EL UNIVERSO CREATIVO DE LINIERS. ANÁLISIS DE SU CONFIGURACIÓN EN MACANUDO
DELIA CÓCERA, MARINA PARTESOTTI

Resumen / Abstract:
Acercamiento al personal universo creativo del historietista argentino Liniers mediante el análisis de su obra más conocida: Macanudo. / Approach to the personal creative universe of argentinian cartoonist Liniers by analyzing his most famous work: Macanudo.

EL UNIVERSO CREATIVO DE LINIERS

«Todos los horrores del mundo vienen de la incapacidad para imaginar a los demás.»
Carlos Fuentes

 

El creador argentino Ricardo Siri[1], conocido como “Liniers”, es un maestro de la historieta, con una producción de notable recepción internacional, si bien hasta ahora ha recibido una escasa atención crítica. Liniers ha venido desarrollando un estilo personal y una destreza narrativa que lo han hecho descollar, en primer lugar, en Argentina, país donde la historieta forma parte de la historia cultural nacional[2], y más tarde también su recepción viene siendo notable en países como España, Francia, Perú, Brasil e Italia. En este artículo abordaremos aspectos de su obra más conocida, Macanudo[3], una tira humorística diaria que desde 2002 publica La Nación y que, manteniendo este título ha sido recopilada ya en ocho volúmenes.


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Liniers recoge una vasta herencia cultural que engloba influencias y expresiones artísticas de índole diversa. En su obra se conforma así una rica amalgama bien estructurada mediante un estilo de enorme originalidad, permeado de una risueña nostalgia y una aguda ironía. Gran observador de los pequeños detalles, por lo general imperceptibles para los demás, detalles de nuestro tiempo y de la naturaleza humana, el autor exhibe una gran imaginación y un sentido del humor que raya en lo absurdo, lo surrealista y lo poético. Como un viejo alquimista, en sus personajes Liniers recoge las emociones humanas con el fin de exponer la relación entre el hombre y su entorno.
 
En estas páginas analizaremos, por un lado, los rasgos característicos del humor de Macanudo a partir del estudio de cuanto se entreteje entre un lenguaje visual (viñetas, imágenes, tipos de planos y angulación, globos, bocadillos, cartuchos, formatos o colores) y un lenguaje verbal (onomatopeyas, tipo de gráfica o contenido semántico) contextualizados en unos determinados segmentos temporales y acciones narrativas, con unos temas y personajes a los que Liniers recurre más de una vez, presentando igualmente a otros de manera esporádica.
 
Por otro lado, el objetivo de nuestro análisis también es el de mostrar la coherencia entre el valor artístico de Macanudo y los elementos que constituyen la obra: las marcas estilísticas del creador, los elementos gráficos, los personajes, las referencias culturales, los temas que se reiteran y cobran mayor significado (la alteridad, las emociones, la cotidianidad, entre otros). A través del juego reiterativo de dichos elementos, el autor nos invita constantemente a entrar activamente en su mundo. Con ellos resalta la función lúdica del arte, mostrándole insistentemente al lector factores fundamentales de la misma: las ideas, las sensaciones y las emociones. Además, su propia libertad artística le permite no sentirse encerrado bajo un personaje o un esquema determinados, lo cual logra a través de un proceso constante de experimentación. De ahí que a Liniers no le guste mantener esquemas fijos, al contrario, se divierte con la exploración de las distintas posibilidades estilísticas que le ofrece la viñeta diaria, tales como el recurso al humor negro y la enfatización de los procesos metaficcionales.
 
Precisamente con relación a las viñetas, es necesario señalar que, como en otras creaciones de dilatada trayectoria, la esporádica lectura de una viñeta no revela el complejo universo de la obra. Y es que solo una lectura global permite descubrir que, bajo la aparente desconexión entre las viñetas, en Liniers emergen isotopías que manifiestan la armonía de la obra.


1. Aspectos estilísticos de Macanudo

El estilo de Macanudo se caracteriza por la fantasía, el factor sorpresa, el humor absurdo, la poeticidad, la cotidianidad, la prosopopeya, la obviedad, el aspecto lúdico de la creación y la experimentación constante, tanto formal como temática en la tira humorística.

Uno de los rasgos definitorios de su estilo es la actitud reivindicativa de la libertad artística, que le permite explorar ilimitadamente todos los aspectos de la creación a través de la fantasía, elemento fundamental que Liniers enarbola como ingrediente indispensable para la vida, ya que no solo ayuda al niño a crecer y a comprender el mundo, sino que también sirve en la madurez para desvincularse de la rutina que acaba cegando al ser humano. La fantasía, capacidad humana que se mantiene viva incluso entre adultos, como Liniers subraya, es considerada elemento neurálgico en esta obra dirigida principalmente a un público adulto, como muestra la siguiente viñeta:

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V/2/22[4].
 
La sorpresa es otro elemento estilístico indispensable, cuya importancia Liniers recalca al utilizar una cita del humorista norteamericano Bill Watterson con la que abre el primer Macanudo: “La sorpresa es la esencia del humor. Así que al hacer una tira diaria, el desafío es sorprenderse a uno mismo” (2003: 4). Este mecanismo desempeña distintas funciones a lo largo de las viñetas: por un lado, es un elemento clave que induce a la risa, como afirma en una entrevista el propio Liniers (Valle, 2006: 3); por el otro, se trata de un instrumento eficaz para sacar a la luz el asombro característico del mundo infantil. Ello acontece, por ejemplo, cuando Liniers nos acerca al mundo de Enriqueta, uno de los personajes axiales de la obra, donde paradójicamente el adulto se sorprende y a veces se conmueve leyendo el pasmo inusitado que provoca en la niña la cotidianidad. Una ulterior función de la sorpresa es llevar a la reflexión, y así a tomar conciencia de una concreta situación. Liniers considera fundamental la simbiosis entre sorpresa y humor absurdo, ya que, como apuntó en otra entrevista, son elementos que constituyen “la herramienta perfecta para la sorpresa, y la sorpresa es esencial para el humor, es una aliada muy fuerte. Además, el absurdo te da libertad” (Stier, 2009: 2). En Macanudo, las fuentes más citadas en torno al absurdo son Charles Chaplin y Monthy Python en el mundo cinematográfico.

Para captar el humor es indispensable que se establezca una complicidad entre el artista y sus lectores. Como Alicia tras el conejito blanco, hay que dejarse llevar a ese mundo al revés que permite ver la realidad con otra mirada, esto es, a través de la lente distorsionada del autor, quien nos descubre su visión del mundo. Y es que el sentimiento del absurdo surge, como apuntó Noguerol (1995: 30), cuando el hombre racional capta la disparidad existente entre lo que anhela y lo que en realidad encuentra. De este modo el creador “critica la falsedad de los principios que rigen nuestra existencia, ataca los excesos de la tecnología moderna y denuncia la deshumanización del hombre enfatizando la trivialidad de su vida diaria” (ídem).

Liniers es un artista que consigue crear una fuerte empatía entre el lector y el personaje que protagoniza una situación humorística en escenas cotidianas[5], sin caer nunca en sentimentalismos o afectaciones, transformando de este modo la risa en sonrisa cómplice, derivada del humor considerado como “fruto de la melancolía de un alma elevada que llega incluso a divertirse con aquello que le entristece” (Acevedo, 1966: 281). Este uso particularmente marcado del pathos es lo que refuerza el sentimiento poético en la obra. La revalorización de la humanidad se consolida y, como el propio Liniers expresó en una entrevista (Gorodischer, 2006), la maldad es una carencia de empatía provocada por el aislamiento que comporta la vida deshumanizada de la ciudad; por tanto, uno de los objetivos del artista es advertirnos de la existencia de este peligro. Para resumir el humor de Macanudo, sirva parafrasear a Baroja, quien afirmó en La caverna del humorismo (1919: 58):

Es indudable que allá donde hay un plano de serenidad, de respetabilidad, hay otro plano de risa y burla. Lo trágico y lo épico se alojan en primer plano, lo cómico en el segundo, el humorista salta continuamente de lo uno a lo otro y llega a confundir a los dos; de aquí que el humorismo pueda definirse como lo cómico serio, lo trivial trascendental, la risa triste, filosófica y cósmica. Esta mezcla cómico-romántica, cómico-patética, cómico trágica, da un gusto agridulce que es el sabor de las obras de humor.

