EL HORROR BIEN ENTENDIDO. ENTREVISTA A COROMINAS
COROMINAS, JAVIER ALCÁZAR

Notas:
Entrevista pactada con el autor en persona y realizada por correo electrónico a lo largo de 2010.

 EL HORROR BIEN ENTENDIDO. ENTREVISTA A COROMINAS

TEBEOSFERA: Naciste en Valladolid el 3 de septiembre de 1969. Has declarado que tus lecturas principales en la infancia, en cuanto a tebeos se refiere, estuvo marcada por las revistas de Bruguera al igual que la mayoría de los niños de la época. Suponemos que esa lectura fue circunstancial y que no tuvo influencia en tu obra, ya que no hemos encontrado ni rastro de la misma en tus dibujos.

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En las primeras lecturas: horror y Corben 
COROMINAS: Todo lo que has leído en tu infancia y adolescencia te marca de por vida. Ibáñez fue quien hizo que yo me interesara por los tebeos. Después vendrían Vázquez, Raf y Jan. Pero la primera historieta que dibujé (la recuerdo demasiado bien) surgió por la pura necesidad de comunicarme: me acababan de operar de vegetaciones y no podía hablar, así que expliqué el tormento sufrido y una venganza imaginaria a través de seis viñetas en un par de folios. Muy a lo Mis circunstancias, de Trondheim.

T: Tus lecturas se modificaron con la aparición del “nuevo cómic” a finales de la década de los 1970, cuando tenías unos 12 años. ¿Qué opinaban tus padres de lo que leías, de los tebeos en general o de tu inclinación por dibujar o convertirte en profesional de la historieta? ¿Tenías algún hermano mayor con el que compartías aficiones?

C: Por aquel entonces también llegaban a los kioskos pucelanos revistas como Pif y Spirou, las colecciones de Vértice, los primeros comic books publicados por Bruguera… así que la transición a los cómics “para adultos” se produjo de una forma bastante natural. Mi padre era dibujante y fotógrafo publicitario, así que siempre he tenido una mesa de dibujo cerca, y todo el apoyo posible e imposible por su parte. Mi madre tampoco veía nada mal mi pacífica y obsesiva afición… aunque Corben nunca le cayó bien.

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 La influencia de Wrightson. Arriba, Creepy 34. Bajo estas líneas, Tragaldabas.
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T: Desarrollas entonces gran admiración por autores como Wrightson y Corben, sobre todo. ¿Qué supuso para ti la lectura de las historietas provenientes de las revistas de Warren, sobre todo de Wrightson? ¿Preferías sus historietas o sus ilustraciones, de  las que parece recibiste mayor influencia?

C: El resto de mi vida empezó con el número 34 de Creepy; aquella maravillosa ilustración de Bernie en portada hizo que el resto de los tebeos del kiosko desaparecieran de mi vista. No pude soltar aquel número durante semanas: Torpedo, Feria de Monstruos… y una historieta de Corben. La expresividad y la capacidad técnica de sus autores me dejaron flipando. ¡¿Cómo eran capaces de hacer aquello?! Me convertí en un fanático peligroso que decidió que todos debían adorar a mis héroes. Aunque la mayoría me tomaban por un niñato hiperactivo, convencí a más de un compañero de instituto para que comprara Creepy y 1984. Recuerdo que daba “charlas” a mis compañeros sobre qué desayunaba Corben o sobre lo que Wrightson nos quería decir con sus historietas. Tardé años en comprar otras revistas de cómics y en prestar atención a dibujantes de “línea clara” o de “línea chunga”.

T: Recientemente has comentado que aunque Wrightson te marcó de forma importante en el aspecto técnico, procuras olvidarlo. ¿Te desencantaron sus trabajos de la década de los ochenta, quizá; o al madurar has revisitado su obra con menor admiración?

C: Si madurar significa pasar de preguntar “¿Cómo lo hace?” a preguntar “Pero… ¿qué me está contando?” la respuesta es sí, he revisitado su obra con menos admiración. Con mucha menos. Una década después pasé del flechazo a la desilusión: todos los tebeos de género terrorífico o fantástico de esa década están marcados por efectos especiales (la depuradísima técnica de Bernie, el óleo de Fernando Fernández, estarcidos y salpicaduras variadas de los dibujantes de Warren, los degradados de aerógrafo…) que maquillaban unos guiones paupérrimos y una gran falta de originalidad. Pasé años aprendiendo todos esos trucos y técnicas. Pero llega un momento en el que te das cuenta de que debes olvidarlos; son sólo ruido a la hora de comunicar algo.

