De tebeos y
bibliotecas
Uno de los lugares
donde la baja estima que como cultura tiene la historieta
es más patente son nuestras bibliotecas. No nuestras tebeotecas privadas, estructuradas
en anaqueles y meticulosamente ordenadas, o bien distribuidas en cajas de
cartón provistas de etiquetas garabateadas. Me refiero a las bibliotecas
públicas o universitarias.
La presencia de
tebeos en estos lugares es errante y
arrinconada, relegada en la mayoría de los casos a las secciones
infantiles / juveniles, donde se ubica la literatura dirigida a los más
chicos o al lado de manuales didácticos o libros ilustrados. La
historieta masiva es la principal protagonista si la hay: Astérix,
Tintín, Blueberry, Lucky Luke, Hazañas Bélicas, etcétera, mientras que
cómics de otro calado, procedentes de los catálogos de Norma, Glénat, De Ponent, Planeta-DeAgostini, abundan menos.
Y es más posible
disfrutar de unas Memorias de Amorós (Ikusager) por hallarse relacionado
su sello editor con la Historia que por tratarse de un
excelente tebeo, de una lectura que dignifica.
Los culpables de
este vacío en los estantes somos todos, en suma, que desde que el
país es país hemos mimado poco a nuestros narradores gráficos, más seducidos
por la imagen extranjera. A nuestra historieta hemos acabado por
vestirla de burla y desconsideración, tachándola de producto puente
entre la fertilidad imaginativa del niño y la mentalidad regida por la
madurez normada del adulto. Así, las instituciones siguen desconfiando
de las historietas, a las que aún ven como productos infantiloides,
armazones de subversión o canales de pornografía. No ven en ellos cultura o cimientos de formación. Con el paso del
tiempo, la ocupación de puestos de responsabilidad en nuestra sociedad
por personas eminentes que demostraron sin rubor su inclinación por los
tebeos (casos como Gubert, Gasca, De Cuenca) pudiera haber generado una mayor aceptación del medio,
pero la industria implosionó y los
criterios de selección del público eligieron el camino fácil del
entretenimiento importado, con lo que lo nuestro quedó de nuevo relegado
al baúl y, lo que es peor, medido con la misma vara que se aplica a la
historieta barata.
Los teóricos y
estudiosos no ayudaron a convencer a las instituciones. El interés
académico por la historieta siempre fue escaso, o si se considera
suficiente (dos centenares de trabajos de investigación académica en el
ámbito universitario), deslavazado, azaroso. El envalentonado
investigador raramente proseguía ligado a las viñetas -Altarriba y otros
pocos fueron excepción- y lo prosaico no dejaba tiempo ni lugar para atender el
asunto documental. Y está claro que sin su apoyo no se puede incentivar
el interés de estamentos, funcionarios, fundaciones o gobernantes.
Despertar el aletargamiento intelectual existente sobre historieta (y
también librarla del concepto que se tiene de ella como algo
exclusivamente marginal y genérico) es labor colectiva, para lo cual es
absolutamente necesaria la cooperación, coordinación y conexión de todas
las entidades individuales y colectivas que se hallan implicadas con el
cómic: estudiosos, editores, autores, medios de información, centros de
documentación, bibliotecas...
La alusión
anterior al altruismo grupal es algo utópico, claro. Los motivos que mueven a
políticos y funcionarios raramente son de carácter intelectual; los
intereses que persiguen los intelectuales y académicos están más cerca
de la vanidad que del altruismo por lo común; y los diferentes
investigadores del medio que en España somos, nos conducimos por lo
general según afanes singulares, por motivos nostálgicos o cegados
por rencillas y enemistades.
Las posibilidades
de la historieta como instrumento pedagógico, de incorporación a la
lectura, de aprendizaje de valores de variada índole, hace aconsejable
su preservación y mimo en las bibliotecas, y todos los proyectos
encaminados a su acopio, catalogación, promoción y difusión cultural
deben gozar de nuestro beneplácito y apoyo.
Imaginemos que
pudiésemos abordar la utopía...
¿Qué fondos?