Se trata, pues, de una risa de marcada hondura que se desarrolla a partir de situaciones triviales, trascendentales, derivada de la contradicción existente, en algunos casos, entre las aspiraciones de sus personajes y las debilidades que estos muestran.

Otro elemento del estilo de Macanudo es que su creación plasma un universo microhistórico: hay un afán constante por detenerse y mostrar detalles de la vida cotidiana de sujetos anónimos con un fin ejemplificador. Es el caso de la serie “Gente que anda por ahí” y de muchos otros personajes. Por ello a Liniers le gusta demorarse y mostrar la obviedad, lo evidente, lo cotidiano, las conductas habituales, lo que llamamos comúnmente vida diaria, lo que más trabajo cuesta ver, pues esa normalidad no viene cuestionada ni analizada por el hombre, ya que lo obvio acaba siendo invisible, de modo que la sociedad se va fosilizando. Y es aquí donde el autor porfía en el intento de desautomatizar acciones y hacer conscientes actos reflejos:

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IV/1/40.

 

2. Los elementos gráficos en las viñetas

En la era digital, Liniers se muestra como un artesano, pues no delega parte alguna de su trabajo creativo a colaboradores especializados (guionistas, decoradores, entintadores, letristas o coloristas), sino que él mismo realiza su obra desde el principio hasta el final con tinta china y acuarela, y lejos de parecer anticuado, paradójicamente resulta novedoso. Su técnica en el uso de los colores pastel se acerca a los orígenes de los dibujos animados y a los cómics de las primeras décadas del siglo XX, lo que aumenta la sensación de una atmósfera onírica que potencia semánticamente con sus monstruos, sus “cosos” y sus espacios intergalácticos, así como con el uso frecuente de sombreros, paraguas, pipas y pajaritas que remiten a un tiempo indefinido del pasado, confiriendo una percepción anacrónica al texto. Dicha suspensión temporal aleja momentáneamente al lector del mundo real y crea un distanciamiento subjetivo que ayuda a aceptar con buen humor las críticas que Liniers realiza de nuestra sociedad.

Si sus sujetos y temas nunca son previsibles, tampoco lo es la composición formal de la viñeta, ya que la tira refleja las mismas características de variación. Entre los rasgos definitorios de Macanudo que más le gustan al autor, destaca precisamente la ruptura de estructuras habituales de un formato aparentemente rígido como es el de la tira. Así, se inserta en la tradición ligada a la experimentación gráfica característica del género desde sus inicios, con precursores como el estadounidense Winsor McCay, autor de series a principios del siglo XX como Little Sammy Sneeze y Dream of the Rarebit Fiend.

El formato de la viñeta y su secuenciación son parte integrante de la información semántica global. No se trata de un simple marco donde circunscribir el dibujo: Liniers incluye desde la clásica presentación de una viñeta en tres o cuatro secuencias hasta viñetas con una secuenciación mayor. Los marcos pueden ser rectilíneos, oblicuos, redondos, en zigzag, con filigranas, pueden aparecer segmentados o ser continuativos. Así también, a veces, los límites de las secuencias desaparecen, mientras que en otras ocasiones se remarcan contornos que no coinciden necesariamente con la última secuencia a la que pertenecerían. A menudo esas líneas separadoras pierden el valor delimitativo y fronterizo, pues unas veces aparecen imbricadas, mientras otras sobrepasan las líneas secuenciales avanzando hasta la segunda o tercera secuencia, rompiendo la clásica división espacio-temporal de la viñeta. De este modo aporta una mayor efectividad y semantización al conjunto de la historieta, como se aprecia en el siguiente ejemplo:
 
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VI/1/87[6].
 
Entre las características que definen la composición interna de las viñetas resalta el modo de potenciar las emociones y los sentimientos. Liniers lo exhibe a través de extensiones de un fragmento del cuerpo o de la indumentaria de los personajes. Por ejemplo, a través de la insistente extensión de los brazos pone de relieve los anhelos, la confusión, los deseos frustrados y, sobre todo, la incomunicación entre seres humanos:
 
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VII/3/67[7].
 
Otra extensión frecuente se da con los gorritos puntiagudos o bonetes de los duendes, protagonistas habituales de Macanudo, con los que Liniers refuerza el componente lúdico de los mismos:
 
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VI/3/51[8].
 
Igualmente destacable es el carácter expresivo del rotulado. Como muestra el siguiente ejemplo, la disposición de los caracteres refuerza irónicamente el ambiente en que se desarrolla la viñeta: el halo de misterio se remarca por la presencia de un viento que acompaña al hombre de negro, y un ritmo cuasi melódico conforma la escritura.
 
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III/1/60[9].
 
En Macanudo predomina un dibujo más emotivo que descriptivo. Más que contar una vivencia, Liniers transmite un pensamiento, define un sentimiento, esboza un concepto, manifiesta una idea, valiéndose para ello de procedimientos como el predominio de figuras y el uso de colores planos. Las primeras, a menudo, carecen de movimiento, son semifijas y están aisladas en un fondo sin profundidad y vacío, lo que favorece la idea atemporal del dibujo y focaliza el tema que el autor quiere sugerir. La configuración de los distintos planos evidencia que se coordinan armónicamente con el resto de la composición icónica y refuerzan la unidad semántica que se persigue. Además, el tiempo viene escandido tan lentamente que las secuencias de las viñetas recuerdan los fotogramas de una película, de modo que esta ralentización -y hasta suspensión temporal- provoca una sensación de silencio, de melancolía y de poeticidad que induce a la reflexión.


3. Los personajes de Macanudo

En Macanudo, por lo general Liniers caracteriza a los personajes con trazos dulces, sencillos y aparentemente muy parecidos entre sí a primera vista. Sin embargo, al observarlos detenidamente se distingue su pormenorizada diferenciación: un tipo diverso de sombrero o de corbata; la forma de la barba o el peinado; la dimensión de la nariz, de las orejas o de las arrugas de la frente. De este modo se acaba descubriendo una obsesión de Liniers por los pequeños detalles con que distingue a sus personajes. Valga como ejemplo el primer Macanudo, donde en cubierta y contracubierta se muestra un enjambre humano donde todos los personajes aparentemente son iguales, aun cuando son diferentes: sus rostros ovales se caracterizan, entre otros, por ojos con cuencas vacías y narices rojas de dimensiones bastante pronunciadas en los hombres. Pueblan el mundo de Macanudo personajes que aparecen, desaparecen o reaparecen a lo largo de sus viñetas. Dada su multiplicidad, seguidamente se seleccionan aquellos de mayor relieve, bien por su número de presencias, bien por su notorio valor metafórico, distinguiendo también el mundo infantil y el adulto que los personajes configuran y habitan.


3.1. El mundo infantil
 
Con relación a los principales personajes individuales, el mundo infantil en las tiras de Macanudo lo protagonizan Enriqueta, Fellini, Madariaga, Martincito, Olga, Origami Boy y los personajes de la serie “Charlas entre chicos de cinco años”.
 
a) Enriqueta es un personaje clásico de Macanudo que recoge la iconografía de la niña, como lo fueran en su tiempo Periquita, La Pequeña Lulú o Mafalda[10]. Nunca aparece acompañada de otros seres humanos, y su aparición llega a constituir una serie en el seno de la obra. Sus amigos son Fellini (un gato) y Madariaga (un osito de peluche con el que solo puede establecer monólogos). La madre, personaje recurrente, solo aparece como una voz en off cuyos diálogos, a través de Enriqueta, se muestran directa e indirectamente. La relación entre ellas es distante y fría: la voz del adulto refleja el mundo de las reglas frente al mundo infantil e imaginario de la niña. Entre ambas no existen puntos de intersección. En este sentido, resulta significativo el vocativo utilizado por Enriqueta para dirigirse a su madre, pues no usa en ningún momento el término afectivo “mamá”: en su lugar, al llamarla “madre”, el tratamiento de respeto y formalidad refuerza la distancia mencionada.
 
