EDUCACIÓN LITERARIA Y MANGA: EL CAMINANTE DE TANIGUCHI COMO MODELO DIDÁCTICO DE DERIVA POÉTICA
JERÓNIMO MÉNDEZ CABRERA(Universitat de València (UV))

Title:
Literary education and manga: Aruku Hito by Taniguchi as a didactic model of poetic leeway
Resumen / Abstract:
El cómic es, potencialmente, una de las mejores opciones para fomentar la lectura y garantizar nuevas propuestas de educación literaria en pleno siglo XXI, permitiendo el goce estético y el placer lector como resultado de la interacción de un doble código artístico, textual e icónico, más allá de prejuicios puristas o restricciones canónicas. En ocasiones, surgen interesantes propuestas que permiten establecer un diálogo intercultural fecundo entre la viñeta, la literatura y la didáctica. El presente trabajo pretende realizar un acercamiento, desde el marco teórico de la formación lectora y literaria y considerando algunas propuestas sobre la concepción de la ciudad provenientes de las ciencias sociales, a lo que supone la narrativa gráfica de Jiro Taniguchi en su Aruku Hito (1992) como modelo de deriva poética. En este sentido, nos gustaría destacar algunas características del no-relato que nos ofrece El caminante con el objetivo de plantear una lectura vinculada al ámbito de las geografías literarias, para llegar a la concepción de este manga como (pre)texto idóneo que permite la plática interdisciplinar y la apuesta didáctica por un canon formativo de lecturas cada vez más amplio en formatos, géneros y temas. / Comics are, potentially, one of the best options to promote reading and guarantee new literary education proposals in the 21st century; allowing the aesthetic enjoyment and the reading pleasure as a result of the interaction of a double artistic code, the textual and iconic one, beyond purist prejudices or canonical restrictions. Sometimes, interesting proposals arise that allow to establish a fruitful intercultural dialogue between comics, literature and didactics. The present work intends to make an approach, from the theoretical framework of reading and literary formation and considering some proposals on the conception of the city from the Social Sciences, to what the graphic narrative of Jiro Taniguchi in his Aruku Hito (1992) supposes as a model of poetic leeway. In this sense, we would like to highlight some characteristics of the non-narrative that The Walking Man offers us, with the aim of proposing a reading related to the field of Literary Geographies, to arrive at the conception of this manga as suitable text that allows the interdisciplinary talk and the didactic commitment to a training canon of readings increasingly wide-ranging in formats, genres and themes.
Notas: Recibido el 11/01/2019. Aceptado el 19/02/2019.
Palabras clave / Keywords:
Cómic y educación, Deriva, Ciudad, Jiro Taniguchi, Estudios sobre manga/ Comic as didactic tool, Leeway, Cities, Jiro Taniguchi, Texts about manga

EDUCACIÓN LITERARIA Y MANGA

EL CAMINANTE DE TANIGUCHI COMO MODELO DIDÁCTICO DE DERIVA POÉTICA

 

1. FORMACIÓN LECTOLITERARIA Y CÓMIC JAPONÉS

Hoy en día existen ya diversas propuestas interesantes sobre la relación entre educación lingüística, literaria y cómic (Baile, 2014; Ibarra y Ballester, 2015; Martínez Muro, 2016). No tantas, sin embargo, que asuman planteamientos igualmente didácticos ante el cómic japonés; aunque cada vez existen mayores lectores de manga que, una vez llegados al ámbito de la investigación universitaria, se lo plantean como recurso en el marco de la didáctica de la lengua y la literatura [1] . En este sentido, las formulaciones teórico-prácticas que, desde finales de los años ochenta, se llevan dando desde el paradigma de la educación literaria no solo suponen la aceptación de esta relación entre contextos formativos y viñetas (niponas o no), sino que la reivindican en aras de la necesaria renovación de lecturas deleitables y formativas que la sociedad demanda con el devenir de los tiempos. De esta manera, se ha venido confirmando el cómic, en varios foros y publicaciones, como una de las posibilidades más exitosas para el fomento lector, en virtud de diferentes características artísticas y de su capacidad intertextual para establecer lazos con obras literarias u otros productos culturales (y no solo en edades infantiles, adolescentes, o en young adults, como se percibía en España hace un par de décadas).

