Afortunadamente,
ASTIBERRI EDICIONES, S.L., gestionada por FERNANDO TARANCÓN y
JESÚS SERRANO MATEO, publica la secuela de LAS AVENTURAS DE
LUTHER ARKWRIGTH bajo la colección ALTER CÓMICS, un
poderoso esfuerzo de ingenio en una edición potente, bocado
selecto que NO conviene ignorar, ocasión de redimirse en caso de
haber adquirido Steampunk, mediocre labor de JOE KELLY y
CHRIS
BACHALO.
La
obra se reseña en su conjunto, tal como el autor desea, pues
contempló su trabajo como una unidad y como tal merece ser
analizada, no en sus volúmenes constituyentes.
Datos técnicos.-
Título: Heart of Empire or the Legacy of Luther Arkwright.
Novela
gráfica que compila los núms. 1 a 9 de la serie de comic books
originales, con añadidos publicado en 1999 y cuyo contenido
oscilaba entre las 25-45 páginas, agrupado en 3 volúmenes de 132
páginas. Material Dark Horse. Cadencia mensual, editados en
2003. Formato: 24 x 17 cm. Barrocas portadas por el autor, Bryan
Talbolt, coloreadas por Angus McKie. Buena encuadernación.
Palabra clave: SINCRONICIDAD. Leerla cuesta 14 euros unidad.
Traduce, rotula y maqueta: RAÚL SASTRE.
Guest starring: KENNY R2D2 BAKER.
Cameos: DIANA SPENCER, ANTHONY BLAIR, MICHAEL MOORCOCK, JACK
NICHOLSON, ARNOLD SCHWARZENNERGER, muchos más.
¿Quienes lo hacen?-
BRYAN
TALBOT lo escribe, dibuja y entinta. Prodigioso color de ANGUS
MCKIE.
Colaboran: JOHN COULTHART, DAN JACKSON, NEIL GAIMAN y DAVE
MACKEAN.
¿De qué va?-
Bilioso
cuento de hadas para mayorcitos con alto contenido esotérico,
encuadrado en el Multiverso (invento/árnica literario de
Moorcock de prodigiosa elongación) con acento cockney
cuyo argumento gira en torno a la aniquilación de éste.
Secuela de
Las aventuras de Luther Arkwrigth (publicadas por
Astiberri) protagonizadas por su hija, Victoria, saturada de
sátira sociopolítica, acción, mofa, personajes inefables y
esoterismo.
Aunque
secuela, funciona independientemente bien del primer relato. A
falta de su lectura para contrastarlo, parece que esta
continuación es mejor.
El legado de L.A.-
Londres,
referente de la Metrópolis de Fritz Lang, capital mundial,
rebosa lujo y ostentación, mientras la mayoría de sus ciudadanos
mueren en la peor miseria. Su corte, corrupta y sanguinaria,
hervidero de intrigas y golpistas, es gobernada implacablemente
por la Imperatrix Ana hasta la extenuación (en sentido literal).
Es la semana del 23º aniversario de la victoria sobre las
fuerzas de la Dictadura Militar Purista de la Commonwealth de
Cromwell, a una semana del Cataclismo.
Su
prólogo, en Roma, delata que se trata de una obra al estilo
Moore (Alan).
El
Papa expira y encomienda a Barberini, trasunto del Mr. Chance de
Pluncket y Macleane, ejecutor vaticano dotado, como otros
nacidos 23 años atrás resultado del fenómeno denominado El
Grande, de poderes psíquicos, comunicarle a la Emperatriz
que Inglaterra debe someterse al poder de Roma, conforme a una
revelación divina. Su negativa supondrá su ejecución y la de la
familia real.
Victoria, la protagonista, joven, enérgica, de marcado y
contradictorio carácter, supervisa los fastos. Se topará con
Maurice Williams, agitador político de trajín, que nos
introducirá en este culebrón cockney palaciego y el resto
del elenco, como los periodistas del Picture Post: Hiram
Kowalsky (quien repite saga), su aprendiz negra, Angela Russ,
(agente encubierta de la CIA), de Nueva Amsterdam (por aquí,
Nueva York), procedentes de UCA (Colonias Americanas Unidas),
pacífico y agrícola, contrapunto de la expansionista Inglaterra.
Kowalsky será un valioso guía sobre episodios acontecidos en la
primera saga.
Mientras, la decadente y sifilítica corte, dividida
entre los conspiradores Sufragistas (o demócratas) y Futuristas
(fascistas) del Conde de Nothumbertland, planean matar a la
Familia Real y detentar el poder. La Emperatriz aparece como su
Pax Británica, cuyo poder es mucho más vasto y terrible del que
aparenta y manifiesta. Subsiste vampirizando fuerza vital al
modo de los cosmovampiros de Lifeforce, recuperando
belleza y tejido temporalmente.
