El signo de nuestros tiempos
Maitena
Burundarena es una bonaerense de 40 años que comenzó como
ilustradora gráfica para luego realizar incursiones en el mundo de
la historieta. Son especialmente destacables de esa primera etapa, a
la que la autora denomina su época de joven punk, sus historias de
corte erótico, con las que logró publicar en Italia , Francia o
España aunque no le otorgaron excesiva notoriedad.
Con la
publicación del álbum Flo (en Ediciones de la Flor) al que
seguiría la serie Mujeres Alteradas (editada en álbum por
Editorial Atlántida y previamente en forma de página semanal en la
revista argentina Para ti) Maitena alcanzó un gran éxito en
su país, éxito que luego reproduciría en España al ver publicada su
página en el prestigioso El País Semanal, suplemento
dominical del diario El País, en el que vendría a sustituir a
otro compatriota de carrera igualmente internacional: Quino. De
hecho, es imposible abordar un análisis mínimamente serio de la
obra de Maitena sin mirar hacia atrás y comparar su éxito con el del
humorista argentino más internacional. Maitena y Quino se llevan
treinta años de diferencia y reflejan a su manera los tiempos que
les ha tocado vivir.
Mafalda
nacía poco después que Maitena, en 1963. Eran tiempos esperanzadores
para la sociedad argentina, la más europea de todas las sociedades
sudamericanas, que ofrecía unas optimistas tasas de desarrollo
económico respaldadas por una ingente cantidad de recursos
naturales. El despegue real de Mafalda en el diario El
Mundo coincide con un periodo convulso de la sociedad argentina.
Los sectores más reaccionarios del país no ven con buenos ojos el
camino que la sociedad argentina está tomando y en junio de 1967 dan
un golpe de estado. Pocos meses después se interrumpe la producción
de la tira al desaparecer el diario que la albergaba, pasando a
aparecer meses después en el semanario Siete Días, donde
aparecería de forma regular por un periodo de cinco años. En este
ambiente convulso y de restricción de libertades, la tira de
Mafalda adquiere un perfil menos político y menos ligado a al
actualidad pero no abandona sus señas de identidad.
Mafalda es una
niña contestataria de clase media baja, profundamente crítica con el
rol tradicional de la mujer, con el consumismo y con la
superficialidad, solidaria con los débiles y con las victimas de
todo tipo de injusticias. Se trata de una autentica representante de
la progresía de finales de los sesenta, una idealista que cree poder
cambiar la sociedad
Frente a todo
esto, las protagonistas de Mujeres Alteradas son mujeres
superficiales, de clase media-alta, preocupadas por la estética y
las apariencias, que critican los roles sexuales desde la asunción
del propio como bueno, sin cuestionar statu quo alguno. Se trata de
un humor inteligente, pero en el que se da una ausencia total de
critica social o política. Sin duda estas no son las hijas de las
Madres de la Plaza de Mayo, no tienen familiares desaparecidos ni
han vivido en carne propia la angustia de no saber si llegaran a
final de mes. Esta actitud representa a la perfección el signo de
los tiempos que nos ha tocado vivir, tiempos en los que ser crítico
con la sociedad o tener una posición ideológica clara incomoda al
lector. Estamos en el mundo soñado por la Susanita de Mafalda,
precursora y principal candidata a Mujer Alterada en una hipotética
resurrección adulta de los personajes de Quino.
Las mujeres
alteradas de Maitena son independientes, sexualmente activas y nos
ofrecen una estimulante incursión en la mentalidad de esa mujer
moderna,
mentalidad que no dice demasiado bueno de ellas ni de sus aun más
estúpidos consortes. Egoístas , superficiales, obsesionados por el
sexo y la apariencia física, la gran duda estriba en cual es la
razón del notable éxito cosechado por la serie, si la identificación
del público (mayoritariamente femenino) con los personajes o la
certera representación de un grupo social tremendamente
representativo de nuestra sociedad pese a ser ciertamente
minoritario y la hipotética crítica implícita a esa elite llena de
preocupaciones banales.
Probablemente sea
una mezcla de identificación y crítica a través de la exageración
del tópico lo que haya hecho de Mujeres Alteradas el éxito
internacional (Italia, España, Venezuela, Chile o Uruguay son
algunos de los países donde la serie es editada), pero en todo caso
se trata de una historieta con valores intrínsecos que no deberíamos
ignorar por mucho que su temática resulte cuestionable. Y es que
Maitena es una gran dibujante capaz de dibujar mil mujeres (y
hombres) distintos, con ropas reales y entornos identificables,
personajes dotados de una gran expresividad y un color tan simple
como efectivo.
Por otra parte,
la estructura de la historieta, más emparentada con el humor grafico
que con la narración secuencial, logra eludir con éxito la
repetición y el auto plagio merced a la admirable capacidad de la
autora para ahondar en la cotidianeidad de sus protagonistas.
Mujeres Alteradas sigue siendo tan divertida como en sus
inicios. Rara es la página que no arranca al lector una sonrisa y
quizá nos debamos conformar con eso, porque está claro que los
tiempos que nos han tocado vivir no dan para más. |