TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

DE MIL HUMORES / 3

Fotografía de Gonzalo Martínez  

por ANA von REBEUR  


Roberto Fontanarrosa: El historietista esencial.


PRESENTACIÓN EN SOCIEDAD

Dice que revisó su árbol genealógico y encontró que la mamá de Cristóbal Colón portaba su propio apellido, por ende asegura que él mismo es descendiente directo de Colón. No le sientan mal los genes, ya que en cierta forma Fontanarrosa fue un redescubridor de la historieta.

Contando ese dato con absoluta desfachatez comienza Roberto Alfredo Fontanarrosa las charlas y conferencias –abundantes por cierto- adonde lo invitan. De lejos parece callado, pequeño, con una cara que en sí misma es una caricatura viviente: ojos saltones inquisidores, sonrisa de gnomo, poses “cancheras” y gestos pícaros. Pero al comenzar a hablar se agiganta, merced a una absoluta complicidad que logra entre sus admiradores y él.

Adonde vaya, lo acompaña su editor, Daniel Divinsky (antes, también, Lilian, hoy su ex esposa), que se ríe con ganas de cada una de sus ocurrencias, y queda claro que es su más ferviente fan. Fontanarrosa se hace el tímido, pero cuando toma el micrófono no para de hablar. Queda claro que su vida y obra lo fascinan, y por contagio fascina a los que la siguen de cerca, lo que siempre es cosa grata. Se va por las ramas, de una tema pequeño hace un tema inmenso, para cualquier cosa tienen una anécdota –«El aeropuerto de La Paz en Bolivia está a una altura tan grande que se llama El Alto. Para aterrizar, los aviones tienen que subir...¡y para despegar, bajan!»- y cada tanto tienen que consultar a los demás por dónde iba la charla y cuál era la pregunta, porque la dejó en el camino. Roberto Fontanarrosa encuentra solo el camino, pese a que se va por las ramas como un mono loco. Se coordina y descoordina solo, se ríe de todo y en su sarcasmo infinito no se toma en serio nada más que al dibujo y la escritura, que finalmente es su legado esencial.

En agosto de 2002, este gran autor viajó a Turquía para participar como jurado del gran premio del humor gráfico internacional que organiza la Fundación Aydin Dogan, y que congrega el récord de envíos de trabajos cada año (más de 5000). Yo había ganado un Award of Success en el mismo festival, y los organizadores me preguntaron por Fontanarrosa y me pidieron que los contactara con él, por lo cual él me envió su currículum que transcribo para que vean como se autodefine:

«Roberto Alfredo Fontanarrosa nació el 26 de noviembre de 1944 en Rosario, ciudad, donde aún, empecinadamente, vive. La finalización de la Segunda Guerra Mundial, menos de un año de la fecha de su nacimiento no puede atribuirse a otra cosa que una simple coincidencia, pese a que, algunos historiadores, han tratado de asignarle a esta concatenación de hechos características francamente mesiánicas.

Fontanarrosa cursa la escuela primaria y abandona los estudios secundarios prolijo, donde los había encontrado (Segundo año). Trabaja después varios años en publicidad, donde advierte que el humor y el sexo son los temas más vendedores. Totalmente, se dedica al humor. En el año 1968 comienza a publicar humor en la revista "Boom" de Rosario. A partir del año 1972 lo hace también en la revista "Hortensia" de Córdoba y un año después en el diario "Clarín" de Buenos Aires. Actualmente, tiene publicado trece libros de su personaje "Inodoro Pereyra", ocho su personaje "Boogie, El Aceitoso" y tan solo uno de "Superman", personaje donante de esperma que, por sus mismas características se agotó rápidamente... Ha hecho selecciones de sus chistes sueltos en los libros "Quien es Fontanarrosa' "Fontanarrisa". "Fontanarrosa de penal", "Fontanarrosa y la política", "Fontanarrosa y la pareja", "Fontanarrosa y el sexo", "El segundo sexo de Fontanarrosa" y "Fontanarrosa y los médicos". También publicó historietas sin tema fijo en "Continuará". Ha publicado dos novelas, "Best Seller" y "El área 18", y cuatro libros de cuento cortos, siempre en tono humorístico: "Los trenes matan a los autos", "El mundo ha vivido equivocado", "No sé si he sido claro" y "Nada del otro mundo". Trabajó para las revistas "Humor" y "Fierro" y en el diario "Clarín". Lo hizo también en la revista "Proceso" de México, "Dedeté" de Cuba, "La Semana Cómica" de Nicaragua y “L'eternauta" de Italia. Colabora con otras revistas, comprándolas. Asistió, como colaborador creativo, al grupo humorístico Musical Les Luthiers.»