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Página de una historieta para Tintachina. 
T: En 1984 (¡con 15 años!) ganas un accésit en la 2ª Semana Nacional de Cómic de Valladolid. ¿Antes de esto ya habías publicado algo en fanzines o te habías presentado a otros concursos?

C: Creo que antes publiqué una historieta de una página en el fanzine Tintachina, pero ésa fue mi primera historieta “seria”. El alcalde de mi ciudad me dio un cheque por ella y me entrevistaron en la tele y en la radio. Y todo en pleno boom del cómic adulto español… ¡un sueño, oye!

T: La obra con la que ganaste el accésit fue “Sangre”, que tenía trazas de Druillet, Wrightson, o incluso de Breccia… y se publicó en Tintachina. ¿Podrías hablarnos de este prozine de Castilla y León?

C: El Tintachina fue un fanzine creado por Fernando Bernabón, el pionero de los cómics en Valladolid. Fue él quién abrió la primera tienda de cómics especializada y allí nos ofreció a los aficionados pucelanos un punto de encuentro. Allí conocí a mi “maestro”, Jesús Redondo, el único dibujante de historietas (en activo) que vivía en Valladolid. Tuvo una paciencia infinita conmigo, y siempre que lo visitaba ejercía su superpoder conmigo: corregía en cuestión de segundos las historietas o los dibujos que me habían costado semanas de esfuerzo. 

T: Mezclarte con autores como Fresno’s, Giménez o Jesús Redondo suponemos que se animó en tu carrera. 

C: Jesús fue clave, pero lo mejor fue conocer a otros frikis del dibujo.

T: Aparte de Tintachina colaboraste en otros fanzines y hasta emprendiste la aventura de la fanedición, con El Prodigio. Háblanos de tus obras para Studio, Garabato, El Progidio u otros fanzines en los que colaboraste.

C: He colaborado con muchos fanzines y revistas, pero El Prodigio es la única publicación en la que todos los autores nos conocíamos y compartíamos un objetivo común: reírnos del Necio, un ente creado por Jesús González, Jesús Gil, “Buscaperros”, Juan Carlos, César Esteban y José Emilio Amo. Quedábamos los fines de semana en algún bar para dibujar cómic en vivo; eso era todo lo punk que se podía ser en Valladolid.
Conocí a José Manuel Bouza, el creador de Studio en uno de mis primeros viajes al Saló del Cómic de Barcelona. Fue el primer fanzine que publicó una ilustración de Barry Smith en España. Me dejó que colaborara, por puro amiguismo, en varios números. Garabato era una revista palentina, donde los amigos Félix Ruiz y Félix Velasco hacían de las suyas…

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Zona 84 especial concurso con obra de Corominas. Debajo, edición de Tragaldabas en álbum años más tarde.

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T: Y por fin, tu “salto a la fama”. Ganas el concurso convocado por la revista Zona 84, de Toutain, en 1986. Tu historieta, “Salvación”, se publica en el Especial Concurso de ese año y realizas también la portada. ¿Qué implicó todo esto a nivel personal y de crecimiento artístico para ti?

C: Fue muy estimulante y divertido. Al poco de aparecer ese número, también me llamaron para participar en un programa de TVE relacionado con el dibujo. El día en que se emitió la gente me reconocía por la calle. Decidí llevar gafas de sol por la noche y cobrar por mis exclusivas.

T: En “Salvación” se narra la sumisión de la plebe ante el representante de una religión, y cómo éste es fácilmente desbancado por otro iluminado. La referencia gráfica más inmediata es Wrightson, sobre todo en su etapa de ilustrador de Frankenstein, con reminiscencias en el uso de la plumilla de ilustradores clásicos como Joseph Clement Coll. ¿Pero y la historia? ¿Cómo un adolescente en la mitad de los 80 tiene estas ideas?

