En el fondo, creo que mi obra procede
de una situación de intensa desesperación personal, de una
manera profundamente pesimista y nihilista de ver el mundo, del
hecho de que seamos mortales y efímeros, de la insuficiencia del
lenguaje, de lo aislados que vivimos en los demás. Y sin
embrago, al mismo tiempo, he querido expresar la belleza y
extraordinaria felicidad de sentirse vivo, de respirar, la
alegría de estar vivo dentro de tu propia piel.
Paul Auster
La ciudad de cristal, una serie limitada de tres números, de David Mazzucchelli
y Paul Karasik, es la adaptación al cómic de una novela de uno de
los narradores norteamericanos más importantes, Paul Auster. La
novela parte de un suceso que ocurrió realmente en la vida del
novelista, como él mismo explica: La primera escena del libro
coincide con algo que me ocurrió en la época en la que vivía solo.
Una noche sonó el teléfono y la persona que me llamaba me preguntó
por la agencia de detectives Pinkerton. Por supuesto, le dije que se
había equivocado de número, pero la noche siguiente llamó la misma
persona e hizo la misma pregunta. Esa segunda vez, cuando colgué el
teléfono, me pregunté qué habría ocurrido si hubiera dicho “sí”. Ese
fue el origen del libro, luego yo continué a partir de ahí.i
Para Paul Auster La ciudad de cristal es también un homenaje
a su segunda esposa Siri, como una carta de amor en forma de novela,
la historia de un Paul Auster que no hubiera conocido a esa mujer.
Es posible, afirma, que su vida se hubiera asemejado a la de Daniel
Quinn.
En los párrafos
siguientes nuestro análisis se reducirá, sobre todo, a la influencia
que ejerce una de las novelas más importantes de la narrativa
universal, Don Quijote de la Mancha, uno de los libros
favoritos de Paul Auster, sobre La ciudad de cristal, la
novela y su adaptación al cómic.
I Parte: La
Torre de Babel
Cada día es nuevo y vuelvo a nacer.
Peter Stillman
En
La torre de Babel se cuenta cómo Daniel Quinn adopta la
identidad del detective Paul Auster, el encuentro con las personas,
Peter Stillman y su esposa, que lo han contratado y la creciente
obsesión de un Daniel Quinn que cada vez más intenta parecerse al
personaje por el que ha sido tomado, el detective Paul Auster.
Lo que queda claro
en una primera lectura son las raíces cervantinas que presenta esta
obra, que pueden observarse incluso en el protagonista de la
historia. Es obvio que las iniciales de Daniel Quinn son las mismas
que las del inmortal personaje creado por Cervantes, y no es esta la
única
semejanza, ya que ambos adoptan una identidad diferente y se
convierten en personajes que acabarán devorados por la ficción a la
que están expuestos. Así, Alonso Quijano será llevado a la locura
por la lectura obsesiva de los libros de caballerías, y se
transformará en Don Quijote de la Mancha. En el caso de Daniel Quinn,
es la obsesión por ser otra persona, Paul Auster, la que lo lleva
también a una especie de locura que lo llevará incluso a olvidarse
de sí mismo, de su propia realidad. Son personajes que además acaban
por cumplir una misma función: la de proteger a seres inocentes, ya
sea en la Mancha del siglo XV, o en la caótica Nueva York del siglo
XX. Seres de ficción devorados por otra ficción dentro de la
ficción. Dice Eduardo Urbina con respecto al héroe de Auster:
“Tal es el caso
que no tarda en verse a sí mismo en términos caballerescos como
instrumento de protección y salvación de otros, es decir, como un
héroe caballeresco embarcado en la misión de rescatar a su señora y
de salvar al joven Peter Stillman”.ii
En el encuentro
entre Daniel Quinn y Peter Stillman, David Mazzuchelli lleva de
forma magistral la fragmentación lingüística de la novela a la
experimentación visual –obviamente, el lenguaje de la novela y el
del cómic han de ser diferentes-, al hacer que las palabras de Peter
Stillman no provengan de él sino de diferentes objetos, incluso
desde el vacío. ¿Cómo no sentir entonces que las historias existen
más allá de las personas que las cuentan, o más allá de las personas
que las protagonizan? Es sobrecogedora la última imagen de la
conversación en que Peter Stillman aparece simple y llanamente como
una marioneta rota, incapaz entonces de aprehender los mínimos
resortes del lenguaje. Otro de los grandes aciertos de David
Mazzucchelli es convertir en una viñeta al Daniel Quinn escritor en
el Paul Auster detective, hecho que en la novela se consigue,
obviamente, a través del lenguaje, cercano en esas páginas al de
las novelas de serie negra. También en las últimas páginas de este
primer número Daniel Quinn es convertido, por medio de la imagen, en
el detective Paul Auster, y la ilusión se hace realidad: “Quinn
sintió que había salido de sí mismo. Liberado de su propia
conciencia”.
