EL LABORIOSO BEAUMONT. DE TRUENO AL MANGA
FERNANDO RODIL, MANUEL BARRERO

Title:
The laborious Beaumont. From Trueno to manga
Resumen / Abstract:
Bosquejo biográfico del autor Ángel Julio Gómez de Segura, que firmaba sus obras como Beaumont, sobre la base de entrevistas practicadas a su viuda y a sus hijos en 2003, 2005 y 2017. / Biographical profile of Ángel Julio Gómez de Segura, a comic artist who signed his works as Beaumont, based on interviews with his widow and children held in 2003, 2005 and 2017.
Palabras clave / Keywords:
Ángel Beaumont, El Capitán Trueno, Talleres de cómic/ Ángel Beaumont, El Capitán Trueno, Comic Workshops
Notas:
Texto entregado el 31 de mayo de 2024. Aceptado el 12 de junio de 2024.

 

EL LABORIOSO BEAUMONT. DE TRUENO AL MANGA

 

Beaumont es el perfecto representante del típico dibujante de tebeos surgido durante la posguerra española: un apasionado por los tebeos que aprende a dibujar por sí mismo, capaz de amoldarse a cualquier tipo de género y que desarrolla su oficio sujeto a una mecánica de producción leonina hasta que halla su nicho. En el caso de Beaumont, además, se da la circunstancia de que poseía un espíritu emprendedor y logró crear un estudio de dibujantes que terminaría dejando un grato recuerdo en muchos de nosotros por adaptar series animadas que pasarían a formar parte de la añorada cultura popular del final del siglo XX.

 

Cartelón de la muestra sobre la obra de Beaumont celebrada en Calahorra en 2006, con autorretrato del autor y fotos de su infancia.

INFANCIA DE POSGUERRA

El padre de Beaumont no llevó este apellido. Fue Juan Gómez de Segura, un vasco nacido en el concejo alavés de Antoñana. Su madre sí, ella era Anunciación Beaumont y Moreno, y le dio a luz en la ciudad riojana de Calahorra el 7 de octubre de 1922. Por cierto, de esa localidad llegó a ser alcalde el padre de nuestro autor durante la II República.

Ángel Julio Gómez de Segura Beaumont tuvo tres hermanos: Conchita, Jesús y Maruchi. De niño se sintió muy atraído por el dibujo y por los tebeos, pero su madre no le permitía leerlos (o se los rompía en cuanto le veía hojeándolos). Su madre, que padecía diabetes, falleció de parto cuando Beaumont contaba sólo nueve años. Al poco, también murió su padre, así que quedó la prole a cargo de la hermana mayor, Conchita, y de una tía que vivía en Calahorra, llamada Petra.

La apetencia por dibujar del joven Ángel era muy evidente desde niño. Al igual que su madre le quería impedir leer tebeos, su hermana mayor le reprochaba cada vez que se disponía a dibujarlos, y le rompía el papel con el fin de conducirle hacia actividades más serias o lucrativas. El arte no daba de comer por entonces, y menos dibujar monigotes. Ángel pasó su infancia en Calahorra, estudió en las Teresianas y cursó el bachillerato con éxito entre 1934 y 1941. El planteamiento familiar era que a continuación consiguiera un empleo en una entidad bancaria, y lo intentó en el Banco Central, pero terminó aceptando, contra su voluntad, un puesto en la empresa calagurritana Conservas Felipe Muro. Suponemos que durante todo ese tiempo siguió dibujando a escondidas.

Insatisfecho con su situación laboral, cuando Ángel Julio cumplió la mayoría de edad dejó su trabajo en Calahorra y marchó a Barcelona para cumplir el servicio militar en calidad de voluntario en el cuerpo de Aviación. La instrucción y el campamento tuvieron lugar en El Prat de Llobregat y Sabadell, respectivamente, aunque posiblemente también pasó por el cuartel Sanjurjo de Zaragoza, según recuerdan sus descendientes. En el tiempo que estuvo en el ejército se enamoró dos veces. La primera, de Barcelona, ciudad que le impactó nada más llegar y decidió que era allí donde quería trabajar y vivir el resto de su vida. La segunda, de una barcelonesa, Mercedes Corzán Edo, Merche, nacida en 1924, que le fue presentada por un conocido de la mili. Era hija de un obrero que falleció antes de que ella naciera y de una mujer que murió durante un bombardeo a la ciudad de Barcelona por las tropas de Franco. Ángel sintió un flechazo nada más conocerla y ya no se separarían jamás.

 

Los hijos de Beaumont con Fernando Rodil en 2005.