C: Elegí como mis favoritos a Corben y a Wrightson, los dos dibujantes más espectaculares de las revistas Toutain. Ya sabes, estaba obsesionado por la técnica. “Salvación” estaba muy por encima de mi habilidad real como dibujante… y todo para contar una historia que dejase clara mi opinión sobre la religión; estudié durante tres años en un colegio del Opus Dei.

T: Reconocías entonces tu interés por la obra en ilustración de Rockwell, Sanjulián o Corben. A estas alturas tu dibujo a tinta es mejor, y ya avanzas las potentes ilustraciones que más tarde te harán famoso. ¿Cuál era tu experiencia a este respecto en ese momento?

C: Fueron años de aprendizaje, en los que procuré leer y memorizar todo tipo de libros sobre dibujo, anatomía, técnicas de dibujo y pintura… En Valladolid sólo había una academia de dibujo por aquel entonces, y me presenté allí con una carpeta llena de ilustraciones y una pregunta delirante sobre perspectiva. El profesor que me encontré allí, Javier de Torre, no la supo responder, pero resultó ser un fan de Jeff Jones y de Barry Smith. Me abrió la puerta a otro mundo, el de la pintura y las galerías de arte.

T: Tras ganar el concurso, sigues colaborando con Toutain. Imaginamos que lo llegaste a conocer en persona. ¿Qué nos puedes contar del editor? ¿Cómo era la relación de los jóvenes talentos con él?

C: Toutain era un editor al que le apasionaba su trabajo, que amaba los cómics y que podía contar anécdotas sobre las gloriosas hazañas de los dibujantes de sus publicaciones durante horas. Cuando yo lo conocí ya estaba viviendo el declive de su agencia y de sus publicaciones, así que convertía todo ese glamour de editor histórico en charlatanería para retrasar pagos de cantidades ridículas. Mientras pudiera aprovecharse de tu trabajo, cualquier autor novel era una estrella para él. Pero él era un tipo genial, que conste.

T: Hemos localizado dos historietas cortas tuyas en las publicaciones de Toutain. La primera de ellas aparece en la revista Zona 84 en su número 45, y se trata de “Cada pequeña cosa que ella hace es mágica”, de 9 páginas y en blanco y negro. De nuevo un estilo similar al de Wrightson, de nuevo referencias religiosas, condenación, perdición, e incluso una estructura de página similar a la de “Salvación”. ¿Estudiaste en un colegio de curas, o algo así?

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Primera historieta en color. 
C: Tres años en un colegio del Opus Dei, sí. Digamos que no estaba muy por “La Obra”. Aunque creo que ese tipo de trabajo obsesivo y lleno de referencias religiosas y surrealistas está presente en muchos pintores castellanos o que han vivido allí… Siento que el mundo de Ángeles Santos, por ejemplo, es también el mío.

T: “La coleccionista de sueños” fue una historia muy corta, casi una anécdota, escrita por Jesús Gil y en la que nos llaman la atención, sobre todo, que es la primera vez que publicas una historieta en color.

C: ¡Aquella historieta fue una chapuza! En realidad, esas páginas eran las primeras de una serie en blanco y negro que no continué.

T: La revista te dedica una página de introducción, con foto incluida –aunque te llaman Ernesto. ¿Eras el niño mimado de Toutain? En esa introducción se habla de que ya estás prestando el servicio militar y que la historieta es un paso previo a tu carrera como ilustrador. ¿Ye tenías previsto que ésta sería tu elección profesional?

C: He querido ser dibujante desde crío, así que mi profesión me hace feliz. Supongo que Toutain estaba maravillado con mi precocidad como historietista y me trataba con un cariño que aún recuerdo. Pero la primera edición en formato álbum de Tragaldabas fue en Alemania, allí se llamó “Vielfrass”… y me enteré de su existencia hace cinco o seis años, cuando me lo contó un aficionado alemán en un Saló del cómic. Así era Toutain.

