El género de superhéroes vuelve a estar de moda. Quizás las
ventas de cómics sean discretas si se comparan con las del principio de la
década pasada, pero el público en general, incluso el que no lee tebeos
habitualmente, conoce a los personajes. Y es que Hollywood ha encontrado
en estos héroes poderosos un nuevo filón para crear espectáculos repletos
de efectos especiales que generan sustanciosos beneficios. Las
adaptaciones de Daredevil y, sobre todo, Spider-Man han sido
rotundos éxitos, hace poco se estrenó Hulk y La Liga de los
Hombres Extraordinarios y otros proyectos esperan su turno.
Sin embargo, hace unos años, cuando nadie daba un duro por
una película basada en héroes de Marvel, Bryan Singer logró hacer una
sobre los X-Men. A pesar de su modestia hablando en términos de
superproducciones, resultó bastante satisfactoria, tanto para los
aficionados de toda la vida como para los que se acercaban al cine para
disfrutar de un rato de acción y aventuras. El secreto residió en dar a la
historia un enfoque serio y realista, eliminando todos los componentes que
resultaban ridículos fuera del papel.
El éxito de la cinta cogió por sorpresa a Marvel. Con
motivo del estreno, se recurrió en los cómics a la enésima vuelta a los
orígenes, al guionista que, con su buen hacer, había convertido a X-Men
en la serie más vendida a finales de los setenta y principios de los
ochenta. Pero Chris Claremont ya no es lo que era, sus largos monólogos
introspectivos y sus recargados textos de apoyo no tienen cabida en la
época del cine en pantalla gigante y los videojuegos. Por eso, tras una
corta y confusa etapa saturada de personajes planos, y aprovechando un
cambio de presidente en Marvel, Claremont dio paso a Grant Morrison y
Frank Quitely en una nueva etapa de la colección que incluyó un cambio de
título por el de New X-Men.
Para sus guiones, Grant Morrison parte de muchos elementos
que ya estaban en la película con el objetivo de que aquellos lectores
potenciales a los que les gustó pudieran ahora acercarse al cómic y
encontrar puntos en común, aunque también, por qué no decirlo, por
tratarse de ideas acertadas. Así, los integrantes del grupo dejan atrás
los coloridos trajes de superhéroes para utilizar un vestuario oscuro más
parecido a monos de combate, se reduce el elevado número de personajes a
cinco más el profesor Xavier, lo que proporciona la ventaja adicional de
poder darle un mínimo de personalidad y caracterización. Por último, el
Instituto Xavier para Jóvenes Talentos se convierte por fin en una
auténtica escuela y se llena de alumnos adolescentes.
Después, el guionista escocés introduce otros detalles de
cosecha propia que ponen la problemática mutante aún más al límite, como
el hecho de que la raza humana vaya a extinguirse en cuatro o cinco
generaciones y a ser sustituida por el homo superior, la muerte de
dieciséis millones de mutantes con la destrucción de Genosha y la
revelación a la opinión pública de cuál es la verdadera razón de ser de la
escuela.
Morrison estructura su primer año en la colección a partir
de una amenaza, el personaje de Cassandra Nova, que no es más que el
arquetipo de la némesis del héroe. Si Charles Xavier representa la
esperanza, el sueño conciliador de que humanos y mutantes puedan coexistir
en paz, Cassandra es la personificación casi omnipotente del odio, el
miedo y la desesperación, lo que dará pie a que los protagonistas tengan
que encarar toda una serie de dudas y conflictos personales, rasgo
distintivo de la serie desde que se hiciera famosa.
Puede intuirse por la forma de tratarlos cuáles son los
personajes favoritos de Morrison. En primer lugar, Emma Frost / Reina
Blanca una mujer inteligente y snob que, haciendo honor a su nombre, se
muestra fría y despiadada, con frases del tipo «Nos está mirando el mundo
entero. No podemos ser menos que fabulosos». Es lo más parecido a un
“personaje Morrison” y éste le da un papel destacado en la resolución de
las dos batallas contra Cassandra Nova. Después tenemos a Jean Grey /
Fénix, que se convierte en la directora en funciones de la escuela en
ausencia de Xavier, protagoniza junto a Emma un rescate psíquico mudo
antológico y detiene ella sola un ataque a la escuela, ayudada eso sí por
un inquietante incremento en el nivel de sus poderes, tema que será
desarrollado en futuros argumentos.
Al guionista le tiran los personajes femeninos, pero si
tuviera que escoger uno masculino este sería Scott Summers / Cíclope, el
perfecto líder, que tendrá un par de momentos de lucimiento, como la lucha
en Hong Kong
contra los hombres U. Esta circunstancia es aprovechada para la
incorporación a la colección del personaje de Xorn, con el que Scott
establecerá una relación maestro-discípulo. La angustia mutante queda
personificada en la situación de Hank McCoy / Bestia, atrapado en un
cuerpo cada vez más monstruoso a pesar de tener una de las mentes más
brillantes del mundo. Sorprende el hecho de que el personaje peor tratado,
movido a golpe de cliché, sea uno de los más populares, Logan / Lobezno, e
incluso el posible triángulo Scott-Jean-Logan se queda en nada, siendo su
apunte en la primera película el único motivo por el que es
recuperado.
Si bien hay guionistas que saben contar de forma
interesante una historia aunque ésta sea la misma de siempre, a Morrison
no se le puede negar que tenga ideas y cosas de contar. Además el cómic
mainstream le sienta bien, pues evita que adopte la pose de raro
porque sí y se vuelva incomprensible como le ocurre en series más
personales.
Como sucede en muchos cómics modernos, el guionista se
apoya únicamente en los diálogos y en los dibujos para narrar,
prescindiendo de los textos de apoyo y los pensamientos internos de los
personajes. Acerca más el medio, en definitiva, al cine que a la
literatura. Unos diálogos que Morrison se esfuerza porque sean cortantes e
ingeniosos, y a los que incorpora, de forma novedosa en los mutantes, una
importante carga sexual, un estilo que no puede evitar resultar forzado en
ocasiones. Además, a veces peca de conciso y sobrentiende detalles que el
lector no tiene por qué saber, dejando aspectos de la historia que no
quedan del todo claros.
Una pena también la lentitud del dibujante, Frank Quitely,
que hace que su sorprendente forma de narrar, la naturalidad con que mueve
a los personajes y la vida de que los dota, no estén presentes en todos
los episodios.
Hace poco, se ha estrenado la segunda aventura
cinematográfica de los X-Men, con los mismos buenos resultados en cuanto a
fidelidad al espíritu del cómic y nivel de entretenimiento. Curiosamente,
se han podido ver pequeños detalles que recuerdan a los Nuevos X-Men
de Morrison y Quitely. La referencia al hombre de neandertal y al
homo sapiens como paralelismo a la situación humanos y mutantes, la
representación de las mentes como puntos de luz en la sala de Cerebro o la
forma en que se desarrolla el ataque a la escuela por parte de los hombres
de Ryker son algunos de ellos. El círculo se ha cerrado.
Afortunadamente, Morrison ha sido capaz de renovar la franquicia con
tebeos que mantienen la idea base de la colección pero que se muestran, al
mismo tiempo, modernos, frescos y entretenidos. Demos la bienvenida a los
mutantes del siglo XXI. |