El cómic implica así, en virtud de su pluralidad temática y estética, un incentivo para la progresiva ampliación del canon de lecturas en contextos educativos, figurando esta como prioridad en la constante sociocultural desde una perspectiva didáctica (Ortiz-Hernández et al., 2014). Tenemos que tener en cuenta que la naturaleza de cualquier canon resulta esencialmente histórica —por lo tanto, mudable—, y se hace evidente la reflexión sobre la imposibilidad de un canon único universal, puesto que cada época, cada comunidad cultural y cada sistema literario tienen el suyo. Como apuntan Ballester e Ibarra (2009), todo canon cerrado, toda imposición de lecturas inamovible marcada por la historia o la crítica literaria, se diluye ante el poder de los lectores, que son al final quienes eligen las lecturas más recurrentes a partir de sus gustos, inquietudes, necesidades e intereses. En la actualidad, es sabido que los sistemas culturales (con su entramado de factores ideológicos, económicos, sociales, literarios...) hacen variar la apreciación de textos y autores, llegando a observarse diferencias notables entre distintos periodos históricos. Lo mismo ocurre con la valoración de géneros y formatos para la educación literaria; y este hecho condiciona los estudios y las iniciativas prácticas para la selección de textos. En cualquier caso, tenemos que entender el canon como un fenómeno dinámico.

La reflexión alrededor de un canon educativo de lecturas cambiante y adaptativo nos lleva hacia la importancia de las lecturas consideradas periféricas, cuya relevancia resulta innegable para constatar la diversidad y las posibilidades del canon, es decir, para hacer conocer otras obras y autores, otros géneros y estilos [2] . En este sentido, el corpus de textos tiene que ser, en todos los sentidos (interdisciplinarios e interculturales), cuanto más amplio mejor. Nos referimos a la inclusión tanto de textos de la literatura clásica universal como de aquellos más próximos en el tiempo y el contexto del alumnado. Juntamente a los textos literarios, se puede defender, además, el uso de un espectro extenso de textos denominados paraliterarios o toda una serie de formatos o medios que presentan su propia tradición, como la literatura de masas, el cómic o, incluso, el grafiti. La competencia literaria de los lectores del siglo XXI se nutre, en efecto, de diferentes lenguajes, no todos procedentes del ámbito literario o académico, y la mayoría son cada vez más visuales —por no hablar del uso de internet y de los tipos de textos propios de las redes sociales—.

En la actualidad, las fronteras entre los distintos discursos artísticos se difuminan cada vez más, y la complejidad de los agentes sociales y los formatos audiovisuales que intervienen en el mantenimiento y la renovación de los referentes culturales compartidos entre los más jóvenes es cada vez mayor. Por lo tanto, tenemos que aprovechar esta conexión de lenguajes como un excelente canal de motivación lectora e interdisciplinariedad didáctica. Esto pasa, primero, por la consideración de diferentes lenguajes estéticos, ya sean mediáticos, musicales o audiovisuales, que inevitablemente forman parte del intertexto de los lectores (Mendoza, 2001). Es en este punto donde el manga japonés establece un vínculo provechoso con la formación lectoliteraria, puesto que forma parte del intertexto lector de cada vez más personas y favorece el desarrollo de hábitos de lectura. En este sentido, resulta necesaria también una selección de lecturas formativas necesariamente plural, desde la que recorrer transversalmente prejuicios lingüísticos, culturales, políticos, sociales y religiosos; una selección de lecturas para la convivencia democrática y el desarrollo sostenible, que valore las diversidades y fomente la creatividad (Assadourian y Mastny, 2017).