A través de la niña Liniers consigue crear un vínculo afectivo inmediato entre el lector y el personaje. Nos conduce al limbo olvidado de la infancia gracias a los juegos, la gestualidad, la impaciencia, la curiosidad y las bromas. La magia y la fantasía envuelven todo cuanto observa. Esta inconsciencia se complementa con la capacidad más reflexiva que, en muchos casos, llega a ser poética. La niña también muestra a veces una cierta tristeza pergeñada por su soledad, su amor a los libros y a la lectura, su ensimismamiento, su interés por capturar el momento y disfrutarlo.
 
Por ello, Enriqueta simboliza modélicamente el mundo infantil, en el cual “uno es más parecido a uno mismo” (III/2/74), tal como ella apunta, y es capaz de asombrarse ante las pequeñas cosas de la vida. Así, Enriqueta nos recuerda el placer del ocio y la esencia de sentidos como ver, sentir y tocar. Consigue apreciar la naturaleza por lo que vale y no por lo que cuesta:
 
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IV/1/20[11].
 
Además, Enriqueta banaliza hasta la ridiculización el mundo tecnológico creado por los adultos, y así apunta: “No importa lo que digan las publicidades, no creo que un teléfono celular sea la gran cosa” (III/2/81); o en otro lugar: “Mucho juego en 3D, on line, para jugar en red… pero la verdad es que si querés una expereriencia 3-D posta… ¡la hamaca!” (III/2/88). De esta manera, Enriqueta remarca su visión infantil ante las cosas primigenias, el instante, el constante asombro al contemplar el universo, e incluso ante el libro como amigo ideal para la exploración de otros mundos: “Me gusta mirar mi biblioteca. Está llena de universos” (III/2/83). Consigue ver lo que los adultos ya no perciben: esta capacidad infantil única se plasma iconográficamente con la atribución de pupilas en sus ojos, mientras los mayores tienen las cuencas vacías.
 
b) Fellini toma su nombre de un acertado juego de palabras entre ‘felino’ y ‘Fellini’, como homenaje al apellido del gran cineasta italiano. Compañero inseparable de Enriqueta, también él evoca relevantes figuras felinas y cinematográficas: Félix, Krazy, Dot o Mooch, como se indica en la viñeta IV/3/20. Fellini encarna la celebración de la amistad y la armonía: “Un amigo puede ser considerado como la obra maestra de la naturaleza” (IV/I/91). Pese a la especial relación con Enriqueta, es su contrapunto, e incluso aparece en varias historietas sin la niña.
 
c) Martincito y Olga constituyen otra serie infantil que comienza a aparecer en los últimos tres volúmenes de Macanudo. Representan la exaltación de la imaginación y la fuerza que encierra, reflejada en la siguiente cita de Picasso: “Todo lo que puedes imaginar es real” (VI/3/85).
 
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VII/1/61.
 
Olga es la proyección material del amigo imaginario, un monstruo con nombre femenino. Martincito ha conseguido exorcizar el miedo infantil hacia los monstruos transformándolo en una amistad inseparable: Olga, personaje imaginario a quien ha creado, se convierte en su álter ego y en su mascota, y le ofrece la seguridad que le falta en la vida cotidiana.
 
Curiosamente, Olga y cuantos monstruos aparecen en Macanudo tienen enormes ojos con pupilas que sirven para recalcar la idea de Liniers, es decir, solo a través de la imaginación se consigue ver. En las tiras se delinean atributos de la imaginación, al tiempo que se observan las contradicciones al concebir un amigo imaginario, pues Martincito, por ejemplo, a Olga le atribuye tanto características etéreas como físicas cuando le transfiere sus problemas cotidianos[12]. A lo largo de la obra, este monstruo adquiere vida propia: “A veces no sé cómo imaginás cosas que yo nunca podría imaginar siendo que yo soy el que te está imaginando a vos” (VIII/3/77) y muestra sus propios deseos.
 
d) Otros personajes del mundo infantil menos frecuentes surgen en las series “Charlas entre chicos de cinco años” y “Origami Boy”. Este último es un homenaje al cómic japonés: el niño protagonista imagina que es un héroe cuyo poder se basa en la capacidad de dar vida a sus criaturas, que son origami[13], es decir, figuras de papel.


3.2. El mundo adulto
 
En Macanudo surgen personajes como “El señor del banjo”, “José Luis el infeliz”, “Pan chueco”, “Alfio, la bola troglodita” y “Conceptual incomprensible”, así como Figueroa, los deportistas o el detective, cuyas series menores sirven para configurar el micromundo de Macanudo. No obstante, el mundo adulto lo habitan principalmente los siguientes personajes:
 
a) “El misterioso hombre de negro” es tanto el título de una serie como el personaje en sí más abierto, al ser el menos caracterizado de todos. Además, no habla, lo cual lo convierte en una incógnita para el lector con la que el autor se divierte. Viste con capa y chistera, su cara se asemeja a la de un muñeco de nieve y evoca la caricatura de un personaje romántico anacrónico:
 
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II/2/39.
 
Dicha incógnita se evidencia, por ejemplo, cuando en una historieta un conejo (trasunto de Liniers) cita una frase de Buñuel y asevera: “El misterio es el elemento clave de toda obra de arte” (I/3/94), y más tarde se completa este significado en otra viñeta con palabras atribuidas a Einstein: “La vida es un misterio, no un problema para ser resuelto” (IV/3/52). El hombre de negro simboliza, pues, la quintaesencia del arte.
 
Lo acompaña un pájaro negro, su atributo[14]. En la rica simbología que ha adquirido esta ave en las distintas épocas y culturas, encontramos los más cercanos referentes en Die Krähe, de Schubert, The Raven, de Poe y The Birds, de Hitchcock. En Macanudo, siguiendo con lo ya apuntado, el cuervo o pájaro negro simboliza el misterio de la vida y de la obra artística.
 
b) En la serie “Las verdaderas aventuras de Liniers” se muestra el trasunto del autor, quien aparece como un tímido conejo blanco antropomorfo que evidencia los problemas habituales de un creador:
 
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VIII/1/61.
 
Aparte de su presencia en Macanudo, este conejo se convertiría más tarde también en el álter ego de Liniers en la obra Conejo de viaje (2008). No se trata de un heterónimo ni de ningún tipo de desdoblamiento de personalidad, sino de una máscara. De este modo el autor deviene un personaje más cuyo disfraz le permite la autorreferencia sin verse demasiado expuesto, como explicó en una entrevista el propio Liniers (Braceli, 2009).
 
c) Si en el mundo surrealista de Macanudo todos los objetos tienen sentimientos, Z-25, el robot sensible encierra una sensibilidad que cuesta encontrar a menudo en el hombre. Este amasijo de hierro es otro de los personajes singulares, al igual que Olga y los pingüinos, sobre los que volveremos. El robot pletórico de sentimientos y emociones, de amor por la naturaleza y preocupación por el futuro es, junto con Enriqueta, el personaje más poético. Si Olga es un monstruo personificado y los pingüinos -que presentamos en el siguiente epígrafe- tienen alas pero no pueden volar, el robot exhibe los sentimientos típicos de un ser humano, a pesar de ser una máquina. Su sensibilidad recuerda al Hombre de Hojalata, creado por L. Frank Baum en 1900 (El maravilloso Mago de Oz), cuyo máximo deseo era poseer un corazón para tener sentimientos:
 
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VI/1/56.
 
d) “Lorenzo y Teresita” es una serie que representa los aspectos de la convivencia. En ellos el amor se aleja del estereotipo romántico y muestra los aspectos más íntimos, cotidianos e intranscendentes que se producen en la vida de una pareja.
 
e) Las series “El señor que traduce los nombres de las películas” y “La vaca cinéfila” muestran el interés de Liniers por el cine. En la primera, el circunloquio del título sirve para nombrar y presentar a un personaje habitual que carece de nombre. El autor ridiculiza la falta de imaginación en la elección de los títulos de ciertas películas, así como el modo en que vienen traducidos[15]. La segunda serie, “La vaca cinéfila”, expone y sintetiza los mecanismos más previsibles del séptimo arte mostrando la trivialización de la realidad a través del código cinematográfico[16].
 
f) En la serie “Cosas que a lo mejor le pasaron a Picasso” cristaliza la admiración de Liniers por una de las figuras fundamentales del arte contemporáneo en el siglo XX. El autor hace una reconstrucción totalmente ficticia de la vida y obra de Picasso, que parodia junto con la de otros artistas que éste pudo haber conocido: Breton, Dalí, Hemingway o Kalho, a través de actos cotidianos e insignificantes. Llama la atención el hecho de que Picasso use el voseo y expresiones típicamente argentinas, adaptándose así al ámbito lingüístico del autor, quien añade una situación cómica para el lector al imaginar al pintor con acento porteño:
 
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IV/2/55.
 