El primer paso a
dar por los interesados en fundar tebeotecas, pues así llamaremos en lo
sucesivo a las secciones de bibliotecas dedicadas a los tebeos, es
discernir qué obras deben ser escogidas para nutrirlas. Desde
Tebeosfera se aboga, en primer lugar, por el respeto debido a los
catálogos de tebeos españoles, colecciones de fichas, diccionarios y obras de índole teórica,
que en nuestro país existen varios. Estos son:
1. Catálogo del
tebeo en España, 1915-1965. Editado por el Colectivo Noveno Arte,
Barcelona, 1980. Catálogo mínimo de Josep Maria Delhom y Joan Navarro,
con prólogo de Antonio Martín.
2. Catálogo del
tebeo en España, 1865-1980. Del Círculo del Cómic y del
Coleccionismo / Cuto Edicions, Barcelona, 1989. Libro de Josep Maria
Delhom, con epílogo de Luis Conde Martín. Constituye una segunda
edición, con más entradas y bastantes correcciones, del anterior.
3. Guía del
tebeo español, 1865-1989. Fanedición de El Boletín, Barcelona, 1991.
Libro a modo de cuaderno de Carlos González y Jaume Palañá.
4. Catálogo
general del Cómic español, 1865-1993. Editado por el Equipo El
Boletín, Barcelona, 1993. Libro de José Antonio Ortega Anguiano.
5. Catálogo del
tebeo español en fichas (tómese como título). Autoedición, Madrid,
1983. Fichero confeccionado por Saturnino Beitia y Armando Hilera (1360
fichas, cada una con la portada del primer número de cada serie en su
anverso, y con algunos datos de consulta en su reverso).
6. Catálogo de
los años oscuros del tebeo español. Otra fanedición, de Ediciones
PLG, Madrid, datada en 1996 aproximadamente por Jesús Cuadrado. Folleto
de Pablo López, sobre los tebeos del período 1865-1950.
Se recomienda el
manejo del catálogo del cordobés Ortega Anguiano, por ser el más
completo. Así mismo, existen varios diccionarios sobre historieta
publicados en castellano, sobre los cuales se erige sin discusión como imprescindible
el firmado por Jesús Cuadrado: De la Historieta y su
uso, 1873-2000, editado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez /
Sinsentido. Ambos nomenclátores anteriores, fundamentales, han de
manejarse con tiento, sin embargo, pues presentan las erratas y errores
propios de las obras de ese grueso calibre. Actualmente se están
preparando, al menos, dos nuevos catálogos generales sobre tebeos
españoles, más ambiciosos y completos que el de Ortega, presuntamente
más contrastados, y cuando nos lleguen serán una magnífica herramienta
para seleccionar colecciones y asesorar los fondos de una nutrida
tebeoteca del cómic español.
Es conveniente
para el biblioteconomista y el gestor de las utópicas tebeotecas
disponer de estos manuales y diccionarios, y me aventuro a aconsejar que
no estaría de más que hubiese un mínimo fondo de monografías teóricas
sobre historieta en nuestros templos del saber. Para la presente edición
de Tebeosfera se ha desarrollado una investigación, un rastreo
más bien, sobre los fondos bibliográficos de estas características que
se hallan localizados en las bases de datos digitalizadas de las
bibliotecas españolas. Se ofrece como anexo al presente artículo ese
listado, donde se orienta sobre una bibliografía teórica básica que contempla
también los diccionarios y catálogos comentados anteriormente. Es
probable que otras bibliotecas dispongan de otros títulos cuya
catalogación aún o se haya incorporado a la red, mas sirve esta guía
ahora para aquellos interesados en transitar bibliotecas con el fin de
saber sobre tebeos.
Es un archivo de extensión pdf que pesa 278 Kb.
Con respecto a los
cómics aconsejados para nutrir una tebeoteca, es evidente que
todos tenemos una idea más o
menos clara de qué cómics nos apetecería hojear sentados en silencio en
estas salas. Sobre todo los más jóvenes, que no pueden incorporarse a
determinadas lecturas debido a su precio elevado, a la dificultad de su
localización, o a su naturaleza. Los bibliotecarios que demuestran
interés por incorporar historieta a sus estanterías se hallan por el
contrario en dificultades para elegir sabiamente los cómics que puedan
interesar a sus administrados, qué tebeos solicitar y a quién.
