ACORDES PARA LA TORMENTA CUANDO NO SABES QUÉ DECIR
De entre las innumerables canciones que comienzan con el protagonista levantándose por la mañana, seguro que les viene alguna a la cabeza, aquí citamos una de Bob Dylan: On the road again, que si bien no aparece en Cuando no sabes qué decir de Cristina Durán y Miguel A. Giner Bou, la armónica truena y «Well, I woke up in the morning…» suena a musiquilla para ponerse en camino... y sirve para dar paso a una donde llueve como Rain Dogs de Tom Waits y sus perros debajo de la tormenta que acuden de fondo. Aviso para los otros Riders on the storm que he escrito esta nota escuchando a Dexter Gordon en bucle. La pareja de autores valencianos plantea en Cuando no sabes qué decir un difícil cruce entre la música popular, el cine y la propia historieta, y salen casi, casi indemnes. Hablamos de una historia con tintes autobiográficos, cuyos asuntos planean sobre la inocencia perdida de la primera juventud —¡ay! la joie de vivre—, y la evolución del amor y la amistad. Además, condensa constantes referencias al cine y a la música, ya que quizás entre sus mayores virtudes están los juegos dentro de la representación en cómic. Cuestiones autobiográficas y ficcionales aparte, se supone que cada cual tiene su particular registro de películas memorables, entre lo friki y lo intelectual, desde el Rambo con Stallone a Jules et Jim de Truffaut, entre otras joyitas, y aquí aparecen citadas unas cuántas: El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder, el musical Los paraguas de Cherburgo de Jacques Demy, o el memorable final de El apartamento; siempre es una alegría celebrar un homenaje al cine y la música.
Aunque Cuando no sabes qué decir ha sido ya comentado de forma extraordinaria por Jesús Giménez en la página dedicada a los cómics de RTVE, queremos también aportar y completar nuevas lecturas: ¿acaso no es la labor de toda valoración? Antes es preciso recopilar algún antecedente de la pareja de autores. Cristina Durán, encargada de la parte gráfica, y Miguel A. Giner Bou, como guionista, llevan años dando guerra desde La Grúa Estudio, pues quizás algo se les ha pegado de la rica tradición valenciana, tierra de grandes autores y producción de calidad, y, salvando las diferencias, de equipos artísticos como el proverbial Equipo crónica. A Durán y Giner Bou les fue otorgado el Premio Nacional del Cómic 2019 por El Día 3, también han publicado novelas gráficas como Una posibilidad entre mil y La máquina de Efrén, además de participaciones en obras colectivas. Nos preguntamos si esta edición hubiera existido sin el galardón, ya que hablamos de una reedición revisada del original de 2015; brindemos por una segunda oportunidad y por esta pequeña editorial, ¿llegará a los muestrarios de las librerías? Antes de nada, llama la atención la explicación del guionista en relación a los derechos de las canciones, que resultó «imposible conseguirlos para poner las letras de algunos temas»; aquí uno se pregunta hasta dónde llega eso de impedir citar incluso en obras de creación, mientras los programas de Inteligencia Artificial de las mega empresas tecnológicas expolian a su antojo. Si bien estas carencias están camufladas, ya que la obra está plagada de referencias musicales y cinéfilas. No en vano, el leitmotiv de la narración deriva de una expresión que sugiere la atmósfera de Rain Dogs. El propio Tom Waits explica esta metáfora manifestando que el álbum trataba de «gente que vive en la calle. Ya sabes que después de la lluvia ves todos esos perros que parecen perdidos, vagando por ahí. La lluvia lava todo su aroma, todas sus direcciones. De modo que toda la gente del álbum está unida, de una forma corpórea a la hora de compartir el dolor y el malestar»[1]. Cuando no sabes qué decir busca en cierto sentido respirar este mismo aire.
Esta obra, más bien breve, viene a contar cómo el protagonista, Manu, trasunto del propio guionista, evoca recuerdos de la primera juventud con un grupo de amigos entre frikis e intelectuales, quienes conversan, disfrutan y discuten mientras discurren los años universitarios con sus cuitas y amoríos, replanteándose las relaciones de amistad, algunas perdidas por el camino y otras encontradas. El estilo gráfico es entre naif e infantil, de trazo grueso y ojos grandes, esquemático y a veces expresionista, que, al fin y al cabo, funciona y entra por la vista. En Cuando no sabes qué decir vemos una gama cromática en la que prevalecen los tonos verdes, marrones, ocres y alguna ruptura con rojos. Aparte, gamas de grises, blancas y negras en los homenajes al cine y la música. Pues quizás su mayor mérito es esta traslación al lenguaje mudo de la historieta, ya que la obra condensa en pocas páginas constantes referencias al séptimo arte, y a la música, donde hay hallazgos como las viñetas a página entera homenaje al cine, o las dedicadas al Jazz, donde buscan una adecuación cromática a las atmósferas. Ya otros autores han hecho piruetas para darle empaque a la reproducción de sonidos en dibujos y colores, y daría para hablar largo del tema. Aquí quizás algunas anécdotas pueden resultar abundantes para una obra así breve, y se echa de menos alguna viñeta adicional dedicada a la evolución y resolución del conflicto, más si hablamos de un tema tan recorrido e inagotable como las historias de amistad y amor. A destacar las bellas viñetas “manuales” a página completa de la historia de amor de la joven pareja. Aparte, tiene un apéndice con recomendaciones cinéfilas y notas a los capítulos, y, cómo cada uno tiene su propia educación sentimental, entre mis preferencias están El apartamento, Viridiana, Amelie, Y tú mamá también y Bajo el peso de la ley, además de las ya citadas. Y cuando no quieres taza, pues taza y media; para abrir boca, escuchen a Tete Montoliu a quien también se menciona, antes de conocer alguna de las jugosas anécdotas de Cuando no sabes qué decir.
Es difícil irse con la música a otra parte sin comentar el efecto de circunstantes o efecto lucifer, que viene a plantear la pregunta de por qué ciertas personas y grupos que en determinadas circunstancias actúan de una manera benéfica, pueden actuar de manera contraria en otras ocasiones. De donde se pueden extraer algunas lecturas acerca de las relaciones con respecto a las actuaciones reprochables, incluso hasta para quien las produce, pues ¡ay! los pecados de la juventud o las propias circunstancias de esos seres cautivos por los errores que se arrepienten amargamente… feliz quien sabe apartarse a tiempo. En cualquier caso, mejor lean, lo que sea, también este viaje sobre la amistad, el amor, la música y la seducción del cine. Mientras, pónganse música, aquella de «Por la mañana, yo me levanto...» de Chiquilla de Seguridad Social o pueden trinar con Watermelon Man de Dexter Gordon y a caminar... y, atentos, porque capítulo aparte merecen las canciones sobre alguien que no puede dormirse. Así que Cuando no sabes qué decir, es mejor callarse, aunque no es el caso de esta historieta, antes me declaro perro bajo la lluvia.
NOTAS
[1] Waits, Tom (1985): "Rain Dogs", cita en Tom Waits Library. Disponible en línea en: http://www.tomwaitslibrary.com/raindogs.html.