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 La religión, tema habitual en la obra de Corominas hasta la actualidad.
T: En la segunda etapa de la revista Creepy eres uno de los principales atractivos gracias a tu serie “Tragaldabas”, publicada por entregas en los primeros seis números entre los años 1990 y 1991 (aunque la primera entrega está firmada en 1989). Sobre la base de un secuestro a una periodista atea por un fanático religioso se van mostrando en cada capítulo diferentes “parábolas”, diferentes historias de terror. Poco que añadir a los anteriores comentarios sobre tus obras, salvo que se aprecia una evolución a mejor, el barroquismo es menos “barroco”, la lectura más fluida, pero se repiten constantes. Un trasfondo religioso, la obsesión por la religión, el decorado donde transcurre la acción principal (una catedral abandonada), picados y contrapicados feroces, decoración barroca y recargada... ¿Se podría hablar de una trilogía estilístico – temática con “Salvación” - “Cada pequeña cosa que ella hace es mágica” – “Tragaldabas”?

C: Sí, mis obsesiones eran las mismas. En aquel momento me dejé la piel entintando aquellas historietas y, cuando se publicaron, la reacción de los lectores de Creepy fue tan buena que pensé que estaba haciendo un cómic genial. Y sigue habiendo mucha gente que guarda un buen recuerdo de ellas, pero créeme; es pura nostalgia. Si las releyeras hoy te darías cuenta de lo ingenuas que eran narrativamente, en cuanto a dibujo, estética, pretensiones, todo… Pura adolescencia.

T: En esos números de la segunda época de Creepy también aparecen otros jóvenes valores: Javier Santonja y Santiago Pérez, éste último también con claras influencias de Wrightson. ¿Habéis tenido relación después de aquella etapa?

C: Tuve la suerte de conocer a Santi Pérez el año pasado, pero mientras estuve publicando en revistas no conocí a ninguno de mis compañeros de grapa. Ten en cuenta que yo vivía muy lejos de Barcelona y que, en muchos casos, la diferencia de edad era muy grande.

T: En 1992 Toutain cierra, cancelando todas sus publicaciones y pasando su fondo editorial a Ediciones Zinco.  ¿Te pilló de sorpresa o era algo que se veía venir?

C: Se veía venir, claro. Dejé Toutain cansado de los constantes retrasos en el pago de mis historietas. Ten en cuenta que desde finales de los ochenta hasta principios del dos mil, la situación para los autores y editores fue de crisis constante. Una a una, todas las revistas fueron cerrando, excepto El Víbora y El Jueves.

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Corominas evoluciona. 
T: En ese momento pasas a publicar en la revista Cimoc, de Norma Editorial (y por tanto pasas a ser representado por Norma, nos imaginamos). ¿Te pusiste tú en contacto con ellos, o fue Rafael Martínez o algún otro representante de la empresa el que dio el primer paso?

C: Creo recordar que Laureano Domínguez (actual editor de Astiberri) trabajaba en Norma por aquel entonces, y que fue él quien se puso en contacto conmigo. 

T: Que sepamos, publicas dos historias en Cimoc. En su número 131, “Diosa”, de 10 páginas a color. Una niña vive con su abuelo pintor, que la maltrata, mientras que ella adora a uno de sus cuadros que la acabará ayudando. La temática del maltrato infantil se repite (ya pasó con la protagonista de “Tragaldabas”), pero el dibujo es otra cosa. Aquí ya se vislumbra al Corominas ilustrador actual. Las figuras son estilizadas, incluso alargadas, los cuerpos deformes se ajustan poco a la realidad pero son muy expresivos, el dibujos es más suelto, el color ha mejorado enormemente desde la última historieta... ¿Qué es lo que ha pasado en ese intervalo? ¿Ha tenido algo que ver con tus nuevas influencias reconocidas, Sienkiewicz y Barry Windsor Smith?

C: Sí, el trabajo de Barry y Jeff Jones me llevó a descubrir los pintores victorianos, el esteticismo y el simbolismo. Rastrear las influencias de Sienkiewicz me descubrió a Egon Schiele, mi dibujante favorito, el expresionismo y a los ilustradores americanos del s. XX. Así que me replanteé muchas cosas.

T: De nuevo en Cimoc, publicas en dos entregas (números 143 y 144, enero y febrero de 1993) la historieta “Cuando tus pies, Paris...”, con guión de Jaime Vane (pseudónimo de Vicente Rodríguez Sánchez). ¿A qué se debe el contar con un guionista, cuando previamente te habías defendido muy bien solo? ¿Fue imposición de la editorial, o creasteis el proyecto juntos?