 

2. GEOGRAFÍAS LITERARIAS Y DERIVAS POÉTICAS

El estudio del espacio en la literatura (y de la literatura en el espacio) se ha desarrollado en un determinado contexto crítico y artístico que surge en diferentes momentos del pasado reciente, a nivel europeo, y continúa hasta la actualidad. Este planteamiento espacial de la lectura ha llevado a la didáctica a proponer experiencias de aprendizaje enmarcadas en los principios de la educación literaria en especial relación con las ciencias sociales, en cuanto al complejo vínculo del individuo con el entorno, y con una concepción de la ciudad que bebe de propuestas más o menos ensayísticas o poéticas.

Los aspectos inherentes a la concepción geográfica de la narrativa en el cómic no resultan quizá demasiado familiares al lector actual, al contrario de lo que ocurre con una perspectiva histórica o de análisis del discurso gráfico. Sin embargo, tal y como apunta Martín Ezpeleta (2017), podemos establecer una cierta cronología de la geografía literaria en los estudios hispánicos; y cabría añadir además las aportaciones desde el ámbito de la catalanística que se han venido produciendo durante la última década en el contexto de la formación literaria y la valoración educativa del patrimonio (Soldevila, 2009-2018; Bataller, 2010, 2016; Bataller y Gassó, 2014; Chumillas y Giramé, 2014, entre otros). Aunque bien es cierto que existe una mayor tradición en el ámbito francófono, con trabajos iniciáticos consagrados al ensayo sobre la creación y la lectura literaria condicionada de diversas formas por aspectos espaciales, y también al estudio de la representación de los lugares en la literatura (Perec, 1974; Collot, 2011; Ziethen, 2013).

Así pues, el término geografía literaria abraza actualmente orientaciones diversas: en primer lugar, aproximaciones de tipo geográfico, que estudian el contexto espacial en el que son producidas las obras literarias, recopilando también los referentes espaciales que aparecen en los textos y de este modo se llega a plantear la geografía en la literatura y el contexto de la producción literaria a través de mapas y atlas literarios más o menos ilustrados (DeGraff y Harmon, 2016; Oliver y Fuentes, 2018); en segundo lugar, existen aproximaciones de tipo geocrítico, que analizan las representaciones y los significados del espacio en los textos, centradas más en autores y obras concretas que en contextos (Westphal, 2007; Tally, 2011; Lévy, 2014); en tercer lugar están las propuestas de tipo geopoético, que se concentran sobre las relaciones entre la creación literaria y el espacio, pero también sobre cómo se construyen estas relaciones y cómo se articulan los significados poéticos a través de la contemplación-mediación espacial (Bachelard, 1957; White, 1994).

La didáctica de la literatura como educación literaria, en su afán por fagocitar cualquier enfoque que suponga estrategias y condiciones favorables al fomento lector y el desarrollo de la competencia literaria, combina en verdad los tres planteamientos anteriores. El paradigma educativo resultante, como marco de investigación-acción en la enseñanza, asume un compendio de prácticas diversas de mediación capaz de rendir cuentas tanto de las diferentes dimensiones espaciales del hecho literario como del espacio interpretado en clave textual o artística, siempre a favor de la formación lectora y literaria (Ballester, 2015).

En este sentido, la posibilidad de armonizar un planteamiento de geografías literarias con la lectura de un manga como El caminante supone, a priori, algunas opciones interesantes para el incentivo de hábitos lectores. Surge, en este sentido, la necesidad de recurrir a un concepto que, aunque inserido en un marco de relación texto-ciudad, se escapa de lo que supondría un itinerario didáctico totalmente planificado, aunque implique quizá la génesis de cierto planteamiento geopoético: la idea de deriva (Estrela y Martínez, 2012). Para entenderla, podemos remontarnos a la concepción decimonónica de flâneur, tal y como la planteaba Charles Baudelaire en Le Peintre de la vie moderne (1863): el flâneur es un artista (pintor, poeta) que vive y transita la metrópolis moderna; una concepción que recuperarían posteriormente los ensayos de Walter Benjamin como todo un arquetipo de experiencia: el flâneur es el ocioso explorador urbano, paseante y observador, una especie de merodeador sin propósito que se deja llevar por el flujo inspirador de la ciudad.

