TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

IN MEMORIAM / 4

Foto de Edgar. Cortesía de P. Porcel  

 

Antonio Edo Mosquera, "Edgar"

  València, 1922 - 30-I-2003


En recuerdo de Edgar


por Pedro Porcel


El pasado día treinta de enero fallecía en Valencia, víctima de un infarto, el dibujante Antonio Edo Mosquera, más conocido por el seudónimo de Edgar.

          Nacido en esta ciudad en 1922, Edgar comienza desde muy temprano a introducirse en el mundo de las fallas  en compañía de su hermano Manuel, contribuyendo durante la Guerra Civil a la construcción de diversos montajes falleros antifascistas. Será algo más tarde, a finales de los años cuarenta, cuando comience a colaborar para la editorial Valenciana, una de las más importantes de la posguerra en el terreno de las publicaciones infantiles, editora que ya no abandonará casi hasta el momento de su desaparición en 1984. En las páginas de la revista Jaimito publica sus primeras páginas como profesional, siempre humorísticas y en las que se adivina ya una personalidad que le convertirá en un creador único, dueño de un trazo a primera vista esquemático y anguloso, que revela en el fondo un profundo estudio de lo que debe ser el dibujo de historietas: un acercamiento a la representación gráfica de cuanto existe, un intento de reducir las múltiples formas del mundo a un código de líneas que nos ayude a interpretarlo. Practica en estas primeras colaboraciones un humor testimonial con ciertas dosis de acidez, reflejando las carencias propias de los tiempos duros y miserables de la posguerra. Aparte de innumerables páginas de chistes, sus primeros personajes los estructura en forma de tira de tres o cuatro viñetas, como Simplicio Panoli, La sombra o Cipriano Metomentodo. A mediados de la década colabora en la publicación para niñas Mariló, y de forma muy habitual en una revista que la misma Valenciana lanzará eCaperucita, de Edgar. Clic para ampliarn 1953 dedicada a los más pequeños, destinada a convertirse en un hito entre las publicaciones de sus especie. Me refiero, claro está, a Pumby, en la que su personaje Caperucita Encarnada ocupará durante muchos años la contraportada del semanario.

          Obra realizada con una honestidad extrema, a la que se ha prestado escasa atención debido al prejuicio con que la crítica suele abordar las realizaciones para la infancia, el universo de Caperucita recreado por Edgar merece un lugar destacado en el panorama de nuestra historieta. A través de él asoma un mundo tan limitado como rico en matices en el que cada cual cumple invariablemente con el papel que le ha sido asignado: así la protagonista con sus amigos Conejín y Tortuguita derrotan una y otra vez al Lobo en unos episodios de gran sencillez argumental desarrollados siempre en una sola página. Sin embargo Edgar sabe dotar a tan ingenuos argumentos de un extraño sentido poético que se desprende de su personal grafismo: la confirmación del carácter inmutable de unas anécdotas que siempre se reducen a un mismo esquema provoca una fuerte sensación de ausencia del tiempo, contribuyendo decisivamente a mantener el clima de irrealidad en que discurren las peripecias de Caperucita. Asombra, en una segunda lectura de los cientos de páginas que de este personaje publica, la cantidad de soluciones gráficas que aporta Edgar a la representación en viñetas del paisaje: las formas de los diferentes árboles y matorrales, la textura de sus cortezas, los desniveles del terreno, las fuentes, los sembrados, las heras, las nubes: todo parece encontrar como por ensalmo sus rasgos más puros, sabia síntesis de las formas de lo representado ofrecida al lector desde unos presupuestos aparentemente modestos, sin estridencias, con fidelidad a una forma coherente de mirar las cosas. Placidez, inmutabilidad, equilibrio, poesía: tales son los caracteres del personal mundo de Edgar y su Caperucita, la creación por la que siempre debería ser recordado.

           Sentido poético difícil de mantener en las circunstancias en las que se abordan sus creaciones: recordemos una vez más que el dibujante de los años gloriosos del tebeo español carece de seguridad social, de propiedad sobre sus obras, de jubilación, pierde sus originales y se ve sometido en general a una explotación descarada de su trabajo; todos estos factores desembocan, en el caso de los colaboradores de Valenciana, en una larga serie de pleitos y enfrentamientos con la empresa en busca del justo reconocimiento de sus derechos junto a sus compañeros de trabajo. Chiste de Edgar, publicado en el catálogo DHINAlejado en los últimos años del mundo de la historieta en el momento de su muerte estaba realizando una monumental historia del cartel, obra ambiciosa que no llegó a terminar y de la que ha dejado una cantidad de material inmenso y de un muy alto interés.

        Descanse en paz.


Pedro Porcel, aparte de eventual editor (Arrebato) y guionista, es historiador de nuestra historieta y particularmente de la valenciana, como lo ha demostrado con su participación en el Diccionario de uso de la Historieta española (1873-1996), con la coordinación de la obra colectiva Historia del tebeo valenciano (1992) y con la monografía teórica La historia del tebeo valenciano (De Ponent, 2002), recientemente merecedora del más prestigioso de los premios del cómic en Europa. 


 [ Edición para Tebeosfera 030131; añadida en 030107, con ayuda de P. Nájera ]   [ esta sección de naturaleza colectiva, y está abierta a todo aquel que desee elogiar la memoria de cualquier autor, teórico o profesional de los medios historieta o humor gráfico ]