Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.
Heráclito
Dice Luís García que sus colaboraciones con
Felipe Hernández Cava siempre han sido o
una “aventura” o un “ensayo”. Este Argelia
reúne las dos acepciones: es un ensayo y una
aventura.
Aventurera parece su realización. Parte de una
propuesta del gobierno argelino de mediados de los
años setenta -la época en que el general Bumedian
dictaba sobre el ejército y por tanto sobre el
Frente de Liberación Nacional (FLN)- a Luis
García, que acepta el encargo de adaptar al
formato cómic un libro divulgativo, de O.
Omar, sobre los orígenes y la gestación de la
revolución que llevaría a la colonia argelina a
conseguir la independencia de la metrópoli francesa.
El dibujante de Las
crónicas del Sin Nombre
enfrentó la propuesta y junto a Adolfo Usero
trazó las 42 páginas del libro que en 1979 publicó
la editorial Ikusager. Por medio hubo la visita del
dibujante a Argelia, el encuentro con el escritor
del libro de origen y la estrategia de escritura del
guión que consistió en que García se leyó el
libro, lo maduró y, dejándolo aparte, distribuyó la
historia en la cuarentena de páginas según le
dictaba su memoria. Cuando el cómic estuvo dibujado,
llamaron a Hernández Cava para que añadiese
el texto en los cartuchos y bocadillos que habían
dejado en cada viñeta. Un método de trabajo más
parecido al sistema industrial americano que a la
autoría formal europea; aunque, probablemente, la
estadía en El Cubri hubiese dejado a Cava
preparado para cualquier contingencia creativa y
laboral, y esta forma de trabajar no le
sorprendiese. En todo caso, de no conocer de primera
mano este dato sobre la ejecución de la obra sería
difícil decir si este poco habitual método de
trabajo se percibe en el resultado.
El posible lector hispano que decida adentrarse en
Argelia -tras tomarse la molestia de hacer
que su librero se lo encargue a la editorial vasca y
que los hados de la distribución le sean propicios-
debe saber que se encontrará ante un documental -con
momentos dramatizados-, no ante una obra de ficción
al uso. No conviene olvidar tampoco que estamos ante
un libro en formato cómic que se pretendió, en su
gestación, formativo y propagandístico; para gente a
la que el leer el texto de O. Omar les
resultase “difícil”. Y debe tenerse en cuenta, para
no equivocarse, que el pariente narrativo al que se
cita habitualmente junto a esta obra, la película
La batalla de Argel de Gillo Pontecorvo,
sí es una obra narrativa de ficción; aunque los
hechos que se cuenten en el filme sean “reales”.
Estamos ante un “ensayo”. Ante un libro de Historia,
que cuenta la epopeya de la liberación argelina,
desde sus orígenes en 1830 hasta 1954. Justo donde
comienza la historia que se narra en La batalla
de Argel. Estos datos son necesarios para
abordar una lectura actual del libro de García,
Usero y Cava.
La utilización del documental en el cómic no es
nueva, desde las Historias del tío Paul del
cómic belga hasta las narraciones, con guiones de
Milo Milani, que para El Corriere dei Ragazzi
realizaron Sergio Toppi o Dino Battaglia,
hay una buena colección de cómics de consumo y/o
propaganda que se han realizado bajo el formato de
narración documental. Lo que no es tan habitual es
tratar el género de una forma tan seria, documentada
y sin tapujos ideológicos como hicieron, en el libro
que nos ocupa, los tres autores españoles.
García
distribuyó la página en dos tiras de viñetas;
alterando el montaje sólo en muy contadas ocasiones.
Esto le imprime al libro un ritmo modulado y
esperable, con escasas intercalaciones de tres tiras
por página, que no siempre se justifican con lo que
se nos está narrando en ese momento. Esta
distribución potencia el tamaño de las viñetas y,
con ello, su espectacularidad, lo que dada la
envidiable técnica de García y Usero
con el blanco y negro, refuerza la parte visual que,
en definitiva, es lo que espera el lector de cómics
de la adaptación de un texto como el de O. Omar.
