Aunque el origen de la historieta es algo incierto, hay una coincidencia en la historiografía sobre el medio, acerca del papel que el cómic de prensa estadounidense desempeñó en el desarrollo de este medio en este país, tanto inserto como viñeta o tira dentro del propio periódico como en los suplementos en color que se publicaban generalmente los domingos. La importancia de las tiras de prensa es enorme en varios aspectos: en primer lugar, hasta la aparición de los primeros comic books eran el único medio de publicación de cómics en los Estados Unidos, por lo que son fundamentales en el desarrollo del lenguaje de la historieta. La mayor parte de los autores actuales más importantes del medio, como Art Spiegelman o Chris Ware, reconocen la deuda que tienen con las clásicas series de prensa a la hora de desarrollar su estilo narrativo, y por eso no es extraño que dediquen parte de su labor a la recuperación de alguno de los clásicos de este tipo de historieta que hasta hace muy poco eran de difícil acceso para el gran público. Por supuesto, además, el tipo de cómic que durante muchos años se ha identificado como el cómic norteamericano por excelencia, el comic book de superhéroes (por culpa de nuestro amigo Fredric Wertham), encuentra, en sus inicios, su inspiración en los grandes seriales de aventuras publicados en los periódicos.
Por otro lado, su publicación diaria o semanal hace que a partir del nacimiento de las series que publican una historia continuada, especialmente los grandes seriales de aventuras, los autores empiecen a desarrollar unos mecanismos relacionados con la serialidad, y principalmente con una “serialidad infinita”, que será un distintivo del cómic norteamericano durante muchas décadas. De nuevo el cómic de superhéroes recurre a este mismo mecanismo que se ha heredado en sus actuales adaptaciones cinematográficas y en muchas de las muestras más exitosas de ficciones televisivas recientes, aparentemente ajenas al mundo del cómic, como son las series creadas por J. J. Abrams, con Lost y Fringe a la cabeza. Algunos autores, como Jared Gardner en su libro Projections: Comics and the History of Twenty-First-Century Storytelling , datan ese origen de serialidad infinita en las tiras de prensa. La creación de un modelo narrativo tan importante en la ficción hipermediática de nuestros días es otra de las características de las tiras de prensa que no ha sido suficientemente reconocida.
Otra característica importante es su publicación en los periódicos junto con las noticias de la época, que hace que, en muchas ocasiones, las tiras de prensa sean un reflejo de la sociedad de su época. La forma de reproducción, como diría Walter Benjamin, condiciona las expresiones artísticas, y el cómic de prensa, en muchas de sus obras maestras, no puede ser ajeno a lo que está sucediendo a su alrededor, teniendo en cuenta que su alrededor, desde el punto de vista de fondo, es la sociedad norteamericana, pero desde el punto de vista formal es el reflejo que la prensa está haciendo de dicha sociedad y de los acontecimientos que están sucediendo. El cómic se publica literalmente inmerso en todas las noticias que recogen esos acontecimientos y no puede evitar, en muchas ocasiones, que esa inmersión adquiera un carácter de complementariedad. Así, si toda obra de arte es un reflejo de su tiempo, el cómic de prensa es un caso paradigmático por su carácter de entretenimiento inserto en los periódicos.
Finalmente, la gran audiencia que tenían muchas de las series, con un número de lectores del orden de las decenas de millones, supone que el período álgido de este tipo de cómic, durante la primera mitad del siglo XX, sea posiblemente uno de los más importantes de la historia del medio, al menos en lo que se refiere a su trascendencia para el público y a la relevancia social de sus autores. Nunca el cómic como medio ha tenido una repercusión social tan importante, ni nunca sus autores han sido estrellas mediáticas como en el caso de las series de prensa y sus creadores. En una época donde cualquier atisbo de introducción del cómic en los movimientos culturales es recibido con algarabía por sus estudiosos, es bueno echar la vista atrás, hasta un momento en que este tipo de cómic estaba reconocido socialmente, al nivel de otros medios de masas como el cine.
Con todo esto parece que hay muchos motivos para que una disciplina tan relativamente reciente como los estudios de cómic centre parte de sus esfuerzos en considerar el cómic de prensa norteamericano, que en todas las historiografías sobre el medio aparece como uno de sus puntos de origen y que tanta influencia social y, posteriormente, artística tuvo, como ya se ha comentado. Sin embargo, esto no es así, y la cantidad de estudios que se dedican a las series de prensa es proporcionalmente muy pequeño con respecto a toda la literatura que el cómic viene generando en los últimos años. Por ese motivo, dedicar un número de una revista dedicada al estudio de la historieta como Tebeosfera no es solo pertinente, sino que es absolutamente necesario y viene a rellenar un hueco muy importante en ese aspecto.
Por tanto, y para saldar este deuda, el monográfico de este número está dedicado al cómic de prensa, cubriendo diferentes series o autores desde distintos puntos de vista. María Abellán nos habla de una girl strip como The Heart of Juliet Jones desde un el punto de vista de los estudios de género. José María Conget muestra cómo en una serie como Mary Perkins on Stage su autor, Leonard Starr, consiguió esquivar el conservadurismo de su época a la hora de realizar dicha obra. Justin Duerr y Josh O’Neill nos presentan las dificultades de recuperar el patrimonio de este tipo de cómic, a través de su investigación para desenterrar el trabajo de un autor como Herbert Crowley, hoy en día prácticamente desconocido. Gino Frezza nos muestra la capacidad de subversión y reinvención de las primeras series dominicales, supuestamente infantiles pero que tenían una gran capacidad para romper con ciertos tópicos relacionados con la narrativa dirigida a los niños. Rafael Marín nos traslada la belleza de uno de los clásicos del cómic épico de todos los tiempos, el Príncipe Valiente. Eduardo Martínez-Pinna nos adentra en el mundo erótico, inicialmente dirigido a los soldados norteamericanos, de una serie como Sally Forth que recoge buena parte del imaginario de un autor como Wally Wood. Diego Matos nos cuenta el proceso de adaptación del comic book a las tiras de prensa de uno de los superhéroes icónicos, Spider-Man. Iván Pintor dedica su artículo a Li’l Abner y, más concretamente, a la saga de los shmoos como muestra de uno de los mejores ejemplos de sátira de costumbres y crítica social gestados dentro de la cultura anglosajona. Francisco Sáez de Adana muestra la repercusión que una tira como Terry y los piratas tenía en la prensa general contemporánea a su publicación, insistiendo en la enorme repercusión de las series de prensa que ya se ha comentado. Y finalmente, José Manuel Trabado ilustra la capacidad de Gasoline Alley para mostrarnos el paso del tiempo y esa cotidianeidad que es uno de los rasgos distintivos de este tipo de serialidad y que, en esta serie, alcanza su máxima expresión.
Es una buena muestra de series y temáticas de un medio que, durante su época de expresión, produjo cientos de historias y personajes con todo tipo de argumentos y entre las que se pueden contar algunas decenas de obras notables de la historieta. Seguro que algunos lectores echan a faltar muchas de sus series favoritas. Lamentablemente, si se quiere dedicar un monográfico a un tema como este el único criterio posible es que sean todas las que estén. Porque para que estén todas las que son sería necesaria una revista especializada dedicada solo a este tema. Sirva este número de Tebeosfera como muestra de un mundo fascinante, el de las tiras de prensa, con muchas joyas, algunas de ellas ocultas, todavía por descubrir.