Esta idea puede traducirse en contextos formativos en propuestas más allá de las aulas, desde cierto enfoque globalizador del aprendizaje, para vincular la lectura y la producción de textos literarios a los espacios que recorremos, bien urbanos y patrimoniales, bien naturales y paisajísticos. La interacción experiencial con el entorno permite resignificar la vivencia del espacio a través de los sentidos y mediante la reflexión sobre lo que se percibe (Jové et al., 2014). Esta reflexión puede realizarse en un marco didáctico y transformarse así en diversos resultados de aprendizaje vinculados al desarrollo de la competencia literaria: producción de textos literarios como prácticas de creatividad literaria en las que la escritura y la lectura surgen de la flâneurie. El proceso de vivencia de los espacios se equipara, así, con el proceso de interpretación de un texto artístico; se (re)conocen los lugares y sus elementos, los textos y sus autores, los posibles recuerdos y sensaciones vinculados o evocados, el pasado y el presente de una determinada tradición espacio-cultural; y se proyectan al futuro a través de la consciencia geopoética y la creación artística [3] .

El vagabundeo de las derivas urbanas implica el (no) procedimiento para aprovechar, desde una perspectiva de expresión artística, el caldo de cultivo que supone un paseo por la ciudad. El caminante se pierde entre calles, plazas y jardines; y en esa pérdida se reencuentra: quizá retorne de la pérdida, pero volverá transformado gracias a la experiencia de los espacios por los que ha transitado sin prejuicios, abierto a los estímulos que aleatoriamente han aparecido en su recorrido (y quizás haya interactuado con ellos). Por eso, cada deriva es única; su concreción depende del individuo-espacio-tiempo. Y por eso mismo, la deriva poética plantea la producción de textos literarios o artísticos desde lo efímero de un contexto que es puro cambio, pues vive a cuenta de la mirada y del cuerpo de la persona caminante.

Portada de la “edición definitiva” de El caminante (2015).

 

3. EL RELATO-DERIVA DE TANIGUCHI

La propuesta narrativa de El caminante (Aruku Hito, 1992) [4] , un seinen o manga para adultos sin apenas diálogos ni onomatopeyas, toma la forma aparentemente imprecisa de vagabundeo por la ciudad como contexto de estímulos sensoriales de todo tipo. A nivel diegético o ficcional, parece no existir un recorrido predefinido: Jiro Taniguchi nos presenta a su yo poético, personaje protagonista, en recorridos o paseos no planificados a través de lugares que parecen propios de la cotidianidad, disfrutando de la fugacidad de cada instante. Asimismo, existen en estos paseos momentos para lo inesperado y la sorpresa, pues la deriva implica un recorrido abierto, no estructurado, líquido, sinuoso camino hacia posibilidades diversas por rutas (no) familiares.

A veces, atravesar una simple callejuela se presenta como una experiencia sensorial completa: existen incitaciones visuales, auditivas, olfativas, táctiles, e incluso hay momentos para degustar el sabor de un helado o un pastel de Navidad nipona. Ello implica un ritmo pausado, contemplativo, que recupera la esencia del aquí y ahora, tal y como plantea la tradición soto zen japonesa (Suzuki, 1996). La coincidencia o el topetazo con el otro se sucede en este contexto a veces desde lo imprevisto o desde cierta ingenuidad infantil, desde lo apacible y lo cándido: a pesar del encontronazo posible, al final lo insospechado siempre resulta en un relato de complicidad y armonía. Esta relación con los otros supone un círculo de encuentros, desencuentros y reencuentros ocasionales, que se completa a menudo en la última viñeta del episodio con una sonrisa de los personajes o con una escena que transmite cierto sosiego al lector, como si se tratara de un ejercicio de semiótica gráfica en el que los elementos de la composición, tal fotografía emblemática, transmiten esa calma de los puntos suspensivos en historias de amor y tranquilidad.