EL TOQUE DE MIDAS

Una cosa que distingue a Fontanarrosa de los demás dibujantes es que escribe con la misma agilidad y facilidad con la que dibuja. Sus libros de cuentos se han reproducido en diarios y revistas, y han sido llevados a versiones tetarles espléndidas, como es el caso de La mesa de los galanes y otras obras. Tienen la suerte de poseer una imaginación inagotable. Fanático confeso del fútbol, escribió un maravilloso libro sobre el fútbol de antaño, y suele ser cronista deportivo-humorístico del suplemento deportivo del diario Clarín, para el cual ideó un personaje delirante, la Hermana Rosa, una suerte de pitonisa que viaja con los futbolistas a los torneos augurando resultados de los partidos.

Todo lo que toca se convierte en oro, por eso es que lo reclaman tanto. Cantidad de escritores lo persiguen pidiéndole permiso para reproducir un dibujo suyo en sus páginas o para que asista a presentaciones de libros y conferencias abiertas. Vive bajo una demanda permanente de creatividad perpetua.

En una entrevista de Oscar Raúl Cardoso, que publicó el diario Clarín en el año 2000 confesó que su mayor temor es que no se le vaya a ocurrir nada más: «Recuerdo que esta misma pregunta se la hicieron a Quino en una mesa redonda. Y citó el miedo, pero agregó algo muy racional: "Siempre he tenido ese temor. Pero después pienso: si hasta ahora se me han ocurrido, ¿por qué de golpe no se me va ocurrir más?" Yo siento el temor de repetirme, de empezar a emplear un lenguaje absolutamente obsoleto. Uno lo compensa con lo que escucha, lo que lee y con el contacto con jóvenes. Pero hay una limitación, tampoco podés tomar para vos ese lenguaje nuevo porque es impostado, ya no te corresponde. Y del otro lado te acecha el anacronismo. También me doy cuenta de que uno va interiormente tratando de asimilar la idea de que ya no queda mucho tiempo. Por eso siempre trabajo como si me fuera a morir mañana. Es una ventaja que el trabajo que hago pueda hacerse hasta muy viejo. Llegado el caso en que mañana no pueda dibujar, escribiré.» A nadie la caben dudas de que seguirá haciendo ambas cosas al mismo tiempo.

Ponencia con Caloi, Quino, Fontanarrosa, Von Rebeur y NikCONSUMIDOR DE HISTORIETAS

Como todo buen dibujante, vivió una infancia sumergida en historietas humorísticas como Patoruzú e Isidoro (del argentino Dante Quinterno) y de aventuras que venían en álbumes como Intervalo, Rayo Rojo, Sargento Kirk y El Tony. Obviamente, comenzó copiando el estilo de su historieta favorita que era Pepe Dinamita, una publicación de El Tony. Por un equivocadísimo consejo de su padre –«A vos que te gusta el dibujo, tenés que ir al industrial»-, comenzó el secundario en un industrial que abandonó, dada su certeza de considerar a las matemáticas como una «depravación espiritual acentuada. (...) En la escuela secundaria era un vegetal. No hacía nada de nada.»

Como ya no podía desgranar su gusto por la historieta dibujando con compañeros de escuela, como lo había hecho en los años de primaria, al abandonar el colegio el padre –«Si no estudiás, vas a trabajar»- le consiguió un empleo en una agencia de publicidad, para que saliera de una soledad, una inacción y un mutismo atroces. De allí pasó a trabajar en la revista Boom de Rosario, su ciudad natal, que es el segundo puerto argentino. Uno de los redactores de la misma -Juan Martini, ahora novelista- le facilitó buena literatura que lo inspiraron a escribir cuentos, que se publicaron entonces con el nombre de Fontanarrosa te la cuenta y se reeditaron recientemente con el nombre de Los trenes matan a los autos. Él nos la cuenta: «Uno escribe lo que le gustaría leer. Y leer tienen que ser divertido para que te impulse a escribir. En la escuela a los chicos les hacen leer cosas con un lenguaje arcaico, como El Mio Cid, y es una pena, porque se aburren y luego de tener que leer eso obligatoriamente no quieren leer nunca más nada».

La fama le trajo el problema de que hay que terminar las entregas en término y queda poco tiempo para la creatividad por el propio gusto de ella. Está convencido de que la cantidad arruina la calidad. Busca ideas sin parar, hasta de libros antiguos de exploradores españoles por América meridional, como el de un tal Diego de Azara que describía hormigas con gran precisión. Dice que unas ideas funcionan solas, y otras pegadas a otras, y que los libros son como los CDs: dos temas buenos y el resto, acompaña.

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 [ Edición para Tebeosfera 021127 ]