LOS COMIENZOS DE BEAUMONT

Terminada la mili, Ángel Gómez decidió casarse con Mercedes Corzán y buscar trabajo en Barcelona. Celebraron su boda el 22 de diciembre de 1942, casi en soledad, pues ningún familiar de Calahorra se desplazó a la Ciudad Condal para ser testigo del enlace. La pareja se instaló, en calidad de realquilados, en una habitación con derecho a cocina de un inmueble de la calle San Andrés. Él consiguió un trabajo como ayudante en el estudio de arquitectura Barba (hoy, Barba Corsini, estudio responsable del proyecto Vinibeca, en Menorca, por ejemplo). Queriendo mejorar en esa faceta profesional, se matriculó en Aparejadores y llegó a culminar dos cursos, pero no terminaría la carrera.

Hacia 1944 ya alternaba el joven Gómez este trabajo con el dibujo editorial. Un amigo de la mili, llamado Llampayas, le introdujo en la ilustración de moda, y comenzó a resolver encargos ilustrados para la popular revista El Hogar y la Moda, y no solo en el interior, también alguna portada. Consiguió, asimismo, que aceptaran sus trabajos en la revista francesa La Femme, en la cual comenzó a firmar como Beaumont, su segundo apellido, porque sonaba más francés. Y ya no dejaría de usar esa firma en sus siguientes encargos.

Portada de Beaumont para la revista La Moda Infantil, de 1951.

Al joven matrimonio ya le iban mejor las cosas hacia el ecuador de los años cuarenta. Recordaba su esposa que para entonces decidieron trasladarse a Las Tres Torres, uno de los barrios más selectos de Barcelona en aquel tiempo, pagando un alquiler de quinientas pesetas (hoy serían tres euros). Se lo podían permitir porque, según ella recuerda, Beaumont ya ingresaba no menos de mil pesetas al mes, un buen sueldo para la época. Aunque era necesario mantenerlo, porque en 1943 nació su primer hijo, José[1]. Trece años más tarde, en 1956, nacería su hija María del Carmen[2]. La familia se asentó en Barcelona y viajó poco; de hecho, no volverían a visitar Calahorra hasta mucho tiempo después.

Beaumont, queriendo entonces cumplir con su deseo de hacer tebeos, buscó trabajo como dibujante en la veterana Editorial Marco en la segunda mitad de los años cuarenta, tanto para ilustrar cuentos infantiles como para dibujar cómics. Primero cumplió encargos de historietas humorísticas, como las que hizo para las revistas de corta vida Timoteo o Mundo Infantil, o de corte romántico, como las que firmó en la revista dirigida al público infantil femenino Merche o en el tebeo de Ediciones Hércules Estrellita.

Original de una historieta para la revista Merche.

En sus comienzos, el trabajo de Beaumont era titubeante. Se ajustaba a los modelos que eran populares en Marco: los estilos de Boix y Ayné para lo humorístico, los de Martínez y Salvador Mestres en los tebeos para niñas, e intentaba imitar a Darnís si le tocaba alguna pieza aventurera. No obstante, se atrevió pronto con proyectos en los que él llevaba la batuta, como la colección Y otro cuentos más…, un conjunto de tebeos fabulísticos que realizó para el ignoto sello Ediciones Super. En estas historietas dibujadas al completo por Beaumont se aprecia un intenso trabajo con la luz y el entintado, muy generoso este, sobre todo en los fondos y los escenarios sombríos, aunque el rostro de los personajes no acababa de perfilarlo convenientemente.

Portada y páginas del primer número de Y otro cuento más...

Durante los años cincuenta, Beaumont no solo trabajó para Marco. También colaboró con el citado sello Super, con Clíper (en la revista Nicolás), con Soriano (en la colección Trovador) y con otros pequeños editores. Deseoso de hacer tebeos de aventuras, halló su oportunidad en 1956 en la editorial Ferma, por entonces muy prolífica, que le contrató para realizar un tebeo de acción titulado Yanky Boys. En realidad no hubo tal contrato: según recuerdan sus familiares, Beaumont jamás firmó un contrato de trabajo con  ninguna empresa de tebeos, todo eran encargos de palabra que se pagaban religiosamente, pero sin acuerdos previos por escrito, asumiendo el autor que su obra era cedida al editor, perdiendo la propiedad sobre ella nada más entregarla. También recuerda su viuda que las relaciones con los guionistas eran muy superficiales, y raramente intercambiaba impresiones con alguno de los escritores de los tebeos en los que colaboró.

Portada para Trovador firmada en 1955.

