ROGER
STERN.
Suele decirse que muchos autores tienen la suerte de narrar “su” historia
y de encontrar a “su” personaje. Es el caso de Frank Miller y su
Daredevil; de John Byrne y sus Cuatro Fantásticos; de Claremont,
Byrne, y su Patrulla X; también es el caso del autor que nos ocupa,
Roger Stern, que hizo de Spiderman su personaje en los primeros años de la
década de los ochenta.
Stern debería ocupar un sitio de honor entre los guionistas de The
Amazing Spider-Man, por hacer de su estancia en esta serie una de las
mejores etapas que se han contado de Peter Parker y del entorno urbano en
que desarrolla su vida: Nueva York, y sin haber tenido que recurrir además
en ningún momento a: muerte y resurrección del Duende Verde, muerte y
resurrección de la tía May, muerte y resurrección de Mary Jane, muerte y
resurrección y muerte del mismo Parker, resurrección o muerte de los
padres de Parker (podríamos seguir...), o a cambios sustanciales en la
esencia del Spiderman que todos conocíamos, ese entrañable amigo y vecino
que se acaba convirtiendo, en manos de Roger Stern, en el amistoso chico
que puede vivir al lado de cualquier lector de cómics.
Los motivos que hacen de él uno de los mejores guionistas de Spiderman
son numerosos. Entre ellos destaca la aparición de uno de los
personajes más inquietantes que tuvieron lugar en las páginas de The
Amazing Spider-Man que el guionizó: El Duende, cuya creación debería
admirarse, en palabras de Trajano Bermúdez, como una «operación de
reciclaje y actualización modélica que ha de quedar como ejemplo de
excelencia en el oficio de crear villanos», sin tener que recurrir al
personaje original, Norman Osborn, a cuya recuperación acudirán guionistas
mucho menos capacitados en un desesperado intento de insuflar nueva vida a
la historia de un personaje que empezaba a desvirtuarse (podríamos hablar
de los tiempos terribles de Howard Mackie y guiones patéticos que nos
traerán de vuelta a Norman Osoborn, y a la mismísima May Parker en una de
las historias más absurdas aparecidas en el cómic americano de
superhéroes...)
En
la historia que nos traerá a El Duende, narrada a partir del número 238 de
The Amazing Spider-Man, Roger Stern muestra su gran conocimiento de
la historia del personaje, otra de sus grandes virtudes, al dar nueva vida
a los eternos conceptos poder y responsabilidad, siempre presentes en la
conciencia de Peter Parker y en el universo de Spiderman, haciendo que sea
un acto irresponsable por parte de Spiderman la razón de que un
delincuente de poca monta escape y encuentre una de las guaridas del
enemigo más acérrimo de Spiderman, El Duende Verde, preludio de la primera
aparición de El Duende en estas páginas. Poder y responsabilidad son
conceptos que este autor manejaría con una maestría absoluta en este
número, bajo un título bastante significativo “Sombras de un pasado
maligno”. Clasicismo y actualización.
Unos catorce años después, Roger Stern retomaría este personaje para dar a
conocer su identidad real, en la historia “El duende vive”, donde este
guionista vuelve a dar muestras de su profesionalidad y su buen hacer en
el cómic de los superhéroes al arreglar, en la medida de lo posible
(catorce son demasiados años), muchos de los problemas surgidos a raíz del
desconocimiento de la identidad de El Duende, haciendo de esta miniserie
otra de esas historias donde Peter Parker y su alter ego, son un
secundario más. Resulta inolvidable la página en la que Peter Parker,
Betty Leeds, Flash Thompson, Mary Jane discuten sobre las posibilidades de
la identidad del Duende, y sorprendente cuando se revela la identidad real
del personaje: alguien semidesconocido al entorno más cercano de Parker,
Roderick Kingsley. La razón para esta elección residió, quizás, en que al
dejar Stern los guiones de The Amazing Spider-Man en el número 251,
que sólo llevó su firma en el argumento, no tuvo tiempo de desarrollar su
papel en la saga de Spiderman, o tal vez por querer hacer uno de sus
guiños, en este caso como homenaje al gran Steve Dikto. Recordemos la
presencia de Steve Dikto y Stan Lee en el número 55 de Doctor Strange,
“Haber amado y haber perdido”, y que Ditko, co creador de Spiderman, nunca
deseó que El Duende Verde fuera uno de los personajes conocidos por Parker,
como Norman Osborn, sino alguien desconocido y ajeno por completo a la
vida de Peter, idea que no agradó demasiado a Stan Lee y que presuntamente
provocó la salida de Steve Dikto de la serie. Desde ese momento, Lee hizo
los guiones del trepamuros más cercanos al mundo superheroico, insistiendo
en un asunto que se tornaría repetitivo: los problemas que provocaba
Spiderman en la vida sentimental y personal de Parker, lo cual produjo una
ruptura cada vez más profunda entre hombre y superhombre.