C: Los guiones que Jaime hizo para F. De Felipe me encantaban, así que le propuse una colaboración. La editorial nos ofreció hacer una serie, pero impuso que todos los capítulos fueran autoconclusivos, una moda de la época, aunque Jaime se “olvidó” de ello. Todo fue bien hasta la cuarta entrega, cuando Rafa Martínez nos llamó para decirnos “Vale; habéis metido cuatro goles a la editorial: esta cosa ni es de capítulos autoconclusivos ni la entiendo muy bien. Terminadla en un quinto capítulo, más largo si queréis, pero olvidaros de su edición en álbum.” Así lo hicimos. Pero se ve que no le hizo mucha gracia que uno de los personajes, un dibujante, dijera en un pequeño prólogo de ese último capítulo: “Nos ha llamado el gilipollas del editor para decirnos que nos corta la serie”, puesto que recibí de vuelta todos los originales al día siguiente de su envío, con una carta donde se nos advertía que, desde Norma, “harían todo lo posible para asegurarse de que no volviéramos a publicar en España”. Toutain hubiera dicho una “gracia” similar con una sonrisa en los labios.

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 Corominas comienza a interesarse por la ilustración. Arriba, Batman para Krazy Comics, abajo, Maldoror.
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T: Cada proyecto tuyo guarda algún retazo de un proyecto anterior. En este caso, el cuadro que pinta Antonin guarda muchas semejanzas con el cuadro que aparece en “Diosa”. ¿Vas encadenando elementos de forma consciente, o son detalle que simplemente te gusta volver e repetir?

C: Toda mi obra gira en torno a lo siniestro; una forma horror cotidiano con la que los personajes se ven obligados a convivir o a superar. Hay una serie de símbolos que me ayudan a contar “lo extraño inquietante” de forma visual y por eso recurro a ellos.

T: Aquí utilizas lo que denominamos línea de contorno para los personajes con relleno de color (acuarela, creo). Aunque visualmente es muy atractivo, pensamos que te defiende mejor cuando “pintas” a los personajes (como esa memorable viñeta en la que el pintor se está quemando).

C: No sé qué decirte… pero gracias por lo de “memorable” viñeta.

T: En tu etapa anterior en Toutain la escasez de páginas tuyas en sus publicaciones se debía a la compaginación con los estudios y el servicio militar. En cambio, ahora vemos que transcurren años completos entre una historieta y otra. ¿Simultaneabas entonces otra actividad?

C: Sí, empecé a colaborar con agencias de publicidad y me interesé por la pintura. Esa situación de dispersión duró años; escribí guiones para anuncios radiofónicos, diseñé carteles, dibujé calendarios, hice alguna exposición de mis cuadros. Todo parecía encaminarme a encontrar un puesto fijo en alguna agencia de publicidad… hasta que me dí cuenta de que ese sector no era lo mío cuando un cliente, el dueño de una hamburguesería, me dijo al ver el dibujo de una hamburguesa que me había encargado “Aquí la gente viene a comer hamburguesas, no las hamburguesas a comer gente”.

T: En Cimoc te rodeabas de profesionales con años de trabajo a sus espaldas, como José Ortiz, Antonio Segura, Alfonso Azpiri... ¿Te sentías intimidado, o te consideraban ya todo un profesional?

C: Nunca se me ocurrió compararme con ellos… ni me he sentido nunca dentro de un grupo o generación desde El Prodigio, la verdad. Sigo sin considerarme un profesional de la historieta, para mi es un medio poético al que recurro cuando necesito contar algo personal. Mi profesión es la de ilustrador, aunque puede que eso cambie en el futuro.

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Dos páginas de Eye Gray, con un nuevo estilo de dibujo. 
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T: Estas historietas aparecerán a finales de los 1990 en la revista estadounidense Heavy Metal. Pensamos que simplemente Norma distribuía material a esa publicación y tú entrabas dentro del catálogo de la agencia. ¿Es así?

C: Exacto. Y tenía que estar al corriente de la publicación para reclamar mis royalties.

