La investigación científica sobre historieta suele
estar bastante apartada de los intereses del aficionado medio español al
cómic. No han sido muchos los estudiosos del medio (y del humor gráfico)
que usasen de los canales propiamente académicos, escuelas, colegios
universitarios o facultades universitarias, para estudiar algún aspecto
de los cómics o del humor gráfico en nuestro país. A continuación se
avanza un primer estudio sobre la evolución de la investigación sobre
cómics y humorismo en las universidades españolas, y se adjunta un
documento con cerca de 200 memorias de
investigación (tesis, tesinas y otros) realizadas en nuestro país sobre
estos medios.
INVESTIGANDO VIÑETAS EN ESPAÑA
El estudio de la historieta y el humor gráfico en España siempre se ha
visto impulsado por afanes singulares y bríos puntuales, en vez de por
trabajos colectivos y esfuerzos continuos. Es sabido que existen
interesados particulares que han dedicado gran parte de su tiempo al
desarrollo de algún proyecto de investigación que permaneció inédito;
hubo bastantes estudiosos que desearon dedicar una parte de su vida a
rescatar la memoria de la historietas, desde diferentes enfoques
(semiótico, histórico, bibliográfico); también hubo muchos que
escribieron sobre nuestras viñetas desde muchas diferentes perspectivas
para publicaciones especializadas o ajenas al medio (sobre todo en la
última década del siglo XX); y también hubo bastantes que desarrollaron
un proyecto de investigación que convirtieron en memoria escrita para
ser defendida ante un tribunal académico.
Bastante, sí. No ha de resultar sorprendente el adverbio, si bien hasta
hoy han sido recordados muy pocos; y es así porque también fueron pocos
fueron los estudiosos que se han preocupado por catalogar los trabajos
de esta índole, llamémosles académicos, siendo los que más demostraron
interés: Luis Gasca, autor de una primera aproximación bibliográfica a
los textos sobre historieta (publicada en Cuadernos para el diálogo),
Antonio Altarriba, quien publicó una relación bibliográfica que daba
cuenta de tesis y tesinas en 1989 (Altarriba, 1989: 142), y Jesús
Cuadrado, quien incluyó 37 registros de este tipo en la entrada
“Universidad” de su excepcional Atlas de la Cultura Popular Vol.
I Tomo II (Cuadrado, 2000: 1254). Otros estudiosos, universitarios,
también han indagado sobre la catalogación de tesis y tesinas (Jones y
Baró i Queralt, 1996), poniendo así a nuestro alcance el conocimiento de
su existencia, muchas veces vedado para el meramente curioso e incluso
para el estudioso con verdadero deseo de saber. Quien redacta estas
líneas, que ya había apuntado su interés en 2001 (Barrero, 2001: 79) se
ha dispuesto a ampliar el conocimiento en este campo concreto de la
documentación sobre historieta y humor gráfico.
De todos es sabido que los tebeos y los chistes gráficos (o
caricaturas, tal y como eran llamados en el pasado) no han despertado el
entusiasmo de los investigadores y estudiosos de nuestra cultura. Al
menos de los que habitan en aulas y paraninfos. Sí, sin embargo, por
otros, por hombres que en privado dedicaron largo tiempo a recuperar esa
parcela de la cultura arrinconada por la cultura oficial durante la
década de 1960-70. Es entonces cuando varios individuos y colectivos,
desvinculados totalmente de la Universidad (por otra parte aún no
consolidada en el ámbito periodístico), comienzan a publicar textos,
fanzines y revistas en torno a la historieta y el humor, siendo el
pionero de esa actitud Luis Gasca, fundador del fanzine Cuto en
1967. Posteriormente, en la publicación de Antonio Martín Bang!
(1969) se conformaría un núcleo de teóricos de la historieta en España
entre los que se contaban Antonio Lara, Pacho Fernández Larrondo,
Mariano Ayuso, Ignacio Fontes, Romà Gubern, Enrique Martínez Peñaranda,
Federico Moreno Santabárbara, Ludolfo Paramio, Luis Vigil..., del cual
surgieron los primeros estudios monográficos sobre la historieta en
nuestro país. Entre esos primeros trabajos destacaban los textos
historicistas y con enfoques semióticos desarrollados con un rigor que
no proseguiría en lo sucesivo para el segundo caso, con la salvedad del
esfuerzo demostrado por Altarriba y otros en la publicación
Neuróptica, patrocinada por la Universidad de Zaragoza, la magnífica
obra de Gubern y Gasca El discurso del cómic, o las alusiones de
Zunzunegui en Mirar la imagen y Pensar la imagen.
