SUPERMAN
ROJO (en inglés: SUPERMAN: RED SON). Guión: MARK
MILLAR. Dibujo: DAVE JOHNSON y KILIAN PLUNKETT. Tinta: ANDREW
ROBINSON y WALDEN WONG. Color: PAUL MOUNTS. Portada de Dave
Johnson. A destacar las páginas de bocetos del apéndice y, entre
otros, el cameo de SEAN CONNERY como LEX LUTHOR. Traduce: C.M.
MIRALLES. Rotula: A. BADOSA. Editada por NORMA EDITORIAL. Libro
de cómics de 164 páginas que recoge los 3 números originales de
plomizo color pesimista cuya estimulante lectura cuesta 16 €.
ISBN: 84-8431-886-9.
Aunque es de Norma, no se descuajaringa.
Esa época parece felizmente superada.
¿De
qué va?.-
¿Parábola, paradoja, especulación? sobre los efectos que tendría
sobre el mundo que el Último Hijo de Krypton hubiese sido
amamantado por el marxismo más recalcitrante y explotado por la
propaganda del mayor genocida del siglo XX, IÓSIF STALIN,
asumiendo la Presidencia del Politburó al fallecimiento de éste.
Narración en retrospectiva y primera persona efectuada por un
norteamericano intuyendo lo que pensaría un ruso hiperpoderoso
criado en Ucrania entre 1938 y 1953, intentando evitar todo tipo
de cliché y propaganda antisoviética.
Dejemos algo
claro: Superman, el Moisés que nos hacen pasar por Jesús.-
Cunde la idea de que Superman debe identificarse con Jesucristo.
Muchos ven en la analogía de la caída de la nave de Kal-El la de
la estrella fugaz que guió a los Reyes Magos (figura a
reivindicar frente a la del imperialista Santa Claus) hasta el
portal de Belén, éste como la granja de los humildes JONATHAN y
MARTHA KENT, trasuntos de María y José, obviando la cesta que
contenía al pequeño Moisés (la nave espacial) y la huida de la
catástrofe genocida (la destrucción de Kripton) encarnada en la
orden del Faraón, siendo el espacio el curso del Nilo.
Lo
ven tan todopoderoso, guapo, sexualmente neutro, que su imagen
calza simétricamente con la de Jesús. A falta del suficiente
conocimiento sobre la imagen concreta que el credo judío (que
profesaban SHUSTER y SIEGEL) tenga sobre el Mesías, considero
inadecuado asociar / trasuntar a Superman con el Carpintero de
Nazaret.
Porque Superman, nos cuentan casi desde siempre, no viene ni a
salvar ni a liderar. Sólo a ayudar (por salvación
entiéndase abrir las puertas del Paraíso a un grupo determinado,
de amorfo volumen y procedencia). El mismo Superman, como
KINGDOM COME constata una página tras otra, no quiere ser
líder, sólo ser inspiración, código de conducta moral,
predicando con su ejemplo y su conducta noble y leal, honesta.
Desde su Fortaleza Polar (vecina a la de DOC SAVAGE) nos trae
los Mandamientos de Urbanidad, pero no se encarama al globo del
PLANET predicando un Sermón del Rascacielos
interminable.
Insisto: Superman no vino a nosotros para salvarnos. Sólo para
darnos herramientas y conocimientos que nos ayuden a salvarnos
a nosotros mismos.
Entre medio, y por exigencias del guión, propina alguna galleta
a supervillanos de mejor o peor catadura y enjundia, baja gatos
de los árboles y rescata niñitas atrapadas por los díscolos
rieles de algún feroz tren atacante.
Superman no es
un manual del talante: es un cómic de ACCIÓN. De vez en
cuando (y por la salud económica de su serie) debe haber un
poco.
El camarada
Superman.-
¡Si
GIOVANNI GUARESCHI resucitara! ¡Hasta Superman, el icono
americano por excelencia (lo cual es paradójico, tratándose de
un inmigrante) cantando La Internacional con un pañuelo
rojo fuego en torno al cuello, como un PEPPONE cualquiera!
¡Vivir para ver!