T: Hay una historieta publicada en Heavy Metal (vol. 24, nº 1, año 2000) titulada “Décadence” y firmada en 1992. Si en tu primera etapa te influenciaba Wrightson, aquí no cabe duda que tienes a BWS muy presente. ¿Fue un experimento para un intento de cambo de estilo? ¿Sabes si esta historieta llegó a publicarse en España?

C: No, esa historieta sólo se publicó en esa ocasión. Fue un exorcismo, más que un experimento: decidí “matar” a los dibujantes que me influenciaban y empecé por BWS. En un acto de psicomagia, me rodeé de reproducciones de cuadros prerrafaelitas y de poesías simbolistas de la misma época para, pincel en mano, hacer una historieta que estuviera a la altura de Barry. Así mi ego se relajaría y podría pasar a otra cosa. No lo conseguí.

T: En 1993 publicas en la revista Co&Co, de Ediciones B, dos capítulos de la serie “Historias del circo” con guión de Jorge Zentner. ¿Fue una idea proveniente de la editorial o vuestra?

C: Ésta sí que fue una idea de la editorial. Laureano Domínguez fue quién me presentó a Jorge, y ya en una primera reunión decidimos ambientar nuestra historieta en el mundo del circo.

T: Has comentado que solo se publicaron los dos primeros capítulos de una serie de seis, suponemos que por el cierre de la revista. ¿Llegaron a realizarse los otros 4? Si es así, ¿no pensasteis en llevarlo a otra editorial?

C: Sí, terminamos los seis capítulos, pero el último sólo lo vio terminado Dani Barbero, su rotulista. Los originales de aquella historieta se perdieron misteriosamente poco antes del cierre de la revista y, según me dijeron después, puede que estén olvidados en un almacén parisino.
Ya no quedaban más editoriales donde llevar una historieta así.

T: La relación con Zentner debió ser buena. En tu blog comentas que unos diez años más tarde Zentner te propuso otro proyecto que no fructificó. ¿A qué se debió que no prosiguierais con el mismo?

C: Jorge es un maestro, un guionista de sólida y coherente carrera dentro del mundo de los cómics. Sus colaboraciones con Rubén Pellejero son geniales (bueno, todo lo de Pellejero me parece genial). Y yo soy un dibujante de lo más disperso e inconstante. Durante nuestra primera colaboración todo fue estupendamente, pero cuando nos reencontramos en 1999 y decidimos volver a colaborar, Jorge ya tenía una forma de narrar muy depurada y yo estaba muy oxidado como dibujante de historietas. Me costó mucho ajustarme a lo que me propuso pero, como el guión era fantástico, logré hacer unas páginas que le gustaron y las presentó en Casterman. El editor no aprobó ni mi dibujo ni su guión; fin de la historia.

T: Damos un pequeño salto hasta 1996, donde comienzas a trabajar en la división de cómics de Planeta-DeAgostini, Forum, realizando las portadas de la colección Kull el Conquistador. En este intervalo, ¿dejaste por completo el mundo de la historieta?

C: Sí; supongo que me quedé descolgado. El espejismo de un mercado español de cómics se evaporó por completo y no tenía un mal contacto para intentar el salto al mercado francés o americano. Pero tampoco lo viví como una tragedia, tenía otros intereses.

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Varios trabajos de ilustración de Corominas.

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T: Sabemos que te dedicaste a la realización de storyboards durante un tiempo, pero desconocemos muchos datos de ese trabajo. ¿Fue en este periodo? ¿Comenzaste también aquí tu carrera como ilustrador de libros?

C: Comencé a colaborar regularmente con Círculo de Lectores, Opalworks y con las diferentes editoriales de Planeta para hacer las cubiertas de sus colecciones de literatura fantástica. La realización de storys siempre ha sido mucho más esporádica. Comenzó con un corto de dibujos animados para TVE y terminó una década después con una prueba para realizar el story de la película “Capitán Trueno”. Como la publicidad, tampoco es lo mío. Pero hacer cubiertas para libros es una buena escuela donde aplicar conceptos de una forma original, solucionar imágenes gráficamente, intentar sintetizar toda una historia en una imagen… a no ser que el libro sea del género “conspiranoico”. Ahí sólo puedes photoshopear perfiles de curas.

