.

Porque esta obra es de principios de los setenta, años de difícil situación política en España (y en el mundo, con la guerra del Vietnam en pleno apogeo) y de creciente asunción de la historieta como medio de comunicación válido. Ambas cosas se conjuntaron en algunos nombres de esta generación de dibujantes que se consideraba comprometida con el país y con la legitimidad del medio en que se expresaban. La paulatina aparición de historietas de tinte “combativo” en revistas y publicaciones de difusión general contribuía a que los autores se sintieran todavía más ideológicamente insatisfechos con su trabajo.

Al menos ese parece ser el caso de Luis García, que empezó a realizar una serie de historias cortas que, posteriormente vendería a publicaciones europeas como Pilote, Scop o Linus, que ya le habían publicado Las crónicas del Sin Nombre. Eran historias donde se alejaba de la ficción para ahondar en el documento, tanto personal como político, empleando una estructura de guión completamente alejada de la fotonovela a la que parecía ir derivando con su tratamiento fotográfico de la viñeta. Historias que hablaban de indios exterminados por la cultura norteamericana, de desertores castigados por tener honor, de regresos nostálgicos al hogar…

Inspirándose en el trabajo del Equipo Crónica y, sobre todo en el de El Cubri, Luis García definió una gramática para el documental en viñetas de forma tan concisa e inteligente que desde entonces se asocia indisolublemente a él, pese a nacer de forma clarísima en los trabajos del citado El Cubri. Casi podría decirse que es una clase de historieta que si bien fue iniciada por otros autores, nunca fue tan efectiva como en sus manos.

Lo que en manos de otro podría parecer un collage de imágenes independientes, con dibujos propios o reciclados de pinturas de Charles M. Russell o Frank McCarthy, partiendo de fotos de películas o de amigos, aquí se ordenan con inteligencia sobre el papel, estableciendo una continuidad narrativa al compartir página, utilizando las palabras del texto para dotarlas de hilo narrativo. El resultado es una narración distante, fría, que acaba teniendo una gran fuerza merced a un distanciamiento que, paradójicamente, te hace partícipe de la historia gracias a convertir a esas viñetas en iconos perfectamente reconocibles.

Resulta imposible no sentirse conmovido ante cualquier retrato de indio en Etnocidio, ante esos rostros llenos de dignidad y cansancio. Porque pese a ser rostros dibujados a partir de una foto, o de una pintura ajena, su reinterpretación gráfica y su situación junto a otros rostros, otras imágenes, otras viñetas, dentro de un diseño preciso de página, y enmarcado en un texto medido y cuidado, los convierten en palabras de un discurso y un mensaje tan evidente como insoslayable. Y todo porque esa imagen es siempre modificada y adaptada a cada momento, sirviendo la foto de base como apoyo al dibujo, sin dejar que se apodere de él y altere la puesta en escena desvirtuándola (error muy habitual en los autores que dependen en exceso de la documentación fotográfica), hasta el punto de que se permite repetir foto en diferentes historietas, sirviendo su carácter de icono para transmitir el mismo mensaje en esas dos narraciones diferentes, y funcionar con tal eficacia que no importa su reiteración. Porque es estilo.

El álbum de Etnocidio está compuesto de algunas de estas historias (que se publicarían en la revista Trocha / Troya) y podría parecer una serie de relatos dispersos e inconexos: una versión muy libre de un cuento de Ambrose Bierce, un guión del francés Jean Ollivier, dos guiones de Felipe Hernández Cava (a la sazón miembro del citado equipo El Cubri, además de escribir los textos de la versión de Bierce). Pero todos ellos adquieren una notable unidad gráfica y temática gracias al trabajo de García, hasta el punto de que la historia Batallón de San Patricio” queda perfectamente integrada en el conjunto pese a no contener un solo indio. Sólo la misma ideología, las mismas imágenes llenas de fuerza, el mismo mensaje…

Porque Etnocidio no sólo es posiblemente el mejor trabajo de su carrera (en mi modesta opinión, al menos), sino una de esas extrañas obras que marcan el momento culminante de un autor, al tiempo que definen una forma de hacer, una gramática.

Tras abundar en esta línea con la interesante Argelia y dispersarse con Nova-2, Luis García derivaría al campo de la pintura, abandonando la historieta. Dejó atrás un puñado de obras notables, siendo estas las joyas de su corona.


 [ © 2005 Lorenzo F. Díaz, para Tebeosfera 050205 ]