La interacción con el espacio urbano, además, no es incompatible con la aparición de contextos naturales y elementos propios de la naturaleza y la vida animal o vegetal. Parques, arboledas y jardines se presentan al lector como lugares de tránsito placentero, en los que se permite la contemplación de la belleza del mundo que nos rodea a través de los sentidos y de la sana interacción con los elementos que surgen al paso. En este sentido, la relación ciudad-bosque se plantea en la obra de Taniguchi de manera explícita, pero también en aras de un intertexto evidente: en una determinada escena de cafetería, vemos al protagonista leer el libro Frank Lloyd Wright and the Johnson Wax Building, de Jonathan Lipman. Se trata de una referencia explícita a una obra arquitectónica como el edificio donde se sitúa la sede de la Johnson Wax en Racine, Wisconsin (EE UU), cuya característica principal es haber sido concebido, a pesar del contexto industrial en el que se ubica, como edificio orgánico, una especie de bosque urbano, con su conocida Great Workroom, una espaciosa sala de trabajo sustentada por columnas en forma de árboles que se alzan hasta casi tocar el cielo. Se reflexiona así sobre la relación entre el espacio urbano y el natural que, sin embargo, en Taniguchi se concreta de manera algo más directa, aunque subjetiva y humorística: es al salir de la cafetería aquella cuando el protagonista y su libro acaban empapados a causa de un inesperado chaparrón veraniego.

Viñeta a página completa de El caminante que podría servir como resumen gráfico de lo que implica la relación con el entorno en Taniguchi.

En cualquier caso, la totalidad en la concepción del espacio circundante es otra característica de esta lectura: todas las especies de espacios parecen ser susceptibles del trato cotidiano y contemplativo de Taniguchi. Los estímulos del contexto por el que circula el protagonista de su deriva ficcional pertenecen a diferentes ámbitos de lo cotidiano-extraordinario, y en este sentido, todo sirve para caminar. El caminante de Taniguchi es el sujeto que también es objeto en relación al espacio y los demás. Caminar supone una experiencia de vida, de relación con el todo y de contemplación serena, como en los haikus de Matsuo Basho o Taneda Santoka. Y en este caminar se aceptan las cosas tal como son, con una sonrisa frecuente, con la mirada del que observa con atención el momento presente. También hay momentos para la incógnita, para la interacción, para subirse a un árbol y contemplar la ciudad desde otra perspectiva que no es la del simple paseante. Y para el contratiempo o el encontronazo con algo que inicialmente pudiera interrumpir o distorsionar la calma del paseo. Sin embargo, estos elementos disruptivos o de distracción acaban asumidos por la mirada del Taniguchi protagonista, casi siempre con gafas, y de esta manera, su mirada se enriquece y el caminante sigue caminando.

El caminante de Taniguchi es también una reflexión sobre el tiempo. O un intento de plasmarlo en su modalidad de paseo placentero. Cada paseo de Taniguchi acaba donde empieza, aunque el lugar por donde transita el personaje del manga sea otro. Es quizás un paseo que vuelve siempre al origen. Una manera de percibir el espacio-tiempo a través del cuerpo en movimiento y de la experiencia corporal. Aunque cabe destacar cierta lírica de la contención y de la mesura, en este sentido, la nipona sencillez y sobriedad de elementos —sin excesivas pretensiones argumentales— no es menoscabo para la fruición estética en la descripción de paisajes, y el cuerpo del protagonista reacciona ante ello, a través de páginas equilibradas, línea precisa y composición clara, sin demasiados puntos de fuga y con frecuentes planos horizontales. Al mismo tiempo, Taniguchi nos presenta primeros planos con momentos de emoción evidente, deliberadamente resaltada, de este modo, en mitad de tanta moderación narrativa.

Y es que la lectura de las páginas de El caminante tiene algo de descubrimiento; la narrativa de Taniguchi emula en cierto sentido esa flâneurie que Baudelaire definió como propia del vagabundo-artista-poeta urbano, puesto que acompañamos al protagonista en sus paseos por un barrio nebuloso sin límites fijos o ubicaciones realmente localizadas. A veces, este rumbo se presupone (puede ser el regreso a casa, después de alguna compra), pero a menudo ocurre que el recorrido se nutre de breves instantes de cierta intensidad en virtud de la experiencia corporal (el rostro del Taniguchi-protagonista bajo el agua refrescante de una fuente callejera en un sofocante día de verano), o a favor de la vivencia geopoética y meditativa (el placer de descansar a la sombra de un bosque, oyendo cantar los pájaros, viendo pasar las nubes como pensamientos).