Yanky Boys, subtitulada Muchachos americanos, fue un olvidable tebeo de aventuras juveniles ambientado en los Estados Unidos, donde los jóvenes personajes se esforzaban por actuar «en defensa de su patria y de la humanidad», según se leía en la publicidad que hacía Ferma. Se aprecia en sus páginas que Beaumont se sigue esforzando enormemente en los fondos, destinando mucho tiempo a perfilar sombreados en las vestimentas, detalles en los vehículos o en las calles que transitan los temerarios muchachos protagonistas. Los personajes son los que salen peor parados, tanto en sus facciones como en sus movimientos (salvo cuando imita a algún maestro de las comic strips para presentar a los personajes adultos), generando una narrativa poco fluida. No obstante, Beaumont recrea el ambiente urbano a la perfección, logrando un clima entre neorrealista y expresionista muy poco habitual en los tebeos españoles de los años cincuenta. El dibujante riojano se encargó de casi toda la colección, pero algunos de los últimos números fueron dibujados por Joan Rafart (luego muy conocido como Raf, el creador de Sir Tim O’Theo).

Primer número de Yanky Boys.

La misma cualidad estilística se apreciaba en la segunda colección que Ferma le permitió dibujar, D’Artagnan y los Tres Mosqueteros, una adaptación a la historieta de la historia de estos espadachines franceses que vio la luz también a lo largo de 1956, en este caso sobre guiones reconocidos a Julio Bosch. Aquí observamos los mismos defectos: personajes envarados y fondos sobrecargados, pero según avanza la colección se aprecia que Beaumont va puliendo su estilo, resolviendo las figuras con menos líneas, afinando los rostros y ajustando mejor la acción y el movimiento de los personajes, si bien seguía recargando notablemente los fondos con masas de negro, generando tebeos más oscuros de lo habitual por entonces.

 

EL CAPITÁN TRUENO Y LA AVENTURA

Beaumont siguió trabajando en el final de los años cincuenta para Editorial Marco, resolviendo encargos puntuales, como en la colección Mary Luz, pero ya en 1957 los editores de Bruguera quisieron atraerle tras comprobar sus dotes para el acabado (es decir, no tanto por su calidad de dibujante como por su talento para el entintado). De hecho, desde que Beaumont comenzó a colaborar oficialmente en los cuadernillos de El Capitán Trueno, en el episodio “¡El país de los faraones!”, demostraba un acoplamiento perfecto con los lápices de Miguel Ambrosio, ‘Ambrós’[3]. Desde el número 38 de esta serie, integrada por entonces dentro de la Colección Dan, y hasta el 175 (“El furor de Kang”), Beaumont se convirtió en el mejor aliado del personaje creado por Víctor Mora, porque le confirió una gravedad a las viñetas que no se había visto hasta el momento. El entintado era limpio pero contundente, con sombras sólidas y con un buen dominio de todos los elementos (indumentos, objetos, vehículos, animales) cuando a Ambrós le apetecía recargar las viñetas. Las escenas de batallas que Beaumont entintó en 1958 demuestran que había alcanzado un nivel profesional avanzado que le hubiera asegurado un sólido futuro como asalariado de Bruguera.

Página entintada por Beaumont en El Capitán Trueno nº 44.

Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió con muchos autores, Beaumont demostró mayor independencia, porque decidió no seguir trabajando para Bruguera por más que el éxito de El Capitán Trueno era evidente. Él prefirió trazar su propio camino y solo cubrió algún encargo puntual, como en Pulgarcito (en el Almanaque para 1959). Es cierto que volvería a dibujar al héroe de Mora y Ambrós, pero solo entre 1960 y 1961 y como autor completo. Esto tuvo lugar en El Capitán Trueno Extra, colección en la que se hizo cargo del dibujo en casi una treintena de números. El trabajo de Beaumont era bueno aquí, sobre todo en la escenificación, pero tanto los rostros de los personajes como sus movimientos dejaban bastante que desear si los comparábamos con los de Ambrós. Por supuesto, volveríamos a ver la firma de Beaumont en muchos tebeos de Bruguera posteriores, pero siempre en remontajes o reediciones, como El Capitán Trueno. Álbum Gigante, Superaventuras-Extra, Trueno. Color, etcétera.

Página de El Capitán Trueno nº 167, de los últimos entintados por Beaumont.

Según recuerda su hijo Josep, su abandono de la serie fue debido a razones económicas. Viendo Beaumont que el cuadernillo se vendía cada vez mejor y que la colección se había vuelto enormemente popular, decidió pedirle un aumento al responsable de la edición, Rafael González, quien se avino a aumentarle su salario en diez céntimos de peseta por viñeta entintada. Beaumont quedó descolocado con esa respuesta, al parecerle una miseria, y su respuesta inmediata fue abandonar la serie y la empresa.

Primer número de El Príncipe de las Brumas.

