TEBEOSFERA \ SECCIÓN

HISTORIAS FRONTERIZAS  /  2

 

por ANTONIO SANTOS  


HECATOMBE A LA HORA DEL TÉ.


«Agrada leer un cómic que cuente algo en una industria últimamente enfocada al saqueo del lector y la banalidad, insustanciales tramas y acción desleída.»

         Afortunadamente, ASTIBERRI EDICIONES, S.L., gestionada por FERNANDO TARANCÓN y JESÚS SERRANO MATEO, publica la secuela de LAS AVENTURAS DE LUTHER ARKWRIGTH bajo la colección ALTER CÓMICS, un poderoso esfuerzo de ingenio en una edición potente, bocado selecto que NO conviene ignorar, ocasión de redimirse en caso de haber adquirido Steampunk, mediocre labor de JOE KELLY y CHRIS BACHALO.

         La obra se reseña en su conjunto, tal como el autor desea, pues contempló su trabajo como una unidad y como tal merece ser analizada, no en sus volúmenes constituyentes.

Datos técnicos.-           

Título: Heart of Empire or the Legacy of Luther Arkwright. Novela gráfica que compila los núms. 1 a 9 de la serie de comic books originales, con añadidos publicado en 1999 y cuyo contenido oscilaba entre las 25-45 páginas, agrupado en 3 volúmenes de 132 páginas. Material Dark Horse. Cadencia mensual, editados en 2003. Formato: 24 x 17 cm. Barrocas portadas por el autor, Bryan Talbolt, coloreadas por Angus McKie. Buena encuadernación. Palabra clave: SINCRONICIDAD. Leerla cuesta 14 euros unidad. Traduce, rotula y maqueta: RAÚL SASTRE.

Guest starring: KENNY R2D2 BAKER.

Cameos: DIANA SPENCER, ANTHONY BLAIR, MICHAEL MOORCOCK, JACK NICHOLSON, ARNOLD SCHWARZENNERGER, muchos más.

¿Quienes lo hacen?-

BRYAN TALBOT lo escribe, dibuja y entinta. Prodigioso color de ANGUS MCKIE. Colaboran: JOHN COULTHART, DAN JACKSON, NEIL GAIMAN y DAVE MACKEAN.

¿De qué va?-

Bilioso cuento de hadas para mayorcitos con alto contenido esotérico, encuadrado en el Multiverso (invento/árnica literario de Moorcock de prodigiosa elongación) con acento cockney cuyo argumento gira en torno a la aniquilación de éste.

Secuela de Las aventuras de Luther Arkwrigth (publicadas por Astiberri) protagonizadas por su hija, Victoria, saturada de sátira sociopolítica, acción, mofa, personajes inefables y esoterismo.

Aunque secuela, funciona independientemente bien del primer relato. A falta de su lectura para contrastarlo, parece que esta continuación es mejor.

El legado de L.A.-

            Londres, referente de la Metrópolis de Fritz Lang, capital mundial, rebosa lujo y ostentación, mientras la mayoría de sus ciudadanos mueren en la peor miseria. Su corte, corrupta y sanguinaria, hervidero de intrigas y golpistas, es gobernada implacablemente por la Imperatrix Ana hasta la extenuación (en sentido literal). Es la semana del 23º aniversario de la victoria sobre las fuerzas de la Dictadura Militar Purista de la Commonwealth de Cromwell, a una semana del Cataclismo.

         Su prólogo, en Roma, delata que se trata de una obra al estilo Moore (Alan).

         El Papa expira y encomienda a Barberini, trasunto del Mr. Chance de Pluncket y Macleane, ejecutor vaticano dotado, como otros nacidos 23 años atrás resultado del fenómeno denominado El Grande, de poderes psíquicos, comunicarle a la Emperatriz que Inglaterra debe someterse al poder de Roma, conforme a una revelación divina. Su negativa supondrá su ejecución y la de la familia real.

         Victoria, la protagonista, joven, enérgica, de marcado y contradictorio carácter, supervisa los fastos. Se topará con Maurice Williams, agitador político de trajín, que nos introducirá en este culebrón cockney palaciego y el resto del elenco, como los periodistas del Picture Post: Hiram Kowalsky (quien repite saga), su aprendiz negra, Angela Russ, (agente encubierta de la CIA), de Nueva Amsterdam (por aquí, Nueva York), procedentes de UCA (Colonias Americanas Unidas), pacífico y agrícola, contrapunto de la expansionista Inglaterra. Kowalsky será un valioso guía sobre episodios acontecidos en la primera saga.

        Mientras, la decadente y sifilítica corte, dividida entre los conspiradores Sufragistas (o demócratas) y Futuristas (fascistas) del Conde de Nothumbertland, planean matar a la Familia Real y detentar el poder. La Emperatriz aparece como su Pax Británica, cuyo poder es mucho más vasto y terrible del que aparenta y manifiesta. Subsiste vampirizando fuerza vital al modo de los cosmovampiros de Lifeforce, recuperando belleza y tejido temporalmente.