Hay otra serie basada en artistas concretos que le sirven a Liniers como excusa para burlarse de las musas, de la inspiración, entre otros: Marcel Duchamp; Franz Kafka; Edgard Alan Poe; Julio Cortázar y Edvard Munch[17].


3.3. Galería de personajes colectivos
 
Al adentrarnos en esta galería destacan las siguientes series y personajes, humanos o no:
 
a) En la serie “Gente que anda por ahí”, el autor nomina a numerosos personajes caracterizándolos y haciéndolos únicos, aunque sea por un instante, para luego dejarlos desaparecer en la masa. A veces vienen descritos con una particularidad con la que, en algunos casos, el lector puede identificarse. Otras veces simplemente vienen capturados in fraganti. Para ello un narrador omnisciente en tercera persona no deja espacio a posibles monólogos o diálogos, como sucede con muchos otros personajes anónimos puntuales. En este caso se trata de encuentros fugaces con el lector.
 
b) Las series del colectivo animal y muchas viñetas corales de personajes humanos muestran a menudo a un individuo diverso, bien por tener atributos diferentes, bien por estar fuera de lugar[18]. Este individuo heterogéneo, como elemento distorsionador, remarca en la obra la diversidad que tanto le gusta mostrar al autor. Esta idea la enriquece a menudo con el mundo de los insectos o las aceitunas.

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III/1/21.

c) Los duendes son otras de las figuras más populares de Macanudo. Personifican nuestro inconsciente y son los hacedores de los sueños y los actos fallidos; son los ejecutores de las cosas inexplicables que nos ocurren a diario[19]. En muchos casos sus travesuras recuerdan la figura del Puk shakespeariano[20]. Son seres mágicos con poderes especiales que saben disfrutar de la vida y a veces se comportan de manera extraña[21]. El autor los caracteriza como personajes vírgenes, que sufren eisoptrofobia y temen que el viento les arranque sus enormes bonetes de colores con los que Liniers juega a lo largo de la obra[22]. Otras de sus características son sus amores imposibles, sus constantes peleas, el placer de tomar té, la música, la moda y las apuestas[23].

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I/2/74.

d) Una de las series más famosas de Macanudo es la protagonizada por pingüinos. Si por un lado el autor recoge la idea común de que estos animales son dulces y graciosos por su torpe modo de andar, por el otro plantea la semejanza de los pingüinos en sus aspiraciones y miedos con los seres humanos. Estos personaje sueñan con llegar a volar un día, sufren la soledad y el aburrimiento en la vasta Patagonia y asimismo evidencian los problemas típicos de los hombres para afirmar la propia individualidad ante la masa[24].


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I/3/86.

e) Otro grupo colectivo lo conforman las ovejas, ejemplo de animal gregario por excelencia. Esta serie recuerda el humor surrealista de Larson en The Far Side (1980). Liniers ridiculiza el comportamiento humano a través del humor absurdo: entre el rebaño puede aparecer la teoría de la evolución como la ley de la gravedad o el teatro conceptual, mas las ovejas también bailan, se peinan a la moda o practican deportes[25].
 
f) Los peces, tributo a los Monty Python (1983), cautivos en una pecera reflexionan sobre la vida con diálogos absurdos, irónicos y surrealistas[26].
 
g) “El mundo de Oliveiro” es una serie cuyos protagonistas son aceitunas, y cuyo personaje principal es precisamente Oliveiro, que se caracteriza por llevar un sombrero y consigue siempre escapar al destino de sus compañeras, las cuales, al mostrarse siempre más inconscientes, terminan por ser ingeridas. La serie, que es la que posee mayores tintes de humor negro, plantea a menudo un desenlace previsto. En el mundo de Oliveiro se dan también conflictos humanos en clave humorística originados por el amor, la integración racial, la compasión o la venganza[27].



4. Referencias culturales en Macanudo
 
Tanto explícitas como implícitas, las referencias culturales que aparecen en Macanudo son innumerables. Se trata de un intento de compartir aficiones y divulgar los propios gustos, entretejiendo una red de inputs culturales. En alguna rara ocasión se filtra su escepticismo al burlarse de los críticos de arte (I/2/17; VI/3/39). El autor se deleita en dar a conocer sus preferencias e influencias literarias, musicales, cinematográficas o pictóricas:


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I/1/84.

Así, en Macanudo hallamos referencias cinematográficas como La dolce vita (I/2/37), El chico (I/3/37), Viaje a la Luna (I/3/49), El Llanero Solitario (II/3/67), Casablanca (II/1/95), Tiempos modernos (III/1/14), Lo que el viento se llevó (III/2/42), La escalera de caracol (V/2/85), Los tres chiflados (VI/1/93), Mary Poppins (VII/2/86), Freaks (VII/1-2/87; VII/2/89). Igualmente referencias sobre textos literarios: Mujercitas (I/1/45), Hamlet (I/2/33), De la Tierra a la Luna (I/3/49), La vuelta al mundo en ochenta días (V/2/88), Veinte mil leguas de viaje submarino (VII/3/20; VIII/2/6), Miguel Strogoff (VIII/2/86), Los viajes de Gulliver (I/1/59), Alicia en el país de las maravillas (II/3/32, III/3/27), Peter Pan y Wendy (II/1/44), Tom Sawyer (II/1/65), El principito (II/1/73), Las crónicas de Narnia (III/1/44), Ulises (IV/3/71), El código Da Vinci (IV/3/71), El gato negro (III/2/50), Frankenstein (V/1/7), Las aventuras de Pinocho (VI/1/30). A pesar de estas referencias concretas a títulos de obras cinematográficas o literarias, otras muchas aluden al campo cultural en general: Fred Astaire (I/2/25), Henri Matisse (I/3/48), Luis Buñuel (I/3/94), Jacques-Louis David (II/1/90), George Bernard Shaw (III/1/37), Caetano Velhoso (III/1/75), Oscar Wilde (III/3/85), Baldomero Fernández Moreno (III/2/87), Albert Einstein (IV/3/52), Ralph Waldo Emerson (IV/1/91), Alfred Hitchcock (IV/2/93), Tim Burton (IV/1/80), Francisco de Goya (IV/1/87), Michael Jackson (V/2/4), Bill Gates (V/3/21), Franz Kafka (V/3/25), Horacio Quiroga (V/3/28), Domenico Modugno (V/2/41), Woody Woodpecker (V/1/53), Andy Warhol (V/1/65), Arthur Rimbaud (V/1/81), Julio Cortázar (VI/2/7), Stephen Hillenburg (VI/1/37), Pieter Cornelis Mondriaan (VI/3/44), Gustav Klimt (VI/2/54), William Blake (VI/2/78), Pablo Picasso (VI/3/85), John Steinbeck (VII/ 2/95), Quino (VIII/1/13). Del mismo modo, numerosas son las referencias paródicas en torno a creadores como Caravaggio (III/2/15), Scott Joplin (V/1/6), Alejandro Lerner (V/3/34), Stephen Edwin King (V/3/49), Samuel Beckett (V/2/55), (VII/2/83), René Magritte (VI/2/95), Samuel Morse (VII/2/62), Joanne Rowling (VII/3/27), Frank Gehry (VII/1/35). También surgen referencias lúdico-infantiles a través de encadenamientos, de la fórmula tradicional de cierre de cuentos (“y viven felices, comen perdices...”), juegos, canciones populares, bromas, contar y cantar, creencias populares[28].