Necesitan, en la mayoría de los casos, un asesoramiento. También aquí se
aporta un primer documento elaborado con ese fin: una asesoría elaborada para una
biblioteca sevillana en abril de 2002; consejo elaborado con imperfecciones
pero adecuado para surtir una biblioteca básica hoy. Las imperfecciones
son debidas a que se han elegido títulos que pudieran ser adquiridos
actualmente (habrá clásicos de la historieta que no se hallan
en la lista), títulos de calidad media / alta (habrá muchos cómics de
alegre consumo que no se indican), y títulos más manejables por los
bibliotecarios (se prefieren los tebeos encuadernados a modo de libro o
tomos con lomo, lo cual es un condicionante impuesto por los razones de
manejabilidad y catalogación)
[descargar asesoría en pdf, de 121 Kb.]
Bibliotecas en
acción
Existen varios
proyectos en España orientados a insistir en la importante presencia de
los cómics en
nuestras bibliotecas. El primero y más esperanzador de los proyectos
surgió a finales de 2001 en el llamado Centro de Documentación de la
Historieta de Barcelona, cuyo núcleo de historiadores, editores y
estudiosos contempló como uno de sus objetivos la fundación de una
tebeoteca en su sede oficial, cedida por Ficòmic
[ leer texto divulgativo sobre su fundación ]. Las personas responsables del proyecto de
catalogación y / o coordinación de una posible tebeoteca serían Breixo
Harguindey y Jordi Coll (éste como responsable de la “fanzinoteca”). Pero
hasta la fecha de hoy no han hecho público ningún tipo de avance.
Por más que
organicen estimulantes exposiciones que rescatan el tebeo y el humorismo
clásico, acompañadas de deliciosos catálogos, tampoco desde la
Biblioteca Nacional están laborando en proyectos orientados a la
fundación de una tebeoteca que preserve la memoria de nuestra
historieta. O sea: los proyectos centralizados, de alcance nacional, no
existen. Únicamente se están dando pasos hacia delante en ámbitos
comunitarios, provinciales y partiendo de afanes particulares, si bien
orientados a un bien común. Estos son, a saber, los desarrollados por
una bibliotecaria en la Comicteca de Murcia, por universitarios
de la Politécnica de València y de la Facultad de
Biblioteconomía y Documentación de Madrid, y por particulares ligados al
portal electrónico culturagalega.org.
La denominada
Comicteca de Murcia es un proyecto de la bibliotecaria Concepción María
Artacho ya presentado en varios festivales de cómics
españoles (Barcelona, Granada, La Coruña). Difundió sus objetivos en las
diferentes mesas redondas organizadas en esos festivales, de uno de los
cuales –Granada, III-2002– nos ha brindado un apunte el autor y
teórico Enrique Bonet, presente en la mesa:
«La mesa redonda
se planteó en torno a tres preguntas formuladas por Concha Artacho. A
partir de esas preguntas, cada uno de los asistentes intentó ofrecer su
punto de vista y aportar su experiencia sobre el tema. Yo asistí, en
principio, como persona ligada al medio de la historieta en varias
facetas (fundamentalmente, como dibujante y colaborador en revistas de
estudio y crítica de historietas), pero también como profesional de la
documentación y la información (trabajo como informador-documentalista
en la Universidad de Granada).
1. ¿Existen de
verdad los servicios de información para la difusión y conocimiento del
cómic? ¿Qué hacen las editoriales, revistas, concursos, internet,
bibliotecas, etc.?
Los servicios de
información y documentación especializados (es decir, enfocados
específicamente a cubrir una faceta determinada del conocimiento o de la
creación, como el cómic) son servicios "de calidad", nacidos para el
apoyo o mejora de otros servicios o actividades: apoyo a la
investigación, a la difusión, a la docencia... Por tanto, como servicios
secundarios, su propia existencia será justificable si previamente
existe una actividad importante en torno a ese campo del conocimiento o
la creación.