En 1961, Beaumont decidió hacer tebeos para el emergente sello Sade, donde se hizo cargo de El Príncipe de las Brumas, una serie de capa y espada escrita por Enrique Martínez Fariñas en la que se notaba mucho el influjo de Ambrós (o acaso el editor quiso que fuese imitado ese modelo, dado su éxito). El trabajo de Beaumont aquí es impresionante en el arranque, con fondos muy detallados, encuadres bien pensados, con una carga de negros que confiere densidad a la historia y con la narratividad algo mejorada con respecto a trabajos anteriores. Lo mismo le vemos hacer en El Rayo de Baal, otra colección aventurera, del subgénero péplum en este caso, que Beaumont realizó para el mismo sello Sade en 1962. Al igual que en el caso anterior, el dibujante desempeñó una loable labor, acabando viñetas repletas de armaduras con escamas, túnicas con cien pliegues, caballos encabritados, castillos sombríos y tupidos bosques. No obstante, ambas colecciones fueron cortas.

Portada y página del primer número de El Rayo de Baal.

Durante el resto de los sesenta, Beaumont dibujó tebeos para otros sellos, como Toray (T.V. Novelas Gráficas, Relatos de Guerra), Galaor (Batallas Decisivas) e Ibero Mundial de Ediciones (Cuentos Infantiles Tilín, Zoltan el Cíngaro). Esta última colección mencionada, también escrita por Martínez Fariñas, es la que más se recuerda asociada a su firma. Se trata de una serie de aventuras protagonizada por un gitano de espíritu libre que se enfrenta a la tiranía en el remoto reino de Astrea. Aquí el dibujo de Beaumont se había soltado lo suficiente como para apreciarlo como autor completo, despegado ya de la sombra de Ambrós, más sintético en el trazo y más centrado en el relato también. Este proceso de simplificación culminaría en Orlando, el último tebeo de este estilo que abordó Beaumont. Orlando. Príncipe de las tinieblas fue una serie de vikingos escrita por J. Fernández, y en ella se equilibraba el Beaumont sombrío con el más eficaz y rápido, que desarrollaba las escenas de lucha sobre fondos casi vacíos, aunque se detenía en algunas escenas para rellenar las viñetas con detalles. Orlando duró veinticinco cuadernos, cerrándose abruptamente en una escena de suspense que no halló resolución, supuestamente por el poco rendimiento del título en una industria ya saturada de tebeos a estas alturas (era 1965, y el mercado de los cuadernillos era ya agónico).

Portada y una página de Zoltan el cíngaro, nº 1.

Beaumont siguió dibujando historietas, pero ya no con tanto entusiasmo, en lo sucesivo. De hecho, reorientó su carrera hacia el público infantil, abordando la ilustración de cuentos, sobre todo adaptaciones de fábulas que él mismo coordinó desde su propio taller de dibujantes, como las que publicó con Ediciones Laida en las colecciones Telexito o Turquesa. También demostró mucho olfato al comenzar a adaptar al cómic éxitos de la televisión. Por ejemplo, él fue el dibujante de las aventuras en historieta de los populares “payasos de la tele”, Gaby, Fofó y Miliki, con Fofito, cuyas aventuras en viñetas resolvió su estudio para ser publicadas por Laida en las colecciones Ediclás y Comicsor a mediados de los años setenta.

Portada y varias páginas de la publicación con historieta Biblioteca Gráfica (Sade, 1961), uno de los pocos casos en los que el dibujante usó la firma Ángel Julio.

Personalmente o bien formando parte de un taller de autores, Beaumont fue uno de los primeros que se dieron cuenta del gran interés que despertaba la animación japonesa entre el público español. Él fue el primer adaptador al cómic de series como Marco o La Abeja Maya, que él convirtió en sendas historietas para su publicación por Jaimes Libros en 1977 y 1978, respectivamente. También se ocupó de la adaptación al cómic de Banner y Flappy, que en este caso publicó el sello Fher, y de El Osito Misha, que editó Junior en 1980. Otros dibujos animados que Beaumont llevó a viñetas fueron La Batalla de los Planetas (Fher, 1980), Belfy y Lillibit (Forum, 1983), Dungeons and Dragons (Timun Mas, 1985), La Pantera Rosa (Parramón, 1986), Snorkels (Cuétara, 1986), Los Aurones (Gepsa, 1987), Érase una vez… la vida (B, 1987), Oliver y Benji (Multilibro, 1990, también bajo el título Supergol en el mismo año), Dinosaucers (Testa, 1991) y Sandokán (Planeta-DeAgostini, 1992).

Todas estas tareas, sus últimos tebeos y muchos otros trabajos de ilustración no los abordó en solitario, sino desde un taller de dibujante, o estudio, que él mismo fundó.

Varios tebeos consistentes en adaptaciones televisivas realizados en el Estudio Beaumont.

 

EL ESTUDIO BEAUMONT

Al mismo tiempo que hacía historietas en el ecuador del siglo XX, Beaumont dibujaba ilustraciones de todo tipo: publicitarias, para niños, postales, recortables, cromos, láminas para colorear, etcétera. Una colección de cuentos ilustrados en la que se implicó personalmente fue Angelino Serafino, de Editorial Vallés, donde era responsable de los guiones, y allí introdujo aspectos de su vida cotidiana o dichos populares en su familia o entre sus conocidos. Siempre se sintió muy atraído por la técnica del color, y él mismo se encargaba de dar personalmente el coloreado a sus trabajos, al menos así procedió en un principio, hasta que montó un taller profesional y delegó esa labor en su hija o en otros colaboradores.