Pese a que el colectivo de autores ligados a Bang! persistieron
hasta el comienzo de la década de los años ochenta, no hubo un acuerdo
común sobre ciertos planteamientos básicos y generales sobre el medio
(sobre cuestiones históricas, sobre cuestiones ideológicas, sobre la
segregación del medio en géneros y públicos, sobre el abandono de
lecturas y análisis tendenciosos...) y la atención prestada al medio por
los investigadores afines a las diferentes academias españolas se iría
mitigando, a fuer de considerar el análisis de los tebeos como moda
pasajera e inútil, no siendo hasta comienzo de los años noventa que
aparecen nuevos estudiosos jóvenes interesados por aplicar un mínimo
rigor científico en el estudio del humor gráfico y la historieta. En los
últimos seis años, esta avalancha de nuevos teóricos ha generado un
incremento de casi el 25% de textos sobre historieta con respecto del
total de monografías teóricas y didácticas habidas hasta la fecha. Es
este, por otra parte, un crecimiento engañoso, porque muchos de esos
textos no son aproximaciones a la historieta con conocimientos
históricos rigurosos, o desde la semiología u otras parcelas de las
ciencias sociales: se trata de trabajos sobre colecciones, personajes,
autores, humorismo político, miradas nostálgicas y, también, en
ocasiones, plagios detestables. El aumento responde simplemente a dos
factores: A la revolución tecnológica ligada a la informática y los
hipermedia, que permite agilizar ficheros, fotocomponer fácilmente
imágenes y publicaciones, y acceder a la información. También, al empuje
de una afición apasionada por los productos provenientes de EE UU y
Japón, generadora de una demanda de textos y prensa teórica sobre ambas
industrias y cosmologías.
Por supuesto, existen trabajos elaborados con rigor y excelentemente
escritos por los nuevos teóricos del medio que medraron durante la
década de los 80. Pero hay que señalar que son escasos los que proceden
del ámbito universitario.
CÓMICS Y UNIVERSIDAD
Centrándonos en el caso de los trabajos de investigación de variada
índole, memorias de licenciatura y tesis doctorales relacionadas con los
tebeos y el humor gráfico, hay que remontarse a fecha muy temprana para
hallar el primer esfuerzo investigador elaborado con / desde
presupuestos académicos en España y sobre historietas: el de Adela
Ramírez y Morales y su memoria de graduación titulada Historia del
Periòdic Infantil a Espanya, presentada en la Escuela de
Bibliotecarias de Barcelona en 1935. Luego encontramos un vacío, una
espera de 20 años, hasta los cincuenta, para atender al surgimiento de
un renovado interés por estudiar las viñetas en las escuelas oficiales
de periodismo (privadas o confesionales), siendo elaboradas allí al
menos una cincuentena de memorias sobre prensa humorística, humor
gráfico, prensa infantil y sobre los tebeos del Movimiento (y con ellas
obtuvieron su título autores como A. Lara, L. Paramio o L. Conde).
En efecto, son las Escuelas oficiales de periodismo privadas y las de la
Iglesia las que posibilitan las investigaciones pioneras sobre nuestra
prensa infantil y juvenil, los estudios preliminares sobre humor gráfico
y las primeras memorias de graduación (que no de licenciatura) en
periodismo sobre prensa infantil y juvenil. Durante los años 1961 a 1970
eclosiona en estas escuelas el interés por el medio, acaso contagiado
por los estudios en el campo de la semiótica que provenían de Argentina
e Italia y que conferían carta de validez a las publicaciones con
historietas, o quizá por el interés propio de recuperar una parte de la
cultura española muy denostada hasta entonces y que ahora podía ser
valorada en su justa medida por personas que, nacidas a caballo entre la
Guerra Civil y la posguerra, podían contemplar los tebeos con ánimo
científico. Lamentablemente, muchos de los trabajos que allí se
realizaron no han quedado debidamente catalogados, al contrario de cómo
sí lo han sido en los centros actuales de formación de periodistas y
otros profesionales de la comunicación.
