Cristina Breccia encontró en el dibujo su pasión creadora, al igual que sus hermanos Enrique y Patricia, viendo trabajar a su padre, Alberto Breccia. Estudió grabado y pintura con los maestros Eduardo Audivert y Demetrio Urruchúa. Su universo creativo, habitado por seres nacidos del más profundo bosque de los sueños, fue singular dentro del mundo Breccia. Su obra se ancló, luego del paso por la historieta, en la ilustración infantil, donde pudo profundizar en sus búsquedas plásticas. En 1973 colaboró con las revistas Anteojito y Billiken. En 1978 realizó sus primeras historietas sobre guiones de Ema Wolf. Más tarde ilustró una serie de fábulas publicitarias en Billiken. Desde 1979 dibujó varias historietas con guiones de Norberto Buscaglia y con una de ellas se convirtió en la primera dibujante mujer en participar en la revista Fierro, primera época. De esa producción se destacan las adaptaciones de obras de Shakespeare al lenguaje historietístico, publicadas en revistas europeas a partir de 1985 y de ese mismo año es El príncipe de este mundo, su último trabajo como historietista. A comienzos de los ochenta y hasta 1993 realizó ilustraciones para la colección juvenil Biblioteca Billiken de la editorial Atlántida y para publicaciones italianas. A partir de esa última experiencia incursionó en la confección de muñecos de trapo basados en sus ilustraciones. En 1989, ganó el premio del Concurso Gianduja. En 1991 ilustró una serie de libros infantiles y juveniles, como El gigante egoísta de Oscar Wilde y La abejita haragana de Horacio Quiroga.