Otro de los méritos de Roger Stern es el de haber convertido a Spiderman
en un personaje secundario más, como se indicó antes, y el de haber
desarrollado de forma magistral, a la vez que absolutamente lógica, la
personalidad del mismo Parker, el chico debajo de la máscara. Así nos lo
muestran historias como “Opciones”, en The Amazing Spider-Man núm.
243, en las que el verdadero protagonista de la serie sigue siendo Peter
Parker, aun debajo del traje, ya que el papel de Spiderman como héroe
queda reservado a unas pocas páginas de importancia escasa, mientras los
pensamientos, sentimientos, preocupaciones de Parker obtienen el
protagonismo en todo este número. El Peter Parker que nos encontramos en
este número es el de un ser humano reflexivo, sumido en las preocupaciones
que pueden asaltar a cualquiera, enfrentado a una serie de interrogantes
que todo ser humano puede haberse hecho en algún momento de su vida,
alejado ya de ese ser tímido y complejo con el que crecimos en muchos
momentos, de ese paradigma de perdedor que tantas veces le acompañó; al
Peter que por primera vez en mucho tiempo percibimos con una profundidad
desconocida hasta entonces.
Al
desarrollo y definición de la personalidad de un Peter Parker más adulto,
más alejado de aquel chico tímido del instituto que aparecía en los
primeros tiempos también ayudará las muestras de optimismo que empiezan a
percibirse en su personalidad, en su vida y en la misma serie, tono
vitalista que Roger Stern también muestra en su estancia en otras series:
En historias como “Haber amado y haber perdido”, con un doctor Extraño,
absolutamente desengañado, asolado por la pérdida de su amada Clea, que es
capaz de amar por encima de todas las cosas la vida, una magnífica
historia sobre la voluntad humana: «Sobrevivir en un mar de tristeza... ¡Y
tener fuerza para rechazar la muerte!» Este tono vitalista aparece ya en
los primeros números de Stern en la colección del Trepamuros, caso del
núm. 225 de The Amazing Spider-Man, en el que la fortaleza de
Nathan Lubensky enseña al Buitre que no hay más edad que la que cada ser
humano pueda sentir en su corazón. Y Stern nos da a todos los lectores una
maravillosa lección: hay que disfrutar de la vida, porque nunca sabremos
cuándo acabará, como señala el mismo Parker con la justificación del
ataque del buitre. En el mismo pensamiento coincide la Gata Negra, aunque
el final de la relación entre ésta y Spiderman vuelva a ser un final
trágico, que recordará al tono de historias como la muerte del capitán
Stacy, o la muerte de Gwen Stacy. Pero el tono, ya entrevisto en muchas de
las páginas de Spiderman y que poco a poco se impondría en la serie es
optimista, vitalista, propio de muchas de las narraciones de Stern, que
trata con personajes enfermos, inmersos a menudo en muchas dificultades,
pero que no por ello dejan de amar la vida por encima de todo. Lo podemos
comprobar en The Amazing Spider-Man núm. 248, “El chico que
coleccionaba Spiderman”, una de las historias más emotivas que se han
contado sobre el origen del personaje, sobre los lectores de cómics y su
afición a este medio, en que Stern imparte una hermosa lección a través de
la fortaleza mental de un chico enfermo de leucemia: que la vida no es más
que un estado de ánimo, el estado de ánimo con que nosotros decidamos
enfrentarnos a ella, estado de ánimo al que muchos personajes de Stern se
acercan con un inmenso vitalismo.