Aventuras más tarde, Victoria manifestó poderes mentales (tiene
23 años), conocimos a Fairfax, moribunda colección de achaques,
Lady Di (cuya presencia resultó polémica, dado el veloz proceso
de sacralización que su figura estaba padeciendo, según confiesa
Talbot), encerrada en un manicomio, a Gabriel Shelley (calco del
difunto L.A.) y casi hermano gemelo de Victoria,
líder de las clases bajas que anhelan respirar en libertad, y
supimos que hay cientos de desapariciones en Londres anualmente
que nadie investiga. Victoria, por su entrevista con la demente
lady Di, conoce los sucesos acaecidos en la muerte de su hermano
gemelo, asesinado por un comando terrorista. Esto conmocionó
profundamente a Ana, la cual, como suprema hechicera, puso en
marcha acontecimientos casi irreversibles de trascendental
importancia (y que conforman el núcleo de la historia).
Mientras, Barberini fracasa en su doble misión, debido a sir
R2D2 Baker.
Entre tanto, el cameo holográfico de Michael Moorcock (el
rallante personaje WOTAN), los niños novus (nacidos 23
años atrás y por tanto, con poderes mentales) y Rose Wylde, una
psíquica de grandes facultades, remedo de la Juez Cassandra
Anderson, intentan, desde una instalación científica que
controla estas anomalías, impedir la aniquilación del
Multiverso.
Victoria, aniquila con una onda psíquica a unos Futuristas
cuando intentaban violarla y matarla, o al revés. Se reencuentra
con su padre, L.A., en plan Monje Antibalas, y no hay gran
regocijo.
L.A.
revitaliza a Fairfax (menudo favor nos hace), y en su compañía y
la de Victoria, asaltan el palacio real, donde todo mal radica.
Exceptuando los que intentan impedir el fin del Multiverso,
todos, con perfecta SINCRONICIDAD, convergen para destruir a
Ana.
Barberini ajusta cuentas con sir R2D2. Su valiente agonía abarca
las páginas 206 a 227, en la cual acaece su glorioso the end.
El
bizarro franciscano de la bragueta atestada de pinchos (hacia
fuera) tiene la descortesía de interrumpir una orgía de la
Emperatriz a tiros. Al fin, L.A. charla con la moribunda Ana que
yace entre los restos de Barberini, quien debió tener más
pinchos en los nudillos y menos en los calzones. Llegado el
clímax, entonces…
¿Qué tenemos aquí?-
El acopio de datos de Talbot a lo largo de años, cuyo fruto es
esta obra sustanciosa, sólida, compendio de sus filias y fobias.
Agrada leer un cómic que cuente algo en una industria últimamente
enfocada al saqueo del lector y la banalidad, insustanciales
tramas y acción desleída. Quizás el Comic Code desapareciera de
ciertas portadas, pero su letra y espíritu perdura en muchos
corazones y mentes. El corazón del Imperio – el legado de
Luther Arkwrigth no es uno de esos cómics. Posee interés,
intensidad, gracia y talento. Está perfectamente narrado,
sostiene su misterio y puedes discrepar o asentir con lo que
cuenta y su calidad, pero es, indiscutiblemente, BUENO.
Todos los defectos grandes y pequeños.-
Por supuesto, tiene fallos, pero sus imperfecciones carecen de energía
para perjudicarle. Chocan más sus ausencias; algunas hubiesen
incrementado su interés, dado más technicolor al resultado. La
ausencia más notable, en una obra que aborda explícitamente el
tema, es la del Gran Divulgador, oficioso valido de la
Emperatriz Victoria, de RUDYARD KIPLING y su concepto de EL
SAGRADO DEBER de convertir Inglaterra el mundo. El corazón
es una transposición de dicho Deber, de esa Inglaterra
soberana del mundo, que en esta obra lo acapara, no mediante
astutos tratados o contratos, sino mediante las armas y la
política de tener de rehenes a los hijos de los reyes rivales
para asegurar su sumisión. Cuando, por boca de Gabriel Shelley,
Talbot denuncia el imperialismo de su patria y enumera ciertos
países, omite Gibraltar. Gran Bretaña, reconoce él, hizo muy mal
apoderándose de Esto y Aquello, sometiendo a sus ciudadanos a su
pax, pero que conste: Gibraltar granbretano. Los
españoles plantean un absurdo
El corazón,
se nos cuenta, sufrió un largo periplo editorial antes de
recalar en DARK HORSE. Al final de su lectura, se sospecha que
el plan original no contenía un happy end, sino que
Talbot era honesto a las fuertes influencias que impregnan su
relato y se ceñiría a las argucias britanas habituales de Moore
(Alan) y Moorcock, arrasaba con todo pero consentía una débil
esperanza para no concluir en tono sombrío la saga.
