El domingo 31 de noviembre de 2003 inició en la cárcel
marroquí de Salé su segunda huelga de hambre el periodista, diplomático
e historiador marroquí Alí Lmrabet (Tánger, 1960). Lo hizo como forma de
protesta contra el trato que le profesaba el sistema penitenciario
marroquí a raíz de su internamiento en prisión acusado de ultraje al rey
Mohamed VI por causa de ciertos textos y caricaturas publicados en su
semanario Demain.
En este
semanario, inspirado en El Jueves español y diseñado con ayuda de
El Periódico de Catalunya (según este mismo diario ha
afirmado) publicó dos caricaturas que no gustaron al monarca. En una
denunciaba su autor los fondos públicos que se destinan a gastos reales
y se veía cómo una mano que salía del
palacio real de Sjirat,
sito cerca de Rabat, se
quedaba con dinero del Estado. La otra consistía en una parodia de la
ceremonia del besamanos al monarca, y en ella aparecían unos marroquíes
arrodillándose para besar una babucha gigante. Otras razones para
inculpar al editor satírico fueron un fotomontaje y la reproducción de
una entrevista a un antiguo disidente republicano marroquí, publicada
por un diario español previamente, y un artículo anejo sobre el
presupuesto de la Casa Real (véanse los enlaces a pie de página para
acceder a estos textos).
Tras haber soportado una primera huelga de hambre que le
dejó casi para el arrastre, a esta altura de su internamiento, el
periodista se sentía sólo y desprovisto de derechos, cada vez más
aislado y sin asistencia médica, según declaraciones que iba filtrando a
la prensa a través de algunos traficantes de droga internados en la
misma prisión.
Su nueva huelga de hambre no auguraba un desenlace feliz.
Mas Lmrabet resultó felizmente indultado el día 6 de enero de 2004 tras
haber sufrido otros 39 días de huelga de hambre y haber pasado un total
de siete meses y medio de su vida encarcelado por haber expresado su
opinión en un periódico. Una amnistía muy oportuna, por cuanto
posiblemente no hubiese aguantado otro trance como el que padeció meses
atrás. El indulto real, sin embargo, no vino motivado por su acción de
protesta sino por la presión que ciertos colectivos sociales ejerció
contra la monarquía alauí, así como los intereses del rey Mohamed VI por
aflojar tensiones diplomáticas con EE UU. La consecuencia fue la
liberación de treinta y tres presos, entre ellos siete reporteros, que
se parece avenirse antes a los consejos del Secretario de Estado
estadounidense Colin Powell que a la supuesta puesta en funcionamiento
del comité Equidad y Justicia, el cual se sacó de la manga la corona con
pretendido interés de solventar las vejaciones y quebrantamientos de
derechos cometidos durante bajo el reinado de Hassan II en Marruecos,
los llamados "años de plomo", entre 1960 y 1990. Una de las pruebas de
que Lmrabet salió de la cárcel debido a la presión foránea es que su
liberación se producía poco antes de la arribada del primer ministro
marroquí, Dris Yetu, a Washington. De otro lado, según recordaba La
Razón, la liberación de los presos políticos y los periodistas se
producía justamente pocos días
después de que Marruecos hubiera
solicitado a España colaboración para combatir a las mafias de la droga
que controlan buena parte de la economía del norte marroquí, y que se
sumaría a otros convenios de colaboración, en especial el firmado contra
la inmigración ilegal, todos ellos enmarcados en el restablecimiento de
las relaciones plenas con España.
Entre los indultados
junto a Lmrabet figuraban también otros seis periodistas condenados a
penas de prisión, entre ellos Mohamed El Hurd, condenado en agosto de
2003 a tres años de prisión por haber publicado en su revista Asharq
un artículo referente a un supuesto integrista islámico llamando a
la Yihad. También fu excarcelado Mustafá Alaoui, director del semanario
Al Usbue, condenado en julio de 2003 a un año de cárcel por
presunta incitación a la violencia a consecuencia de haber publicado un
manuscrito de una organización desconocida que reivindicaba los
atentados de Casablanca del 16 de mayo; y Mustafa Kechnini, director de
Magribia. Además,
entre los 33 indultados estaban dos islamistas
encarcelados desde hacía 28 años por el asesinato del dirigente
socialista marroquí Omar Benjeloun, 13 saharauis, tres argelinos y
cuatro marroquíes condenados en 1994 por tráfico de armas con destino a
Argelia. La excarcelación en masa por razones políticas
y de "lavado de cara" de la monarquía de cara a la opinión internacional
parecían bastante evidentes.
