BARRIOS, BLOQUES Y BASURA, DE JULIA WERTZ
Barrios, Bloques y Basura es la acertada traducción de Tenements, Towers & Trash, que de haberse trasladado literalmente –y mal– habría sido algo así como “viviendas, torres y basura”.
Y era fundamental dar con la adaptación del título porque en él su autora desliza una clave para entender lo que realmente es este libro tan único. Un volumen que encontrarán en las librerías bajo el rótulo de “novela gráfica” pero que, por su formalización, escapa al etiquetado monolítico. Sus páginas son un compendio de temas y formatos: incluye fragmentos de cómic, sí, pero también de catálogo gráfico, de comparativa visual, de álbum fotográfico o simplemente porciones de texto ilustrado.
Esta “historia ilustrada y poco convencional de Nueva York” presenta una colección fuertemente subjetiva, una deriva por la ciudad y sus temas que se empaqueta bajo la resonancia poética que propone el título: B-arrios, b-loques y b-asura o T-enenments, t-owers & t-rash. Y he disfrutado mucho de lo que, en mi opinión, es la esencia de esta obra: un amalgama de rimas entre las historias y las formas construidas de la ciudad de Nueva York.
Lo más llamativo a primera vista es la gran (re)colección gráfica que se extrae de la ciudad. Podremos admirar desde las distintas presentaciones de un carrito de snacks, hasta la zonificación de parques y vertederos, desde la evolución histórica del diseño de los tokens para viajar en metro, hasta el diagrama de un sistema de tubos neumáticos urbano. A lo largo del tiempo, Wertz ha hecho una colección de colecciones, que abarca todo tipo de diseños desde la cuchara hasta la ciudad: portales decó, librerías, pizzerías o llaves de hoteles.
Muchas de las páginas más llamativas son comparativas temporales, que en algunos casos llegan a cubrir dos aperturas completas del (gran) libro. Un juego de encuentra las diferencias, donde uno puede invertir tiempo de lectura gráfica cotejando imágenes para registrar el cambio, la decadencia, la recuperación… o la permanencia. Wertz se mueve por cientos de rincones de la Gran Manzana, a veces con la metódica paciencia del estanquero de Smoke –En este sentido, me he empeñado en ver un guiño a la película de Wang y Auster en una de las aperturas más dramáticas del libro, que narra la sustitución de un estanco por un apple store.
Toda esta recolección de casos se arma a través de un discurso claro con un soporte puramente gráfico. Un ejercicio de aparente simplicidad, pero que conlleva horas de investigación y un cuidado rigor a la hora de presentar la información. A través del dibujo se reconstruye e iguala el elenco de imágenes para formar un catálogo gráfico legible, abierto a la comparativa a través del tiempo y la configuración formal.
Hablando del dibujo no puedo dejar de reseñar la que es para mí la única debilidad de la obra: cierta candidez en el trazo. Ésta es mucho más patente en las páginas de cómic, donde las figuras delatan que el recorrido formativo de su dibujante ha estado más volcado en dibujar lugares y objetos que interacciones humanas. Igualmente algunos tics gráficos innecesarios, en sombreados de texturas y rayados, bajo mi mirada, lastran algunos de los dibujos.
Y con mirada de arquitecto, no puedo evitar sufrir con algunas carencias más técnicas. Especialmente en la sección “Una guía inmobiliaria” (que abarca unas 30 páginas) donde lo que se describe son objetos puramente arquitectónicos. En este caso, los códigos de dibujo que se utilizan pueden resultar excesivamente naif o directamente incorrectos. Por supuesto no se trataba de saltar a un rigor técnico absoluto, pero simplemente atendiendo a detalles como el grosor del muro o la existencia de elementos dibujados en corte, se habría dado información muy valiosa para miradas más iniciadas en la lectura del objeto arquitectónico.
En todo caso, y una vez superados estos pequeños pecados gráficos, queda el enorme esfuerzo de recopilar y recodificar todas esas imágenes, el cuidado en la construcción de las comparativas temporales, la coherencia visual del conjunto. Esfuerzos gráficos que pueden pasar desapercibidos una vez realizados, ya que la presentación del dibujo acabado a menudo borra la dificultad de una investigación meticulosa, de cientos de decisiones en relación a la escala, el punto de vista, el nivel de detalle… que desaparecen de la vista ante la materialización. Es despejando variables gráficas que se puede realizar un ejercicio de lectura sobre la ciudad.
Más allá de lo visual, las historias que narra el libro recogen un anecdotario de lo más interesante. Barrios, bloques, basura… inventos neoyorquinos, mujeres insignes o la resaca de una Feria Mundial. Wert es una gran cronista a la búsqueda de pequeños y grandes cambios, de historias personales únicas, de curiosidades que empujan tras la lectura a buscar ramificaciones…
Un conjunto heterogéneo que nace del puro deseo de engullir (y pertenecer a) una ciudad. Una falsa guía que evidencia en su capítulo de cierre cuál es la esencia misma del viaje (de la vida): una feliz deriva aleatoria.
A destacar la impecable edición en castellano que ha realizado Errata Naturae, que va mucho más allá de la excelente adaptación del título y su poética aliteración de sonidos. La editorial nos entrega casi un facsímil, respetando formato, papel, encuadernado, utilizando la misma tipografía caligráfica y respetando hasta la numeración original.
Un libro único, que escapa a la clasificación porque literalmente cuesta encontrar más libros de su clase.
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Posdata
El año 2020 y su pandemia se cruzaron con esta reseña, que quedó inacabada durante meses, a la espera de algo que la desanudara.
Entre tanto, una deriva de lector me llevó a otro volumen similar en tamaño y cercano en tiempo de publicación: Pittsburgh de Frank Santoro. Una obra gráfica que propone un viaje inverso, de lo íntimo al territorio, con el grafismo como compañero de exploración. En mi cabeza se convirtió en el espejo de este Barrios, Bloques y Basura.
Este reflejo de dos libros me sirvió simplemente para reafirmarme en la creencia de lo clave que es el cómic (y sus lenguajes híbridos) como herramienta para retratar la ciudad y su memoria.