La
presunta originalidad (que, ojo, abunda) de la trama urdida por
Mark Millar trabaja sobre el supuesto del ¿Y SI…? el
ingenuo kryptoniano en vez de caer en el Quinto Pino de los EE
UU lo hubiese hecho en el de la URSS, poco antes de la II Guerra
Mundial, en un sano y saturado ambiente de propaganda leninista
/ estalinista.
Ya
se preconfigura un Superman malvado, granítico, distante,
glacial, de Politburó, aficionado a la Stolichnaya,
debido a su crianza e influencias. Se nos hurta la figura humana
bajo la propaganda y los clichés, la cual desesperadamente
Millar trata de mostrar (el hombre bajo el escudo), ciñéndose a
la mitología de Superman, un hombre bueno y noble, asexuado pese
a su nítida masculinidad heterosexual (algo mal visto y
decadente hoy día, como ciertos programas esdrújulos de la TV
predican) que lamenta profundamente los errores humanos, a
quienes ve con un enorme potencial para el Bien pero
irremediablemente seducidos por el Reverso Tenebroso.
El
Superman de EE UU jamás aceptará gobernar por mucho que se lo
exijan circunstancias y tentaciones (idea expuesta en
TIERRA-X y planteada al CAPITÁN AMÉRICA). Pero Millar otorga
al Superman de URSS el poder global, como algo natural para un
ser de su constitución y, a partir de aquí, especula.
Su
Superman, sin identidad civil, el granjero anónimo ucranio,
causa crisis de ansiedad en la próspera América de IKE
EISENHOWER de 1953, aún conmocionada con la ideal del Sputnik
trazando misteriosas órbitas espías sobre sus cabezas tocadas
con Stetsons de ROY RODGERS. (A este respecto, conviene visionar
EL GIGANTE DE HIERRO, fabulosa película de animación cuyo
espíritu está parcialmente capturado en esta obra.)
Este Superhombre se revela al mundo en un frío celofán
comunista, como legado de otro HOMBRE DE ACERO, como fue
descrito Stalin, para el mundo del mañana / mañana, trastocando
toda la seguridad y tranquilidad pseudofascista del 53. Un mundo
familiar y tranquilo se troca en un futuro desconcertante,
amenazador.
Durante la primera parte del capítulo 1, Superman es reluctante
a suceder a Stalin, un cargo ambicionado por uno de los hijos
ilegítimos del Padrecito, PYORT ROSTOV (que cuando conozca a
BATMAN se habrá cambiado a ROSLOV), todo un Caín roído de
envidia que atentará sucesivamente contra los Presidente del
Presidium de modos insidiosos; el reencuentro de Superman con el
tierno amor de su adolescencia, LANA LAZARENKO, le convencerá
que lo que más necesita este mundo no es amor, sino su autoridad
superior.
Van desfilando los clásicos del panteón Superman: LOIS LANE,
LUTHOR, PERRY WHITE, JIMMY OLSEN, en posiciones del tablero muy
trastocadas. El papel de semicomparsa de Lois es extrañamente
apropiado y destaca por el segundo de infidelidad que tiene,
sucedido en su primer encuentro con el monstruo soviético
Superman, únicamente ocurrido en su mente. Su naufragante
matrimonio con Lex Luthor la absorbe más.
Millar reconstruye imparablemente y logra grandes aciertos. El
de Batman es espectacular. En esta HiperRusia edificada por el
benevolente gobierno del Camarada Presidente Superman, a base de
persuasión y fluoxetina (y no talante), Batman no es el
reverso tenebroso de Superman (todos conocemos los antecedentes
y premisas de su origen), sino un trasunto de V de V
DE VENDETTA, con un interesante uniforme de murciélago
cosaco vengador y una brutalidad expeditiva (resulta memorable
la viñeta sado donde apresa a WONDER WOMAN con su lazo mágico,
practicándole un tosco bondage.)
La
paliza que Batman propina a Superman, eco de la dibujada por
FRANK MILLER en EL REGRESO DEL SEÑOR DE LA NOCHE, resulta
igualmente sorprendente.
