EL FANTASMA PROGRESISTA
THE PHANTOM EN SUECIA
Tras la Segunda Guerra Mundial, en el año 1946, se publica en los EEUU el libro While you were gone destinado a los soldados que regresaban a sus casas después del conflicto. Se trataba de dar una visión panorámica de lo que había sido el país durante los años de la guerra con el fin de facilitar a dichos soldados su reincorporación a la sociedad. En el libro, con el título “The Comics”, se dedica un capítulo al cómic de prensa en el que Milton Caniff hace un recorrido, a diferentes niveles, de una industria de gran importancia en ese momento, sobre todo por la gran cantidad de lectores y por el impacto que sus historias tenían en la sociedad estadounidense de su tiempo.
Una de las muchas cosas interesantes que Caniff cuenta en ese capítulo es que el autor se define a sí mismo y a sus compañeros de profesión como progresistas, con la excepción de Harold Gray por la clara apología anti New Deal y a favor del capitalismo más feroz que realizaría durante muchos años en su serie Little Orphan Annie. Conocida la trayectoria posterior de Caniff en su serie Steve Canyon y su reputación posterior, resulta curioso que sea este autor el que realice esa afirmación. Incluso, visto desde los ojos de hoy en día, en ocasiones resulta difícil defender esta idea cuando uno ve el tratamiento de determinados personajes orientales en los inicios de una serie como Terry y los piratas.
No quiero entrar en esta reseña en la polémica de si se debe realizar una mirada social o cultural retroactiva para juzgar las obras del pasado, porque evidentemente, en caso de hacerse (cosa que no comparto), el análisis debería ser más complejo de lo que se pretende en este texto, atender a las circunstancias sociales de la época y estudiar las obras en su conjunto para ver, por ejemplo, en el caso de Caniff, que este tiene la valentía de poner a sus personajes, de nacionalidad estadounidense, a favor de la resistencia china (liderada además por una mujer de esa nacionalidad) ante la invasión japonesa mucho antes de que su país rompiera su neutralidad tras la invasión de Pearl Harbor, sin que esto suponga que el autor no caiga en muchas ocasiones en una visión, en el mejor de los casos, paternalista de algunos de los personajes de origen asiático de su serie.
Una dicotomía similar a la que planteo en los párrafos anteriores con respecto a la obra de Caniff debieron encontrarse los editores suecos en la edición en ese país de otra obra fundamental del cómic de prensa: The Phantom. Contextualicemos: este personaje, conocido en España durante muchos años como El Hombre Enmascarado, desde muy pronto gozó de una enorme popularidad a nivel internacional, especialmente en países tan dispares a muchos niveles como Australia, Italia o Suecia. En estos tres países, además de la publicación de la serie en algunos periódicos, The Phantom gozó de sus propias colecciones de comic books que todavía continúan publicándose tanto en Australia como en Suecia (con el nombre de Fantomen), estando en ambos países entre las colecciones de cómics más longevas que todavía se sigue publicando. En ambos casos, además, el ritmo de publicación de la serie es muy elevado (quincenal en Suecia y 32 números al año en Australia).
Evidentemente, el éxito del personaje y el ritmo de publicación de su serie pronto hicieron que el material producido en Estados Unidos no fuera suficiente para abastecer la necesidad de los contenidos de estas series foráneas de cómics, así que, esporádicamente los diferentes países empezaron a producir sus propias historias. Hubo una producción bastante extensa en Italia y algo más puntual en Australia o Suecia (y en otros países como Alemania, Noruega, Turquía, Brasil o Yugoslavia). En el caso de Suecia esta producción comenzó en 1963 y encontró su punto de inflexión en el año 1972 cuando se crea el denominado Team Fantomen, que será un conjunto de guionistas y dibujantes (incluyendo españoles como Jaime Vallvé, en sus inicios, o Joan Boix, mucho más adelante) que se dedicarán a la creación de nuevas historias del Fantasma Que Camina y que serán la principal fuente de suministro de historias para el cómic quincenal publicado en el país escandinavo (y posteriormente, convenientemente traducidas al inglés, estas series serán la base de la correspondiente edición australiana).