Desde los primeros años setenta, y partiendo del trabajo de Blanco
Giménez / Ramírez Domínguez, comenzaron a leerse tesis y tesinas en las
facultades de Filosofía y Letras, de Ciencias de la Información, y en
otras, sobre cómics y medios relacionados. Recordemos que sería el
decreto 2070/1971 de 13 de agosto promulgado por el Ministerio de
Educación y Ciencia el que permitió la integración de los estudios de
Periodismo y demás medios de comunicación en la moderna Universidad
española. Nacen entonces los centros de Madrid, Navarra y Salamanca.
Luego el de Barcelona. Le seguirán en el tiempo Valencia, País Vasco,
Valladolid, Santiago de Compostela, Almería, Málaga, Burgos...,
contándose entre las últimas en ser fundadas las Facultades de Ciencias
de la Información de Sevilla o la de La Laguna en Tenerife (en 1989
ambas). En centros como los últimos mencionados, el número de tesis
doctorales es escaso y por consiguiente son pocas las que puedan estar
dedicadas a la historieta o el humor gráfico, habida cuenta de que no
serían defendidas las primeras tesis doctorales hasta los primeros años
noventa. En varios otros puntos de España, las lecturas de memorias de
licenciatura y de tesis doctorales han ido aumentando con el tiempo casi
en progresión geométrica; como ejemplo disponemos del estudio
desarrollado sobre las memorias y tesis leídas en Cataluña en el ámbito
de la comunicación, que arroja valores de: hasta 1959, una tesis
doctoral, 1960-1969, 2 tesis y una memoria de licenciatura o tesina,
1970-1979, 14 tesis y 27 tesinas, 1980-1989, 114 tesis, 12 trabajos de
investigación y 107 tesinas, 1990-1996, 154 tesis, 50 trabajos, 18
tesinas (Jones y Baró, 1997). Del total de las 285 tesis doctorales, los
62 trabajos de investigación y las 153 memorias de licenciatura
revisadas solamente hubo 4 tesis estrictamente sobre cómics, y 1 trabajo
de investigación, y 2 memorias de licenciatura o tesinas.
Es un bajo porcentaje si lo comparamos con los trabajos científicos
desarrollados en otros ámbitos del saber, pero aún así es conveniente
conocer de su existencia, y para la presente ocasión se han identificado
cerca de 200 trabajos científicos de índole académica sobre historieta,
entendiendo como tales las tesis doctorales (que sirven para la
obtención del grado de Doctor), las memorias de licenciatura (también
llamadas tesinas por algunos, que sirven para obtener la categoría de
Licenciado en Grado y que afianzan la categoría de Licenciado), las
memorias de graduación (para la obtención del grado de Titulado) y
algunas de las memorias de investigación integradas en Programas de
Doctorado con vistas a la acreditación de la suficiencia investigadora
de los doctorandos.
Hay que advertir que algunas de estas investigaciones españolas versan
sobre libros infantiles ilustrados, sobre cuestiones relativas a la
suspensión de la credulidad o a la percepción de la imagen desde una
minusvalía o sobre temas lejanamente relacionados con la historieta y el
humor gráfico. Es un ejemplo más de que la investigación académica sobre
los tebeos en España muestra síntomas de pobreza y parcial dedicación.
Además, hay dejar claro que faltan aquí trabajos de investigación
relativos a la historieta y al humor gráfico, algunos que se hallan en
desarrollo, los que no fueron convenientemente catalogados en las bases
de datos, los desarrollados en escuelas de periodismo, colegios
universitarios y otros institutos que se hallan sin catalogar.
Es posible que el interesado pueda echar de menos a trabajos de otra
índole, pero que no han sido considerados acá, a saber:
a)
Las lecciones impartidas en los Cursos de Prensa Infantil y Juvenil en
la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid durante los años sesenta y
setenta, que fueron elaboradas por autores como Beneyto, Altabella,
Maíllo, Vázquez, Martín, Sarto... y que calificaban para la obtención de
un Diploma en Publicaciones Infantiles y Juveniles necesario entonces
para trabajar como editor en ciertas parcelas profesionales.
b)
El centenar largo de conferencias leídas, en ámbitos académicos o no,
pero avaladas por una investigación sólida previa, comenzando –en lo
tocante al humor gráfico- por la de Francisco Tomás y Estruch, “La
caricatura en el periodismo español”, leída en la Sociedad Barcelonesa
de Amigos de la Instrucción en el lejano 1892 y –en lo relativo a la
historieta- por la de A. Viña, “Conferencia sobre TBO”,
pronunciada en el Curso de Altos Estudios de Salou, Tarragona, en 1957.