Es significativo que elementos de la naturaleza, como árboles, den título a otras obras de Taniguchi. 

 

4. PROPUESTA DIDÁCTICA: PASEANDO Y CREANDO CON JIRO

Si queremos aplicar al caso de Aruku Hito de Jiro Taniguchi un empleo didáctico del cómic, podemos plantear —tal y como hemos sugerido en apartados anteriores— la asimilación de este manga como ejemplo de deriva poética ilustrada. En este sentido, después de la lectura de la obra y del debate o tertulia alrededor de los pasajes más significativos, se puede proponer una experiencia vivencial del espacio urbano más allá de las aulas en la que se trabaje la formación literaria. De esta forma, adaptando adecuadamente la propuesta al marco curricular del nivel educativo en el que nos encontremos, se podría plantear una salida formativa a manera de pequeño paseo o itinerario con el objetivo de estimular la producción textual, la creación literaria y la expresión artística. Así, se combinan metodológicamente, por un lado, una tertulia previa desde el punto de vista de la recepción socializada e interpretación de la obra, y por otro, una deriva poética planificada para el fomento de la creación artística y literaria. El recorrido de la deriva se podría concebir mínimamente por parte del docente, con el objetivo de garantizar suficientes estímulos sensoriales (urbanos, naturales, paisajísticos), tal y como le sucede al protagonista de Taniguchi a nivel ficcional. O todo lo contrario, y plantear así la salida de manera más espontánea, despojando la experiencia de cualquier proyección previa, en virtud de la impremeditación característica de la flâneurie. En cualquier caso, se proporcionaría al alumnado un documento, organizado en forma de tabla o cuadrícula, atendiendo a diferentes ítems por columnas, con el objetivo de clasificar y registrar por escrito los estímulos que fueran apareciendo en la deriva, según la experiencia personal de cada individuo. La tabla se podría organizar atendiendo a los siguientes aspectos: sensaciones (visuales, auditivas, olfativas, táctiles, gustativas), contexto (lugares, peatones, animales, elementos urbanos, elementos naturales) y recuerdos (impresiones, evocaciones, sueños). Posteriormente se plantearía la escritura de un texto poético (en verso o en prosa) que literaturizara, a través de la elección de una temática concreta, los estímulos registrados en la tabla de cada alumno, dando sentido poético a cada vivencia subjetiva; y se podría proponer además la realización de una ilustración, dibujo o fotografía que acompañara significativamente este texto de creación propia, emulando en cierto sentido alguna de las viñetas de El caminante. De esta manera, el manga de Taniguchi nos serviría como modelo y pretexto para plantear una deriva poética en un marco didáctico, a favor de la producción textual surgida como consecuencia de una experiencia geopoética a través de un recorrido por espacios urbanos.

Plancha de Barrio Lejano. Otros títulos del autor también se interesan por la experiencia sensorial y subjetiva del protagonista en relación con el entorno urbano.

 

5. CONCLUSIONES: CAMINANTE, NO HAY CAMINO

A partir de la inclusión de la autorrepresentación del autor en relación con un vagabundeo urbano como recorrido de estímulos diversos, en la obra de Taniguchi se produce, de manera intradiegética, la subjetivización del espacio y la concepción de una determinada geografía de la ciudad. Ello supone un planteamiento coincidente, a nivel ficcional, con algunas de las formulaciones educativas que apuestan por un planteamiento experiencial de la literatura-ciudad, por la vivencia de diferentes lugares desde perspectivas geopoéticas que tienen en la deriva, tal y como se entiende en propuestas didácticas recientes, su máxima expresión. El relato de El caminante, así, supone una aproximación vivencial a la geografía urbana, y, en este sentido, resulta interesante como ejemplo para ensayar cierto ejercicio hermenéutico, desde un enfoque interdisciplinario, para explicar posibilidades de lo que podría implicar una deriva poética como propuesta de creatividad literaria a partir de los sentidos en un marco semejante. Un manga sugestivo para dotar de dimensión espacial a la experiencia de lectura; seguramente útil como excusa perfecta para la dinamización de hábitos lectores; posible recurso para prácticas de mediación literaria que consideren la relación siempre enriquecedora entre la literatura, el cómic y la ciudad vivida a diario.

