El día 26 de Enero
de 1997 murió PASQUAL GINER. Se cumplen ahora CINCO años de su muerte.
Y esta muerte y su aniversario son para mí doblemente motivo de recuerdo
y reflexión.
Por la entidad
humana de Pasqual Giner, a cuya memoria no se ha hecho justicia (los
primeros, sus amigos, tampoco yo). Y por representar Giner a esa enorme
cantidad de técnicos que participan en la edición de los cómics y que
permanecen ignorados o, más bien, que son voluntaria y decididamente
olvidados por las empresas, y mayoritariamente por los críticos y
estudiosos y, lógicamente desde lo anterior, también por los lectores.
Por todo ello y por más quiero dedicar este espacio a su recuerdo.
Habitualmente,
cuando los lectores y los frikis hablan, escriben o “gritan” sobre
cómics, se refieren primero a los títulos y personajes que prefieren y
que provocan más y mejor su atención. Después a los autores (sobre todo
el dibujante, y últimamente algo más al guionista). Y finalmente se
interesan por la editorial que produce los cómics.
En este último
caso y con un poco de suerte ( ¿? ) puede que dediquen unos minutos al
Editor en Jefe (Director Editorial) de la empresa y al redactor
(editor) encargado de la colección que les interesa; siempre con un
total desconocimiento del funcionamiento jerárquico de la Empresa —que,
por supuesto, es piramidal y cuya cúspide no la ocupa el Director
Editorial— y de sus mecanismos internos, así como de los procesos de
toma de decisiones, de las responsabilidades y de quién (y porqué) las
asume y de cómo se decide la política editorial de la Empresa (con el
agravante de que a veces hay varias “políticas editoriales”, que se
superponen o que se enfrentan, y no dialécticamente...)
En general, ahí
acaba su atención e interés. Lectores de a pie ocasionales, lectores
profesionales, coleccionistas, completistas y frikis, en escasas
ocasiones prestan atención ni se interesan por el equipo humano que da
vida a las ediciones particulares de cada país.
Ello significa que
en España y en las ediciones españolas de tebeos, comic books y manga,
es frecuente no prestar atención al trabajo del traductor, como no sea
para criticarlo negativamente, y olvidar al rotulista, al corrector de
textos y rotulaciones, al grafista realizador de onomatopeyas (que no
siempre es el rotulista), al maquetista y compaginador, al
grafista / colorista / montador de la cubierta y a los varios colaboradores
literarios y gráficos que pueden intervenir en el proceso de fabricación
del tebeo.
Y, por supuesto,
los lectores olvidan y a veces parecen desconocer que existen los
supervisores (o realizadores, coordinadores o editores externos, que
todos estos nombres y más reciben) responsables del buen hacer (y a
veces del mal hacer) de los equipos de colaboradores externos.
Realizadores o supervisores que, bajo la responsabilidad directa del
editor, garantizan la entrega puntual y con calidad de los materiales
finales necesarios para la impresión de la edición española.
Además, los
lectores desconocen el trabajo oculto que realizan los varios redactores
literarios y gráficos (sobre todo gráficos) que en la editorial cuidan
el acabado y el look de cada tebeo, la calidad de las cubiertas, el
cumplimiento de los datos legales que cada tebeo debe llevar, la entrega
a imprenta de los fotolitos, el control y corrección de las pruebas ozálicas (o ferros), el cumplimiento de las órdenes publicitarias y el
seguimiento de los calendarios de aparición.
Todo esto se
olvida y, como mucho, se recuerda el nombre del Director Artístico. Pero
es fundamental saberlo: sin el apoyo, la dedicación y el trabajo de
todos estos profesionales que, fuera y dentro de la Editorial, colaboran
a la realización de cada tebeo... ningún editor ni ningún Director
Editorial pueden nada. Sin todos esos colaboradores olvidados o
ignorados no habría tebeos.
Este es el caso de
Pasqual Giner. Y de su trabajo de muchos años en el mundo del cómic.
Como aficionado,
dando soporte siempre que fue menester a fanzines y ediciones de Joan
Navarro, de Albert Mestres y otros ilustres, con ideas y con trabajo.
Como profesional con dedicación a tiempo entero en Norma Editorial, como
grafista, maquetista y diseñador, sin que se reconociera su condición de
director artístico. Como estudioso y divulgador de la historieta
animando a unos y a otros a trabajar en investigaciones, mesas redondas
y exposiciones sobre la historieta... mientras que para sí fue perezoso
y escribió poco. Pero sacó tiempo para colaborar como grafista y
cartelista, un sí es no panfletario, con las gentes del “hecho
diferencial catalán”... Y vivió la ilusión de formar una extensa y muy
completa biblioteca documental sobre la imagen y muy específicamente
sobre la historieta.
