Libro de 32 páginas en color, encuadernado en cartoné.
Texto promocional:
Los conejos llegaron hace muchas generaciones. Llegaron en barco y se propagaron por el país. No había montaña, desierto o río que pudiera detenerlos. ¿Quién nos salvará de los conejos?
Los conejos es en parte una fábula alegórica sobre la colonización, contada desde el punto de vista de los colonizados. Un narrador invisible describe la llegada de «conejos» con gran detalle, un encuentro que al principio es amistoso y curioso, pero que más adelante se torna sombrío hasta el punto de que parece evidente que los visitantes son, en realidad, invasores. El estilo del libro es deliberadamente escaso y extraño, tanto el texto como la imagen expresan un sentimiento general de desconcierto y ansiedad a medida que las criaturas nativas, parecidas a numbats, son testigos de una devastación medio ambiental bajo los engranajes de una nueva cultura extranjera.
Los paralelismos con una historia real de colonización en Australia y alrededor del mundo son obvios, y se basan en una investigación detallada, a pesar del evidente surrealismo de las imágenes y de la ausencia de referencias directas. Fue elegido álbum ilustrado del año por el Consejo del Libro Infantil de Australia, lo que en parte generó una cierta controversia debido a los temas que se afrontaban, y fue atacado en numerosas ocasiones bajo la acusación de ser «propaganda políticamente correcta», aunque solo por parte de los conservadores de derechas, por supuesto. A pesar de ello (o a causa de ello), el libro siguió ganando numerosos premios en Australia, los EUA y el Reino unido, y se estudia ampliamente en la escuela secundaria. Podría parecer que algunos de mis conceptos y diseños inspiraran de forma no reconocida una sección de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 2000 de Sydney, aunque jamás he llegado a descubrir si es cierto.
Un primer motivo de controversia fue el hecho de que Los conejos fuera un álbum ilustrado y, por tanto, pensado para un público infantil, con lo que se asumió erróneamente que pretendía ser didáctico. En realidad lo concebí para lectores de más edad, y creo que es difícil de etiquetar. “Puede que algunos chicos saquen mucho de él, pero generalmente desafía la mayoría de las convenciones propias del álbum ilustrado y no es, a lo mejor, una buena opción como lectura justo antes de ir a dormir”.