EL CÓMIC Y LA MEDICINA: DE LA FACULTAD A YO, DOCTOR
GUIDO RODRÍGUEZ DE LEMA, JUAN SÁNCHEZ VERDE-BILBAO

Title:
Comics and Medicine: From Faculty to Yo, Doctor
Resumen / Abstract:
Análisis de los autores de Yo, Doctor, web dedicada a la divulgación médica en clave de humor, de cómo el arte del cómic y la habilidad del dibujo pueden influir en el desarrollo de la profesión médica y cómo puede ser utilizada como herramienta didáctica, seguido de una breve historia de las motivaciones que condicionaron la creación de sus viñetas e infografías. / Analysis of the authors of Yo, Doctor, a web dedicated to medical divulgation in a humorous way, of how the art of comics and the skill of drawing can influence the development of the medical profession and how it can be used as a teaching tool followed by a brief history of the motivations that conditioned the creation of his cartoons and infographics.
Palabras clave / Keywords:
Medicina, Cómic, Medicina gráfica, Divulgación médica, Educación médica/ Medicine, Comics, Graphic medicine, Popularisation of medicine, Medical education

El CÓMIC Y LA MEDICINA: DE LA FACULTAD A YO, DOCTOR

Cuando uno enseña, dos aprenden. Médicos dibujantes: ¿una rara combinación?

1. Medicina y cómic

Si pensamos en abstracto, la medicina, para el común de las personas, es un lugar serio, lleno de médicos, enfermeras y demás sanitarios, gente también seria, que trabaja en algo serio como es la salud. Sin embargo, el mundo del cómic, de nuevo para el ciudadano medio, es un lugar mucho más laxo y carente de la seriedad de las cosas importantes.

Esto evidentemente es una cuestión de prejuicios que nos llevan a algunos errores. El primero, el de la medicina, es pensar que es sinónimo de salud, siendo en realidad la misión de la medicina el combatir la enfermedad, lo que lleva a la ganancia de salud, siendo esta, por tanto, un subproducto de la medicina. El segundo de los errores es pensar que el cómic son garabatos salidos de la mente de un dibujante, únicamente para entretenernos y carentes de otra utilidad. Si bien es cierto que tiene un gran componente de entretenimiento, no hay que desdeñar la faceta educativa y docente que puede aportar este medio.

 

2. El dibujo como instrumento de aprendizaje

2.1. Aprender a dibujar

Dicen que si nos acercamos a una clase de párvulos y preguntamos a los niños cuántos de ellos dibujan, conseguiremos que todos y cada uno levanten la mano o griten alegremente mientras nos enseñan sus garabatos. Si repetimos de nuevo este ejercicio en un colegio de primaria, lograremos de nuevo resultados muy satisfactorios y posiblemente más de la mitad afirmen dibujar. No obstante, si repetimos este mismo experimento con niños mayores, en una clase de secundaria llena de estudiantes de dieciséis años, posiblemente tengamos suerte si algunos chicos, de los denominados raros, levantan la mano. Antes de dejar el instituto muy probablemente tan solo quedan uno o dos que entre sus aficiones tengan el dibujo (obviando los que hayan encaminado su profesión a este campo, claro).

Este experimento nos demuestra dos cosas: la primera es que todos tenemos la capacidad de dibujar y la inteligencia visual como para entender el dibujo; la segunda es que el dibujo es como cualquier actividad física, si la descuidamos, si no la entrenamos, se pierde.

 

2.2. Aprender dibujando

El dibujo forma parte de nuestro desarrollo, igual que caminar, escribir o leer son una parte del aprendizaje. No obstante, al contrario que las otras disciplinas que siguen siendo útiles en nuestra vida, el dibujo parece que en nuestra infancia solo tiene interés lúdico y por eso con el paso del tiempo lo abandonamos en pos de otras actividades. Sin embargo, el dibujo es una disciplina que no solo tiene carácter lúdico, sino que además tiene una capacidad excepcional para educarnos.

Fig 1 Apuntes de Guido en su primer día frente a los de tercero de carrera.