5. Los temas principales
 
Las tiras de Macanudo, como hemos destacado, son un modo de acercarnos al mundo, de hacernos descubrir y reflexionar sobre el hic et nunc, de mostrarnos nuestra fragilidad y, por ende, constituyen una obra mediante la cual se persigue que el lector, ante todo, esboce una sonrisa y reflexione sobre el mundo. Liniers muestra una cosmovisión integrada por elementos que aportan un contacto primario con la naturaleza[29] (árboles; cambio de estaciones; nubes...) y, además, son propios del universo que el creador considera importante para un desarrollo emocional estable (V/2/76). Así, la multiplicidad de temas que convergen en los textos se configura a partir de la armonía necesaria entre el mundo exterior y el interior, entre el individuo y cuanto lo rodea.
 
En primer lugar, Liniers aborda el mundo como lugar de pertenencia, como espacio familiar de asombro y arrobo que exige respeto y atención. Este modo de contemplarlo se concreta en muchas tiras de personajes como Enriqueta y Z-25, el robot sensible, y hasta en algunos de aislada presencia. De ahí que resulte fundamental la actitud vital. Ya el mismo título, Macanudo, entraña una visión optimista y una aceptación de la vida. La lectura global del texto permite constatar que las expectativas creadas por el título no se rompen. Pese a los momentos críticos de soledad y de nostalgia que también definen al ser humano, la percepción generalizada que tiene el autor sobre el hombre y la vida es siempre positiva. Liniers plantea la vida como asombro continuo por el mero hecho de estar vivos: “En la vida hay que ir siempre para adelante, Enriqueta / ¿Por qué? ¿Qué hay delante? / Más vida …” (I/3/77). Y la vida hay que vivirla con coraje y esperanza:


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IV/3/69.

Es necesario, por lo tanto, empezar por la aceptación de uno mismo y de la propia existencia como un hecho contingente y extraordinario mientras dura.


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IV/3/29[30].

En su concepción del mundo Liniers recuerda que el ser humano integra un universo que, por mucho que nos esforcemos en conocer, resulta inabarcable. Es esta cualidad inaprensible la que provoca en el hombre angustias existenciales sobre las que Liniers ironiza, como siempre, con el fin de hacernos reflexionar, en este caso concreto, a partir de la frivolidad del personaje:


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II/2/78.

En esta actitud positiva hay que incluir también su percepción del tiempo, según la cual su transcurso no crea angustia sino que se acepta en su inconmensurabilidad y se percibe siempre a través de las numerosas acciones desarrolladas en un día y, por extensión, a lo largo de la vida. Tal insistencia en el transcurso del tiempo expone cómo nuestro paso por el mundo es transitorio[31] y cómo la posibilidad de planificar el futuro[32] está marcada por el escepticismo. En líneas generales, Liniers plasma las grandes dudas existenciales con ligereza e ironía[33]. Un ejemplo fehaciente de su actitud vitalista lo resumen estas palabras: “Aprender a volar… no es fácil. Aprender a caer… tampoco. Pero vivir en el suelo… aburre” (VIII/1/5). Este vitalismo, además, se opone a la racionalidad y a la imposición de reglas que encierran la fuerza vital y que el hombre debe recuperar para alcanzar una existencia plena.


En segundo lugar, diametralmente opuesto se halla el mundo material, vacío y ciego, propio de los adultos, un mundo que se manifiesta alejado de la naturaleza y del orden previamente apuntado. Así lo percibe Gutiérrez:


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I/3/71.

Liniers muestra a un hombre solitario, anónimo, que vive en ciudades hostiles y deshumanizadas[34]:


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V/3/20[35].

Obsérvese que es un hombre que carece de pupilas porque ha perdido la sensibilidad, la capacidad de observación, aunque en algunos breves momentos se muestre vulnerable ante una emoción o en él aflore el niño que lleva dentro[36]. En este ambiente adverso resulta de vital importancia el hado y la persistencia en la idea del encuentro o desencuentro fortuito de los personajes[37]. En una ciudad, como en una colmena, las personas se mueven frenéticamente, buscan con cierto afán la felicidad, pero les cuesta trabajo encontrarla, en muchos casos porque la dejan pasar de largo sin darse cuenta:


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III/2/39.

En otros casos el ser humano no consigue aferrar la felicidad (I/2/77). No es casual que acontezcan novedades en las esquinas como lugar neurálgico de cruces y encuentros[38]. Y es que una esquina representa el paso previo a nuevas expectativas; en ella convergen corrientes, destinos, deseos y, cómo no, pueden confluir corazones. Cuando esto sucede hay un momento mágico, los personajes levitan[39], las esquinas se despiertan y hablan:


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II/2/23.

Esta persistencia en la idea del azar[40] se hace socarrona en otras ocasiones:


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III/3/11.

Como muestra la siguiente viñeta, el enamoramiento llega casualmente como un flechazo sobre alguien conocido o no; prevalece la idea de que el amor permite ver y reconocer al otro, de modo que este milagro cotidiano transforma la vida de los solitarios sujetos urbanos:


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VIII/1-2-3/9[41].

Liniers también muestra en muchas viñetas cómo la soledad deriva de un pesar por la ausencia o la pérdida de alguien o algo[42] que puede llevar a una profunda melancolía[43]. Igualmente notable es el tratamiento de la soledad entre la muchedumbre (I/2/59): por ejemplo, hay viñetas en las que aparecen seres que viven aislados e incomunicados, como O’Farrell, aludido como “ermitaño del faro de la montaña”, personaje que dialoga solo o con la naturaleza[44]. Liniers le atribuye el hecho de ser “el hombre más solitario del mundo” (V/2/81).


 

 

 

 

 

 

 


BIBLIOGRAFÍA

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Faillace, Magdalena (coord.) (2010). Nos tocó hacer reír. La Argentina en viñetas. Buenos Aires: Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
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Monterroso. Sevilla: Universidad de Sevilla. Pirandello, Luigi (1989). L’umorismo. Milán: Mondadori.
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Sasturain, Juan (1995). El domicilio de la aventura. Buenos Aires: Colihue. Stier, Francisco (2009). “Prefiero que me odien a que no se den cuenta”, http://generoscreativos.files.wordpress.com/2009/03/blog-entrevista-a-ricardo-liniers-siri.doc [Consulta: 23/03/2012].
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Vázquez Lucio, Oscar (1985). Historia del humor gráfico y escrito en Argentina. Buenos Aires: Eudeba.