Como hemos dicho,
Alonso Quijano y Daniel Quinn, son seres que se reinventan a sí
mismos a través del lenguaje. En palabras de Paul Auster: “La
historia de Quinn en La ciudad de cristal alude a Don
Quijote, y los interrogantes planteados en los libros son muy
similares: ¿cuál es el límite entre lo real y lo imaginario? ¿Quién
está loco por hacer lo que hace o lo que no? Durante un tiempo,
pensé en la posibilidad de usar un epígrafe de Wittgennstein al
comienzo de La ciudad de cristal: «Y también es importante hablar de
“vivir en las páginas de un libro”»”.iii
También podemos
ver semejanzas con la obra cervantina en las últimas páginas de esta
novela cuando Daniel Quinn comienza a leer el libro escrito por el
padre de Peter Stillman, El jardín y la torre, visiones de un
nuevo mundo; referencia que ha de llevarnos a la serie de libros
que aparecen intercalados en la primera parte del Quijote.
Libros dentro de un libro. El texto dentro de un texto. La
reinterpretación por parte del padre de El paraíso perdido de
Milton; la reinterpretación por parte de Cervantes de los libros de
caballería. Pero una pasión común: la pasión por las palabras, la
pasión por el lenguaje, que se traslada en el caso de Mazzucchelli,
a la pasión por el lenguaje visual.
II Parte. Paul Auster encuentra a Paul Auster
Y si no hay palabras para un objeto
vulgar, ¿cómo podemos hablar de lo realmente importante?
Stillman padre
Paul Auster encuentra a Paul Auster narra el amargo diálogo de Daniel Quinn con una
lectora que está leyendo uno de los libros de detectives que ha
escrito bajo pseudónimo, el encuentro -¿real? ¿imaginado?- con dos
personas que se parecen como dos gotas de agua y que responden a la
foto del padre de Stillman que Virginia le ha entregado, el azar,
uno de los temas cumbres en la narrativa austeriana, que lo lleva a
seguir a uno en vez de a otro, las diferentes conversaciones, con el
padre de Stillman, y la conversación sobre el Quijote que
mantiene con el Paul Auster escritor.
Ocasionalmente, uno puede hallar la casi obligatoria referencia
crítica a Cervantes a raíz de su mención específica en La ciudad
de cristal, en donde aparece la siguiente observación con
respecto a la autoría del libro dentro del libro que Cervantes
escribió, el que imaginó que estaba
escribiendo--y
en particular sobre el papel e identidad autorial de Cide Hamete.
Según Auster, el Quijote es un libro descubierto por azar y cuya
escritura, dada sus pretensiones de verdad e historicidad encierra
un misterio. Considera el Quijote como un ataque a los peligros de
la simulación. La teoría que se plantea Auster sobre Cide Hamete,
dentro de su ficción antidetectivesca, consiste en adjudicarle una
personalidad cuádrupla compuesta de Sancho, el cura y el barbero,
Sansón Carrasco y el propio Cervantes.iv
Hay que añadir la presencia de otro posible autor, según Auster,
como aparece en la última página de este segundo número: el mismo
Don Quijote, que fue quien orquestó la colaboración y la traducción
del árabe al castellano para mostrarnos, dice Auster, la credulidad
del hombre, que toleraría, hasta cualquier punto, las blasfemias,
las mentiras y el sinsentido si les proporcionan diversión. Y en
realidad, esa era la función principal ideada por Cervantes en su
novela: libro de burlas que provocan la risa, o la distracción, si
queremos.