De momento no
existe en España nada que podamos identificar como un sistema
especializado de información sobre la historieta, pero ello no es más
que la consecuencia lógica del estado de nuestro mercado, de la escasa
valoración que el tebeo sigue teniendo en círculos académicos y
culturales y de su poca repercusión en los medios de comunicación. Lo
que hasta ahora tenemos son, en su mayoría, colecciones de tebeos en
bibliotecas públicas, normalmente encasilladas en la sección infantil, y
casi siempre -por lo que conozco- con muy escaso criterio selectivo. Por
supuesto, la Biblioteca Nacional, y muchas de nuestras Hemerotecas (muy
especialmente, las de Madrid y Barcelona), conservan verdaderos tesoros
bibliográficos en este terreno, en su mayoría a disposición de los
investigadores -aunque no sin esfuerzos-, pero en ningún caso su función
va más allá de la conservación y catalogación de estos fondos...que ya
es bastante.
Porque un
servicio de información especializado en historieta no debería
únicamente recopilar, conservar y ordenar tebeos. Debería ofertar al
investigador, y al aficionado en general, toda una serie de servicios en
torno a sus propios fondos y facilitar el acceso a cualquier información
sobre el mundo de la historieta que el usuario demande. Debería, por
supuesto, constituir un fondo de historieta ordenado y sistematizado con
criterios rigurosos y desde el conocimiento de la propia historia del
medio; debería elaborar bases de datos, clasificaciones y listas de
materias, repertorios bibliográficos, índices de autores, boletines;
debería recopilar todas las obras de referencia y bibliografía
especializada sobre el tema; debería permitir el acceso a bases de
datos, catálogos, sitios web y fuentes de información externas, además
de orientar al usuario y dirigir su búsqueda hacia las fuentes de
información más pertinentes para su demanda... A partir de ahí, un
centro de este tipo puede servir también como dinamizador de actividades
para la difusión de la historieta o como impulsor para la creación y
para la conservación de originales.
Ahora
mismo, para obtener algo parecido a los servicios que un centro de este
tipo podría ofrecer, tenemos que acudir a alguno de los ingentes
trabajos de investigación surgidos desde el esfuerzo de iniciativas
particulares (por citar algo: los trabajos de Antonio Martín, el inmenso
Diccionario de Jesús Cuadrado, el Catálogo de José Antonio Ortega) o a
los sitios web que, en mayor o menor medida, intentan recopilar toda la
información posible sobre autores y obras. Iniciativas imprescindibles y
maravillosas, pero lamentablemente carentes en su mayoría de apoyos
oficiales, y por ello, con difícil continuidad.
La
experiencia de la Comicteca de Murcia -englobada dentro de la Biblioteca
Regional de Murcia- que se presenta en este Salón del Cómic es
encomiable, y un ejemplo a seguir para otras Comunidades Autónomas que
podrían implantar dentro de sus sistemas públicos bibliotecarios
iniciativas similares. Pero, por muy loable que sea su trabajo, y aunque
en un futuro se convierta en un centro de referencia a nivel nacional,
su función es básicamente la de preservar y difundir el cómic murciano,
y en ningún caso puede sustituir lo que debería ser un centro de
documentación o información sobre historieta de rango nacional. El
proyecto del Centro de Documentación de la Historieta con sede en
Barcelona, surgido a raíz de la iniciativa de un amplio grupo de
profesionales y estudiosos catalanes y con el apoyo expreso de Ficómic,
de momento no deja de ser eso, un proyecto, del que poco podemos opinar
hasta que no conozcamos más detalles sobre sus objetivos, alcance,
financiación, etc. Ojalá este proyecto sea capaz de despegar y consiga
aglutinar el interés de los profesionales y aficionados y, sobre todo,
el apoyo público imprescindible para que un centro de este tipo nazca
con visos de permanencia y buenas perspectivas de crecimiento.
2.¿Para que
existan, la solución seria la interrelación entre todos los servicios de
información?
La
interrelación y cooperación entre los servicios, creo yo, sólo podría
darse en buenas condiciones entre servicios dependientes de entidades y
organismos públicos (entre servicios e iniciativas privadas o de grupos
hablaríamos de "competencia", más que de cooperación), y siempre que
existiera una distribución más o menos clara de funciones y
competencias.
3.¿Qué mecanismos
o instrumentos existen para conocer los gustos o necesidades del
usuario?
