EL GRAFÓPATA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
LLUÍS GIRALT I LLORDÉS

Resumen / Abstract:
Semblanza del paso del autor por la redacción de Ediciones TBO / Buigas, Estivill y Viña, para realizar trabajos de asesoría y edición, arrojando luz sobre la filosofía editorial de TBO. / A portrait of the author’s work as consultor and editor that helps to understand TBO’s editorial philosophy.
Palabras clave / Keywords:
TBO, Ediciones TBO/ TBO, Ediciones TBO

El grafópata en el País de las Maravillas

¡Cien años ya, cien años! De estos cien, habían pasado solo treinta y ocho años cuando entré por primera vez a la editorial de TBO de la calle Aribau de Barcelona para ofrecer mis historietas. Era el año 1955, tenía doce años y un montón de ilusiones. Recuerdo que me atendió en primera instancia una morenaza (posiblemente Teresa Maria Pons) que hubiera encajado mejor en Bruguera que en TBO. Marcó un número de teléfono interior: «Señor Albert, aquí hi ha un noi que vol enseñar-li uns dibuixos» (“Señor Albert, aquí hay un chico que quiere enseñarle unos dibujos”). Mientras esperaba tuve ansias de marcharme corriendo de aquel lugar. Temblaba. Antes de poder reaccionar, salió un señor muy alto, calvo, con una bata de color beis, guardapolvo como le llamábamos. Eso sí, con camisa blanca y corbata seria, y olía a colonia cara. De las mangas de aquel guardapolvo sobresalían los puños de su camisa con unos gemelos de lujo. Nunca olvidaré sus manos. En mi corta vida no había visto unas manos tan cuidadas, de dedos largos y delgados y uñas blancas de manicura… Le mostré mis dibujos allí mismo, sobre el mostrador —de reojo veía a la morenaza, que miraba sonriendo—. El director apenas terminó de mirar mis dibujos y, cerrando la carpeta de golpe y tratándome de usted, dijo: «Mire, joven, cuando cumpla los cuarenta años, pásese por aquí y veremos…». Salí de Ediciones TBO “con la cola entre las piernas”, pero pensé que había otras editoriales. Pero todas ubicadas en Barcelona, y conseguir las diez pesetas de  financiación para el desplazamiento desde Sabadell era misión casi imposible por el poco dinero que entraba en casa.

         
Dibujo de Méndez Álvarez para uno de los primeros números almanque de TBO.            "La carta urgente", historieta de Opisso para el nº 885 de TBO (1934).    

Pero con mis chapucillas de recoger cobre y plomo por la calle y venderlo en la trapería algo recaudaba. Aparte de estos ingresos de la imprenta Linograf, en la que pintaba estampas de primera comunión. Me las entregaban impresas en blanco y negro y con una muestra de cómo tenían que estar coloreadas. Las extendía en la mesa del comedor y, con un pincelillo, ahora el azul, después el amarillo y el rosa. Una vez secas, el color carne y el dorado. Lo hacía por las tardes, cuando mi madre estaba en la fábrica. Me pagaban por cada diez una peseta. Pues entre la materia prima callejera y mis coloreados, casi cada mes podía hacer novillos y escaparme a Barcelona a visitar dibujantes o editoriales o ir a Sant Just Desvern, donde vivía el gran Boixcar (Boix por el dibujante y Car por su amable esposa, Carmen…). La cuestión era conseguir las diez pesetas que necesitaba para el trayecto. Eran otros tiempos. Eran tiempos de zapatos gastados y con la suela agujereada y, de apaño, un cartón como plantilla. Eran tiempos del “TBO de 1,40 pts.”,  una cifra que llegaba para cuatro cacahuetes y la entrada del cine “matinal” con películas de Charlot y Jaimito, sin olvidar  los comentarios de Ramos de Castro: «… a no ser por el pijama, no está nada mal esta dama (…) y salen apresurosos tres vecinos asquerosos».