T: Volvamos a las portadas de Kull. Parece que, según cuenta Pere Olivé (director artístico de Forum en aquella época), te presentas con tu carpeta bajo el brazo como un joven aficionado, y pronto quedan todos admirados de tu obra. Estas ilustraciones ya alcanzan casi el nivel de tu madurez como ilustrador. ¿Qué significó para ti, como autor, aquella experiencia?

C: Nunca había hecho una serie tan larga de ilustraciones hasta entonces, y fue una carrera de fondo muy interesante. Pere Olivé es un tipo encantador y siempre me animó desde sus textos, al igual que un tal Manuel Barrero.

T: En 1999, y dentro de la Línea Laberinto de autores españoles, también de Planeta, publicas un número único de 48 páginas en blanco y negro, Eye Gray. ¿Te ayudó el haber trabajado antes con la editorial para conseguir publicar este trabajo? ¿Cómo surgió el proyecto?

C: Supongo que sí. Toni Guiral me animó a presentar un proyecto y yo llevaba mucho tiempo queriendo volver a dibujar tebeos, así que… me puse manos a la obra.

T: En Eye Gray se describe la persecución policial a un maníaco caníbal que logra resolverse con la ayuda de un egipcio inmortal con poderes que le permiten hablar con los muertos. Una vez más existen elementos recurrentes de tu obra: el asesino es un gordo desagradable que suele ir desnudo como el protagonista de “Tragaldabas”, hay maltrato infantil, componente religioso... Tu trazo es en esta ocasión es más sucio, más descuidado, lejano del milimétrico trabajo de tus comienzos. Podemos intuir una influencia en muchas de las páginas de la historia: Bill Sienkiewicz. ¿Qué nos puedes contar sobre Eye Gray?

C: Es una historia sobre el poder de la fantasía sobre la realidad, con una mezcla de géneros como telón de fondo. Creo que es uno de mis peores trabajos como dibujante; en ese momento, mi trabajo como ilustrador y mi traslado a Barcelona hizo que descuidara mucho una historia que hubiera pedido otro enfoque gráfico y menos prisas.

T: Este trabajo supuso trabajar en la Línea Laberinto ¿era realmente una luz al final de un túnel o la constatación de que el camino a seguir era la ilustración?

C: Ni una cosa ni otra; fue una nueva oportunidad para volver a hacer un cómic. Eso siempre está bien.

T: Toutain, Norma, Ediciones B, Planeta... Prácticamente trabajas con las editoriales más importantes del país. Esto cambia a principios del siglo XXI, donde colaboras habitualmente con una editorial menor, Recerca. Para ellos realizas las portadas de la miniserie Hellraiser, una historieta con entrevista incluida en el segundo número de Negative Burn, publican en un tomo la serie Tragaldabas y tu incursión en el mercado francés, el primer tomo de la serie Dontar. ¿Cómo entras en contacto con esta pequeña editorial?

C: El humor absurdo es la base de mi educación. Algo que compartía Xavi Morell, el editor de Recerca, al que conocí en el mercado de San Antonio de Barcelona, entre tebeos viejos y caspa. Siempre he intentado combinar mi trabajo profesional con la libertad que me ofrecen las publicaciones raras. Por ejemplo, ahora colaboro con la revista Cthulhu. La aventura de Recerca no duró mucho, pero rescataron una serie como Hellraiser y me permitieron reírme de un personaje como Pinhead en su cubierta. Son oportunidades que no puedes dejar escapar… aunque no te paguen.

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Dontar, página y portada  
T: Como ya hemos comentado, Recerca publica en España el primer tomo de la serie Dontar, único que fue publicado originalmente en Francia aunque según has comentado ya tenías el segundo tomo dibujado y el tercero planeado. ¿Cómo influyo tu evolución en tu trabajo como ilustrador en este proyecto? ¿Tiene algo que ver el tipo de ilustraciones que estabas desarrollando para Gigamesh en el tema y el tono escogidos para la historia?