Conspirando
contra el pérfido Camarada Superrojo.-
Desde las entrañas atemorizadas de los EE UU, la CIA planea
incansablemente atentados contra Superman, y como no podía ser
menos, la mente tras las tentativas es la de Luthor, científico
chiflado hiperactivo infelizmente desposado con Lois Lane (a
esto, Millar se apunta al revisionismo que la figura, otrora
encarnada por GENE HACKMAN, está padeciendo, ganándolo para
el Bien). Esta estrategia deprime social y
económicamente a EE UU, último bastión (cómo no) de la libertad,
que corre un serio riesgo de desmembración.
Millar resucita a JFK y MARYLIN MONROE, caracterizados como
obsesos corifeos de Luthor, y que más parece un intento de
demoler un mito semisacralizado (en plan LADY DI) encarnado en
la figura de Jack Kennedy. Todas estas maniobras inducen a
sospechar que se tratan de soterradas jugadas de Luthor para
encumbrarse en la Presidencia de EE UU y Superman constituye una
tortuosa excusa para acaparar un poder casi omnímodo.
Mientras, el resto del planeta acepta la dirección mundial del
ser capaz de oír una petición de auxilio a 3.000 kilómetros de
distancia, reduciendo toda disidencia con lobotomías y chips,
originando los denominados ROBOTS DE SUPERMAN, perfectamente
felices e ignorantes. Da al mundo horarios orwellianos de sueño
y actividad, regulando (por no decir imponiendo) hasta su ocio.
Erige el Comunismo de los Mil Años.
En
contra a lo que leemos en la excelente PAZ EN LA TIERRA,
la maldad anidada en nuestro ADN amarga y decepciona
intensamente a Superman, tornándolo oscuro y gris, pesimista,
casi indolente, impulsado por los esqueletos de sus ideales
bondadosos, sacrificados en nombre de la seguridad y la
estabilidad.
Mediante una argucia del infatigable y obsesionado, envidioso,
Luthor, el mundo es finalmente liberado de las garras del
igualitarismo y el futuro, siempre descrito en retrospectiva,
quizás con voz átona, se presenta idílico, regentado por un
beatífico Luthor de los 800 años y su linaje que, apoyados en un
Comité de Sabios (como el que pretende enmendarnos la
programación de la TV), convierten la Humanidad en un poder
intelectual, quizás justo, digno de la gloria de PERICLES.
Pero ningún paraíso es totalmente perfecto.
Y
la Utopía debe transformarse en Ucronía.
Mentiras
arriesgadas.-
Las
que expone el prologuista del tomo, TOM DeSANTO, en el cual nos
informa que el arduo guión de Millar fue concebido en 1995 (¡la
de revisiones y mutilaciones que habrá sufrido!)
Defiende que: «En manos de un escritor menor, habría caído en
tópicos propagandísticos “americano-bueno”, “soviético-malo”.
Gracias a Dios, Mark Millar no lo es. (…en referencia a que:) En
vez de que el bebé Kal-El cayese en los brazos amantes de Mamá y
Papá Kent en Estados Unidos, cae en los brazos amantes de Iósif
Stalin en la Unión Soviética.» (Dudo que Stalin amase a
alguien que no fuese él mismo.)
DeSanto dice que leyó tres veces el cómic y aún seguía
“pillándole” guiños y cameos (por otro lado, abundantes), del
tipo de ver a Martha Kent, ferretera, haciendo el agosto con
planchas de plomo que impidan al tal Superman ver las
intimidades americanas con su opción visual de rayos x; ¡ay, si
el difunto y ultrapatriótico Jon Kent levantase la cabeza…!
DeSanto está tan ocupado viendo cameos que obvia ciertos e
interesantes contextos ideológicos contenidos en la obra y que
la hacen aún más poderosa.
Su
prólogo (un tanto peregrino, casi hecho por compromiso) induce a
formarse la idea de que Millar narrará una pararrealidad
en que el vástago de JOR-L fue metido en una fría institución
pavloviana y dogmatizado hasta la nausea por el aparato
propagandístico (en plan KURT RUSSELL en SOLDIER) y que
el único y ciego amor de Superman, aparte del doctrinario
marxista / leninista, corresponde, filialmente, al Padrecito
Stalin. Eso hubiese sido maniqueo, un cliché que se intentaba
evitar.
Por alguna razón, Millar no nos informa sobre la identidad de
los granjeros ucranios y DeSanto da por sentado que en Rusia no
hay un alma émula de la de los Kent que criase bondadosamente al
niño caído del cielo, cayendo en un cliché.