Damos el salto hasta 1979. Desde esta primera visita a Ediciones TBO han pasado casi los cuarenta años, exactamente treinta y seis, y por lo que ya he contado un millón de veces, mi  trabajo en publicidad y para una campaña, se decide la idea de usar los personajes de La familia Ulises. Para ello se precisaban los derechos, y yo mismo quise solicitarlos, recordando la frase de que volviera a TBO después de cuarenta años. Llamé y me respondió una voz cándida: «Ediciones TBO, ¿dígame?», y se puso al aparato el director, Don Albert Viña Tous, que me facilitó la cita personal a los pocos días. El día señalado, cuando entré por segunda vez, hacía décadas y esperaba encontrar aquella morenaza, pero con treinta y seis años más, y no, detrás del mostrador me atendió una señora con sonrisa angelical que ya sabía de mi visita. Seguí los pasos de la cariñosa secretaria hasta que me anunció. Por cierto, esta señora angelical sería una gran amiga, Rosa Segura.[1]

Y ahora permitidme que explique detalladamente (grafopáticamente) lo que vi y nunca olvidaré. Entrabas en la redacción de TBO y detrás de un mostrador, a la izquierda, había dos mesas: una que ocupaba la secretaria y la otra vacía; cerca de esta última se hallaba una escalera de madera que subía a un altillo; no puedo explicar qué había allí porque nunca llegué a subir. Seguimos. Tras una puerta había una sala que era el almacén donde se llevaban las expediciones. Allí conocí al señor Antonio, el encargado de la sección. Se continuaba y tras bajar dos escalones se accedía a un pasillo de unos quince metros; al fondo, una figura de madera troquelada de tamaño natural del Profesor Franz de Copenhague te daba la bienvenida. A su lado, una puerta de otro almacén que nunca supe qué contenía. Al inicio de este pasillo, a la izquierda, se encontraba el lavabo de gerencia, y enfrente el de los demás y un pequeño cuartito donde la señora de la limpieza dejaba sus trastos. Al tratarse de un edificio antiguo, sus paredes eran altas, y la luz procedía del techo, de las claraboyas del patio del piso principal. Ahora voy a contar lo que me ocurrió al poner por primera vez el pie en este pasillo: no supe por qué, pero me entró un escalofrío (con los años he conocido el motivo). Aquella zona no era corriente. Tenía una atmósfera misteriosa; me sentí inquieto. Mi instinto de “grafópata”[2] notó que era el corredor de “Las Mil Maravillas”. ¿Por qué? Porque todo lo que era el lado derecho del pasillo contenía unos archivadores de color verde rellenos de dibujos originales de los últimos cincuenta años de TBO. He dicho ¡cincuenta años de dibujos originales! Es decir, unos quince mil dibujos originales de Urda, Blanco, Benejam, Coll, Perré, Tinez, Forton, Cuvillier, R. Opisso, A. Opisso, Sabatés, Moreno, Muntañola, Serra Massana, “Sacha”, Cozzi, Ayné, etcétera.

Supongo que durante el recorrido —acompañado hasta gerencia por la secretaria de la permanente sonrisa de nácar— me dio la sensación de haber estado en aquel pasillo toda mi vida desde que de pequeño amé el TBO. ¡Impresionante! Era como la pared de un cementerio, con cajas que contenían cientos de miles de dibujos originales y millones de viñetas que me pedían a gritos la resurrección. Pronto les llegaría su hora. Esa era mi idea.

     
Tínez “Alarma nocturna en casa del Barón de Livol-Pando”  TBO nº 13 de 1949.       Benejam “Consecuencias de una ventoleta” portada TBO nº 3 de 1947

Experiencia única

Al final del pasillo, a la izquierda, había una puerta que daba paso a una sala no muy grande con tres mesas: detrás de la principal había un armario de puertas correderas también rellenas de dibujos originales. En otra mesa, algo más pequeña, observé utensilios para correcciones de los originales: allí era donde trabajaba el encargado de este tema, Josep Maria Sirvent, a quien conocí poco después. Otra mesa tipo de oficina y un armarito, ambos grises, y al lado una pequeña puerta que tampoco puedo decir qué guardaba.