El bonito y lírico final es aceptable y razonable, pero suena
artificial. Impuesto, porque el Editor quería boda, pastel y
perdices, el modo americano de terminar.
Dicha imposición se extiende a la salvación de determinados personajes:
ANGELA RUSS (negra); KOWALSKY (judío), SHELLEY (ario), salen
ilesos pese a que volaban balas y se vendía baratas las vidas en
esas viñetas.
¿Quiénes caen? Todos los malos porque lo son. Vale, es una historia del
Bien Triunfante, pero como tiene esas referencias, igual ocurría
un macabro giro del destino y algún villano sobrevivía para
hacer puñeterías posteriores…
Ejemplo: Hirts muere de un modo que Talbot considera apropiado.
Pero este fin tiene un doble filo; aplastado por una alegoría
vaticana del cordero y la cruz, en lo alto de una columna que
sale frecuentemente. Talbot, en el apéndice, expone sus motivos,
pero… ¿quiere realmente indicar, en una obra atestada de
simbolismos, que la fe católica triunfará aplastando a los
disolutos anglicanos? ¿O que el catolicismo mata?
Muere el siniestro Kray porque para eso es el malo fascista.
Talbot destripa su obra excesivamente. La magia acumulada en sus
páginas es anulada en los completos apéndices que cierran cada
tomo, sospechosamente similares a los de UNCLE SAM,
de STEVE DARNALL y ALEX ROSS. Es divertido saber que Kenny Baker
se prestó para la obra, pero, ¿debemos saber que hasta la más
insignificante cita tiene autor? Cállatelo. Parecerás realmente
brillante. Es un truco habitual de la profesión, ¿no?
Elabora una lista con todas las influencias recibidas. Habla de
JERRY CORNELIUS y varias más. Lo que calla es que su obra no
obtiene sus recursos de donde él dice, sino de otro lado.
El
tomo 2 convence al lector familiarizado con la obra de Moorcock
y el Multiverso que mucho de El corazón corresponde a
EL BASTÓN RÚNICO. Puede ser que todo el Luther Arkwrigth
I fuese Cornelius, pero no esta segunda saga. Los
elementos son excesivamente cantosos: La corte corrupta del
Imperio Granbretán, su milenario emperador inmerso en una
burbuja llena de líquido preservante, retorcido, vil,
frecuentemente saneado con sangre de jóvenes, las luchas
intestinas y palaciegas, la aprensiva princesa y futura
emperatriz del imperio, ante Hawkmoon…
La
misma destrucción a que encamina su Universo coincide con otro
acontecimiento del Multiverso: LA CONJUNCIÓN DEL MILLÓN DE
ESFERAS, que une las principales encarnaciones del Campeón
Eterno, ubica la elusiva Tanelorn y permite victoria al Caos, la
Ley o el Equilibrio, en sucesivos planos.
Y se
pueden añadir títulos tributarios a esta obra, pero los
expuestos ya son buen ejemplo de la mecánica de relojería del
reloj del señor Talbot.
La
impresionante galería de cameos hubiera ganado volumen
incluyendo otros personajes. CHRISTOPHER LEE hubiese sido un
excelente Eugene Kray; otro acierto hubiese sido ROWAN
ATKINSON, un excelente conspirador como el infame Edmund
Blackadder. Ya que estábamos por sacar relumbrones… Pende la
sospecha que a travñes de la figura de Kray Talbot trataba de
satirizar al fundador de los boy scouts y director del Scotland
Yard que investigó los sucesos de Jack el Destripador. No lo es.
(Por cierto, ni una sílaba sobre el cirujano de la emperatriz
Victoria en esta obra, W. Gull, en una obra tan a huevo para
él.) Sobre Kray, finalmente, cabría pensar que en realidad tomó
ese nombre de los hermanos criminales que durante un tiempo
fueron azote criminal en Inglaterra. Pero no; retrata a un
palurdo hedonista con pinta de Himmler.
Su
sentido de la cronología convence menos que Lawrence Fishburne
en Matrix. Todo el barullo inicial a lo steampunk,
la moda y los complementos, sugieren 1905, y en realidad parece
que estamos en 1997, afirmadas con las presencias de Lady Di y
Tony Blair, los ulanos con M16…
Adrede se ha referido a Luther Arkwritgh como L.A., de modo
sarcástico, pues son las siglas de Los Ángeles. Talbot da una
radical importancia a los ángeles en su obra. Abundan. Los
azules aplicados por McKie indican que pasó un ángel, y
que los personajes en azul, lo son, o lo aparentan. Angela Russ
se llama así para ratificar la importancia que tienen para él.