Uno de los muchos libros de Angelino Serafino.

Durante los años cincuenta, Beaumont ilustró varios álbumes de cromos dirigidos a los jóvenes publicados por editores de tebeos con los que él colaboraba. Ejemplos de ello los encontramos en varios álbumes lanzados por la editorial Ferma, como Grandes cacerías, La guerra de Egipto o El mundo submarino. Para Ferma, en esta misma década, también realizó portadas e ilustraciones interiores de colecciones destinadas a un público lector joven, como Horizontes Juveniles. Años más tarde, en los ochenta, abordaría labor semejante con personajes extraídos de la animación, como así hizo en los álbumes de cromos La Batalla de los Planetas (Fher, 1980) o La vuelta al mundo de Willy Fog (Océano, 1984), en estos casos como un producto de realización colectiva.

Cubiertas para el álbum de cromos de Ferma Grandes cacerías.

En 1960 comenzó a colaborar con Editorial Roma, que le encargó un libro de cincuenta hojas con recortables. Se publicaron varias series, como Peque (de tamaño 29x21 cm, que ofrecía recortables de muñecas, soldados, casas, etcétera) o Chic (de 21x14 cm, con recortables similares). Más tarde abordaría proyectos didácticos con esta empresa, con los curiosos álbumes de naipes Zoo Juego o ABC Juego, en los que se combinaba juego con aprendizaje. Los encargos de este tipo no dejaban de crecer, y la mera ayuda de su hija no parecía ser suficiente para dar salida a todo el trabajo.

Recortables para Editorial Roma.

En 1972, Beaumont decidió finalmente crear una pequeña empresa, un taller de autores (llamarlo “agencia” sería excesivo), bajo el nombre inicial Estudio Beaumont, que llevó la denominación añadida “Estudio de creación editorial”. Fijó su sede en Cerdanyola del Vallés, en la calle San Francisco, nº 23, en la entreplanta segunda, para luego trasladarlo a un espacio mayor sito en el número 10 de la misma calle, en la entreplanta tercera.  En ocasiones, la denominación acreditada para las obras que salían del estudio fue Beaumont C.D.B.

En los setenta comenzó a entrar mucho trabajo en este estudio, porque Beaumont había estrechado lazos con el sello bilbaíno Fher, heredero del fondo de Ediciones Laida. Se llevaba muy bien con el editor, Luis Ayarzabuena[4], que le reclutó para dibujar masivamente tarjetas navideñas, o christmas, que por entonces eran enormemente populares. Comenzó a dibujar series de tarjetas de este tipo, sin pausa, durante una década, hasta 1983, llegando a crear Beaumont en su taller entre tres mil y cuatro mil distintas, que se vendieron no solo en España, también en toda Sudamérica. El estudio se encargó de ilustrar también varias barajas de cartas: en 1972, Señales de tráfico; en 1981, Ulises; en 1983, La Pantera Rosa, y bastantes más. Recordemos que para este sello Beaumont también dibujó tebeos de corte fabulístico, cuentos troquelados con los mismos argumentos y cromos de esos mismos cuentos populares, que gozaron de gran éxito en España y por toda Europa. Se publicaron en catalán, euskera, neerlandés, italiano y en alguna otra lengua.

Uno de los muchos cuentos troquelados lanzados por Fher firmados por Beaumont.

Beaumont también logró colarse en las páginas de la muy leída revista Lecturas en los setenta, y se mantuvo allí como ilustrador durante más de una década, hasta bien entrados los años ochenta.

En el estudio se produjeron gran cantidad de obras y fundamentalmente de tres formas distintas: las que dibujaba Beaumont en su totalidad (en un principio), las que se hacían en equipo (con su hija o con otros autores) y las que repartía entre los colaboradores sin participar él en el proceso. En las obras desarrolladas en equipo, unos se encargaban del guion, otros del lápiz, otros rotulaban, otros daban la tinta y otros daban el color. Llegaron a trabajar para Beaumont hasta treinta personas, siendo algunas de ellas firmas bien conocidas entre los aficionados a la historieta. Entre los guionistas estuvo Ángela Valero, que antes había trabajado para Bruguera y que terminaría oficiando como cocinera en un colegio, según nos relataron los familiares de Beaumont. Entre los que solo utilizaban el lápiz estuvieron Jordi Rabell, José García, Juan Porredón, Ángel Garmendia, Carlos de Miguel, Pedro Alférez y Ramón Escolano. Como entintadores nos recordaron a: Carrión, Jordi Gorchs, Ramón Escolano, Jordi Rabell, Daniel Pérez, Julio Bosch, Bellalta, José Darias y Carlos de Miguel, entre otros. Daban color sobre todo mujeres: M. Ángeles Batlle, Aurora Lago, Marga Miralles y la hija de Beaumont, Marutxi. Algunos de los rotulistas fueron Josep Solá y Ripio.

