APOCALYPSE GIRL. EL METACONFINAMIENTO
Apenas había comenzado este periodo histórico de confinamiento mundial, cuando la editorial Karras Cómics nos hizo un regalo maravilloso, una serie de historietas que los amantes de la lectura pudimos descargar de forma gratuita. Si esta reseña se lee dentro de un tiempo, es posible que no se sepa contextualizar de la forma adecuada lo que ha supuesto este periodo en nuestra sociedad; y es posible que esta reseña, escrita aun en periodo de confinamiento, no pueda acercarse a la situación en la que quedará nuestro modo de vida postpandémico. Baste contar que en la angustia de muchos, por la enfermedad, por el parón, por el encierro o por lo que sea, las mejores iniciativas para aliviar el desánimo vinieron del mundo cultural, y que cantantes, escritores, actores, bailarines e historietistas constituyeron raudos la argamasa que ha mantenido los diques contra la soledad. Pronto se les olvidará, y pronto se les vilipendiará, al igual que ocurrirá con otros colectivos que han sido los diques contra el hambre y la enfermedad, pero es mi obligación agradecerles a Karras, a El Torres y a Ramiro Borrallo su generosidad por regalarnos esta historia.
La adolescencia es un periodo convulso en la vida de la mayoría de nosotros, y son varias las historietas en las que esta crisis existencial, en la que cada uno busca su lugar en el mundo, sirve como vehículo conductor para contar otra historia; o es otra historia la que se usa como metáfora para contar la adolescencia. Peter Parker y Spiderman pueden ser un buen ejemplo de esto, de cómo un cómic establece un paralelismo entre los cambios que experimenta el adolescente Parker y los cambios que implica su transformación arácnida. Metis, la protagonista, en más de un sentido, de Apocalypse Girl es una adolescente enfrentada a su madre, constante de la rebeldía adolescente, que está haciéndose a un cuerpo y a unas circunstancias propias de una mujer de su edad, que se compara con otras mujeres, y que se siente sola e incomprendida. En el caso de Metis no es extraño sentirse sola en un mundo en el que lo que resta de humanidad comparte el espacio con monstruos, demonios, ángeles y una presencia lovecraftiana que lo invade todo; en su caso la rebeldía y el conflicto intergeneracional están más que justificados, su madre es controladora al máximo y el lector descubre pronto que es un ser de varios milenios de edad, un ser no-muerto.
Metis encuentra “su” lugar en el mundo en una salida que realiza fuera de su hogar en París; en esta incursión lejos de su entorno, del mundo que ella y, sobre todo, su madre controlan, Metis descubre su propia fuerza interior al enfrentarse a uno de esos monstruos, mutantes o seres transformados, que pueblan el exterior. Es en este episodio inicial cuando conoce a los otros protagonistas de la serie: Frankie, Ollie y la ángel Sil. Y es, a partir de este momento, cuando Metis comienza su proceso de emancipación, se identifica con sus nuevos amigos humanos con los que comparte edad, gustos y fragilidad, y, de alguna manera, adopta a Sil, alguien aun más ingenua e inocente que Metis y el resto de amigos, algo así como una niña unida a la pandilla antes de tiempo. Esta salida de su hogar al inhóspito París del cómic es, en definitiva, el inicio de la vida adulta de Metis y es el punto de partida de la aventura que se narra en Apocalypse Girl.
La miniserie nos narra, pues, la aventura de una adolescente inmersa en un enfrentamiento contra el mal en el que el crecimiento personal de Metis y sus amigos se desarrolla a la par que se desarrolla la historia, pero esta obra ofrece, además de la aventura, una serie enorme de referencias a otras obras, a otros autores y a mitos y religiones diversas. En el apocalipsis de nuestra historia hay un ser primigenio, como aquellos de Lovecratf; aparece la lucha entre ángeles y demonios, referencia obligada a los mitos judeocristianos, a las religiones de Medio Oriente y al Paraíso Perdido de Milton; los demonios, tan teatrales, tan histriónicos, tan perturbadores, remiten a demonios y a seres fantásticos del manga y el anime japonés, y recuerdan al barón Ashler, o Ashura, de Mazinger Z y a personajes de El viaje de Chihiro. Y los escenarios de este mundo postapocalíptico son los de cualquiera de las distopías fantásticas que en el mundo han sido, o serán, como La carretera de Cormac McCarthy, El país de las últimas cosas de Paul Auster o Soy leyenda de Richard Matheson.
El Torres ha compuesto un relato engañoso, puesto que en una trama con tintes adolescentes, una obra en teoría de fácil lectura y de rápida digestión, ha escondido un guion complejo, con las referencias ya nombradas, con matices que pueden resultar de terror cósmico, de fantasía gótica o de esa especie de belicismo en la que una de las facciones son seres fantásticos, zombis o mutantes. Y es que, si bien estamos tentados a pensar en la simpleza del adolescente —lector al que, en principio, se dirige la obra—; y si también pensamos en el batiburrillo de elementos que componen sus ideas, no acertamos a darnos cuenta de la plasticidad de su mente y de la complejidad de sus ideas. El autor malagueño ha creado una obra con varias capas, o varias lecturas, de apariencia sencilla, de disfrute pronto, en la que es posible realizar una relectura para buscar pistas y referencias ocultas.
Ramiro Borrallo es un dibujante sevillano que ha realizado en esta miniserie un dibujo detallista, claro y sencillo en el trazo, con matices en el color y muy imaginativo en la representación de los demonios. Es difícil definir su personal estilo, parecido, a veces, al del manga más clásico, pues en algunos momentos Metis parece ser uno de sus personajes, o el de una línea clara más evolucionada y llena de volúmenes y sombras. Pero este estilo es muy apropiado para la obra Apocalyse Girl, claridad para los personajes principales, definición para los escenarios, imaginación para los seres fantásticos, matices para el dramatismo y sombras para la representación del horror.
Entre ambos autores han creado una obra que apunta en un sentido, recuperar el noveno arte para el gran público, historias que pueden leerse en uno u otro continente, por lectores de una variada franja de edades y de expectativas. Y recuperan en esta serie, y en la línea editorial de Karras Cómics una de las tradiciones de la cultura popular: la lectura como acto de disfrute y como elemento de entretenimiento. Y es evidente que su lectura puede llevarnos a paralelismos con otros estados, esos en los que nos es imposible escaparnos físicamente de una situación, en la que los seres malignos, ya sean amenazas reales o demonios mentales, nos atenazan; que podemos pensar en la aventura de la historia como símbolo de una recuperación, de una lucha desigual contra una amenaza, pero eso es solo una teoría, la realidad es lo que plasman El Torres y Ramiro Borrallo.
Apocalyse Girl está compuesta por muchos elementos comunes a las distopías y a los paisajes postapocalípticos, se nutre de referencias a mitos fantásticos y religiosos, se escribe en códigos para adolescentes y resulta en un relato en el que lo irreal y lo fantástico y las situaciones dramáticas se normalizan, ¿les suena?
Sevilla, 2 de mayo de 2020. Quincuagésimo día de confinamiento.