No
cae en tópicos. No, qué va. ¿Quién salva al mundo? Lex Luthor,
cuya partida de nacimiento no es, precisamente, de Umbrete. Es
un norteamericano el que nos salva del camarada Superrojo.
De
nuevo, el papel de Europa es nulo, tanto o más que el de Asia.
En un mundo bruscamente trastocado por dinámicas superiores,
nadie, excepto Luthor, es lo suficientemente listo como para
clonar o intentar crear una supercriatura émula o rival de
Superman.
El
episodio de Londres es revelador de lo que los americanos deben
pensar, grosso modo, de Europa. Siendo justos, razones
seguramente les dimos…
Soporte
gráfico.-
El
trabajo de Dave Johnson y Kilian Plunkett como dibujantes y el
de Andrew Robinson y Walden Wong como entintadores lo mínimo que
puede que clasificarse es de correcto. Dibujan páginas y viñetas
excelentes, desarrollan el guión apropiadamente, superándose en
los momentos adecuados. Drenan de muchos lugares e influencias
(parcialmente enumeradas por DeSanto). El color, aplicado
informáticamente por Paul Mounts, da preeminencia a los grises y
tonos sombríos. Huye del colorín esperanzado y la luminosa
cuatricromía que usualmente destella en Superman. Da peso y
solidez al dibujo, como una obra anclada permanentemente en la
Europa postHitler, con los cielos aún cenicientos por una
Stalingrado que sigue ardiendo, bombeando escorias a la
atmósfera.
En
mi opinión, el guión contiene un elevado número de atractivos
elementos para haber sido ofrecido a los lápices de otros
dibujantes. No es que éstos lo hayan hecho mal. En absoluto.
Pero, por algún motivo, el nombre de CARLOS PACHECO se me
insinúa más adecuado aún, en potente competencia con los de ALEX
ROSS (quien sí hubiese exprimido todo el potencial de la obra) o
el de JOHN PAUL LEON, cuyo sombrío trabajo en Tierra-X se
ajusta perfectamente al ambiente pesimista que mancha este cómic
y que lo hubiesen convertido, de una novela gráfica remarcable
(y que NO debe pasar inadvertida) en una obra maestra como
300 o Kingdom Come.
Pero ¡celebrémoslo!; siempre pudo ser masacrado por AL MILGROM o
ROB LIEFELD, insigne creador del bastardo del pelo
blanqueado, culmen del calco y la falta de talento, SUPREME.
Pensando en que esta obra pudo caer en las manos de estos dos
(entre otros muchos), más valoro y aprecio el trabajo de Johnson
y Plunkett, tanto, tanto, como para enmarcarlo…
Defectos.-
O
mejor, recortes. Su lectura desprende la sensación de haberse
quedado a la mitad. Pende una vaga impresión de que la historia
daba pero que para mucho más y que un cuarto capítulo se hace
indispensable. Hay un eslabón perdido, un brutal esfuerzo de
condensación que perjudica la trama.
Millar tampoco da nombre civil a Superman. Nos priva de la
broma que constituiría que el humilde granjero llegado a la
metrópoli moscovita lo hiciese bajo la identidad de Karl Marx…
La
versión de Batman descrita en esta obra merece más páginas. La
oscuridad alojada en su mente y sus móviles las pedían. Este es
uno de los más clamorosos ejemplos.
Extraídos de la hagiografía de Superman y la DC, aparecen DIANA
DE TEMISCERA (alias Wonder Woman, la única mujer con la cual
Superman puede copular sin reventarla) como la novia cuyo amor
no es correspondido (pues todos sabemos en qué triángulo, o
cuadrado, anda liado el corazón de Clark Kent/Superman con él,
Lana Lang y Lois Lane en los demás vértices), BARRY ALLEN, aquí
el Hombre Más Lento del Mundo, OLLIE QUEEN (o FLECHA VERDE) y
varios más, pero carentes de superpoderes, lo cual es
significativo teniendo en cuenta la presencia de Wonder Woman y
sus correosas hermanas Amazonas o la mención de la ATLANTIS de
AQUAMAN. Estos reinos plantean una pregunta: dada su existencia
y el poder que habita en ellos, ¿cómo consienten dos guerras
mundiales?