c)
Las catalogaciones de prensa española, como las de Givanel i Mas (Bibliografía
catalana. Premsa (1792-1925), Institució Patxot, Barcelona, 1931) o
la firmada por Joan Torrent y Rafael Tasis Història de la premsa
catalana, Bruguera, Barcelona, 1966), y muchas otras, que pueden dar
pistas para una catalogación de nuestra prensa humorística e infantil /
juvenil, así como de nuestros tebeos, más amplia que la existente.
d)
Trabajos de investigación desarrollados en el ámbito universitario no
acogidos a programas de doctorado u otros de índole similar y cuya
extensión y calidad aconsejaría su inclusión entre las memorias de
licenciatura. Un ejemplo lo constituye el trabajo
Utilización política de la historieta,
de
Fernando Guijarro Arcas, asesorado por Romà Gubern, y presentado en la
Universitat Autònoma de Barcelona en V-1978.
e)
Otros trabajos de investigación puramente académicos no relativos a la
historieta o el humor gráfico pero que podrían servir al estudioso del
medio por tratar asuntos relacionados con su gramática o con su contexto
histórico e industrial. En este grupo se encuadrarían las tesis de Rojas
Friend, A.J. titulada Prensa e ilustración en las Islas Canarias
(1750-1810), la de Catalá Doménech: La escena metafórica (las
transformaciones de la imagen en la era de la visión tecnologica),
la de Luis Muñiz Hernández titulada El sentido del humor y la
comunicación: diálogo y comprensión, o bien la de Fatma Larouz que
llevó el título Elementos humorísticos en el lenguaje político y
social en la prensa española de los años noventa, por citar algunos
ejemplos.
Finalmente sí que han sido incluidos, en un bloque aparte, algunos
proyectos de investigación académica desarrollados con fines didácticos,
por entender que han supuesto un esfuerzo desarrollado por uno o un
grupo de estudiosos en un ámbito netamente académico, si bien su
objetivo se orientara hacia diversas áreas pedagógicas.
Es probable que en un futuro nos propongamos en Tebeosfera
incrementar el número de trabajos de investigación existentes, que
estimamos en –aproximadamente- el doble de los que aquí figuran (de
muchas memorias de licenciatura no quedó depósito siquiera; muchos otros
trabajos no han sido convenientemente catalogados). Para ello esperamos
la colaboración de la comunidad universitaria interesada en la
historieta y el humor gráfico, y de todos los interesados y estudiosos
que lo consideren de importancia.
EXHORTO A LA INVESTIGACIÓN
Tesis, tesinas, memorias... ¿Qué las diferencia? ¿Cómo se elaboran?
¿Sobre qué investigar? Son dudas habituales entre quienes no han estado
relacionados con las comunidades universitarias o académicas en general.
Existe, en España, cierta tendencia a considerar a la comunidad
universitaria una elite aparte, por distante, por engreída y, acaso, por
pedante. Muchos, de entre quienes optaron por no proseguir su carrera
académica u otros que trabajaron en el seno de la Universidad y fueron
testigos de sus rivalidades y disfunciones internas, opinan asqueados
sobre su funcionamiento, organización y objetivos. Razón tienen, en
tanto que opinan; pero no difiere mucho la organización y funcionamiento
de una estructura académica de la de cualquier empresa privada, y hasta
pública. O, al menos, nada tiene que envidiar la Universidad, como
cónclave de fruiciones y luchas intestinas, a las empresas editoras de
cómics o ya a la comunidad de teóricos españoles. Y más por cuanto esta
comunidad no existe como tal sino que parece haber devenido “mundillo”
que aparenta ser un conglomerado de intereses particulares, a veces
incomprensibles, y fatuos afanes individuales. Sería de desear que el
conjunto de estudiosos de la historieta y del humor gráfico españoles
formasen agrupaciones consistentes con objetivos comunes, que no
agregados distinguidos y hasta enfrentados, y que condujesen parte de
sus esfuerzos a través de asociaciones serias, colectivos comprometidos,
fundaciones ilustres y estructuras académicas y universitarias.