        Aventuras más tarde, Victoria manifestó poderes mentales (tiene 23 años), conocimos a Fairfax, moribunda colección de achaques, Lady Di (cuya presencia resultó polémica, dado el veloz proceso de sacralización que su figura estaba padeciendo, según confiesa Talbot), encerrada en un manicomio, a Gabriel Shelley (calco del difunto L.A.) y casi hermano gemelo de Victoria, líder de las clases bajas que anhelan respirar en libertad, y supimos que hay cientos de desapariciones en Londres anualmente que nadie investiga. Victoria, por su entrevista con la demente lady Di, conoce los sucesos acaecidos en la muerte de su hermano gemelo, asesinado por un comando terrorista. Esto conmocionó profundamente a Ana, la cual, como suprema hechicera, puso en marcha acontecimientos casi irreversibles de trascendental importancia (y que conforman el núcleo de la historia).

         Mientras, Barberini fracasa en su doble misión, debido a sir R2D2 Baker.        

         Entre tanto, el cameo holográfico de Michael Moorcock (el rallante personaje WOTAN), los niños novus (nacidos 23 años atrás y por tanto, con poderes mentales) y Rose Wylde, una psíquica de grandes facultades, remedo de la Juez Cassandra Anderson, intentan, desde una instalación científica que controla estas anomalías, impedir la aniquilación del Multiverso.

         Victoria, aniquila con una onda psíquica a unos Futuristas cuando intentaban violarla y matarla, o al revés. Se reencuentra con su padre, L.A., en plan Monje Antibalas, y no hay gran regocijo.

         L.A. revitaliza a Fairfax (menudo favor nos hace), y en su compañía y la de Victoria, asaltan el palacio real, donde todo mal radica. Exceptuando los que intentan impedir el fin del Multiverso, todos, con perfecta SINCRONICIDAD, convergen para destruir a Ana.

         Barberini ajusta cuentas con sir R2D2. Su valiente agonía abarca las páginas 206 a 227, en la cual acaece su glorioso the end.

         El bizarro franciscano de la bragueta atestada de pinchos (hacia fuera) tiene la descortesía de interrumpir una orgía de la Emperatriz a tiros. Al fin, L.A. charla con la moribunda Ana que yace entre los restos de Barberini, quien debió tener más pinchos en los nudillos y menos en los calzones. Llegado el clímax, entonces…

¿Qué tenemos aquí?-

         El acopio de datos de Talbot a lo largo de años, cuyo fruto es esta obra sustanciosa, sólida, compendio de sus filias y fobias.

Agrada leer un cómic que cuente algo en una industria últimamente enfocada al saqueo del lector y la banalidad, insustanciales tramas y acción desleída. Quizás el Comic Code desapareciera de ciertas portadas, pero su letra y espíritu perdura en muchos corazones y mentes. El corazón del Imperio – el legado de Luther Arkwrigth no es uno de esos cómics. Posee interés, intensidad, gracia y talento. Está perfectamente narrado, sostiene su misterio y puedes discrepar o asentir con lo que cuenta y su calidad, pero es, indiscutiblemente, BUENO.

Todos los defectos grandes y pequeños.-

Por supuesto, tiene fallos, pero sus imperfecciones carecen de energía para perjudicarle. Chocan más sus ausencias; algunas hubiesen incrementado su interés, dado más technicolor al resultado. La ausencia más notable, en una obra que aborda explícitamente el tema, es la del Gran Divulgador, oficioso valido de la Emperatriz Victoria, de RUDYARD KIPLING y su concepto de EL SAGRADO DEBER de convertir Inglaterra el mundo. El corazón es una transposición de dicho Deber, de esa Inglaterra soberana del mundo, que en esta obra lo acapara, no mediante astutos tratados o contratos, sino mediante las armas y la política de tener de rehenes a los hijos de los reyes rivales para asegurar su sumisión. Cuando, por boca de Gabriel Shelley, Talbot denuncia el imperialismo de su patria y enumera ciertos países, omite Gibraltar. Gran Bretaña, reconoce él, hizo muy mal apoderándose de Esto y Aquello, sometiendo a sus ciudadanos a su pax, pero que conste: Gibraltar granbretano. Los españoles plantean un absurdo

El corazón, se nos cuenta, sufrió un largo periplo editorial antes de recalar en DARK HORSE. Al final de su lectura, se sospecha que el plan original no contenía un happy end, sino que Talbot era honesto a las fuertes influencias que impregnan su relato y se ceñiría a las argucias britanas habituales de Moore (Alan) y Moorcock, arrasaba con todo pero consentía una débil esperanza para no concluir en tono sombrío la saga.