Es probable que Lmrabet fuese
consciente de esas razones en el momento de su excarcelación, o quizá
no, pero la verdad es que sus ánimos eran bravos.
Los tres años de pena
le habían sido conmutados y no tendrá que pagar la multa, y por más que
el ministro de Justicia, Mohamed Buzubá, no se había pronunciado sobre
levantar la prohibición sobre los semanarios que dirigía, el periodista
exclamó
en la puerta de la prisión (según hizo público El Periódico de
Catalunya):
«El
Alí Lmrabet que entró el prisión el 21 de mayo es el mismo que hoy sale;
la cárcel no puede vencer a un hombre libre.».
A continuación
desafió al ministro delegado de Interior, Fuad Alí al Hima, y al jefe de
la Seguridad Nacional, Hamidu Laanigri, a quienes ha venido acusando de
hallarse tras su condena: «¿Ahora
qué vais a hacerme? ¿Vais a asesinarme?»
Al respecto de su populosa salida de la cárcel opinaba
Luis García Montero en El País Andalucía del 10-I-2004 al
respecto de su liberación que «Su orgullo al salir de la cárcel no deja
de ser una lección para nuestra adocenada libertad». Y más por cuanto
prometió que sacaría Après Demain, semanario satírico, pese a la
experiencia sufrida en su país: «si nos fuéramos todos, le dejaríamos el
país al rey y a sus amigos», declaró el recién liberado. La idea del
nuevo semanario se la sugirió Plantu, el dibujante de Le Monde.
Por otro lado, el humorista marroquí Ahmed Snoussi, más conocido por
Bziz, que lleva muchos años censurado en Marruecos, le propuso otro
título: Demain Libéré (Mañana Liberado sería su
traducción). Varios amigos de París propusieron a Alí afincarse en París
para proseguir su carrera periodística, pero lo rechazó.
O sea, que se queda en su patria. Pero no se va a quedar
de brazos cruzados, si bien su libertad es relativa y depende de sus
siguientes pasos. Él mismo ha declarado que se hallaba sólo a su salida
de la prisión. Que carecía de equipo y dibujantes para montar una nueva
publicación satírica, pero se pondría a ello una vez que hubiese
agradecido a sus amigos los esfuerzos realizados en su favor y haber
recuperado el fuelle. A los pocos días de su liberación , Alí Lmrabet
recogió en Madrid el Premio Columnistas de El Mundo 2003, que compartió
con el cubano Raúl Rivero. Luego, Lmrabet se paseó por varios medios
españoles y franceses durante las siguientes semanas a su liberación,
aparentemente restablecido de la debilidad que le ocasionaron las
huelgas de hambre (a causa de las cuales había perdido visión en un
ojo). Incluso tuvo una breve aparición, algo fuera de lugar por
demasiado desdramatizada -por no decir frívola-, en el programa Lo
más + durante la semana primera de febrero de 2004.
En una entrevista concedida a Pedro Canales de La Razón declaraba
que no consideraba ni delictivo ni ultrajante lo que había publicado en
sus revistas. «Dicen que en una caricatura había una mano del Rey. En
primer lugar había tres manos, no una. Pero además, si fuera la mano del
Rey, ¿es un ultraje? ¿Sacar un dibujo con la mano del Rey es un ultraje?
Si es así, yo soy ultrajador profesional.» Con respecto a la próxima
salida de sus publicaciones afirmó seguro de sí que si volvían a
censurarle lanzaría sus revistas desde un medio mucho más efectivo y
potente.
Puede dar
gracias Lmrabet que tiene amigos poderosos entre la prensa foránea y que
los políticos temerosos de la opinión pública internacional podrán ceder
ante la presión mediática. Más de lamentar será el futuro de los
dibujantes marroquíes que carecen de este tipo de apoyos y de los que
sigue sin hablarse, o siguen censurados, o quién sabe si encarcelados.
El periodista deja la cárcel con una causa pendiente y sin haberse
retractado, lo cual no deja de ser un acto de valentía.
Con otros cien como él otro mundo sería posible.
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