Por eso ahora somos nosotros quienes les invitamos a acercarse a una clase, pero esta vez en una facultad, para ser concretos, a una clase de medicina de primer año. Entonces se sorprenderán al ver cómo todos esos estudiantes que decidieron dejar de dibujar tienen que empezar a desarrollar, a base de entrenamiento, esa capacidad perdida. No hay posibilidad de aprender anatomía sin dibujar una y otra vez los huesos del cuerpo humano, y sobre estos sus músculos (fig. 1). Pídale a un médico que dibuje un estómago y se sorprenderá con qué facilidad dibuja partes anatómicas de las que algunos de ellos hace tiempo que desconocen el nombre; porque no todos los médicos necesitan saber dónde está el fundus o el antro gástrico, pero en su día lo supieron y lo dibujaron perfectamente. Lo mismo pasa con la citología, en la que se dibuja la célula y todos sus orgánulos. O la histología, cuyos alumnos dibujan los hepatocitos hexagonales hasta que lo aprenden de memoria, o la nefrona y sus túbulos. Los ejemplos son constantes: fetos en embriología, guisantes en genética, membranas plasmáticas en fisiología, tejidos de todos los órganos en anatomía patológica... Incluso en asignaturas tan “poco médicas” como la física o la química orgánica vemos apuntes llenos de palancas y lentes birrefractivas, que no son otra cosa que diagramas de flujo dibujados a mano una y otra vez.

Al final los médicos, aunque hagan menos uso de ella, tienen una formación artística que no valoran y que está dirigida únicamente a desarrollar una especie de memoria e inteligencia espacial, que en el futuro les ayudará en su labor de especialistas. Y es que, ¿qué sería del cirujano si no supiera lo que hay debajo antes de cortar? ¿O del radiólogo si no supiera de la correspondencia en nuestro cuerpo de tres dimensiones de la imagen bidimensional que vislumbra en la pantalla?

La biblioteca de cualquier médico está llena de libros que por sí mismos son obras de arte: el Sobotta o el Netter de anatomía, elLangman de embriología, el Despopoulus de fisiología, el Kumar de anatomía patológica… son ejemplos de libros de los que se puede aprender “mirando los dibujitos” (fig 2).

Fig 2. Ejemplos de láminas de libros de medicina (©2001 Jan Langman - ©2013 F. Netter - ©2001 Despopoulos, Agamemnon). 

 

3. El cómic como herramienta de aprendizaje

En definitiva, si trazamos dos círculos, uno correspondiente al cómic y otro a la medicina, formaremos un diagrama de Venn en el que hay más cosas en común de las que pensamos.

Existe desde hace años en el mundo anglosajón un movimiento dedicado a unir las artes gráficas y la medicina, la “Graphic Medicine” (movimiento que comienza a tomar fuerza en España y en el próximo mes de noviembre realizará su primer evento nacional) (fig 3). Pero es que, sin ir más lejos, en las paredes de hospitales o centros de salud encontramos pósteres o carteles que, siguiendo la estela del clásico de la enfermera pidiendo silencio, intentan enseñarnos, por ejemplo, a manejar la diabetes o hábitos de vida saludables.

Fig 3. Póster del I Congreso de medicina gráfica.

Asimismo, desde el mundo del cómic, algunos autores han acercado la realidad de la salud y de enfermedades estigmatizadas como el sida a través de las páginas de Píldoras azules, de Frederik Peeters, cuyo autor cuenta el inicio de la relación con su mujer cuando padecía esta enfermedad; o en Stitches: Una infancia muda, de David Small, en la que el autor cuenta el trauma infantil de haber padecido cáncer a la edad de doce años; o Epiléptico. La ascensión del gran mal, de David B, en el que el autor cuenta la vida de su hermano que padecía esta enfermedad y su relación con él. Los ejemplos son cada vez más:María y yo, de María y Miguel Gallardo, sobre autismo; Arrugas, de Paco Roca, sobre el alzhéimer y el trato a los mayores; Cara o cruz, de Lou Lubie, sobre el trastorno bipolar; Paul en Quebec, de Paul de Michel Rabagliati, sobre la enfermedad y la muerte de un ser querido, y un largo, larguísimo etcétera que demuestra que el lenguaje del cómic funciona en este sentido (fig 4).

