Hay veces en que uno se pone a divagar y no se
encuentra hasta que se mira en un espejo. Sin embargo, cuando uno
piensa que esa puede ser la solución de sus males intelectuales,
se da cuenta que está en el punto de partida de todos sus
problemas. Voy a desdoblarme para clarificaros de qué va todo
esto.
Se llama El arma definitiva.
Pero si a ti no te gusta el
manga.
Es cierto, lo reconozco: no soy un gran amante del
manga. Quizá esté muy acostumbrado a otro tipo de cómics y por eso
prefiero lo anglosajón y lo europeo. Sin embargo, últimamente
estoy abriendo un poco mis horizontes y estoy leyendo algunos
títulos de entre los muchos que afortunadamente se publican en
nuestro país.
Y ¿por qué quieres hablar del
manga?
Simplemente porque me apetece hablar de una obra
que tiene todos los males, para lo que son mis gustos estéticos y
semióticos, de la narratividad japonesa habitual: por un lado un
excesivo número de páginas, con gran cantidad de viñetas de
relleno (propias del éxito editorial y de la obligación de alargar
el producto para mejorar su rendimiento económico, que no
artístico). Por otro lado, la utilización de algunas elipsis
difíciles de asimilar. Los saltos en el tiempo se emplean, en
ocasiones, de manera que se hace muy duro seguir el hilo de la
historia.
¿Y no influirá que te cuesta leerlo
al revés?
Pues claro, seguro que influye leerlo al revés y
por eso la cosa siempre se me complica un poco. Pero precisamente
por estas cosas, y la ausencia de realismo gráfico, no soy un gran
lector de este tipo de obras. Sin embargo, “El arma definitiva” de
Shin Takahashi, además de todo esto tiene un espíritu muy
interesante que me gustaría tratar de explicarte.
Bueno, entonces cuéntame quien lo
edita y cómo.
Es una obra editada en España en siete volúmenes
por la editorial Glénat. Como aún no están publicados todos he de
anticipar que sólo he podido leer hasta el quinto, por lo que mis
impresiones se refieren a estos volúmenes sin saber si va a
producirse un bajón en su argumento en los dos que restan. Además,
la historia va dejando pequeñas pistas de lo que va a suceder pero
que podrían variar así que tomároslo como advertencia.
¿Y
de qué trata?
El arma definitiva es una historia de amor.
¿Cierto?
Sí.
¿Sólo de amor?
No.
¿Pero no será un pastelón?
En algún momento.
¿Y no tendrá que ver con el
descubrimiento de la sexualidad en mitad de una guerra?
Pues sí.
¿Cuernos?
Muchos.
¿Ambos?
Sí.
¿Sexo?
Claro.
¿Explícito?
Sí, en pequeñas dosis.
¿Algún tema oculto?
Pues claro, si no mi madre no me dejaría leerla.
Hay muchos gajos bajo la piel de esta naranja.
¿Qué es lo que tiene oculto?
Pues... digamos que hay un poco de todo. Me
explico. Dentro de la historia de una pareja de chavales de
instituto, nos encontramos con unas peculiaridades muy
interesantes. El subtítulo de la obra es lo suficientemente
apocalíptico como para que no nos fijemos en él en un principio
(“La última canción de amor de este planeta”) y sólo con el paso
de las páginas nos demos cuenta de que asistimos a una situación
desesperada donde el mundo (Japón) se derrumba por una guerra.
Además, el gran arma para defender al imperio del enemigo (es una
historia en la que los “malos” a penas aparecen) es Chise.
¿La adolescente?
Sí. Ella es el arma definitiva. En mi opinión, creo
que lo que pretende Takahashi es criticar y revisar el mundo de
los grandes héroes de papel.
Anda ya. ¿Cómo lo va a hacer a
través de una niña de instituto?
Pues, aunque parezca mentira, las relaciones y
contraposiciones de este personaje con aquellos hijos de los
sesenta de la Marvel no son tan disparatadas como podría parecer.
Ya me lo puedes explicar, porque si
no...
Hombre, lo mejor es leerte la obra, fijándote un
poco en algunas cosas.
Pero es que igual te estas pasando,
además seguro que es una pastelada.
Tiene momentos y momentos. Pero te ríes con la
inocencia y el lirismo que se muestra en algunas ocasiones.
Pero eso no tiene nada que
ver con los superhéroes...
Desde luego, eso es algo que me gusta. Fíjate.
Frente a la ausencia de vida privada de la mayoría de los
superhéroes de cómic...
¿Ausencia? Y las relaciones de
Karen Page con Matt Murdock o la boda de los Richards...
Sí, sí, ausencia. Apenas se muestran sus
sentimientos de verdad sobre la vida y el amor. No laten corazones
dentro de sus pechos porque sus corazones son de papel, jamás
pasan de ahí. Por eso Chise les supera en lo emocional. Es una
chica llena de contradicciones amorosas, de miedos, de dudas
existenciales... Pero no es algo secundario en la obra que se mete
ahí para rellenar páginas. En “El arma definitiva” es la parte
fundamental.
Además, su vida privada, su colegio, su novio... todo es más
importante que su trabajo de héroe. No le gusta su actividad
“profesional”, aunque sabe que está obligada a defender la vida de
los suyos. Y esto queda reflejado en que el autor le dedica muchas
más páginas a la Chise del mundo real que al guerrero definitivo.
Además, si los héroes se suelen mostrar torpes en su vida secreta,
esta chica lo es.
¿Lo es? ¿Cómo puede ser?
Es inocente, se fatiga a la mínima, de lágrima
fácil... Digamos que sería una especie de mezcla entre Peter
Parker, Clark Kent y Bruce Banner, pero en torpe, en inocente, en
inexperta... Y sin embargo, cuando combate, es más mortífera que
Hulk. En realidad es como la diosa de la muerte. Esa dualidad, no
es algo nuevo en el cómic, pero a ella la corroe. Lucha por ser
humana más que máquina de matar. No son dos personas, como el
mastodonte verde, es una con dos maneras de vivir. El enemigo es
ella misma, no la nación que ataca Japón que casi no sabemos ni
quien es. No hay enemigos externos. De hecho el propio ejercito
japonés, en un alegato antibélico, es tan culpable de todo como su
adversario. El oponente está en su propia naturaleza.
Pues vaya. Pero seguro que le
sobran páginas.
Pues sí, unas cuantas, pero qué se le va a hacer.
Le sobran páginas y seguro que me gustaría más con un dibujo más
cuidado y más realista, pero bueno, creo que merece la pena.
¿Puede que no me guste?
Sí, pero en
ese caso no me eches la culpa. |