C: Publicar, por fin, en Francia fue un sueño hecho realidad: un pago digno, una buena calidad de reproducción, viento fresco… Además, el panorama comiquero en España también cambió radicalmente con el nuevo siglo; los autores francobelgas publicados por Norma, la irrupción de editoriales que apostaron por un formato como la novela gráfica, una nueva generación de dibujantes que trabaja directamente para el mercado americano y/o francés y las infinitas posibilidades que ofrece el cómic digital. Los lectores, desde entonces, tienen a su disposición más títulos, reediciones de clásicos y variedad temática y artística que nunca. Los autores estamos viviendo el momento más estimulante y creativo posible.
Pero vuelvo a Dontar: se trata de un nuevo cruce de géneros; el histórico y la ghost story. Fantasmas en la edad media, vamos. También es una historia sobre la soledad. Fue la estética de Dontar la que me influyó en las posteriores cubiertas de Gigamesh; la idea de aplicar color digitalmente a acuarelas monocromas surgió con esa historieta.

T: La editorial suiza responsable, Paquet, no continuó la edición. ¿De quién fue la decisión, de la editorial o del autor?

C: De la editorial.

T: Háblanos de tus trabajos actualmente como ilustrador publicitario y de libros, por ejemplo en Timun Mas o Gigamesh. ¿Cómo está el mercado de la ilustración en España en comparación con el extranjero?

C: Trabajo con Gigamesh desde hace más de una década y, actualmente, comparto con ellos las aventuras del fenómeno “Canción de hielo y fuego”, la saga de libros de fantasía que arrastra mayor número de fans en España. Trabajamos en equipo: Álex Vidal o Alejo me dan a elegir entre dos o tres momentos cumbre del libro, y a partir de ahí empiezo a abocetar. Generalmente, discutimos y opinamos sobre cada detalle del dibujo inicial hasta que logramos una imagen que no nos disguste a ninguno. “Canción” se editó dentro de la colección Fantasy, como una saga más y en paralelo, por ejemplo, a “Waylander”.
Cada editorial tiene su estilo. Pero, con el paso del tiempo he conseguido trabajar regularmente con las que me dejan implicarme más en mis ilustraciones.

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 Estudio de personajes para El retrato de Dorian Gray
T: Actualmente trabajas en una adaptación a la historieta de “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde. Has declarado que esta es una de tus lecturas favoritas.

C: Que por fin es un álbum ya terminado y que he disfrutado de las condiciones ideales para hacerlo; la editorial Maghen lo publicará en Septiembre en Francia, si todo va bien. Daniel Maghen me dio toda la libertad y el tiempo del mundo para hacer realidad un sueño: adaptar de forma personal la novela de Oscar Wilde, mi biblia particular. Es el libro que releo todos los años desde mi adolescencia. Su discurso sobre la moralidad del arte y su influencia en las personas y de las personas en él, me fascina. Eso es lo que me ha llevado a adaptarlo en cómic; creo que el tema central de “El retrato” siempre se ha olvidado en sus incontables adaptaciones a cine, ópera o teatro. Hay una idea distorsionada de Dorian Gray como personaje icónico del género de terror o de la literatura gay que me parece muy pobre, incluso entre lectores que recuerdan el libro como una lectura de juventud.
He tratado de hacer una adaptación personal y que funcione perfectamente como cómic, no una adaptación al uso. Así que he tenido que cambiar muchas cosas de la novela original para conseguir ser fiel a las ideas de Oscar.
Tengo que dibujar las cosas para entenderlas… y haber “dibujado” mi novela favorita ha sido una aventura introspectiva que recordaré siempre.

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Ilustración Arms Kraken. 
T: ¿Cuáles son tus proyectos de futuro, además de Dorian Gray?

C: Hay varias puertas abiertas, pero aún no tengo un nuevo proyecto a largo plazo. Espero seguir contando historias que me interesen y experimentar con el formato que sea ideal para cada proyecto; ilustración o cómic, álbum o novela gráfica, digital o analógico. Pero, claro, todo dependerá de mi capacidad de evolución y de las oportunidades y la libertad que me ofrezcan las editoriales que, en general, son cada vez más conservadoras. El cómic vive su mejor momento y, sin embargo, hay menos dinero que nunca. Una situación fascinante para cualquier autor, ¿no?

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2010): Javier Alcázar y E.J. Corominas. Editado por Rafael Ruiz
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
COROMINAS, JAVIER ALCÁZAR (2010): "El horror bien entendido. Entrevista a Corominas", en Tebeosfera, segunda época , 5 (20-V-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_horror_bien_entendido._entrevista_a_corominas.html