Además, en la
visita de Daniel Quinn a la casa del “auténtico” Paul Auster, debajo
del nombre de este, en el portero automático aparece el de Menard,
un claro homenaje de David Mazzucchelli a uno de los cuentos más
conocidos de Borges, Pierre Menard, autor del Quijote, en el
que un autor del siglo XX pretende rescribir de forma exacta la
novela de Cervantes, con lo que escritor argentino no da a entender
que cada uno de sus lectores puede reinterpretar, puede ser también
el escritor de este inmortal libro, opinión cercana a la de Paul
Auster, que en algunas entrevistas sostiene que es el lector, y no
el autor, el que escribe el libro. Y así, uno de sus lectores, David
Mazzucchelli reinterpreta, de forma fiel, pero también muy personal,
la novela llevándola a un medio diferente en el que la belleza del
lenguaje visual es en muchos momentos estremecedora.
En las diversas
conversaciones que mantienen Daniel Quinn y el padre de Stillman, a
la obsesión del padre de Stillman por el lenguaje se une
inevitablemente la obsesión de Daniel Quinn/ Paul Auster/ Henry Dark
por los mensajes que aquel parece ir dejando por las calles de Nueva
York, señales en las que este parece interpretar el significado de
la Torre de Babel. Son seres, como Alonso Quijano, enfermos de
lenguaje, de un lenguaje que no puede aplicarse de forma adecuada a
la realidad en la que viven, ya sea el discurso caballeresco de Don
Quijote a la realidad de los caminos de la Mancha, o el lenguaje
nuevo que el padre de Stillman cree haber encontrado, el
acontecimiento más importante, según él, de la historia de la
humanidad, un lenguaje absurdo a los habitantes, si alguna vez lo
escucharan, de la Gran Manzana; o la libreta en la que Daniel Quinn
cree interpretar las señales lingüísticas del padre de Stillman.
Como podemos observar, personajes absolutamente obsesionados por el
lenguaje que los habita. “Siguiendo la búsqueda de Stillman y la
invención de su nuevo lenguaje, Quinn se pierde en la obsesión de
sus propias acciones y locura hasta el punto de que la búsqueda de
la verdad se convierte en la negación de la realidad; simplemente
las palabras en la ficción que vive no concuerdan con la realidad
que experimenta”.
v
La escritura de ''el cuaderno rojo,'' la libreta roja
en el cómic, que no era más que un simple instrumento de ayuda y
memoria para comprender al padre de Stillman, se convierte en un
documento testimonial en el que va narrando su historia, perdiéndose
en ella y reconociendo la inexorabilidad de su destino. Ahora piensa
tiene que hacer lo que tiene que hacer, es el azar. Tanta es la
distancia que le separa de su punto de salida y escape, de la
ficción inicial, incitado por el azar de una llamada telefónica
equivocada, que hasta el propio narrador, de nuevo de manera
cervantina, pone en duda la verdad de la historia de Quinn. Este se
ha vuelto loco, ha abandonado toda pretensión de juego o
representación y cree ahora en la realidad de la ficción que le
rodea y domina. A partir de aquí, aparecen sucesivamente en la
novela los elementos temáticos típicos del héroe austeriano: la
soledad, el hambre, la obsesión, la locura y el abandono personal.
No hemos de olvidar en ningún momento que si cada obra es hija de su
tiempo, la novela de Paul Auster pertenece a finales del siglo XX,
una época en la que se ha dado la muerte de Dios, el existencialismo
de unos personajes que se saben solos, y también un mundo que parece
haber perdido el orden.
III Parte. La búsqueda de Quinn
La libreta, por supuesto, sólo
contiene la mitad de la historia como comprenderá cualquier lector
sensible.
En el tercer
número de la miniserie, el título hace referencia a la búsqueda del
padre de Stillman, del mismo Peter Stillman y de su esposa Virginia
por parte de Daniel Quinn/ Paul Auster, y también a la búsqueda de
este por el Paul Auster escritor y el narrador, una especie de Cide
Hamete del que no llegamos a saber absolutamente nada, un enigma
dentro del enigma que son muchas de las partes del cómic, cuyo
epígrafe Un thriller gráfico,
se
adecua perfectamente a muchos de los elementos de la novela. Es aquí
cuando aparece uno de los temas más conocidos de la novela
cervantina, repetido en la adaptación de la novela al cómic: ¿cuáles
son los límites entre la ficción y la realidad?