Sobre esta
pregunta apenas intervine porque por falta de datos para opinar.»
Es cierto que el esfuerzo de Artacho se circunscribe primordialmente a
lo local. Es natural si la procedencia de los fondos es localizado; mas
se trata de una iniciativa a considerar como de alcance nacional puesto que no sólo pretende fundar un núcleo documental sobre historieta y
originales donados
[ léase a este respecto al bloque de noticias
publicado en esta misma edición], también se halla trabajando duro
-con la inestimable ayuda de Paco Olivares y Juan Álvarez- por
la localización de otros bibliotecarios interesados en proyectos
similares y por generar un manual de catalogación que contenga una
clasificación temática de tebeos para las bibliotecas españolas. Artacho
ha concluido la escritura de ese protocolo de catalogación, un
avance del cual fue elaborado para el
sitio web de la Biblioteca Regional de Murcia y que en estos momentos
está siendo remodelado a los efectos de su publicación definitiva.
Otro proyecto de
similar alcance al de la Comicteca de Murcia es el desarrollado por
Francisco Ruiz y otros colaboradores (los doctores Marina Segarra,
Isidoro Gil y Alvaro Pons), que se hallan
realizando un trabajo de catalogación específica de historieta
trabajando con el fondo de la Biblioteca Valenciana. Previamente, este
equipo ha realizado un estudio sobre el estado de la cuestión en
diversas bibliotecas (incluyendo Angulema) y desde hace tres años labora
en la recuperación digital de Patrimonio de Historieta Valenciana,
concretamente con:
«1.
La elaboración de una terminología específica de historieta adaptada a
la complejidad editorial y que permitiera describir las publicaciones
tanto a nivel físico como de contenido. Esta terminología es una fusión
convenida de la que usan habitualmente tanto los teóricos como los
aficionados a la historieta.
2. Para optimizar
esa ordenación y partiendo de la terminología descriptiva y tipológica
anterior, desarrollamos una sistemática de catalogación a partir de las
reglas preexistentes en documentación pero realizando una adaptación a
la historieta que nos permitiera una catalogación específica
(diferenciada de los documentos textuales como lo realizado hasta el
momento).»
Para desarrollar
este proyecto tomaron contacto con la Biblioteca Valenciana y, desde
entonces, han realizado una exposición antológica de José Grau en la
Universidad Politécnica, han desarrollado una ponencia en un congreso de
recuperación de Patrimonio Histórico, y han localizado una publicación de 1936
hasta el momento no catalogada (trabajo que será oportunamente difundido
en
Tebeosfera).
En realidad aún se hallan trabajando en el proyecto de
catalogación de fondos a falta de cerrar un acuerdo, no obstante ya han
publicado un sitio web donde demuestran su interés por el
tebeo valenciano:
La Escuela Valenciana de Aventuras
Similar ímpetu que a los anteriores guía al coruñés Kike Benlloch y a
algunos colaboradores del sitio web
www.culturagalega.org. Este
portal gallego desarrolla una gran labor en pro de la historieta:
planifica actuaciones editoriales, desarrolla entrevistas, reportajes,
contenidos exclusivos, ediciones facsímil-electrónicas, analiza la
historia de los tebeos autonómicos, cataloga publicaciones, lleva a cabo
una programación de noticias breves y extensas de modo regular... todo
ello como un servicio libre y gratuito. Benlloch también se halla
deseoso de desarrollar su propio protocolo de catalogación de cómics,
para lo cual han entrado en contacto con el CDH y con la Comicteca de
Murcia.
[un
texto sobre sus proyectos puede leerse aquí] Mas, de momento
no han desarrollado su propio modelo de catalogación, que han prometido
presentar como muy tarde en noviembre de 2002.
La ardua
catalogación
Sería de desear
que surgiesen otros proyectos parecidos en otras comunidades autónomas o
desde otros núcleos universitarios instruidos en las artes
biblioteconómicas. Es así porque una vez determinado el bibliotecario a
la adquisición y ubicación de los tebeos, surge el grave problema de la
correcta catalogación.