Este
y otros ejemplos similares remiten a aquella moda, más que un
género, un tanto absurda y a la desesperada, que hubo a finales
del siglo XX y comienzos del XXI, de las colecciones de
ángeles y demonios (como ese megabluff, Ascensión)
y que muy escaso éxito obtuvo, desmintiendo los efusivos
comentarios publicados en algunas de esas colecciones. Lo más
potente y realmente exitoso que se recuerda es PREDICADOR,
de ENNIS/DILLON y ocasionalmente, TALBOT, sin hilar fino al
respecto.
Odiosas comparaciones.-
Como
Moore, Talbot también cuaja su obra de símbolos masones, lo
cual, invariablemente, te lleva a pensar en
LA LIGA DE
LOS EXTRAORDINARIOS GENTLEMEN,
pues ambas obras poseen demasiados paralelismos como para ser
accidentales.
Talbot se ciñe a lo de la SINCRONICIDAD (algo así como que
todo ocurre cuando debe; el Universo determinista que tanto
temía y odiaba MARK TWAIN) para explicar cosas, y acaba
pareciendo una coartada cómoda, porque hasta ambas historias son
originarias de 1999. Suena como a que Moore (Alan) y Talbot
coincidieron en alguna parte, una convención o una taberna, y
empezaron a hablar. A Moore (Alan) se le escapó algo y Talbot,
que llevaba años dándole vueltas a la secuela, pero sin
encontrar la clave adecuada y, SÚBITAMENTE la vio. El relámpago
en la noche.
No
es tampoco una historia sesuda al estilo Moore (Alan). Es
cockney, basta, rozando lo chabacano. ¿Mejor que La liga
de los extraordinarios? No. Ni tampoco inferior. Empatan, y
quizás el dibujo de KEVIN O´NEILL lleve a destacar, por su
desparrame macabro, a La liga de los extraordinarios,
pero ahí está el asombroso color de Mckie, que vuelve a
empatarlas. El trabajo de Moore (Alan) es mucho más pulcro y
refinado, calidad de pantalla de plasma frente a la de tubos
catódicos de Talbot. Cierto es que ambas obras comparten
demasiado en casi todo y lo que las diferencia es la estilizada
aptitud de un autor y el lenguaje cuartelero del otro.
Imponer una sobre la otra es, en todo caso, un asunto
particular.
¿Merece la pena?-
¡Y tanto! Lo genial de El corazón es que es BUENO de veras. No
lo finge. No lo aparenta. Los fallos resaltados carecen de
sustancia para perjudicarle. CUENTA ALGO, de un modo
INTERESANTE, cuando no INTELIGENTE, y cumple con la máxima que
toda obra de debe respetar: ENTRETIENE.
Irónicamente, la grandeza de obras como éstas se aprecia
contrastadas con verdaderos camelos estilo Steampunk,
cuya aparatosa promoción aseguraba que superaba a WILD WILD
WEST. ¡Absurdo! Steampunk no es más que un
jactancioso capricho de sus reputados autores; la Editorial
husmeó posibilidades en un género aparentemente novedoso y que
experimentaría un tirón, dándole luz verde. Relevaba al género
de ángeles y demonios. Porque, ¿qué cuenta Steampunk?
Aparentemente, mostrar el elenco, al tío del brazo mecánico
enorme funcionando a vapor y a una cibernetizada Victoria Rex, y
más mamarrachos. Pero ¿de qué va? ¿Alguien lo sabe?
¡Y encima
amenazan con una tercera saga!
No caben sino elogios para el color de ANGUS MACKIE, celebrado
ilustrador de ciencia ficción, sobre todo, pese a contar con su
propio bagaje en el cómic, esparce por sus viñetas una riqueza
de matices y tonos (recuerdan a los de Legris en Hard Boiled),
otorgando una calidad, tacto, dimensionalidad, calor y
complejidad al dibujo, que reverbera en la memoria. Es sin duda,
de lo MEJOR de la obra.
Parece que se avecina una profusión de obras del carácter de la
reseñada, en venta, en imprenta, o que jamás llegarán a nuestras
costas, una alternativa al habitual cómic de superhéroes, rayo
incesante.
Saludemos la llegada de este género siempre y cuando nos
vayan a aportar la calidad y amenidad de las historias
mencionadas anteriormente (exceptuando ya-sabes-cuál).
La viñeta.-
La
página 46: la brutal y fría arrogancia de Ana, Imperatrix Mundi.
La frase.-
«¡La
gente se muere de hambre y estos cabronazos se andan con
chorradas sobre lo que comen!» (Kowalsky vs. Los
Vegetarianos.)
Lo mejor.-
Que es una
gran historia en todos los sentidos. Y el color.
Lo peor.-
El título. |