Pasqual Giner
comenzó estudios superiores que nunca siguió y acabó dedicándose al
grafismo publicitario y político, por caminos que desconozco. Se
relacionó con gentes de la arquitectura, la pintura y el diseño de Arte,
comprometidos en mayor o menor grado con el sentido de la historia. Y,
al mismo tiempo, poco más o menos, con las gentes de los tebeos. Y si
bien su pensamiento permaneció fiel a los primeros, no pudo evitar que
sus sentimientos y su estética se decantasen por el colorido universo de
los héroes de papel.
Tras muchas
colaboraciones amateurs con Navarro, éste se lo llevó un día a Norma y
allí hizo de todo en todas las publicaciones de la editorial durante
muchos años. En Norma tuvo por compañeros, sucesiva y acumulativamente,
a Susa, Joan Navarro, Flor Castellanos, Profesor Sigrid, Enrique Sánchez
Abulí, Antoni Guiral, Laureano Domínguez Caamaño y tantos más, además de
tratarse con la flor y nata de los dibujantes españoles que en los años
80 y 90 colaboraban con Rafael Martínez, gran boss de Norma
Editorial. Y formó parte del Consejo de Redacción de la revista Cimoc.
Así durante muchos
años, en una constante actividad. Hasta poco antes de su muerte. Cuando
su mundo particular hizo aguas y, en paralelo, comenzó a vivir con
cansancio y cierta desgana su oficio (justo cuando éste se transformaba
y se hacía “otro” a causa del cambio tecnológico). Pasqual Giner fue
grafista y maquetista de los tiempos “heroicos”, cuando no existían
ordenadores y el “Letraset” aún era un invento revolucionario y el
montaje de originales una especie de “corta, pega y colorea” manual. Por
lo que, como tantas otras veces ha ocurrido, los grandes cambios
profesionales (sumados a los problemas personales) apartaron a Giner de
la primera línea de trabajo en el mundo de la historieta.
No se trata de un
caso aislado ni raro. Ocurre siempre que se producen innovaciones
radicales que afectan a una especialidad técnica. Unos profesionales se
adaptan a los cambios y otros muchos abandonan. En este caso se trata de
los diseñadores gráficos que en la primera mitad de los 90, en España,
no supieron y no quisieron adaptar sus capacidades al mundo de los
bytes y de los píxeles.
Hay ejemplos
cercanos, como los de José María Álvarez y Xavier Balmaña, grafistas que
tenían un pequeño estudio de diseño y publicidad, aficionados a los
tebeos, miembros del CAH, que solían dejarse caer muchos días al
atardecer por la librería Continuarà para curiosear las novedades,
comprar y echar un rato de palique. La suma de cuestiones personales y
el cambio tecnológico hicieron que Álvarez fuese dejando el grafismo,
para acabar, más tarde, creando la librería Cinelandia -a él como
librero debo con gratitud el cartel extragigante de En la Ciudad
Blanca, de Tanner, que preside mi rincón de trabajo, e ilumina con
la reparadora luz del Tajo el Pentium y demás máquinas de escritura y
trabajo-. Mientras que Xavi Balmaña, incapaz de adaptarse a los nuevos
rumbos que el ordenador imponía al diseño gráfico acabó, después de
varios tumbos, por libre elección y feliz, como mozo y jefe del almacén
de Glénat Editores. Acaba, prácticamente, de morir.
Pasqual Giner,
libre (en todos los niveles de su vida) y con algún dinero, pero sin una
obligación de trabajo diario, sin excesivas ilusiones ante la cara que
los años 90 presentaba, vivió su marcha de Norma Editorial, más un
cambio de domicilio, con su biblioteca en cajas... con un cansancio
vital creciente. Todo sumado le fue sumiendo en una depresión de la que
sus amigos no hicimos lo necesario para ayudarle a superarla.
Y un día se
encontró marginado por algunos, ignorado por una mayoría y casi olvidado
por todas las gentes del mundo del cómic.
En ese momento,
1996, 1997, Giner vivía en Poblesec (barrio popular por excelencia, muy
cercano al dominical Mercado de San Antonio), se repartía la propiedad
de un gato con otra vecina, se sabía marginado, estaba enfermo y se
dejaba deslizar por la vida sin ilusiones...
El 28 de febrero
de 1997 el padre de Pasqual Giner llamó a Joan Navarro que me llamó a
mí. Pasqual había muerto dos días antes. Nosotros nos encontrábamos en
Angoulême.
El tiempo pasa. Si
los frikis y otros aficionados de pro son incapaces de saber qué
editaba Bruguera antes de la “Era Ibáñez” o qué dibujantes realizaron
las historietas de la colección Hazañas Bélicas o qué personajes
protagonizaban las historietas cortas que Blasco dibujaba para El
Gran Chicos... es lógico también que los lectores de hoy sean
incapaces de decir, porque no los conocen, los nombres de todos aquellos
que ha contribuido a fabricar los comic books, los manga, las revistas
y los libros de cómics que acaban de comprar hoy mismo en su Comic-Shop
preferida
En estas
circunstancias ¿quién podría reprocharles que no recuerden el nombre,
que no sepan siquiera quién fue y qué hizo Pasqual Giner ?