El problema
obedece a las dificultades que plantean las Reglas de Catalogación
Internacional (RCI), extremadamente rígidas y que siguen relegando a la
consideración de folletos a cualquier tebeo con formato de cuaderno o
comic book. Es más: se considera a los tebeos un subconjunto dentro de
los folletos, donde son etiquetados como "publicaciones seriadas",
entendiéndose serie como un conjunto de obras independientes, numeradas
o no, relacionadas entre sí por el hecho de que, además de su título
propio, llevan un título colectivo que se repita en cada una de ellas.
Pese a lo anterior, las reglas de catalogación indican que solamente
debe constar información sobre el primer y último fascículo, o entrega,
de la serie, dejando en el limbo las posibles variaciones o contenidos
disimilares de los elementos que existen entrambos. Y más grave será
que, además, de esos dos únicos ejemplares tomados como referentes, se
tomen como fuente de información la portada, o sustituto de portada, u
otros preliminares, sin acudir a los créditos. Si se sigue la ISBD a
pies juntillas, los tebeos quedarán necesariamente mal catalogados, pues
en historieta -a la hora de construir una mínima ficha- el área de
descripción física NO puede tomar la mención de las ilustraciones
contenidas como un elemento opcional. E incluirlos en "materiales
especiales" plantea nuevas discusiones... Los problemas son múltiples,
pero hay que insistir, hay que obstinarse más que nunca por publicar con
Depósito legal y procurarse un ISSN si es seriado nuestro producto
editado. La lucha de los editores profesionales por el respeto del ISSN ha
ido dando sus
frutos, pero poco ha variado eso el hecho físico de la manipulación de
los tebeos en
las bibliotecas, delicada por la naturaleza lábil de los tebeos y su complicado
etiquetado (también difícil por cuanto son elementos de fácil
sustracción). El
único modo que los directores de bibliotecas tienen para solventar lo último es elegir libros de cómics antes que
series de cuadernos, o bien encuadernar las colecciones de cómics flacos.
Mas, los problemas de catalogación no finalizarían ahí. Ahora cabe
detenerse en cómo huir del «CDD-741.5»; o si
es necesario hacerlo. Cómo identificar y clasificar los contenidos de
las revistas de cómics, frente a los libros de cómics; o la gran
variabilidad que presentan ciertos tebeos. Cómo organizar las nuevas
signaturas...
El estudioso
almeriense Jesús Castillo Vidal, autor de un tesauro sobre cómics
elaborado a modo de trabajo de investigación desarrollado en el
departamento de Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la
Facultad de Documentación de la Universidad de
Granada durante el año 1998, se ha
venido preocupando de profundizar en los problemas de catalogación para
la publicación electrónica http:www.absysnet.com, aportando una visión
similar a la que Artacho publicará en breve. Castillo insiste
(en un artículo en
dos
partes) en la importancia de los campos de control de autoridad, contrasta
eficazmente ejemplos de catalogación elaborados en otros lugares,
descubre la falta de claridad en la identificación del tipo de documento
(T300, T245, T650 / los CDU 741.5, 82-36, 070.487) y denuncia la
catalogación absurda de todo lo anterior conlleva poniendo un ejemplo
concreto:
«La mina del alemán perdido
(de Charlier / Giraud):
840-34"19" : 087.5
(Literatura francesa del siglo XX, Narración tradicional. Leyendas.
Sagas. Cuentos de hadas: Publicaciones para niños).»
También entra en
el problema de las signaturas topográficas (de importancia dado
que la asignación a “C” etiqueta como género al medio historieta) y se
apoya la signatura “TBO”, que algunas bibliotecas ya incorporaron a sus
catálogos. Finalmente, Castillo aconseja algunas direcciones de
internet, iniciativas internacionales en su mayoría, que conviene leer
para seguir trabajando
en este sentido.
Ojalá surjan más
bibliotecarios, estudiosos y agrupaciones interesadas en desarrollar
esfuerzos para aclarar el panorama de la catalogación de tebeos y su
incorporación a las bibliotecas. Sea en el ámbito comunitario, sea
nacional.
Si nuestros niños
hallan tebeos bien colocados en sus bibliotecas cercanas, desarrollarán
una mejor consideración hacia ellos. Y dejarán, quizá, de pensar eso de
que “sólo son tebeos”. |