Fig 4. Ejemplos de cómics con temática de salud: Píldoras azules (Frederik Peeters, 2015) © Astiberri; Arrugas (Paco Roca, 2009) © Astiberri; Epiléptico. La Ascensión del Gran Mal (David B., 2003) © Sinsentido.

 

3.1. La enseñanza en un mundo digital

Hoy en día vivimos en una cultura digital, todos los que vengan a partir de ahora serán nativos digitales de una era de sobresaturación de información (información no veraz en muchas ocasiones), y es ahora más que nunca necesario divulgar. Divulgar ciencia, divulgar medicina, divulgar realidad. Y el cómic es una de las herramientas más atractivas para hacerlo. Cuando el lector ve un dibujo simpático, atractivo, divertido, se arranca a leerlo, y con eso ya está la mitad del trabajo hecho.

Si intentamos explicarle a alguien física de partículas, la vida de Feynman o por qué no se va a morir por una burbuja de aire en el suero, muy probablemente pondrá los ojos en blanco y decidirá dejar de escucharnos. Pero si eso mismo lo intentamos a través de un dibujo, ya sea un cómic o una infografía, muy probablemente consigamos que lo lea, que lo comprenda y que lo comparta, y con eso nuestra misión docente y divulgadora habrá tenido éxito (fig 5).

Fig 5. Infografía sobre el aire en el suero.

Otro factor a tener en cuenta es que, aunque la gente recurre cada vez más a internet para buscar conocimiento o para resolver sus dudas, su atención es cada vez más efímera. En ocasiones no se pasa de los 140 caracteres, no por limitación del medio, sino por deseo del lector; los titulares de las noticias se han modificado para captar atención resumiendo o pervirtiendo la noticia hasta el absurdo. ¿Cómo podríamos pretender que una persona incapaz de leer una noticia en un periódico se interese por un tratado sobre el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, el causante del sida), o siquiera se acerque a las 216 páginas que componen Píldoras azules ? ¿Cómo podríamos desmentir las fake news que nos enseñan, por ejemplo, que el sida se cura comiendo limones o que las vacunas producen autismo, si somos incapaces de buscar fuentes o indagar en noticias?

 

4. Yo, Doctor

Es algo muy frecuente en la profesión sanitaria el abandono sistemático de las aficiones concentrándose exclusivamente en lo relacionado con la salud como consecuencia del escaso tiempo de ocio, del agotamiento físico y mental, del estrés que solo invita al reposo y de la necesidad constante de seguir actualizando sus conocimientos en los ratos libres. Es normal, por tanto, que uno llegue a la conclusión de que para ser un buen médico hay que dedicarse exclusivamente en cuerpo y alma a ello. Ya lo decía don Gregorio Marañón, que el médico que solo sabe de medicina, ni de medicina sabe.

Y es en este contexto en el que dos médicos que no habían dejado su afición por el dibujo y los cómics coinciden en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz en 2005 durante la formación de especialidad (medicina interna en el caso de Guido y medicina de familia y comunitaria en el de Juan). Durante los años de residencia, realizaron por separado algunos webcomics (fig 6). Una vez finalizado este periodo, y ya como médicos adjuntos, coincidieron nuevamente en 2014 en el servicio de urgencias del mismo hospital en el que se formaron, decidiéndose a realizar en 2015 un curso formativo de dibujo de cómic en la Escuela de Dibujo Profesional (ESDIP).

Fig 6. Ejemplos de “Evidencia basada en la medicina” y “Maldito azúcar”.

La medicina actual se basa en tratamiento y prevención. El tratamiento es lo que todos conocen y en el fondo buscan, es lo que nos prescribe el médico cuando vamos a visitarlo. La prevención es la rama menos valorada, y no obstante es absolutamente fundamental. Se basa, entre otros factores, en la educación sanitaria, y esto, en un mundo donde cualquiera sabe o cree saber gracias a una simple búsqueda en internet (doctor google, arquitecto google, letrado google o periodista google), es a veces lo más difícil, y a la vez lo más necesario. La verdad es que, si la medicina dedicara más tiempo a enseñar y el público más tiempo, y ganas, a aprender, nuestra salud aumentaría.