Ello no impide que
el olvido -que en el fondo implica falta de cultura, puesto que la
historieta no es otra cosa que cultura- duela. Sobre todo si es un
olvido voluntario. Hace unos años, poco después de su muerte, propuse a
un editor de cómics que creásemos un “Premio de cómic Pasqual Giner”...
y aún tengo presente su respuesta negativa, e incluso diría que
despectiva hacia Giner. Me dolió. Me duele aún...
Ello es razón por
la que quiero agradecer a Jesús Cuadrado –una entre las varias que le
debo– el que en la dedicatoria de De la Historieta y su Uso, In
Memoriam, incluyese entre otros nombres (y singularizo): «[...] al
grafista Pasqual Giner [...]; se nos murieron, todos, como el rayo y sin
permiso» (página XIII, Tomo I).
Acabo con un texto
del propio Pasqual Giner, publicado en la revista Cimoc núm. 176
(marzo de 1996), como despedida de la misma, y que seis años
después sigue vigente: «[...] un adiós anunciado por los tiempos en los
que nos ha tocado vivir... o un hasta pronto esperado. [...] ahorrémonos
la lágrima furtiva y organicemos una cena, porque hay amistades que se
alejan, por las razones que sean, pero siguen siéndolo [...]»
Así sea. Y ojalá
la historia de la historieta llegase a guardar el recuerdo de la obra de
todos los profesionales, técnicos y colaboradores que le dieron vida y
hoy permanecen ignorados.
Anexo:
Sobre el CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DE LA HISTORIETA,
recién creado en
Barcelona, y al yo que me refería en mi anterior texto “Cosas de
Tebeos, 2”, quiero señalar que por alguna extraña confusión -o quizá
por no haberme sabido expresar correctamente en mi artículo de
referencia-, se produjo un yerro al leer mi escrito por parte de algunos
medios y de algún periodista del cómic, así como también de alguno de
los socios fundadores del Centro.
La confusión
consistió en que dichas personas creyeron que lo que yo escribía a
título personal como un reportaje sobre el tema... tenía el valor de un
COMUNICADO OFICIAL emitido por el propio Centro de Documentación de la
Historieta (CDH). No era así y ya lo desmentí en su momento a las
personas que me comunicaron su confusión. Ahora vuelvo a hacerlo de
forma general y pública.
Debe pues
entenderse que si bien los datos y hechos sobre los que informo y hablo
aquí, o los mini estudios que en esta Sección pueda entregar a los
lectores, están documentados y confirmados hasta dos veces y son
ciertos... siempre lo son desde el aval de mi propia firma, ya que yo
escribo aquí solo en nombre propio y nunca en nombre de ninguna
institución, empresa o similar.
Y respecto al CDH
ya es una realidad la presentación de los Estatutos del Centro a las
instancias oficiales para su aprobación. Así como la constitución de su
primera Junta Directiva (provisional), que está constituida por: Aleix
Aleu (impresor y editor); José María Berenguer (editor); Jordi Coll
(redactor y editor); Pilar Gutiérrez (Directora Salón del Cómic);
Antonio Martín (historiador y editor); Albert Monteys (dibujante); Joan
Navarro (estudioso y editor); y Ferrán Velasco (librero). Todos los cuales
forman parte del CDH y de su Junta Directiva en nombre propio y NO
representando a ningún sector de la profesión (tal y como yo
erróneamente escribía anteriormente)
También es realidad
que el local que es sede social del CDH (c/ Palau, 4, Bajo 08002 -
Barcelona) se está habilitando a marchas forzadas, para la inmediata
puesta escalonada en funcionamiento de su Hemeroteca de tebeos, de su
Biblioteca de bibliografía teórica sobre la historieta, Sala de
exposiciones y otros Servicios, primeros que se ofrecerán a los Socios.
A este respecto la Junta Directiva del CDH ha establecido cuatro
categorías de Socios, según las cuotas anuales a satisfacer.
También se prepara
la “presentación en sociedad del CDH”, que tendrá lugar muy posiblemente
con la celebración de una fiesta, en la que se plantearán los objetivos
de la sociedad y la apertura de la misma a cuantos quieran integrarse en
el CDH como socios.
De
todo ello informará oportunamente, y pronto, el CDH, tanto mediante un
boletín como por un correo electrónico informativo que se dirigirá a
cientos de personas (profesionales de la historieta, editores,
estudiosos, lectores, aficionados, críticos, coleccionistas...)
invitándoles a formar parte del Centro de Documentación de la
Historieta. Mientras, quienes lean esta nota y quieran ampliar su
información pueden hacerlo dirigiéndose directamente al Centro de
Documentación de la Historieta, Junta Directiva, calle Palau 4 Bajo.
08012 Barcelona. |