 

NOTAS


[1] Liniers (Buenos Aires, 1973) comienza su carrera artística a través de fanzines y con el tiempo publica en revistas como Lugares, ¡Suélteme!, Hecho en Buenos Aires, Calles, Zona de Obras, Consecuencias, ¡Qué suerte!, Olho Mágico, 9-11 Artists respond y Comix 2000. A partir de 1999 su tira titulada Bonjour aparece semanalmente en el suplemento “NO!” de Página/12. Junto a Santiago Rial Ungaro, en 2001 edita Warhol para principiantes. Al año siguiente comienzan a salir sus tiras diariamente en el periódico La Nación (que serán recopiladas en varios tomos bajo el mismo título: Macanudo, publicados por diversas editoriales. En este trabajo hemos manejado los textos de Ediciones de La Flor y Editorial Común, cuyas referencias constan en la bibliografía final). De modo casi cronológico, y en el suplemento semanal "ADN Cultura" del mismo periódico, aparece la tira: “Cosas que te pasan si estás vivo”. Actualmente colabora con revistas varias, entre ellas la digital El estafador (con bonete), y ha publicado recientes títulos como El Macanudo universal (2010c) y Macanudismo (2010d), catálogo de la exposición itinerante que se inauguró en el Centro Cultural Recoleta el 25 de febrero de 2010.
[2] Entre los dibujantes y humoristas que marcaron dicha identidad encontramos a Alberto Breccia, Maitena Burundarena, Andrés Cascioli, Alejandro del Prado (Calé), Juan Carlos Colombres (Landrú), José Antonio Guillermo Divito, Cristian Dzwonik (Nik), Manuel García Ferré, Roberto Fontanarrosa, Sergio Langer, Joaquín Salvador Lavado (Quino), Carlos Loiseau (Caloi), Guillermo Mordillo, José Muñoz, Héctor Germán Oesterheld, Hugo Pratt, Dante Quinterno, Cristóbal Reinoso (Crist), Fernando Sendra, Francisco Solano López y Diógenes Taborda. Sobre la historieta argentina, véanse aportaciones como Califa (2007), Gociol (2000), Majo (2008), Masotta (1970), Merino (2003), Mora (2007), Rivera (1992), Saccomanno (1980), Sasturain (1995), Vázquez (1985). Muy recomendable es el reciente catálogo Nos tocó hacer reír. La Argentina en viñetas, Faillace (coord.) (2010).
[3] Macanudo es voz de origen incierto que va desde la atribución a un simpático escocés de apellido McCanna, quien deleitaba a los contertulios de su bar con historias llenas de proezas, hasta los más probables y perturbadores orígenes como macana (garrote), o la marca Nudo, denominación de un alambre con púas. Esta multiplicidad de acepciones muestra un paralelismo con los diversos significados que encierra el título de la obra, donde el más evidente es ‘asombro ante la vida’. Si nos detenemos también en su acepción como ‘excelente’, no deja de ser un tanto irónico porque, como analizaremos en este trabajo, el mundo descrito por Liniers evidencia que en nuestra sociedad no todo es precisamente macanudo.
[4] De ahora en adelante, se menciona una selección extraída de los numerosos ejemplos de los libros de Macanudo citados en la bibliografía (volúmenes del 1 al 8). Para una mayor claridad se citan numéricamente, si bien con los signos I, II, III, IV, V, VI, VII y VIII, seguidos del número de la viñeta (1, 2 o 3) y del número de la página que en cada caso ocupan.
[5] En cuanto a la tradición crítica sobre el humor, recuérdese la distinción propuesta por Pirandello entre lo cómico y lo humorístico, cuando en L’umorismo (1908) planteaba la distinción entre avvertimento del contrario y sentimento del contrario (Pirandello 1989: 134-140).
[6] Véanse ejemplos similares en: I/3/50; II/1/14; III/3/38; III/3/50; VI/3/13; VIII/3/27. Como en este caso, a partir de ahora, en las imágenes reproducidas se apuntan a pie de página otros ejemplos que refuerzan las conclusiones de este análisis.
[7] III/3/7; III/2/12; VI/1/14; VI/3/34; VIII/2/39; VII/1/23.
[8] IV/1/80; VI/2/13; VI/3/28; V/1/49; VI/2/12; VI/3/66; VII/2/18; VIII/2/67.
[9] II/1/58; IV/1/4;V/1-2-3/82; V/2-3/90; VIII/3/51.
[10] Periquita (Nancy en el original) es un personaje creado por Ernie Bushmiller en los años treinta, como La Pequeña Lulú(Little Lulu), de Marjorie Henderson Buell. Mafalda, creada por Quino en 1964, se convirtió en uno de los personajes principales de la tradición argentina.
[11] II/1/85; III/2/59; III/2/69; III/2/87; VII/1/58.
[12] VI/3/67; VII/1/46; VII/1/11; VII/3/56; VIII/3/59; VIII/3/64.
[13] V/3/27; V/1/39; V/3/54; V/3/60.
[14] VII/3/16;VII/2/22;VIII/1/49.
[15] III/3/29; V/2/80; VI/1/92.
[16] II/3/11; III/3/91; IV/2/32.
[17] VIII/1/68; VIII/2/70; VIII/3/71; VIII/2/72; VIII/3/80.
[18] II/3/48; II/3/82; IV/2/81.
[19] II/3/42; II/1/63; IV/1/48; IV/1/54; V/3/40; V/1/75; VIII/1/89.
[20] II/3/26; II/3/71; III/1/17; IV/1/12; IV/1/82; V/3/56; VI/ 2/58; VI/2/79.
[21] I/3/52; I/3/59; I/1/66.
[22] IV/3/4; VI/ 2/13; VI/ 2/25; VI/ 2/57; VII/1/8.
[23] Véanse muestras de tales características en II/2/40; II/2/75; IV/1/56 - II/1/93; IV/2/95 - I/1/94; IV/1/64- I/3/42; II/3/20; II/2/62; IV/3/50; VI/3/83.
[24] I/3/6; I/1/69; III/1/62; IV/1/57.
[25] II/3/51; II/3/58; III/3/17; III/3/53; V/2/32; V/2/18; VI/1/76; VII/3/61.
[26] I/1/15; I/3/20; I/2/21/ I/3/76; IV/2/11.
[27] II/3/8; II/3/46; II/3/75; VII/1/21.
[28] Véanse ejemplos de tales referencias en: II/1/40; II/2/58; V/3/83 (encadenamientos) - I/1/91 (cuentos) - II/3/5; II/3/89; VII/2/93 (juegos) - VI/1/55; VII/3/77 (canciones) - VI/3/35 (bromas) - II/2/93; III/1/11; III/2/24; IV/2/11(contar y cantar) - II/2/60; III/2/62 (canciones populares).
[29] II/2/52; II/3/55; V/1/18; VII/1/28; VIII/3/65.
[30] I/2/22; II/1/17; IV/3/29; V/2/46.
[31] II/3/15; II/2/37; II/2/41; VI/3/62.
[32] II/1/11; II/3/72.
[33] I/3/20; I/2/24; III/1/6; III/3/83; V/2/63; VI/1/28; VI/3/38; VI/1/68; VI/1/82.
[34] Según afirmó el autor: “Es que yo no conozco tanta gente mala; los ves por televisión, y cada tanto uno tiene el gusto de morirse. Pero en la vida personal, no pasa. Son muchos más los buenos que los malos que conocí, y nadie es completamente bueno o malo. La maldad, para mí, es falta de empatía. A uno le pasa que, viviendo en la ciudad, pasás al lado de gente en situación de desesperación y no les das un peso. La ciudad te genera eso. Un tipo del campo les preguntaría si necesitan ayuda. Cada tanto, conviene golpearnos la máquina y decirnos que si vamos a ser robots, al menos seamos un robot sensible” Gorodischer (2006).
[35] V/1/37; V/1/76; VI/1/8; VI/1/34; VI/3/61.
[36] I/1/46; III/2/21; IV/2/59; V/2/60; VI/3/42; VIII/2/80.
[37] VIII/2/34; VIII/1-2-3/62-63.
[38] I/1/32; I/2/58; V/3/80.
[39] I/2/69; II/1/67;VII/1/47.
[40] III/3/55; V/1/12.
[41] II/1/52; III/2/25; IV/3/56; IV/2/71; V/2/58.
[42] I/3/72; I/1-2/73.
[43] I/3/81; VIII/2/77.
[44] VI/3/56; VI/1/ 57; VII/1/22.
[45] III/1/25; III/3/25; III/2/56; VI/1/14.
[46] I/1/8; VI/1/36; VII/2/58.
[47] II/3/69; VII/3/75; VIII/1/48
[48] I/3/82; I/3/84; II/2/33; II/1/82; III/2/32; III/1/43; IV/1/93; V/3/46; VI/2/6.
[49] I/3/64; III/1/40; VI/3/69.
[50] VIII/3/81; VIII/1/84.
[51] I/1/6; I/2/43; V/2/31; V/1/61; V/1/79.
[52] I/2/13; I/3/14; II/2/48; III/2/19; V/3/14.
[53] I/2/79; V/2/15 (gritos); II/2/65; III/2/15 (cursilería).
[54] II/3/10; V/2/65; VI/3/22; VIII/3/89.
[55] III/1/10; III/2/60; IV/3/76.
[56] Más ejemplos: I/3/93; VII/2/8; VII/1/24.
[57] I/1/82; II/2/54; IV/2/39; VII/2/92; VIII/3/78.
[58] II/1/80; IV/1/47; IV/3/95; V/3/53; VI/1/17; VI/2/90; VII/3/63.
[59] III/3/49; IV/3/42; IV/1/49; V/2/21; V/1/50; V/1/66; V/2/67; VI/3/94.
[60] I/3/28; III/1/7; III/2/9; III/2/17; VI/3/36; VI/1/74; VII/1/43;VII/3/47.
[61] V/3/68; VIII/2/33.
[62] I/1/27; I/2/42; I/3/70; II/3/27; III/3/12; V/2/86; VII/2/24; VII/3/59; VII/3/82; VII/3/89.
[63] III/1/32; III/2/52; III/2/88.
[64] I/3/45; II/1/66; VI/2/39; VI/2/68; VII/2/18.
[65] I/1/40; II/3/29.
[66] I/1/34; II/3/55; II/3/92; III/3/45; V/1/67.
[67] III/2/61; V/3/5; VI/3/52.
[68] Muestra de ello ofrecen las viñetas I/2/88; II/3/8; II/3/13; II/3/45; II/3/59; II/3/75; V/3/6; VII/1/79 (aceitunas); I/3/18; I/1/24; V/2/17; VI/2/43 (ranas); I/3/29; IV/3/86; IV/3/87; VII/2/64 (aves); I/1/20; I/3/66; III/2/4; III/2/45; III/3/51 (bichitos); III/2/57; V/2/62 (muestras de repulsión); I/1/10; I/2/40; II/3/28 (el otro); I/1/14; II/3/61; III/3/30;IV/3/23; IV/1/31; IV/1/39; VII/3/37 (poca empatía).
[69] I/3/38; III/2/58; V/2/36; V/1/44; VIII/1/16
[70] I/2/16; I/2/19; II/3/9; III/3/80; IV/1/79.
[71] III/2/68; VI/2/94.
[72] III/3/32; III/3/80; IV/2/83; IV/3/94.;
[73] I/2/18; II/2/13; II/3/82; II/1/91; IV/2/81; V/2/75.
[74] II/2/36; IV/2/46.
[75] V/2/57; V/3/81.;
[76] También claro resulta el ejemplo II/3/21, donde el diálogo entre dos personajes, un microcéfalo y un macrocéfalo, deja entender que la jugarreta de su destino es obra del demiurgo de la obra artística.
[77] VII/2/12; VII/1/95.
[78] I/2/94; II/3/34; II/2/72; II/2/75; II/2/95; VI/2/40; IV/1/50; V/2/74; VI/3/28; VI/1/51; VI/2/67;VII/1/60; VII/1/72.;
[79] III/3/18; III/3/23; III/1/45; III/1/47; IV/1/11; IV/ 3/55; VI/2/27; VII/1/60.
[80] I/1-2/5; I/1/17; I/2/91; II/3/93; IV/2/5; IV/2/22; IV/2/46; V/3/87.
[81] III/1/24; III/3/64; IV/2/68; IV/3/89; V/3/7; VI/1/52; VII/1/31; VII/1/77.
[82] I/1/43; VII/1/53; VIII/2/13.
[83] I/2/35; II/2/85; IV/1/8; IV/2/84; VI/1/89; VII/1/50; VII/1/95.
[84] A lo largo de Macanudo hay otros casos de personificación de ideas, pero no relacionados explícitamente con la metaficción. Es el caso de IV/3/8 y V/3/26.
[85] II/1/8;III/3/54; III/2/92; IV/1/27; V/2/13; VI/3/95.
[86] I/2/32; II/3/95; VI/3/77; VII/1/78.
[87] IV/2/76; VII/1/78.