Es importante dejar patente que lo que en la Universidad se hace
adquiere trascendencia y alcance si viene avalado por un colectivo
mínimo de autores que refrenden las tesis expuestas, y por una
continuación, posterior, de quienes defendieron esas tesis e ideas en el
seno de la propia Universidad: impartiendo cursos, escribiendo ensayos,
dirigiendo nuevos estudios y memorias y creando grupos de investigación
para el desarrollo de trabajos de envergadura. Hasta hoy, lo que en la
Universidad se ha hecho sobre cómics y sobre humor gráfico no ha pasado
de ser un rosario de esfuerzos solitarios, rara vez integrados en un
programa definido de trabajo de una academia concreta, o de varias, a
través de colectivos creados al efecto. Lara, Tubau, Ramírez, Gubern,
Altarriba y otros se han prestado a participar en tribunales de nuevas
tesis sobre historieta, pero eso no es suficiente. Hace falta generar
más grupos de trabajo, estimular bastantes más cursos de doctorado sobre
cómic y humorismo que incentiven nuevas tesinas o tesis; y publicar
todos los resultados, en libros de actas, en revistas universitarias. O
en revistas del ramo, o en libros.
Y los alumnos, de Ciencias de la Información, de Bellas Artes, de
Historia del Arte, de Literatura, de Dibujo... han de presionar a sus
educadores sobre la conveniencia de indagar sobre esta parcela de la
cultura, la dibujada, insistirles sobre la idoneidad de la
investigación, solicitar textos en sus bibliotecas (los mejores, los de
Martín, Gubern, Vázquez de Parga, Ramírez, Gasca, Cuadrado... casi nunca
escritos desde la Universidad, aunque pudieran haberlo sido). En suma,
comprometerse a realizar trabajos con el rigor mínimo.
Lo cual que es difícil. Lo del rigor. Y lo del compromiso.
Emprender la aventura de realizar una memoria de investigación implica
un adeudo con el tiempo, con el esfuerzo y con el bolsillo. Supone
dedicar unos años a perseguir ciertos documentos e ideas. Para una
memoria de licenciatura podría requerir unos meses, posiblemente un año.
Para una tesis doctoral se necesitan dos años como mínimo, de trabajo y
redacción; y una inversión de dinero que podría rondar los 7000 euros, o
más, empleados en documentos, traslados, fotocopias, cuotas y otros
gastos. Los pasos a seguir son:
a)
Obtener una diplomatura o una licenciatura, lo que implica de tres a
cinco matrículas en una escuela o facultad de la comunidad
universitaria. De tres a cinco años de tiempo, mínimo; de 3000 a 5000
euros de inversión.
b)
Realizar la memoria de diplomatura o de graduación, lo cual implicaría
una inversión no elevada de dinero y un año de tiempo máxime.
c)
El licenciado, si quiere ser doctor, ha de matricularse en Tercer Ciclo
para realizar unos cursos de doctorado y desarrollar una memoria de
investigación. Con ello obtiene la “suficiencia investigadora” que le
capacitará, a ojos de los académicos, para afrontar una tesis doctoral.
Esto implica dos años de tiempo, cuanto menos, y una inversión en gastos
de matriculación, y otros, de aproximadamente 900 euros. El licenciado
puede provenir de otra facultad distinta a aquella en la que desea
desarrollar su investigación, y podrá ser aceptado siempre y cuando
demuestre méritos curriculares ante los directores de programa y los
doctores que podrían dirigir su investigación.
d)
El doctorando habrá de invertir dinero nuevamente en el desarrollo de la
investigación que convertirá en tesis doctoral, pero esto dependerá del
objetivo que se proponga (si los documentos obran en su poder o en su
localidad, si la tesis implica o no desplazamientos, si ha de lograr
reproducciones o hacer uso de herramientas costosas, etc.)
e)
Concluida la investigación, el aspirante a doctor defenderá públicamente
su tesis, tras un atento seguimiento por parte de su director del texto
redactado tras la investigación, ante un tribunal integrado por
autoridades en la materia, preferiblemente. Tras lo cual, es conveniente
que busque la publicación de su texto, su difusión, nuevas publicaciones
en otras revistas y libros, universitarios o no, que refuercen –o que
renueven- su tesis, o impartir sus ideas a través de la docencia, y
formar grupos de investigación o respaldar otros dentro del seno de la
Universidad o bien en otros ámbitos, incluso privados.