Las aventuras de Guillermo, un trabajo del Estudio Beaumont para Bruguera que se salía de su línea estética habitual.

Por lo que respecta a la producción, cuando el trabajo era acabado en color, la producción media en el estudio era de cuatro páginas diarias. El estudio aportaba todos los materiales a los artistas trabajadores, desde el papel a los pinceles. Cada dibujante cobraba de media unas sesenta mil pesetas semanales (hoy serían trescientos sesenta euros), aunque, dependiendo de su especialidad, cobraban más o menos. Todos eran trabajadores autónomos y solo cobraban si había trabajo. Se les llamaba y ellos mismos iban apuntando las páginas que realizaban cada día para luego solicitar sus emolumentos.

Por lo que respecta a los encargos, entre los colaboradores a los que se les solicitaba obras concretas estaban:

  • Carlos Prunés, que era todo un especialista en el gouache, aunque también era un maestro en el trazo de lápiz. Se caracterizaba por utilizar mucho el “papel tela”. Para el Estudio Beaumont realizó las obras Los tres mosqueteros, Ivanhoe y El último mohicano.
  • Gracia Arias. Hacía, sobre todo, postales. Luego fue sobre todo ilustradora para el mercado británico.
  • Salvador Fabá. Se le encargaban las portadas, que acababa al gouache.
  • Josep Maria Miralles. Este autor utilizaba sobre todo pinturas acrílicas. Entre otras obras, realizó La cabaña del tío Tom y Las aventuras de Tom Sawyer.
  • Julio Bosch Pérez y José María Bellalta, que trabajaban en equipo y realizaron conjuntamente varios tomos de El Coyote.
  • Vicente Segrelles. Autor especializado en óleo, que se encargaba de ilustraciones y de portadas. Destacaba a la hora de dibujar armas y corazas.
  • José Espinosa. Ilustró varias colecciones de cromos.
  • Joaquín Vehí. También realizó varias publicaciones que llevaron cromos.
  • Antonio González. Se encargó de la colección Grandes Temas, de Fher, en 1979.

El estudio funcionaba tan ágilmente que, durante el trienio que fue de 1976 a 1978, Beaumont sería elegido como el «autor de libros infantiles y juveniles más publicado en España», con 69 títulos anuales producidos, según indicaba el Ministerio de Cultura a través del Instituto Nacional del Libro Español[5]. Podía afirmarse que la firma Beaumont era por entonces tan visible como las de Walt Disney, Julio Verne, Emilio Salgari, Perrault, Grim o Andersen. También fueron autores muy presentes en este tipo de publicaciones Eugenio Sotillos y Manuel Gutiérrez (Gutmaga).

Extracto de la revista Edición donde se cita la laboriosidad de Beaumont.

Las obras de ilustración y de historieta de Beaumont o de su equipo serían muy apreciadas durante los años setenta y ochenta, quizá porque fueron los encargados de adaptar a la ilustración (libros para colorear, álbumes de cromos, cuentos), y también a la historieta, las series de televisión más populares entre los niños de entonces, en gran medida originarias de Japón. La televisión se había colado en los hogares españoles, y Beaumont no pasó por alto que eso formaría parte del futuro de la comunicación. Su querencia por plasmar historias televisivas en sus productos había sido la que le impulsó a aceptar el encargo de los variados libros ilustrados infantiles Los TeleVicentes, una familia que trató de competir con la popular familia Telerín. Si Beaumont fue uno de los primeros que llevaron a la historieta series de animación de la televisión japonesa, luego sería uno de los ilustradores que más productos sacaron a la luz inspirados en este tipo de personajes. Basta con mencionar estos títulos para percatarse: Heidi, Mazinger Z, Ruy el pequeño Cid, Sandokan, Banner y Flappy, Tarzán, D’Artacan y los Tres Mosqueperros, El Bosque de Tallac y otros. Parte de los trabajos anteriores fueron destinados a campañas publicitarias, en las que Beaumont firmó tanto ilustraciones como historietas, sobre todo para las empresas Cuétara y Danone. Así, para Danone, en el año 1980 salió de su estudio el tebeo troquelado titulado La batalla, del personaje Ruy el pequeño Cid. Para Cuétara, el equipo de Beaumont resolvió en varias entregas La historia de la Galleta, que eran unos tebeos de 16x23 cm pensados para colorear.

Ruy, el Pequeño Cid, adaptado por Estudio Beaumont.