En tercer lugar, destacable es el tratamiento del mundo emocional y de las relaciones interpersonales. El amor lo encarnan paradigmáticamente “Lorenzo y Teresita”, quienes muestran sus desencuentros cotidianos por hechos como los ronquidos del otro[45], así como la posibilidad de poder amar pese a la dificultad de no llegar a conocerse por completo: “Nunca te voy a terminar de conocer, pero igual te voy a querer” (III/1/92). En otras tiras surgen personajes no definidos que muestran la incomprensión en la pareja, lamentan la falta de amor, plañen por haberlo perdido o temen no encontrarlo nunca:

 

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II/2/58[46].

 

Aunque la plenitud se alcanza a través del amor y la amistad, Liniers muestra de forma caleidoscópica los obstáculos que impiden ser felices a los personajes Uno de los escollos lo representa la timidez, cohibición que conlleva un aislamiento social[47]. En otras ocasiones se trata de una carencia de compañía, como en el caso del robot Z-25, que no encuentra a nadie que lo entienda o lo ame: es un marginado por su diversidad (I/3/36). Dicha plenitud la representan fundamentalmente los niños (Enriqueta con su gato Fellini y su osito Madariaga, y Martincito con su amigo imaginario Olga). Se plantea como estado de revelación del difícil acceso al mundo adulto, un mundo inmerso en un caos urbano deshumanizado. Un ejemplo simbólico de amistad lo ofrece la siguiente viñeta, donde en el encuentro entre dos seres distintos se detallan las condiciones necesarias para que se establezca un vínculo amistoso:

 

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II/1/62.

 

En cuarto lugar, la cotidianidad impregna toda la obra desde diferentes perspectivas. Se recoge en numerosas tiras cuyos sujetos, por lo general, son anónimos. Se muestra un conjunto de instantes fútiles e íntimos con los que Liniers consigue implicar emotivamente al lector en acciones insignificantes, comunes a todos nosotros (II/2/73): “No sé por qué cada vez que le traen un café apoya la cucharita sobre el líquido para ver si flota. A veces flota. A veces no. Las cosas poco importantes que hacemos son más” (V/1/19). Similares elementos se ven acentuados en las tiras de “Gente que anda por ahí”, conformadas por secuencias independientes, protagonizadas por individuos solitarios cuyo tranche de vie se aplica a una colectividad humana y social[48]. En otros casos Liniers muestra hechos cotidianos, “extraños milagros estadísticos” (V/1/9) que acontecen simultáneamente por toda la ciudad[49]. Así, en la serie “El momento terrible” el creador se acerca a pequeños actos ridículos del ser humano[50], lo cual sirve para que el lector se detenga y reflexione sobre actos inconscientes y automáticos en los que hoy día nadie suele reparar.

 

En esta visión de la realidad diaria, en Macanudo se focalizan los medios de comunicación, la publicidad, la tecnología, la moda, la cirugía estética y hasta la televisión basura, con una crítica particularmente dirigida contra los shows y los reality shows[51], la vacuidad de la fama y la superficialidad:

 

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I/2/66[52].

 

Liniers aboga por la calidad frente a los gritos y la cursilería[53]. Así también, evidencia la posibilidad de elección del individuo entre encender o apagar la televisión[54] y denuncia la pasividad que esta crea[55]. Muestra la fractura entre los modelos estéticos televisivos –virtuales– y la realidad, mundos difícilmente conciliables (IV/3/93). Ese mismo abismo se refleja en clave paródica entre el mundo publicitario y el real:
 
De repente Gelfi se encontró rodeado de mujeres con cabellos increíblemente sedosos. La ropa blanca era tan blanca. La hamburguesa que le dieron en un restaurant de comida rápida era igual a la de la foto. Todos tenían sonrisas brillantes. Lo que pasa es que Gelfi se filtró a un universo paralelo donde las publicidades cumplen sus promesas… (V/3/69)[56].
 
Al criticar la publicidad, Liniers muestra la rebelión de los consumidores ante la tiranía mediática:

 

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II/2/7[57].