Durante nuestra práctica médica habitual nos dimos cuenta de que existía un vacío de conocimiento en el que el dibujo podía tener cabida. Nuestra idea ha sido utilizar el cómic como lenguaje formato ideal para la divulgación científica, siendo realista con la actualidad social: con brevedad, rigor científico y humor. Yo, Doctor trata de acercar la medicina al gran público, pero no solo la medicina, también el mundo médico y sus implicaciones (fig 7).

Fig 7. Ejemplo del uso de cómic en Yo, Doctor.

 

4.1. Enseñando con el cómic

El trabajo que realizamos en Yo, Doctor es enteramente a través del cómic: creemos en el dibujo como parte clave de una docencia moderna y actual, creemos que su lenguaje desenfadado sirve para llegar al público y poder enseñar a la gente la medicina y el mundo de los sanitarios en general.

Nuestras infografías son breves historias en formato cómic, dedicadas a responder a una necesidad de divulgación real y actual, debe solucionar un problema. Una vez decidido el tema, es preciso informarse, porque aunque nosotros, como sanitarios, tenemos interiorizadas ciertas realidades, hay que estudiar, comprobar y actualizar ese conocimiento para poder traducirlo al lector. Tenemos que comprobar la veracidad de lo que queremos transmitir, en ocasiones en varias fuentes, para posteriormente resumir el contenido y decidir la mejor forma de divulgarlo sin que se pierda rigor; todas nuestras infografías docentes van siempre acompañadas de las fuentes bibliográficas, con una doble intención: posibilitar que el lector aumente su conocimiento y, en segundo lugar, dar rigor al mensaje evitando cualquier posibilidad de que sea tomado por fake news. Cuando ya tenemos el mensaje decidido y hay que dibujar, es la parte más atractiva de todas.

No obstante, no solo nos dedicamos a la divulgación, enseñamos al paciente su cara más irresponsable y en ocasiones desagradable. Esa crítica la realizamos con humor; reflejamos esas actitudes incómodas y estereotipadas de los familiares de los pacientes y los propios sanitarios, usando el mismo lenguaje breve y cómico que solo se logra mediante el cómic sacando alguna sonrisa y algún color a sanitarios, pacientes y familiares. Porque ante todo deberíamos reírnos de todo: de los demás y de nosotros mismos (fig 8).

Fig 8. Fin de la entrevista.

 

Bibliografía

DESPOPOULOS, AGAMEMNON (2001): Atlas de bolsillo de fisiología, Madrid, Harcourt.

LANGMAN, JAN. (2001): Embriología médica: con orientación médica, Madrid, Médica Panamericana.

NETTER, F. H. (2015): Atlas de anatomía humana, Barcelona, Elsevier Masson.

PEETERS, FREDERIK (2015): Píldoras azules, Bilbao, Astiberri Ediciones.

SMALL, DAVID (2018): Stitches: Una infancia muda, Barcelona, Editorial Penguin Random House.

BEAUCHARD, DAVID (2009): Epiléptico. La Ascensión del Gran Mal, Madrid, Sinsentido.

GALLARDO, MIGUEL (2017): María y yo, Bilbao, Astiberri Ediciones.

ROCA, PACO (2009): Arrugas, Bilbao, Astiberri Ediciones.

LUBIE, LOU (2018): Cara o cruz, Barcelona, Norma Editorial.

RABAGLIATI, MICHEL (2013): Paul en Quebec, Bilbao, Astiberri Ediciones.

Creación de la ficha (2018): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Guido Rodríguez de Lema, Juan Sánchez Verde-Bilbao (2018): "El cómic y la medicina: de la Facultad a Yo, Doctor", en Tebeosfera, tercera época, 9 (18-XII-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_comic_y_la_medicina_de_la_facultad_a_yo_doctor.html