A la hora de encarar la producción de nuevas historias del personaje los autores no podían huir de los condicionantes sociales de ese momento. Evidentemente, aunque no se quiera aplicar una mirada retroactiva a las historias clásicas, la creación de nuevos relatos sí que debía ser un signo de sus tiempos y más en un personaje de tiras de prensa, medio que siempre se ha caracterizado por su relación con los acontecimientos históricos de su época, una relación derivada de sus condiciones de producción (fundamentalmente, de su periodicidad diaria y de su publicación en periódicos junto a las noticias de su época). Por tanto, en el momento de crear nuevas historias del personaje, los autores del Team Fantomen se encontraban con una dicotomía, ya mencionada anteriormente: por un lado, tenemos un personaje de corte progresista cuyo origen comienza con un juramento de luchar contra la injusticia en el más puro estilo del Tom Joad de Las uvas de la ira; pero, por otro, su relación con las diferentes tribus indígenas con las que convive está claramente marcada por una visión colonialista predominante de la época en la que Falk escribía sus historias. Incluso su relación con los personajes femeninos marcada por la pasividad de Diana Palmer y el sometimiento amoroso de las diferentes villanas que aparecían en la serie estaba lejos de lo que en los años setenta y posteriores se consideraba como progresista.
La solución adoptada por los autores de Team Fantomen ante esta situación es lo que se narra en el libro de Robert Aman. The Phantom Comics and The New Left. A Socialist Superhero, publicado en la serie de libros Palgrave Studies in Comics and Graphic Novels dirigida por Roger Sabin. En este libro se analiza cómo estos autores tomaron la medida que probablemente se puede considerar más apropiada, por ajustada al carácter del personaje. Ellos extrajeron lo que podríamos definir, en términos de Benjamin, como el “aura” del personaje y lo adaptaron a sus tiempos. Y sus tiempos en Suecia era el triunfo de la ideología que se conocía como The New Left que, entre sus máximas, incluía la de la solidaridad internacional. Una ideología en la que las relaciones internacionales y la preocupación por temas como el apartheid o el racismo a nivel internacional eran de especial interés junto con otros cómo la igualdad de género y el movimiento de liberación de la mujer.
El libro de Robert Aman hace una revisión de cómo las historias del personaje se van transformando desde el reflejo del colonialismo inevitablemente presente en las historias de Falk a la asunción completa de las premisas de la nueva izquierda sueca, de tal manera que los relatos en los que se tratan temas relacionados con el racismo y la desigualdad de todo tipo son una constante en las creaciones del Team Fantomen. Uno de los fenómenos más curiosos es el aprovechamiento que hacen estos creadores de la condición de “inmortal” del Fantasma Que Camina para contar historias de anteriores encarnaciones del personaje en anteriores momentos históricos que se utilizan para denunciar esas condiciones de desigualdad que se han venido produciendo en determinados momentos de la historia.
No se debe caer, sin embargo, en el error de considerar este libro como el tratamiento de un fenómeno local limitado al ámbito escandinavo. Lo que nos demuestra Aman es la versatilidad de los grandes arquetipos del cómic seriado para constituirse como una representación de los diferentes momentos históricos y sociales que acontecen durante su publicación. Un fenómeno que ya ha sido estudiado por otros autores en el ámbito de los Estados Unidos, pero que en este libro se demuestra mucho más fascinante por su capacidad para trascender fronteras y adaptarse a otra realidad que, en principio, puede parecer tan lejana de su origen como son los países escandinavos. Y resulta todavía más apasionante si pensamos que esa transformación transnacional tiene la capacidad de seguir cruzando fronteras, ya que esa apropiación del personaje realizada en Suecia es la que se exporta a Australia, otra realidad lejana que, en ciertos aspectos sociales y político-económicos se encuentra cercana a la original estadounidense, cerrando un círculo ideológico marcado por la potencia icónica de los personajes de cómic, en este caso, The Phantom.
Se trata, por tanto, de un libro que, además de estar maravillosamente escrito —por lo que su lectura resulta muy amena—, utiliza un ejemplo local para analizar un fenómeno global: la relación de los grandes personajes del cómic de prensa con su realidad histórica y social. Por tanto, el trabajo de Aman resulta de gran interés para todos los estudiosos del cómic interesados en esos temas, independientemente de su conocimiento sobre el personaje o por su trayectoria editorial, que no es en absoluto necesaria para el completo disfrute de este libro.