EL ARTE DIABÓLICO DE XAQUÍN MARÍN
Es curioso que la facilidad para la creación artística no se vea como un don de la divinidad, sino como algo diabólico. Incluso entre los músicos, a pesar de que tenemos las expresiones “música celestial” y “tocar como los ángeles”, ante intérpretes geniales como Niccolò Paganini[1] y Giuseppe Tartini[2] fue creencia generalizada que ambos habían hecho un pacto con el demonio. A Platón le preguntaron por qué de dos hermanos gemelos uno era poeta y otro no, y respondió que el poeta lleva un demonio dentro; y Henry Bergson (1973: 32), al describir el arte del caricaturista, lo califica de «diabólico».
“O fuxitivo”, una historieta protagonizada por el pie, publicada en 1975 en El Ideal Gallego. © 1975 Xaquín Marín | ||||||
Confieso que también yo llevo cuarenta años con la sospecha de que Xaquín Marín hizo, de mozuelo, un pacto con el demonio, y os diré por qué.
Todos cuantos nos dedicamos a la creación plástica vamos aprendiendo el oficio poco a poco y descubriendo nuevas posibilidades día a día. Marín no; Marín parece haber nacido aprendido, y desde el día que publicó la primera viñeta hasta hoy ejerció la profesión de ilustrador como un verdadero maestro.
Cuantos nos dedicamos a esto de transformar en imágenes nuestro vivir tenemos referentes. Todos aprendemos de alguien, de varios o de muchos. Xaquín no; el estilo de Marín no tiene precedentes en el mundo del grafismo, ni tendrá tampoco continuadores porque es suyo, solo suyo.
Cuando Marín empezó a publicar las primeras viñetas no conocía la conferencia Arte e galeguismo que dictó Castelao en 1919 para explicar que ser artista universal no consiste en imitar lo que se hace en París, Nueva York y demás centros culturales y artísticos del mundo, sino en hacer arte gallego, porque solo siendo gallegos, hablando plásticamente en gallego, seremos universales (Castelao, 2000). El Marín joven llegó a la misma conclusión por su cuenta, y su estilo —lo he dicho en otras ocasiones— tiene el aroma y el sabor de nuestras viandas tradicionales. Ante una viñeta sencilla, pienso: “Esta es románica, como la bola[3]”. Ante otra, trabajada con miles de trazos, razono: “Esta es barroca, como la empanada”. Porque la obra de Marín se siente como un deleite no solo para la vista, sino también para las papilas. Y yo saboreo sus dibujos con verdadera gula.
Con ese estilo personalísimo, Xaquín Marín lleva medio siglo dibujando viñetas, carteles, ilustraciones y cómic. Aclaremos esto, porque abunda la literatura que mueve a error. En Galicia se hace mucho y muy buen cómic, sin duda; pero el cómic gallego es el que hace Xaquín Marín[4]. Y la pregunta vuelve a ser la misma: ¿cómo pudo el joven Xaquín Marín descubrir la piedra filosofal del grafismo en la intimidad de su estudio?
El expresionismo de la pintura de Marín está también en sus primeras viñetas. © 1978 y 1975 Xaquín Marín. |
En cuanto a la intuición que Marín tiene al escoger las series de humor gráfico que va a realizar, si la tuviera en los juegos de azar, estaría forrado. No es así y el acierto se reduce a la labor de creación: el Gaspariño, dulce y tierno, que ilustró los libros de texto en el comienzo de la Autonomía fue un enorme éxito[5]; como el de los pies, tremendos pies como apisonadoras, sobre sufridos ciudadanos que comentan la situación, siempre con ingenio, siempre con un humor desasosegante para el lector[6]. ¿Cuántas viñetas con los Pies haría Marín? ¡Ni los pies de Messi dan tanto juego!
Yo tengo especial querencia por las viñetas de vertederos, de montones enormes de basura que devoran el paisaje en dibujos espléndidos; auténticas obras de arte las más de las veces. Dije que la serie de los Pies desasosegaba al lector. Es cierto. A la mayoría les hacía reflexionar, que era de lo que se trataba, y a otros los enfadaba[7]. Y mucho. Tanto como otra serie en la que el rico iba a caballo de un paisano.