Según quien dibuje la viñeta, Usero o
García (quien de los dos la haya pasado a tinta,
o cual de las técnicas de dibujo propias de
García se usen en cada viñeta), el lector tendrá
una visión diferente del momento, la secuencia o el
hecho. Comprimir más de un siglo de historia en
cuarenta y dos páginas de cómic es complicado.
Escoger los hechos más relevantes de esos ciento y
pico de años y tratar de secuenciarlos, de
ficcionalizarlos en pocas viñetas, para a
continuación seguir proporcionando datos históricos,
hacer que los años corran, que los personajes
históricos no se difuminen en la memoria, es tarea
compleja. En esto, la prosa de Cava, efectiva
y ajustada, es impagable.
En definitiva, estamos ante un hito del cómic
realizado en España. No recuerdo ahora ningún otro
documental que tenga esta fuerza y esta capacidad de
resumen. No sé cómo leyeron esta obra los argelinos
de 1979, pero desde el punto de vista del lector de
aquí puedo asegurarles que fue una sorpresa.
Luis García,
junto a Víctor Mora, es autor de una de las
cumbres del cómic español y europeo, Las Crónicas
del Sin Nombre, pero es también autor de esta
obra, quizá menor, pero trascendente por su
originalidad y por lo aislada que está en su género.
Pero déjenme que les cuente alguna consideración que
creo oportuna. La obra está financiada por el FLN
del general Bumedian (espero que el nombre se
escriba así, no me hagan ir a por el Historia 16
dedicado a la revolución argelina), así que el amigo
Ben Bella -recuérdese que Ben Bella,
el líder más carismático de la revolución argelina,
fue destituido y exilado por el propio Bumedian
en el habitual festín que las revoluciones se dan
con sus hijos-, que creo que es el personaje que
asalta un banco -en una acción directa para recaudar
fondos para la revolución-, y que el libro visualiza
en la página 40, no tiene nombre, no es citado. Lo
cual no sé si es una hazaña de los autores, al
introducirlo de tapadillo, o lo contrario. Como es
un documental esto se vuelve importante, no
narrativa pero si históricamente. La gran
rotulación, firmada por Ripoll, tiene sin
embargo una errata imperdonable en la página 15. En
lugar de “1921” escribe “1912”, con lo cual el resto
de lo que se nos cuenta en esa página es
incomprensible, al menos cronológicamente, en dicha
secuencia de hechos. Como es un documental, esto es
importante. Y habla de la necesidad de los
correctores de estilo en las editoriales de cómics.
O, al menos, de alguien que se los lea con atención
antes de mandarlos a la imprenta. De nada sirve que
la tapa del libro sea muy dura si luego el cincuenta
por ciento de la obra, el texto, la literatura, no
está cuidada.
La cita de Heráclito que encabeza este
artículo puede añadirse a otro argumento literario
importante: lo que se nos narra en el cuento de
Jorge Luis Borges “Pierre Menard autor de El
Quijote”.
Cuando hace más de veinte años leímos el libro de
Ikusager, Argelia era un país que vivía en el
resultado de una revolución que siempre se nos contó
como socialista. Pienso que la lectura de este libro
de García, Usero y Cava hacía
el suficiente hincapié como para que pudiésemos
descubrir que el FLN se formó con algo más que con
esforzados patriotas ansiosos de libertad y
estudiantes marxistas salidos de la Sorbona. Pero
quizá no sabíamos leerlo. No creo que pudiésemos
imaginar que un régimen socialista revolucionario
podía cambiar tan poco a un pueblo mayoritariamente
musulmán y religioso. Tampoco sabíamos, o no
podíamos creer, que un régimen revolucionario
pudiese estar tan corrupto. Desgraciadamente los
veintitrés años que han pasado desde que leímos este
libro llenaron de sorpresas argelinas los
noticiarios. Sorpresas y noticias que hacen que la
lectura hoy sea otra, que la hagamos con otros ojos
y concluyamos otra diferente cosa. Pero creo que,
como en el cuento de Borges, si García,
Usero y Cava, tratasen de realizar
Argelia desde el punto de vista actual, de hoy,
tendrían que hacer las mismas cuarenta y dos
páginas. Aunque las mismas palabras e idénticos
dibujos contarían, cuentan, otra historia distinta.
Y es que el tiempo también pinta…y escribe. |