Cuaderno de historietas de 40 páginas en color más cubiertas en color, grapado.
Reproduce de forma íntegra todas las páginas dominicales de la serie The Kin-der-Kids (6-V-1906 al 18-XI-1906), y dos páginas de la serie Wee Willie Winkie´s World (26-VIII-1906 y 30-IX-1906). Introducción de Rúben Varillas.
Texto de la contraportada:
El cómic, en su evolución histórica, se ha visto sujeto a una paradoja digna de figurar en los anaqueles de la historiografía artística: ha llegado a la postmodernidad sin haber pasado por la modernidad. Sin embargo, antes de la postmodernidad existió un periodo de probatura, búsqueda y experimentación, un momento en el que estuvieron a punto de abrirse muchas puertas (que, finalmente, sólo se dejaron entornadas): algo similar a lo que en otros vehículos artísticos se englobó bajo la etiqueta de Las Vanguardias. En el cómic, en las mismas fechas en las que la pintura, la escultura o la literatura estaban en plena convulsión creativa, aparecieron una serie de artistas dispuestos a hacer arte con las viñetas y situarlas al nivel artístico de esos otros vehículos, digamos, más asentados.
Fueron pocos y osados. Y Lyonel Feininger fue el menos reconocido (y por ende apreciado). El dibujante menos comiquero, menos prolífico, menos ortodoxo del primer tebeo… Las escasas planchas de cómic que Feininger dibujó resultan toda una aventura visual: ni siquiera llegó al año. Tiempo suficiente, en todo caso, para demostrar que el exitoso expresionismo y el cubismo que empezaban a inundar los lienzos de Europa también tenían un sitio en las páginas de los periódicos norteamericanos. Pero, aunque Feininger no alcanzó el triunfo que merecía en su faceta como dibujante de cómics, sí que obtuvo un aceptable reconocimiento como pintor de esas mismas corrientes de vanguardia que antes mencionábamos.
Curiosamente, a lo largo de toda su producción pictórica posterior, Feininger mantuvo muchas de las constantes estilísticas que ya había anticipado en sus cómics. En sus pinturas expresionistas y numerosas xilografías encontramos arquitecturas oblicuas, edificios angulosos y paisajes tan violentamente deformados como los que aparecían en las páginas de The Kin-der-Kids y Wee Willie Winkie´s World.
Feininger nunca dejó de estar en contacto con la Vanguardia, primero gracias a su señalada adscripción estética y artística al movimiento expresionista alemán (y sus posteriores influencias cubistas) y, más tarde, con su entrada en la Bauhaus, encargado del taller de impresión y el único miembro de la escuela que estuvo en ella desde su inicio hasta su clausura.
Esta edición es un homenaje a Feininger y a su obra, a su virtuosismo gráfico, a su inteligente empleo del color y a la audacia infinita de este autor eternamente agazapado a la sombra del reconocimiento. El trabajo que se ha llevado a cabo en esta restauración de las planchas periodísticas de The Kin-der Kids y de Wee Willie Winkie´s World (se incluyen dos páginas representativas de la serie en el presente volumen) nos redescubre la obra de Feininger y nos la muestra con una nitidez gráfica como nunca antes se ha podido ver. Gracias a la restauración y al gran formato, resurgen los mares y se condensan las nubes, se elevan majestuosos los edificios neoyorquinos a orillas del Río Hudson, se recortan diáfanos los perfiles angulosos de sus personajes sobre las cubiertas de barcos y demás ingenios locomotores que recorren las páginas. Reaparece, en definitiva, el talento de un dibujante de tebeos adelantado a su tiempo, uno de aquellos que pudo haber cambiado definitivamente la historia de los cómics.
Síntesis de la introducción de Rúben Varillas