Madrileño de nacimiento, Carlos Pino disfrutó de una infancia feliz en la que los tebeos no eran tanto una válvula de escape como una plataforma narrativa que fomentó en él el deseo de convertirse en dibujante profesional de tebeos. Con ayuda de amigos y una formación casi por completo autodidacta, comenzó a dibujar historietas para publicaciones confesionales y del Movimiento de los finales años cincuenta y primeros sesenta, como Trampolín, Clarín, Duwarín o 3 amigos. Trabajando para esta última publicación conoció a Cicuéndez y Almusán, con quienes formó el estudio Sagitario, desde el cual intentaron editar la versión española de Eagle, sin éxito (Rollán la publicaría tiempo después bajo el título Tucán).
Terminó su formación en los Talleres de la Fábrica de Moneda y Timbre de Madrid; Círculo de Bellas Artes; Artes y Oficios de Madrid y, luego, en los primeros años sesenta formó una alianza fructífera con el autor Vicente Alcázar, que duraría años. Juntos, bajo el acrónimo CARVIC, dibujaron multitud de historietas bélicas, primero para Chío, luego para el mercado inglés, a través de agencia españolas pero sobre todo trabajando directamente para los editores franceses o los británicos Bensberg y Temple. También dibujaron comic books para el mercado estadounidense, por mediación del autor y por entonces también editor Gray Morrow, publicando en títulos de los sellos Archie y Charlton, mayormente. Desplazados a EE UU, Alcázar y Pino, compartieron momentáneamente estudio con Neal Adams y consiguieron algunos encargos para Warren (aquí, en España, publicados en la revista Rufus) y para Marvel. No obstante, fue Alcázar quien continuó trabajando para los americanos, mientras que Pino volvía al mercado británico, ahora en solitario, laborando prolíficamente para la editorial Fleetway: Battle Picture Weekly, 2000 A.D. Starlord, Adventure, Speed, Mask... dibujando sobre todo historietas bélicas y de ciencia ficción durante las décadas de los setenta y ochenta.
Acuciado por la crisis del mercado británico, Pino buscó a mediados de los años ochenta encargos en el ámbito de la ilustración publicitaria y también nuevos cómics que dibujar en ediciones británicas que se hacían desde Escocia, como Victor o la longeva Commando. Afincado en Sevilla, siguió dibujando historietas bélicas y elaborando story-boards para campañas publicitarias durante sus últimos años profesionales.