La figura humana evoluciona, pero no pierde nunca el hieratismo ni la rotundidad escultórica. © 1976 y 1990 X. Marín | Moderno hombre de las cuevas. Premio Paleta Agromán 1982. © Xaquín Marín |
Los dos éramos colaboradores de El Ideal Gallego cuando Marín enviaba, un día sí y otro también, las viñetas del ricachón sobre las espaldas del pobre. El presidente del consejo de administración de La Editorial Católica —un viejo aristócrata con título nobiliario— se subía por las paredes cada vez que veía una en El Ideal, y le mandaba recado a Rafael González, el director, para que despidiera al dibujante. Rafael dejaba de publicarlas unos días, y quien se enfadaba era Marín, que le hacía llegar cartas de protesta, ilustradas con dibujos agresivos. Rafael, gran periodista, gran persona y gran amigo, me llamaba por teléfono cada noche y me lo contaba entre risas. Yo me ofrecía para explicarle a Marín la situación, pero él me decía que no, que las cartas le divertían mucho y que las guardaba como recuerdo[8].
Porque el humor de Xaquín Marín, sin ser verdaderamente satírico —las más de sus viñetas encajan en el «humorismo benévolo» que se dirige a la inteligencia y a la sensibilidad para divertir y conmover (López, 2015)[9]—, puede resultar tremendamente irritante para quien se siente aludido y señalado como injusto.
Hay muchas otras preguntas que me sugieren los dibujos de Marín, para las que no tengo respuesta; pero ante el enorme y espectacular conjunto de su obra, tan igual y tan distinta, tan humilde y tan rica, tengo que preguntarme si conozco un caso semejante de un artista que surge en su tiempo con tal fuerza renovadora, con un hacer diferente a todo lo conocido, a todo lo que vendrá después. No soy dado a la exageración superlativa; me gusta el rigor y la mesura en el juicio crítico de la obra artística, por grande que sea la amistad que me una al autor. Sin embargo, al responder a este interrogante solo se me ocurren los nombres de dos genios: El Bosco[10] y Matthias Grünewald[11].
A El Bosco y Grünewald los une el misterio de su identidad y la originalidad de sus obras. Son dos creadores portentosos de los que nada sabemos. Cuando escribía estas líneas tuve curiosidad por saber qué opinaba de ellos el maestro Gombrich y consulté su Historia del Arte. Me alegró comprobar que, como yo, también él los relaciona: «Al igual que Grünewald, El Bosco demostró que los métodos de la pintura, que habían evolucionado en el sentido de representar la realidad de manera más verosímil, podían volverse del revés y ofrecernos una visión de las cosas que nadie ha visto jamás». (Gombrich, 1997: 356).
Jinetes. Arquetipo del abuso de poder. © 1997 Xaquín Marín | Vertedero. La denuncia del consumismo disparatado. Uno de los símbolos marinianos con más fuerza visual. © 1987 Xaquín Marín |
Eso hizo Xaquín Marín en Galicia: darnos una visión plástica de nuestras cosas, como nadie había visto jamás. He ahí por qué, después de cincuenta años de amistad, caminando muchas veces uno al lado del otro, hoy, al hablar de mi admirado amigo por última vez, dejo los paños calientes y las medias tintas para decir lo que pienso de verdad: no es que lo sospeche; estoy completamente convencido de que el arte de Xaquín Marín es diabólico porque hizo un pacto con un demonio. ¡Si no es él mismo un “ángel rebelde”, porque tan alto, tan pálido, con esos pelos y barbas asilvestrados y el ojo virolo, no sé yo!
Bibliografía
BERGSON, H. (1973): La risa. Madrid: Espasa-Calpe. (Primera edición en francés: La rire, 1900).
CASTELAO, A. D. R. (2000): “Arte e galeguismo”, en Monteagudo, H. (coord.), Castelao. Obras 4, Vigo, Galaxia, pp. 133 y ss. Conferencia dictada en la exposición de Imeldo Corral en A Coruña el 25 de octubre de 1919.