Nadie dijo que fuese fácil. Pero rechazar de pleno la posibilidad de
dirigir o enfocar esfuerzos para desarrollarlos en el ámbito
universitario es pecar de intransigente, en cierto modo: si nosotros
mismo nos atrincheramos en la endogamia, difícilmente recuperaremos la
dignidad de la historieta como medio frente a la opinión generalizada de
intelectuales, bienpensantes, o frente a la prensa o el público en
general. Tanto para un aficionado como para un universitario del ámbito
de la comunicación o de la historia o del arte sigue siendo enormemente
importante, y más hoy, seguir estudiando la interrelación texto /
imagen.
Incentivaba esta actitud de la comunidad universitaria quien firma estas
líneas, en la conferencia leída en mayo de 2001 en la Facultad de
Ciencias de la Información de Sevilla (Barrero, 2001: 89). Allí se
intentó reavivar el interés por este apartado de nuestra cultura de los
jóvenes investigadores, a poder ser, para derrocar los tópicos que sobre
el medio historieta existen (el hecho de ser juzgados como detonantes de
conductas agresivas, o de ser considerados únicamente productos
infantilizados, o de ser validados con el pop art, o de insistir
en su adscripción a debates politizados o a la mera trasgresión); con el
objeto de generar un corpus teórico básico sobre nuestros tebeos
de utilidad para el común de investigadores y desde la formación de
grupos de trabajo; con el fin de elaborar nuevos enfoques historicistas
y semióticos; con la meta de promover nuevas memorias sobre historieta
usando enfoques pluridisciplinares que contemplen también la sociología,
la memética o la pedagogía, por ejemplo. Y todo ello, por descontado,
siempre presidido por el rigor y por una mínima metodología científica
que contemple la estadística.
Proponía entonces algunas ideas sobre las que trabajar en el ámbito de
la comunicación y relativas a los cómics: «¿Es posible un nuevo
acercamiento semiótico de la historieta, y desde qué planteamientos?
¿Puede ser, o haber sido, la historieta un medio usado por los agentes
sociales para la persuasión y / o socialización de las masas, o pueden
serlo sus signos característicos? ¿Qué ideologías se hallan inmanentes
en las escuelas, corrientes, autores, editores... del mundo de los
tebeos? ¿Cómo han cambiado en su estructura narrativa los cómics
estadounidenses durante los últimos veinte años, y los franceses, y los
portugueses? ¿Cómo podríamos aplicar perspectivas psicobiológicas y
sociológicas sobre el análisis de los efectos de los tebeos sobre el
conocimiento de la realidad? ¿Qué criterios y actitudes imponen los
cómics; son desestabilizantes de la emotividad del lector? ¿Sabe el
lector medio distinguir entre la ficción y la realidad cuando lee
cómics? ¿Cómo ocurre la evolución de lo grotesco a lo cómico, porqué la
caricatura y el feísmo interesan particularmente al adolescente?
¿Incorporan los lectores de tebeos representaciones simbólicas
procedentes de las historietas que legitimen y estructuren su realidad
cotidiana; depende esto del medio en la medida en que sí ocurre con la
televisión? ¿Qué funciones tiene el arrastre de imágenes y secuencias de
imágenes, así como sus arquetipos de comportamiento asociados, sobre el
público que las interpreta, y hacia que otros discursos apunta?
¿Podemos, con los cómics, reafirmar la tesis de Marc Augé de que las
imágenes producidas y difundidas por los media configuran
cosmologías equivalentes a las que funcionan en los pueblos primitivos?»
Y, también, se exhortó a la comunidad universitaria a que renovase su
interés por un medio que forma parte del lenguaje global que es el
entretenimiento, cuyo conocimiento y memoria corre peligro de sucumbir
ante la desidia de periodistas poco formados, investigadores desatentos
y ante el implacable paso del tiempo, que desintegra documentos y
recuerdos.
Que nos deja sin historia de la cultura popular.
De nuevo se exhorta, aquí, a derribar prejuicios y a acoger, con las
reservas pertinentes, por supuesto, los trabajos de investigación
realizados (ca. 160 memorias de investigación académicos, ca. 25
memorias de investigación pedagógica), que pueden ser consultados en las
facultades, que pueden ser solicitados por préstamo interbibliotecario,
que pueden ser rescatados por los editores de textos teóricos. Y que
pueden ser incrementados en número por nuevos afanes, aunque sean
singulares, nuevos bríos, aunque sean puntuales, pero que podrían, al
menos, ser. Existir.
Que no sólo son tebeos, que también son objeto de estudio y alimento del
intelecto. |