Quizá todas esas propuestas de lectura en las que la obra de Taniguchi se incluye, y todos esos planteamientos metodológicos para dinamizar y potenciar el fomento lector y la creación artística como dos caras de la misma moneda, nos hablen en realidad, en su relación de significados infinitos con el espacio y el mundo que habitamos, de algo como la libertad. Algo personal —y transferible— que tiene que ver con la poesía y la posibilidad de la belleza. De esta forma, observar, vivir, crear, asumir, sonreír, leer, compartir, supone acaso no dejar de caminar cultivando la actitud necesaria para ser conscientes del espacio que transitamos siempre temporalmente; tal vez, para darnos cuenta de la perfección, si cuidamos y respetamos nuestros entornos y nuestra relación con los demás, incluso en el derrotero más ordinario o la caminata más acostumbrada.

 

6. REFERENCIAS

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NOTAS

[1] Y no solo en este ámbito: comienzan a surgir interesantes propuestas sobre el manga como recurso educativo, por ejemplo, en las ciencias sociales (Delgado, 2017, 2018).

[2] La conocida teoría de los polisistemas, de Even Zohar (1975), puede servir para explicar esos cambios de canon, puesto que Zohar entiende el sistema literario como un complejo sistema de sistemas; es decir, un polisistema donde existe un centro (ocupado por las lecturas canónicas) y una periferia (ocupada por el resto de las obras literarias, que se dirigen a un público lector diferenciado); como este sistema de sistemas es movible, puede producirse la desaparición de una obra que está situada en el centro y, por el contrario, también es posible el salto al centro del sistema de una obra que se encuentra en la periferia cultural.

[3] Interpretar los espacios urbanos supone el deseo de entregarse al libre juego de movimientos de encuentro y desencuentro entre la ciudad y su intérprete, un ir y venir, una dinámica de aproximaciones y distanciamientos. Involucra, asimismo, un diálogo sensorial, manteniendo el giro de los engranajes hermenéuticos, motivado por el placer de jugar. Si concebimos la ciudad como obra de arte, podemos pensar en la experiencia de la lectura de los espacios urbanos como experiencia estética, en donde los sentidos funcionan al máximo y se vibra con la emoción de lo que se está experimentando (Ciancia, 2012).

[4] Publicado en la revista Monthly Afternoon entre 1990 y 1991, Kodansha lo editó en tankoubon en 1992. Fue publicado en España por La Cúpula, serializada en la revista El Víbora en 1992. Posteriormente, Ponent Mon lo editó en 2004. Sin embargo, el volumen leído se trata de la edición en tapa dura de 2015, que recoge la obra ya publicada de El caminante y la amplía con cuatro historietas cortas más de tinte más dramático y nostálgico, que —por su evidente diferencia de tono y temática— no se han tenido en cuenta para el comentario realizado en este trabajo (Taniguchi, 2015). Las obras de Taniguchi se caracterizan a nivel gráfico por un trazo limpio y, en virtud de cierto realismo sosegado, recreación en los detalles de fondos y paisajes. Cabe añadir que se considera un autor influenciado por el cómic europeo, concretamente por la historieta franco-belga.

Creación de la ficha (2019): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Jerónimo Méndez Cabrera (2019): "Educación literaria y manga: El caminante de Taniguchi como modelo didáctico de deriva poética", en Tebeosfera, tercera época, 10 (22-III-2019). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/educacion_literaria_y_manga_el_caminante_de_taniguchi_como_modelo_didactico_de_deriva_poetica.html