En el final de los ochenta y en los años noventa llegaron más encargos de tipo didáctico al estudio. En 1987, la editorial Parramón le encargó Érase una vez el cuerpo humano, que tuvo tanto éxito que del proyecto inicial de 26 volúmenes se pasó a 46 entregas. Otro trabajo que tuvo gran acogida fue el curso de inglés guiado por el personaje Muzzy, editado por Salvat en 1991, que se produjo partiendo de un curso previo de la BBC, pero se rehicieron todos los personajes de este curso en el estudio. También, anecdóticamente, el taller de Beaumont participó en el concurso para la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992; según recuerdan sus hijos, le dijeron que la mascota propuesta no podía ser ni muy catalana ni muy española y tampoco podía ser un perro. Beaumont aportó varias mascotas, una construida con elementos característicos de la ornamentación usada por Gaudí en el parque Güell, u otra en la que los aros olímpicos se convertían en la cabeza y las cuatro extremidades de la mascota. La ganadora del concurso, del estudio de Mariscal, sería finalmente un perro, Cobi.


Mascotas presentadas por el Estudio Beaumont para los JJ OO de 1992.

Beaumont fue muy celoso de su trabajo, y a veces era difícil trabajar con él debido a la exigencia que se autoimponía y que imponía a sus colaboradores, pero curiosamente nunca se preocupó por los derechos de autor. Solo en una ocasión recibió Beaumont dinero por derechos generados por una reedición de una de sus obras, los que le abonó la editorial Timun-Mas por cuatro cuadernos para aprender a contar protagonizados por La Pantera Rosa. Según recuerdan sus hijos, estaba muy volcado en el aprecio por su obra y detestaba que la consideraran un mero “producto”. En una ocasión discutió con un ejecutivo de Editorial Salvat que se empeñaba en llamar así al trabajo que salía de su estudio, y no comenzó a tratar con él hasta que no se avino a utilizar su mismo lenguaje. También recuerdan que discutió agriamente con el editor Germán Plaza en uno de sus encuentros con él. En sus últimos años de actividad, estas situaciones comenzaron a hacerse más habituales. Él estaba acostumbrado a tratar personalmente con los directores artísticos o los editores de las empresas que le empleaban; solo con esos encuentros cara a cara se sentía satisfecho antes de aceptar un encargo. Pero hacia el final del siglo XX se impusieron otras fórmulas, los creativos de las empresas trataban al Estudio Beaumont como colaboradores externos y apenas había contacto personal; además, los acuerdos se podían romper de la noche a la mañana pese a que el proyecto ya estuviese avanzado.

Carnet de Beaumont en la ANSBBAA, de 1976.

Trabajó hasta el final de su vida, pese a todo. De hecho, su fallecimiento se produjo por un accidente sufrido mientras preparaba tarjetas de Navidad para una empresa de Sabadell que fabricaba aparatos para pintar señales en espacios urbanos. Cuando se hallaba allí, se produjo una explosión de gas que le afectó y, tras cuarenta y ocho horas en el hospital, falleció el 21 de noviembre de 1994, con setenta y dos años. Fue incansable hasta el final. Sus familiares nos han facilitado un listado de todos los sellos editoriales para los que trabajó Beaumont desde que comenzó su carrera hasta que falleció: Abadía de Montserrat, Afha, Artfi, B, BRB, Bruguera, Busma, Círculo de Lectores, Círculo Filatélico, Clíper, Crustel (de Argentina), Cuétara, Danone, Distein, Emi-Regal, Ferma, Fher, Fórum, Galaor, Gama, Gepsa, Grijalbo, Ibero Mundial, Ivars, Izar, Jaimes, Junior, Laida, Lau, Lisel, Maga, Marco, Maves, Molino, Montena, Multilibro, Nauta, Océano, POSA, Parramón, Planeta-DeAgostini, Rasgos, Roma, Sade, Salvat, Soriano, Super, TVE, Timun Mas, Toray, Vallés y Vergi.

Foto de la familia Beaumont en la inauguración de la muestra Beaumont, su obra.

Sus familiares han logrado con éxito recuperar parte de su legado. En agosto de 2006 se celebró una exposición Beaumont, su obra, en Calahorra gracias a su interés por recuperarla. Posteriormente, se mostró interesado en la figura de este artista el Museu d'Art de Cerdanyola, dado que Beaumont fue vecino de esa localidad, y se montó una muestra más amplia en ese museo en 2017. Allí fue donde se expusieron por primera vez sus propuestas para la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. El resto de la muestra la componían algunas historietas y, sobre todo, ilustraciones de los trabajos realizados en el Estudio Beaumont. Gracias a la buena relación con el director del citado museo, Txema Romero, en octubre de 2022 la familia de Beaumont donó esa entidad gran parte de su fondo de obras de historieta e ilustración. Partiendo de ese fondo, el museo realizaría actividades como la que tuvo lugar en febrero de 2023 El cómic y el Estudio Beaumont.