El bonito y lírico final es aceptable y razonable, pero suena artificial. Impuesto, porque el Editor quería boda, pastel y perdices, el modo americano de terminar.

Dicha imposición se extiende a la salvación de determinados personajes: ANGELA RUSS (negra); KOWALSKY (judío), SHELLEY (ario), salen ilesos pese a que volaban balas y se vendía baratas las vidas en esas viñetas.

¿Quiénes caen? Todos los malos porque lo son. Vale, es una historia del Bien Triunfante, pero como tiene esas referencias, igual ocurría un macabro giro del destino y algún villano sobrevivía para hacer puñeterías posteriores…

Ejemplo: Hirts muere de un modo que Talbot considera apropiado. Pero este fin tiene un doble filo; aplastado por una alegoría vaticana del cordero y la cruz, en lo alto de una columna que sale frecuentemente. Talbot, en el apéndice, expone sus motivos, pero… ¿quiere realmente indicar, en una obra atestada de simbolismos, que la fe católica triunfará aplastando a los disolutos anglicanos? ¿O que el catolicismo mata?

         Muere el siniestro Kray porque para eso es el malo fascista.

Talbot destripa su obra excesivamente. La magia acumulada en sus páginas es anulada en los completos apéndices que cierran cada tomo, sospechosamente similares a los de UNCLE SAM, de STEVE DARNALL y ALEX ROSS. Es divertido saber que Kenny Baker se prestó para la obra, pero, ¿debemos saber que hasta la más insignificante cita tiene autor? Cállatelo. Parecerás realmente brillante. Es un truco habitual de la profesión, ¿no?

Elabora una lista con todas las influencias recibidas. Habla de JERRY CORNELIUS y varias más. Lo que calla es que su obra no obtiene sus recursos de donde él dice, sino de otro lado.

         El tomo 2 convence al lector familiarizado con la obra de Moorcock y el Multiverso que mucho de El corazón corresponde a EL BASTÓN RÚNICO. Puede ser que todo el Luther Arkwrigth I fuese Cornelius, pero no esta segunda saga. Los elementos son excesivamente cantosos: La corte corrupta del Imperio Granbretán, su milenario emperador inmerso en una burbuja llena de líquido preservante, retorcido, vil, frecuentemente saneado con sangre de jóvenes, las luchas intestinas y palaciegas, la aprensiva princesa y futura emperatriz del imperio, ante Hawkmoon…

         La misma destrucción a que encamina su Universo coincide con otro acontecimiento del Multiverso: LA CONJUNCIÓN DEL MILLÓN DE ESFERAS, que une las principales encarnaciones del Campeón Eterno, ubica la elusiva Tanelorn y permite victoria al Caos, la Ley o el Equilibrio, en sucesivos planos.

         Y se pueden añadir títulos tributarios a esta obra, pero los expuestos ya son buen ejemplo de la mecánica de relojería del reloj del señor Talbot.

         La impresionante galería de cameos hubiera ganado volumen incluyendo otros personajes. CHRISTOPHER LEE hubiese sido un excelente Eugene Kray; otro acierto hubiese  sido ROWAN ATKINSON, un excelente conspirador como el infame Edmund Blackadder. Ya que estábamos por sacar relumbrones…  Pende la sospecha que a travñes de la figura de Kray Talbot trataba de satirizar al fundador de los boy scouts y director del Scotland Yard que investigó los sucesos de Jack el Destripador. No lo es. (Por cierto, ni una sílaba sobre el cirujano de la emperatriz Victoria en esta obra, W. Gull, en una obra tan a huevo para él.) Sobre Kray, finalmente, cabría pensar que en realidad tomó ese nombre de los hermanos criminales que durante un tiempo fueron azote criminal en Inglaterra. Pero no; retrata a un palurdo hedonista con pinta de Himmler.

         Su sentido de la cronología convence menos que Lawrence Fishburne en Matrix. Todo el barullo inicial a lo steampunk, la moda y los complementos, sugieren 1905, y en realidad parece que estamos en 1997, afirmadas con las presencias de Lady Di y Tony Blair, los ulanos con M16…

         Adrede se ha referido a Luther Arkwritgh como L.A., de modo sarcástico, pues son las siglas de Los Ángeles. Talbot da una radical importancia a los ángeles en su obra. Abundan. Los azules aplicados por McKie indican que pasó un ángel, y que los personajes en azul, lo son, o lo aparentan. Angela Russ se llama así para ratificar la importancia que tienen para él.

         Este y otros ejemplos similares remiten a aquella moda, más que un género, un tanto absurda y a la desesperada, que hubo a finales del siglo XX y comienzos del XXI, de las colecciones de ángeles y demonios (como ese megabluff, Ascensión) y que muy escaso éxito obtuvo, desmintiendo los efusivos comentarios publicados en algunas de esas colecciones. Lo más potente y realmente exitoso que se recuerda es PREDICADOR, de ENNIS/DILLON y ocasionalmente, TALBOT, sin hilar fino al respecto.