Hay que dejar claro que el aprovechamiento total de todos los elementos
que rodean a la saga de Spiderman se puede observar también en el
desarrollo, muchas veces magistral, de la galería y definición de la
personalidad de los secundarios que pululaban, en ocasiones con más pena
que gloria, por las páginas de The Amazing Spider-Man. Cuando
decimos que Stern se mantiene fiel a la esencia de los personajes y de la
serie que guioniza, no nos referimos sólo al personaje principal, sino a
todos los personajes que forman parte de ese universo. De ninguna manera
debemos olvidar que Spiderman posee el más importante grupo de secundarios
del cómic de superhéroes, escogiendo de forma natural
los rasgos más adecuados para cada secundario, siguiendo en todo momento
el tono impuesto por guionistas anteriores, en una modélica mezcla de
clasicismo y actualización, optando en escasas ocasiones por el
tremendismo de muchos guionistas menos capacitados. Así, el personaje de
tía May, que ha sido presentado como la sempiterna enferma, único papel al
que parecía destinado, adquiere ahora otra dimensión con la incontestable
ayuda de Nathan Lubensky, apareciendo más como una mujer anciana que
mantiene unas relaciones cordiales con su sobrino. Sólo otros dos
guionistas parecen haber logrado una perfecta caracterización de este
personaje: Jean Marc de Matteis, que refleja la importancia de tía May en
la personalidad de Peter, y Michael Strazcynski, que vuelve a desarrollar
unas excelentes relaciones entre tía y sobrino, justificando al menos su
regreso de entre los muertos (habiendo sido convertida en las incapaces
manos de Howard Mackie en una auténtica rémora para toda historia de
Spiderman).
Pero no es May el único secundario que alcanzará importancia con Stern,
también ocurre algo similar en la última historia que guioniza,
“Secretos”, donde se inicia el final de la saga de El Duende, desde The
Amazing Spider-Man núm. 249, con una historia en la que caben también
algunos de los rasgos más comunes a la narrativa de Stern: la ética, la
responsabilidad de todos y cada uno de los personajes, y no sólo del
principal. Stern aprovecha aquí una vez más el pasado de Jonah Jamenson y
Harry Osborn para enfrentarlos a las consecuencias de los actos que ellos
realizaron en algún momento de su vida (en el caso de Osborn más bien los
actos de su padre); con ello define, en el caso de Jonah Jamenson, su
personalidad y su integridad como periodista, integridad de la que se
había hablado innumerables veces en etapas anteriores pero que queda
perfectamente patente en estos momentos con su dimisión por considerarse
el creador de una amenaza a su juicio tan dañina como la Spiderman: El
Escorpión. También logra Stern definir perfectamente la relación existente
entre Harry Osborn y Peter Parker, la de dos muy buenos amigos; Harry
Osborn, preocupado por el daño que su padre causó a su amigo; y Peter
Parker, preocupado por su amigo Harry y convencido, como Roger Stern, de
la posibilidad de redención de todo ser humano. Jonah Jamenson toma, en
una de esas muestras de responsabilidad y ética que acompañarán a los
personajes secundarios en esta etapa, la decisión de dimitir como editor
de su periódico, el Daily Bugle.