Trabajos del Estudio Beaumont expuestos en el Museo d'Art de Cerdanyola.

De Beaumont nos queda un enorme legado de imágenes. Si tenemos en cuenta toda su obra, fue, fundamentalmente, un ilustrador, si bien nosotros le recordamos como un dibujante de tebeos. Participó en muchos tebeos invirtiendo más empeño que talento cuando la ficción se plasmaba en blanco y negro. Brindó su granito de arena al tebeo de aventuras español. Luego aportaría miles de imágenes que entusiasmaron a los niños del último tercio del siglo XX, los cuales jamás supieron que habían salido del Estudio Beaumont, puesto que no iban firmadas y, además, representaban a personajes de la televisión procedentes de Japón. Nunca olvidaremos el paso de Beaumont por El Capitán Trueno, aportando unas tintas eficaces sobre el rotundo dibujo de Ambrós, y muchos son los que recuerdan a Zoltan el Cíngaro. Más son los que llevan en el fondo de su memoria a Marco, o Heidi, o Ruy, dibujados por Beaumont o por integrantes de su estudio, en un periodo en el que los tebeos clásicos languidecían y llegaban otros tiempos marcados por la ficción oriental. No deja de ser paradójico que Beaumont fuese una suerte de eslabón en nuestra industria de la viñeta, dado que saltó del cuadernillo de aventuras a la ficción japonesa que hoy se ha hecho dueña de nuestro mercado. Sin pretenderlo, el emprendedor riojano pasa por ser un símbolo de la transformación del tebeo en España.

 

Original para un recortable con personajes de El Capitán Trueno.

NOTAS

[1] José (Josep) Gómez de Segura Corzán, nacido el 2 de mayo de 1943, tuvo unos inicios parecidos a los de su padre, aunque no siguió sus pasos: acabó el bachillerato y comenzó a estudiar la carrera de aparejador, pero no la terminó. Crearía su propia empresa, Herrero Pach, dedicada al embalaje con cartón. Casó y tuvo dos hijos, Sonia e Iván, pero ninguno se dedicó al dibujo o a las artes. Josep, que se dejó entrevistar en mayo de 2015, falleció el 21 de agosto de 2021.

[2] María del Carmen Gómez de Segura Corzán, conocida por todos como Marutxi, nació el 8 de agosto de 1956 en Barcelona. Ella sí que siguió el camino de su padre. Estudió en un colegio marianista, el de las Madres Francesas de Adela de Trenquellon, y también en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Barcelona, conocida como la Llotja. Allí se especializó en procedimientos pictóricos, en la modalidad de frescos. Desde muy joven colaboró con su padre en el coloreado de fondos de ilustraciones (de tarjetas postales, por ejemplo), al mismo tiempo que se formaba en la Llotja. Terminó sus estudios con veinte años, y desde entonces se dedicó a la pintura, colaborando con su padre y también con proyectos propios, llegando a exponer en varias ocasiones. Contrajo matrimonio con un trabajador social en 1982 y se trasladaron al Valle de Arán. En 1986 regresó a Barcelona y comenzó a colaborar más activamente en el estudio fundado por su padre. Marutxi ha sido el único familiar de Beaumont que asistió a las tres entrevistas celebradas para componer esta semblanza biográfica.

[3] Durante una cena organizada en el restaurante barcelonés La Pérgola por el Club Amigos de la Historieta para el reparto de sus premios anuales en 1981, Beaumont declaró a Fernando Rodil que él ya entintaba los lápices para los cuadernos de El Capitán Trueno desde el nº 9 de la colección. Josep, el hijo de Beaumont, recordaba que comenzó a trabajar con Ambrós muy tempranamente, porque era él mismo, Josep, quien acudía al domicilio de Ambrós por mandato de su padre para recoger las páginas a lápiz, las traía al domicilio famliar y luego las devolvía entintadas de nuevo a Ambrós. Este dato de colaboración temprana ya lo había comentado Rodil en 2012 en el artículo “Beaumont: Maestro del tebeo español” (Belezos: Revista de cultura popular y tradiciones de La Rioja, nº 18, pp. 62-69) pero jamás ha sido admitido por la comunidad de estudiosos de la popular saga.

[4] El creador y propietario de Ediciones Fher fue Germán Fuentes Lizaur, que lo fundó en 1951 para la emisión de postales, cromos y cuentos infantiles, según BOPI, 1.544.

[5] Según refería la revista Edición. Publicación mensual para el mundo editorial, nº 6, de junio de 1979, páginas 10 y 11.

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2024): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
FERNANDO RODIL, Manuel Barrero (2024): "El laborioso Beaumont. De Trueno al manga", en Tebeosfera, tercera época, 26 (14-VII-2024). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_laborioso_beaumont._de_trueno_al_manga.html