Odiosas comparaciones.-

           Como Moore, Talbot también cuaja su obra de símbolos masones, lo cual, invariablemente, te lleva a pensar en LA LIGA DE LOS EXTRAORDINARIOS GENTLEMEN, pues ambas obras poseen demasiados paralelismos como para ser accidentales. Talbot se ciñe a lo de la SINCRONICIDAD (algo así como que todo ocurre cuando debe; el Universo determinista que tanto temía y odiaba MARK TWAIN) para explicar cosas, y acaba pareciendo una coartada cómoda, porque hasta ambas historias son originarias de 1999. Suena como a que Moore (Alan) y Talbot coincidieron en alguna parte, una convención o una taberna, y empezaron a hablar. A Moore (Alan) se le escapó algo y Talbot, que llevaba años dándole vueltas a la secuela, pero sin encontrar la clave adecuada y, SÚBITAMENTE la vio. El relámpago en la noche.

         No es tampoco una historia sesuda al estilo Moore (Alan). Es cockney, basta, rozando lo chabacano. ¿Mejor que La liga de los extraordinarios? No. Ni tampoco inferior. Empatan, y quizás el dibujo de KEVIN O´NEILL lleve a destacar, por su desparrame macabro, a La liga de los extraordinarios, pero ahí está el asombroso color de Mckie, que vuelve a empatarlas. El trabajo de Moore (Alan) es mucho más pulcro y refinado, calidad de pantalla de plasma frente a la de tubos catódicos de Talbot. Cierto es que ambas obras comparten demasiado en casi todo y lo que las diferencia es la estilizada aptitud de un autor y el lenguaje cuartelero del otro. Imponer una sobre la otra es, en todo caso, un asunto particular.

¿Merece la pena?-

¡Y tanto! Lo genial de El corazón es que es BUENO de veras. No lo finge. No lo aparenta. Los fallos resaltados carecen de sustancia para perjudicarle. CUENTA ALGO, de un modo INTERESANTE, cuando no INTELIGENTE, y cumple con la máxima que toda obra de debe respetar: ENTRETIENE.

        Irónicamente, la grandeza de obras como éstas se aprecia contrastadas con verdaderos camelos estilo Steampunk, cuya aparatosa promoción aseguraba que superaba a WILD WILD WEST. ¡Absurdo! Steampunk no es más que un jactancioso capricho de sus reputados autores; la Editorial husmeó posibilidades en un género aparentemente novedoso y que experimentaría un tirón, dándole luz verde. Relevaba al género de ángeles y demonios. Porque, ¿qué cuenta Steampunk? Aparentemente, mostrar el elenco, al tío del brazo mecánico enorme funcionando a vapor y a una cibernetizada Victoria Rex, y más mamarrachos. Pero ¿de qué va? ¿Alguien lo sabe?

¡Y encima amenazan con una tercera saga!

No caben sino elogios para el color de ANGUS MACKIE, celebrado ilustrador de ciencia ficción, sobre todo, pese a contar con su propio bagaje en el cómic, esparce por sus viñetas una riqueza de matices y tonos (recuerdan a los de Legris en Hard Boiled), otorgando una calidad, tacto, dimensionalidad, calor y complejidad al dibujo, que reverbera en la memoria. Es sin duda, de lo MEJOR de la obra.

         Parece que se avecina una profusión de obras del carácter de la reseñada, en venta, en imprenta, o que jamás llegarán a nuestras costas, una alternativa al habitual cómic de superhéroes, rayo incesante.

        Saludemos la llegada de este género siempre y cuando nos vayan a aportar la calidad y amenidad de las historias mencionadas anteriormente (exceptuando ya-sabes-cuál).

La viñeta.-

         La página 46: la brutal y fría arrogancia de Ana, Imperatrix Mundi.

La frase.-

         «¡La gente se muere de hambre y estos cabronazos se andan con chorradas sobre lo que comen!» (Kowalsky vs. Los Vegetarianos.)

Lo mejor.-

            Que es una gran historia en todos los sentidos. Y el color.

Lo peor.-

            El título.


 J. Antonio B. Santos (Sevilla, 1967), historietista -Coronel Calavera, Blitzteam-, faneditor -Edisiones Gaspasho-, organizador de festivales -I Semana de la Historieta en Sevilla-, y escritor de ciencia ficción laureado -ex aequo en el premio UPC de ciencia ficción 2003-, prepara historietas para editores británicos y americanos, así como guiones para largometrajes u otros medios.


 [ © 2004 Antonio Santos, para Tebeosfera 041015 ]