Ocurre esto en un entorno urbano que sirve para mostrarnos el elenco de
secundarios que acompañan el quehacer de Parker como fotógrafo, y que
comienza a tener gran peso específico en esta época, con el desarrollo de
investigaciones como las de la Roxxon Oil, en las que la historia
progresará a partir de lo realizado por periodistas del Bugle. Historias
en la que el mismo Spiderman será un secundario más, el secundario
estelar, el secundario con más protagonismo, pero secundario al fin y al
cabo. Incluso en la historia “El chico que coleccionaba Spiderman” es el
periódico el que permite la visita de Spiderman al joven Timothy Harrison,
ya que Parker tiene conocimiento de la existencia, la enfermedad y afición
de este chico a partir de la columna de Jacob Conover. Está claro que en
manos de Stern el Daily Bugle se convierte en un verdadero centro
neurálgico en la vida de Peter Parker / Spiderman, y de personajes
secundarios como Ben Urich, Ned Leeds, Betty Brant o Joe Robertson, que
quedan perfectamente definidos como personajes individuales pero también
como un colectivo, el de un grupo de profesionales preocupados por el
descubrimiento de la verdad, que siguen un estricto código ético. Stern
dota de gran peso específico en estos números a Ned Leeds y Ben Urich sin
tener que recurrir a oscuros estados de ánimo, a violentos ataques de
ira, y les hace periodistas de primera magnitud, «reporteros de los
mejores», en palabras del mismo Jamenson, reporteros que tendrán una gran
importancia en otra de los mejores arcos argumentales de esta etapa,
desarrollados entre los números 231 y 236 de The Amazing Spider-Man.
Con la búsqueda de Nose Norton y la investigación de la Roxxon Oil, Stern
nos lleva a la trágica muerte de Tarántula, un villano de segunda fila
cuyo final puede resultarnos tan estremecedor, salvando las distancias,
como el de Kraven. También hubiera resultado bastante interesante la
relación entre Joe Robertson, Parker y el mismo Spiderman tras la dimisión
de Jonah Jamenson, que convierte a Robertson en el editor en jefe del
Daily Bugle. Es una pena que Stern decidiera marcharse justo después
de este suceso, ya que es más que probable que las relaciones que este
guionista quisiera mostrar entre Spiderman y el Daily Bugle fueran
muy distintas a las mostradas hasta entonces. Parece bastante obvio que
Stern muestra un conocimiento absoluto de toda la mitología de Spiderman,
depositando en los personajes secundarios los rasgos que conforman al
mismo Parker. Así, si tantas veces se habló de la responsabilidad e
integridad de Jonah Jamenson, es aquí cuando realmente se hacen evidentes
con su dimisión, y si se nos dice que Leeds y Urich son grandes reporteros
y conocedores de la calle, aquí se nos muestran esas calles, haciende
bueno aquel dicho de «hechos que no palabras». En este aspecto debemos
resaltar que no es sólo la definición de la personalidad de los
secundarios los que nos brinda Stern, sino también una perfecta
interrelación entre estos y Peter Parker, como podemos comprobar en
historias como “¿Dónde está Nose Norton?”, “La saga de la Roxxon Oil”,
“Secretos”, “Confesiones”, etc.
Clasicismo y
actualización son dos de los rasgos más característicos de la narrativa
de Stern, clasicismo y actualización que podemos observar en The
Amazing Spider-Man en la perfecta caracterización del personaje
principal –Peter Parker / Spiderman- y de los personajes secundarios –Jamenson,
Leeds, Betty Brant-, personajes que han tenido una gran importancia en la
creación de la cosmogonía del mundo arácnido, casi olvidados por otros
guionistas y que volverán a insuflar vida a este personaje, siempre, ya lo
hemos dicho desde el respeto y conocimiento absoluto de la esencia de esta
serie. En esta etapa se muestra al lector una perfecta interrelación entre
Parker y Spiderman, quedando también muchos otros personajes marcados por
el signo de la integridad y la responsabilidad, rasgos comunes en la
narrativa de Stern. A medida que discurre su estancia en la serie The
Amazing Spider-Man, si bien sus primeros guiones se centran en el
aspecto superheroico (con enfrentamientos con El Buitre, Juggernaut, La
Gata Negra), Stern demuestra verdadero interés por generar el más
interesante grupo de secundarios que ha aparecido en un cómic de
superhéroes, y a cambio obtiene, de la suma de todos estos elementos
(secundarios, Peter Parker, relación entre ambos, Nueva York, Daily
Bugle), uno de los mejores cómics del inicio de la década de los
ochenta. |