A estos límites
entre la ficción y la realidad hay que atribuirles la página 38 de
este número en la que Mazzucchelli dibuja a Daniel Quinn desnudo
(sólo frente al lenguaje, sin nada más que las palabras, aquello que
en cierto modo nos define y que hace que muchos escritores olviden
por completo otros aspectos de su vida) y escribiendo en su cuaderno
rojo, comienza a hacerse una serie de preguntas que no pueden sino
llevarle al desconcierto: ¿Por qué creyó a Auster cuando le dijo que
Stillman había muerto?, ¿Por qué Don Quijote no había escrito libros
como los que le gustaban en vez de vivir sus aventuras? ¿Era la
chica de su apartamento la misma que la de Grand Central? ¿Había
terminado el caso o seguía trabajando en él? ¿Ha sido su historia
ficción o ha sido real? En la novela, en el cómic, tiene una
importancia vital la cuestión de quién es quién y si somos o no
quienes creemos ser. La experiencia que Quinn vive en este libro es
un proceso de despojamiento, hasta llegar a una desnudez en donde
tenemos que enfrentarnos con lo que somos.
Quinn
desaparece y termina perdiéndose en el mundo crecientemente obsesivo
de locuras circulares y repetidas que le rodean en las calles de la
ciudad de cristal, en la que ve reflejada y multiplicada su propia
obsesión y locura.vi
Así, cuando el
falso detective Paul Auster descubre por fin por boca del
''verdadero'' Paul Auster que Peter Stillman se ha suicidado y que
su pérdida no se debe ya a su fracaso sino a la sinrazón de su
misión, se ve obligado a reconocer el final de sí mismo y de su
ficticia existencia textual. Es éste, sin embargo, el principio de
un nuevo misterio, el de la desaparición de David Quinn, el final de
su historia, que Mazzuchelli dibuja en las últimas páginas de este
número con la aparición de pequeños fragmentos del cuerpo de Daniel
Quinn (su cabeza, sus pies) que van desapareciendo hasta que sólo
quedan los folios, las hojas, la presencia del cuaderno rojo, la
historia, claro, más allá de los personajes. “¿Qué sucederá
cuando ya no queden más páginas en la libreta?”, se pregunta
Daniel Quinn. Su historia, su aventura personal, tal y como ha
quedado recogida en las páginas de su cuaderno rojo hallado en el
apartamento vacío de los Stillman por un amigo del Paul Auster
autor; el cual resulta ser el narrador, representado en las páginas
del cómic por medio de una nueva máquina de escribir, y de un
grafismo diferente al anterior, será recuperada y reinterpretada por
el narrador desconocido. Son hechos que nos llevan directamente a
los cartapacios que Cervantes encuentra en un mercado de Toledo, en
los que aparece el autor “real” de Don Quijote de la Mancha,
Cide Hamete Belengeli, y en ambas obras, tanto Cervantes como el
misterioso narrador de la historia de Daniel Quinn perciben de que
no pueden tener la certeza absoluta de que toda la historia que
tienen sea real. En ambos casos, el texto dentro del texto, la
ficción dentro de la ficción. La historia que además se perpetúa a
sí misma más allá de los personajes, más allá de aquellos que la han
escrito. Porque las historias, no debemos olvidarlo, existen
independientemente de las personas que las han narrado. Y es en ese
espacio que no pertenece al narrador, es en ese vacío donde David
Mazzucchelli y Paul Karasik nos dan una maravillosa reinterpretación
de una obra ajena que convierten en propia: una ciudad de cristal,
amarga, desconcertante, en la que todo lector puede encontrar la
perfecta expresión de su propio desconcierto.
notas:
i
Experimentos con la verdad. Paul Auster
ii
“Cervantes y el Quijote
en la narrativa de Paul Auster”.
Eduardo Urbina.
BIBLIOGRAFÍA
La ciudad
de cristal de Paul Auster,
por David Mazzucchelli y Paul Karasik. Serie de tres números.
Brut comix.
La ciudad
de cristal.
Paul Auster. Barcelona, 1997. Editorial Anagrama.
Experimentos con la verdad.
Paul Auster. Barcelona, 2001. Editorial Anagrama.
Don Quijote de la
Mancha.
Miguel de Cervantes Saavedra. Edición del Instituto Cervantes.
Barcelona, 1998. Crítica.
“Cervantes
y el Quijote en la narrativa de Paul Auster”. Eduardo
Urbina. Actas del Segundo Congreso Brasileño de
Hispanistas Octubre de 2002.
Obras
completas.
Jorge Luis Borges. Círculo de lectores, 1992.