GOMBRICH, E. H. (1997): La Historia del Arte, Madrid, Debate. (Primera edición en inglés: The Story of Art, Phaidon Press, 1950).
LÓPEZ, S. (2015): Castelao en el arte europeo, Ourense, Duen De Bux / Edición de María Victoria Carballo-Calero.
[1] Niccolò Paganini (Génova, 1782-Niza, 1840) fue un violinista, violista, guitarrista y compositor italiano. Está considerado uno de los violinistas más virtuosos de todos los tiempos, y contribuyó con sus aportaciones al desarrollo de la moderna técnica violinística. Sus 24 caprichos para violín Op. 1 son una de sus obras más conocidas y han servido de inspiración a numerosos compositores posteriores.
[2] Giuseppe Tartini (Pirano, 1692-Padua, 1770) fue un músico italiano, violinista, compositor y estudioso de la música del Barroco. Uno de los mayores virtuosos del violín de su época; sus innovaciones en el estudio de este instrumento no fueron superadas hasta la llegada de Niccolò Paganini escortbayan.xxx/istanbul.
[3] Pan gallego, generalmente circular y de poca altura.
[4] Xaquín Marín ha publicado tres historias largas de cómic: “O longo camiño de volta desde as estrelas” (1975, en el libro 2 viaxes, que incluía también una banda de Reimundo Patiño), Ratas (1977 en español y 2006 en gallego [esta es la versión original, a pesar de imprimirse después]), “Conta atrás” (1988, en el libro O home que falaba arameo, publicado con Patiño) y “Buscando otro mundo” (que no fue publicada hasta 2010, en el libro As dúas viaxes de Xaquín Marín, a pesar haber sido realizada en 1973), además de numerosas historias cortas. Con antecedentes antes de la Guerra Civil (Castelao, Maside, Cebreiro) e incluso a finales del siglo XIX (Navarro, Perelló, Carballo), el cómic gallego comenzó tímidamente a comienzos de los años setenta. La primera banda publicada era de Marín: “O emigrante”, que apareció en la revista Chan en marzo de 1971. Hoy son muchos los autores gallegos de fama estatal e internacional. Quizás el más consolidado sea Miguelanxo Prado, premio nacional de cómic: 2013. Entre la creciente bibliografía sobre el cómic gallego destaca la tesis doctoral de Xulio Carballo Dopico, Para unha historia da Banda Deseñada Galega: a narración a través da linguaxe gráfico-textual (Universidade de A Coruña, 2015).
[5] De Gaspariño se editaron dos recopilaciones: Gaspariño (Edicións do Rueiro, 1978) y Gaspariño 2 (Xerais, 1982).
[6] De los Pies se editaron dos libros: Cen pés (Ediciós do Castro, 1996) y Cen+cen pés (Embora, 2007).
[7] Hablo en pasado, aunque Marín sigue publicando de cuando en cuando alguna viñeta de esta serie, porque hubo un tiempo en que los Pies y el rico con el pobre como montura estaban constantemente en la prensa.
[8] Siro ha evocado a Rafael González en su web siroartista.es, en una entrada fechada el 8 de febrero de 2013 (“Carta a Rafael González”, http://siroartista.es/novedades/carta-a-rafael-gonzalez/#more-1216).
[9] Siro diferencia entre comicidad, sátira y humorismo, y dentro de este último, entre el humorismo benévolo y el humorismo sarcástico o negro, como hacía Celestino Fernández de la Vega en O segredo do humor (1963).
[10] Jheronimus van Aken (Bolduque, c. 1450-1516), conocido en España como El Bosco, fue un pintor nacido en los actuales Países Bajos, autor de una obra excepcional tanto por la extraordinaria inventiva de sus figuraciones y los asuntos tratados como por su técnica.
[11] Mathias Grüneswald (Wurzburgo, c. 1470-Halle, 1528) fue un pintor renacentista alemán. Pintó principalmente obras religiosas, especialmente escenas de crucifixión sombrías y llenas de dolor. Sus pinturas son conocidas por sus formas dramáticas, colores vívidos y el tratamiento de la luz.