Al final de la estancia, a la izquierda, había un despacho. Era la gerencia y el despacho del director. Este despacho, según me dijo el señor Viña, era el mismo de Buigas. Me gustaría describiros este despacho donde se fraguaron las mejores historietas de TBO. Una mesa al fondo con un sillón de gerente  y dos sillas para los visitantes. Todo el mobiliario era, sin duda, de los años veinte. Una vez sentado en una de estas dos sillas, casi a mi espalda estaba, enmarcado el número 1 de TBO, con una dedicatoria de Donaz, que como todo el mundo sabe fue el primer dibujante de la revista. Al lado, un retrato a la sanguina del padre del director, don Emilio Viña González, dibujado por Maria Aurèlia Català-Roca, componente de la saga de los famosos fotógrafos. A mi lado izquierdo, una silla repleta de originales que había devuelto el grabador. Con toda la prudencia del mundo le pedí al señor Viña si podía tocar alguno, cosa a la que no se opuso. ¡Qué maravilla tener en mis manos varios dibujos originales! A la derecha, toda la colección de TBO desde 1917 encuadernada, y a un palmo una vitrina con un invento real creado por Sabatés —actualmente puede verse en el Museu de la Joguina de Figueres— y todas las figuras, lapiceros, muñecos,  etc., es decir, todo el merchandising de los personajes de la revista.

                 
  Benejam “La tortuga ingeniosa que se hizo arrancar la concha” TBO nº 8 de 1945.         Bernet Toledano  “Altamiro de la Cueva”  TBO nº 591 de 1966         "Familia Ulises- Una visita a la colección zoológica Excelsior” TBO nº 3 de 194

Empezamos con los derechos de la historieta de La familia Ulises, pero la conversación giró en torno a la delicada situación que  atravesaba TBO, después de más de dos horas de hablar de ello. Había que buscar soluciones dignas para el traspaso de la revista a Bruguera , lo cual le estaba pisando los talones al señor Viña. Además que había recibido un tremendo palo del distribuidor, el cual le hizo una suspensión de pagos que los dejó tiesos. Si tiraba la toalla, entonces las tres letras de oro, T B O, acabarían por venderse como chatarra. No exagero. Había que aguantar, y con reediciones de las mejores historietas de toda la vida se consiguió aguantar tres años. Además también se buscó una imprenta  más barata, y se encontró en Montcada y Reixac (Barcelona).

 
  “Vehículo auxiliar”, por Coll. Extra de TBO dedicado a los automovilistas y peatones, 1966 

Mi trabajo durante estos casi mil días fue, durante la semana, repasar mi colección y de las mejores historietas publicadas hacía fotocopias, las encolaba en páginas y el sábado por la mañana teníamos la reunión con el señor Viña y casi nunca se opuso al material que proponía. Lo que no conseguí evitar fue que se retocaran los originales “modernizándolos”. Donde había un tranvía de la época, hacían que Sirvent lo transformase en un autobús. No conseguí que rectificasen. Sea como fuese, en el tercer año de mi colaboración se consiguió de Bruguera que el precio de TBO brillase como el oro.

Aquellos años fueron duros, pero dorados, y no me arrepiento de las horas y horas que dediqué a TBO, porque fueron recompensados en dos aspectos: allí conocí a Bech, Blanco, Moreno, Sirvent, Tha, Sabatés, al famoso sabio Antonio Martín, la secretaria Rosa Segura y el mismo director. Y por si fuera poco y conociendo mi grafopatía, el señor Viña me obsequió con una de las mejores colecciones privadas de dibujos originales publicados en TBO, a mi elección. 

A diferencia de Alicia en el País de las Maravillas, actualmente aún no he despertado del sueño que empecé en el invierno de 1979 y sigue treinta y ocho años después. Y siguiendo el ejemplo de los arqueólogos, continúo mostrando mis piezas únicas en museos, libros, salas de exposiciones donde la gente pueda admirar estos dibujos originales, como lo que son: auténticas obras de arte. 

Et in Arcadia ego.

El grafópata Lluís Giralt desde grafopata.com.


[1] Rosa Segura es la autora de unos recuerdos autobiográficos vividos en la editorial, con el título Ediciones TBO ¿dígame? Memorias secretas de una secretaria, Diminuta Editorial.

[2] Un grafópata, como yo, es una persona que sufre de “grafopatía”, palabra que defino así: “Monomanía cerebral que consiste en coleccionar dibujos originales de ciertos artistas. Siempre realizados a mano”.

TEBEOAFINES
 26
  []
Creación de la ficha (2017): Lluís Giralt. Revisión de Alejandro Capelo y Manuel Barrero · Datos e imágenes obtenidos de diversas fuentes
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
LLUÍS GIRALT I LLORDÉS (2017): "El grafópata en el País de las maravillas", en Tebeosfera, tercera época, 2 (11-III-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 25/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_grafopata_en_el_pais_de_las_maravillas.html