Esta obra trata de la injerencia de un superpoder en nuestra
cotidianeidad. ¿Por qué debemos esperar a Superman? ¿Por qué las
aguerridas amazonas no influyeron? ¿No hubiese ganado aún más
interés la obra mostrando a Superman como la superrespuesta de
un hombrecillo hosco y genocida a un mundo controlado por seres
mitológicos? Ike no se corta: encarga a Luthor un clon aberrante
(BIZARRO) como contestación a Superman.
Desgraciadamente, la misma edición de Norma no logra más que una
calificación de correcta. Es fría y eficaz, tan desapasionada
como la idea con la que trata Millar de impregnar su obra de
gris o el mismo y opacado Superman desencantado del género
humano. Es un mero producto y como tal lo venden. Una nota de
parte de alguien (Norma debe tener en nómina competentes
escritores que se hubiesen ocupado), un punto de vista extra, se
hubiera agradecido y se reclama.
Resumiendo.-
Debemos creer de Superman Rojo (título
desafortunado; Norma masacró la deliciosa paradoja contenida en
el título original inglés, de doble filo) es, como expone
DeSanto, una reflexión / panfleto crítico sobre muchas cosas y
abotargado de detalles y talento. Ciertamente, su prólogo parece
más una confesión estilo Pilatos (de lavarse las manos respecto
a la política actual norteamericana) que un ensalzamiento de una
encomiable obra.
Es
mejorable con muy poco trabajo: sólo desarrollar ciertos
aspectos. Contiene páginas memorables. Para el lector poco
exigente, esta obra abunda de hallazgos y alicientes; el buen
rato está supergarantizado. Es prolija y retrata a un Superman
digno, en la cúspide de su poder.
El
lector más
exigente no puede negar los grandes momentos que contiene. Y
este lector, más meticuloso, convendrá
en reiterar el que hay algo, una especie de ausencia o
subdesarrollo, en la trama que
privó de peso al trabajo final. Este cómic no es aquél pin-up
que cruzó a Superman con Hulk, y que tan derrochado quedó, de
gran choque de titanes a curiosidad simpática sin pretensiones.
Es
perfectamente digerible por el lector no habitual de Superman;
es más, DEBE leer este Red Son. Superman tiene mucha mala
prensa, motivada por el insistente tratamiento de boy scout
grandullón que se sonroja ante una minifalda en vez de mostrarlo
como un buen hombre, honesto y cargado de nobles principios.
Este Superman es un adulto que tomó decisiones y resultaron
erróneas. Pero es que, ante el binomio libertad o seguridad /
confort, el Hombre siempre elegirá lo segundo.
Para los mansos, la fluoxetina ya les va bien para sofocar sus
disidencias. Para
los bravos, una lobotomía y un chip serán el bálsamo adecuado.
A
la sombra de este Superman: Red Son, aparentemente, se ha
desarrollado ATOMIKA, que inspira la sensación de que
Rusia está de moda también en los cómics, dispuestos a verlos
como un lugar más y no como una madriguera de estereotipos y
malvados, algo que hiciera exclamar: ¡Gracias a Dios que
tenemos a los americanos para comprender lo malos que son los
rusos! De momento, nos debemos conformar con la visión
americana, esperando que, alguna vez, nos llegue algo desde la
Madre Rusia.
Entre otras, queda esta pregunta por formular: ¿los rusos
hubiesen llamado “Superman” a Superman o tendría otro nombre,
algo barroco y utilitario a la vez?
La
página.-
La 24. Pero otras muchas hacen méritos.
La
viñeta.-
Wonder
Woman esclavizada por Batman.
Las
frases.-
¿Quién te piensas que eres, volando por ahí, llevando nuestra bandera?
¿Cómo te puedes llamar un símbolo de todo lo que creemos
cuando ni siquiera eres de este planeta?
Vencer al extraterrestre, chicos. ¿Qué se podría
comparar a salvar el mundo de Superman?
Lo mejor.-
El
uniforme de Superman. Digno de un supermarxista.
Lo peor.-
El leve
maniqueísmo emboscado en ciertos conceptos.
ad para
asumirlos.
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