 

Su crítica se hace punzante cuando se trata de denunciar la publicidad fraudulenta y su efecto en los destinatarios, como en la siguiente viñeta que expone la dificultad de agregar al hombre soñador e ilusionado a la uniformidad que genera el mercado:

 

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IV/1/45[58].

 

En consecuencia, Liniers no deja de mostrar con ironía los vicios de la sociedad consumista[59]. Por ejemplo, véase cómo la superficialidad se subraya en este diálogo entre Enriqueta y Fellini:

 

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II/2/16[60].

 

También se ofrece otra perspectiva en ejemplos como el siguiente, donde la arruga es bella porque es el fruto de haber sabido disfrutar de la vida. Curiosamente, es el único caso de Macanudo, hasta el momento, donde aparece un ojo bien delineado, asociándose así a la importancia que la risa tiene como elemento vehicular para percibir la vida:

 

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VI/1/85.

 

Otro ejemplo de vacuidad lo exhibe el uso de la imagen en la política, donde la victoria, desde la perspectiva publicitaria, pasa a través de medios como la televisión[61]. Difícilmente el autor se muestra como crítico político o social de manera abierta, pero su humor se vuelve mordaz cuando se trata de criticar los hábitos morales de los políticos y de los poderosos en general:

 

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VIII/1-2-3/9[62].

 

También Liniers ironiza sobre el abuso de términos vinculados a la novedad y la tecnología, poniendo de relieve el paso de la posesión de objetos y afectos reales al almacenamiento virtual de todos los efectos personales (fotografías, agenda, diario, mensajes de correo electrónico, canciones…), lo cual convierte al ser humano en presa fácil de pérdida de identidad cuando los medios técnicos, como un teléfono celular, fallan por algún motivo[63]. Además, su posesión no humaniza ni ayuda al hombre a alcanzar la felicidad ni la compañía de otros seres humanos.

 

En quinto lugar, relevante es el tratamiento de la ecología, que Liniers incorpora por el problema de la deforestación y la tala indiscriminada[64] que provocan la pérdida del equilibrio biológico natural en las ciudades, lo cual se relaciona a su vez con la deshumanización que se percibe en la ciudad[65], antes ya indicada. Todo esto lleva a pensar en la naturaleza[66] como un ecosistema en el que cada organismo tiene una relación permanente y continua con el resto de elementos de su entorno. Desequilibrada

 

e injusta acción resulta, pues, encerrar la naturaleza y forzarla al gusto humano.

 

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I/3/27[67].

 

Estos ejemplos aparecen transversalmente en las distintas series, como las protagonizadas por Enriqueta y Z-25, el robot sensible, pero también por los pingüinos, los duendes y no pocos personajes anónimos. Así, en muestras como la siguiente, con sarcasmo se da una lección de comportamiento ético y cívico:

 

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II/3/91.

 

En sexto lugar, el perspectivismo y la alteridad son una temática constante en la obra. Los seres que pueblan Macanudo, en su mayor parte antropomorfos, le dan a Liniers la posibilidad de mostrar, por un lado, rasgos, tendencias, actitudes y comportamientos humanos habituales; por otro, actitudes y rasgos diferentes o marginales. Por ejemplo, se apunta el resultado de la intransigencia: “Ahí está el señor que odia tanto, odia a los que son diferentes a él, odia a los que no comparten sus ideas políticas, odia a los que no siguen su religión. A los que no adhieren a su concepción de la historia... odia todo lo que no entiende. Está bastante solo el señor que odia tanto” (V/3/42).

 

Liniers siempre trata de ponerse en el lugar “del otro” porque es el mejor modo para abarcar las distintas angulaciones del mundo. Enriqueta lo resume con estas palabras: “A mí me gustaría que mis amigos fueran bien diferentes a mí / algunas personas sólo quieren estar con gente que es igual… misma educación, misma religión, mismo trabajo, mismo todo. / ¿Qué cosas nuevas vas a aprender de alguien igual a vos? ¿Qué sorpresas hay?” (III/3/67). La atenta mirada del autor se detiene particularmente en los personajes más débiles e impensables, como las aceitunas, las ranas, las aves, los bichitos, seres a los que nadie considera y cuya existencia, en ocasiones, es objeto de repulsión. De este modo es palmaria la existencia del otro, en muchos casos a través del humor negro, con seres socialmente carentes de empatía que incluso llegan a rebelarse[68]:

 

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I/3/53.
 
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IV/2/61[69].

 

En otras ocasiones la alteridad se exhibe en viñetas donde es clara la heterogeneidad del mundo que nos rodea:

 

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I/1/59[70].

 

Liniers ejemplifica la imposición o la prevalencia de distintos puntos de vista. Así, en una de sus viñetas recurre a una cita de William Blake y apunta: “El cuervo deseaba que todo fuera negro / El búho deseaba que todo fuera blanco” (VI/2/78). Evidencia así las realidades varias con las que cada individuo debe convivir. En este sentido, con la intención de adentrarse en esa diversidad, en sus tiras Liniers recurre no solo a hábitos de comportamientos humanos sino también de otros seres[71], capturando incluso lo inadecuado y lo diferente:

 

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III/1/16[72].

 

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II/2/68[73].

 

Por último, y en séptimo lugar, Macanudo aborda el tema de la mala suerte y la figura del perdedor, como recogen varias series. Algunos personajes puntuales se caracterizan por la torpeza y la incapacidad de alcanzar con éxito cualquier acción que emprendan (II/2/69), o bien otros son gafes y, en ocasiones, provocan conmiseración, como las series “Figueroa, el mimo que no es muy bueno” (I/3,23); “Hoy: José Luis el infeliz” (I/1-2/54); “Hoy: el señor del banjo”(I/1-2-3/51); y personajes como “Álvarez el rey del jueguito”(I,2,9), los deportistas (VII/2/54) o el detective (I/3/21).

 

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I/2/39.
 

 

6. Entre la realidad y la ficción: la lectura y la escritura
 
La lectura y la escritura ocupan un espacio privilegiado en el universo de Macanudo. Liniers se muestra como lector ávido a través de los innumerables textos citados en su obra. Para él la lectura es el medio por excelencia a través del cual el niño crece, conoce, ensancha sus horizontes y reflexiona. La lectura estimula la imaginación y los sentimientos, así que todo ello, afirma el autor, incide en la personalidad del futuro adulto. Dice Enriqueta: “Voy a leer muchos libros en mi vida... pero los que lea en mi infancia me los voy a acordar siempre” (IV/1/60). A través de este personaje, Liniers acentúa así la necesidad de construir una sociedad más abierta y multicultural.

 

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V/3/17.

 

Dado que un libro describe la realidad de una sociedad en un contexto histórico, con unos determinados valores y desde una perspectiva concreta, personajes como Enriqueta necesitan leer muchos libros, reclaman mundos distintos que den vida a la complejidad de la sociedad, ya que una única explicación o justificación los llevaría a un mundo empobrecido y totalitario. En general, el mensaje de Liniers que la niña transmite viene a decir que con la lectura se amplía la visión del mundo: “Una vez leí que nunca hay que confiar en la gente de un solo libro / y yo quiero poder confiar en mí...” (III/1/55); se abren nuevos horizontes: “Una vida sin libros es como una casa sin ventanas” (II/1/92); el libro deviene un viaje, una aventura: “Lo bueno de las vacaciones es que no tenés que ir a ningún lado, entonces podés ir a cualquier lado...” (III/1/44); provoca el deleite intelectivo: “El placer enorme de terminar un libro para empezar otro” (I/3/46); sensorial y olfativo: “Aaaaahhh libro nuevo, aaaaaaahhh olor a libro nuevo” (II/3/78); visual: “¿Qué hacés Enriqueta? / Me gusta mirar mi biblioteca. Está llena de universos”(III/2/83). En suma, la lectura se convierte en puente para ensanchar la imaginación: “Eso es lo bueno de algunas personas... te prestan un rato su imaginación para que agrandes la tuya” (III/3/89).

 

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VIII/3/13.

 

Si fundamental es la lectura, también lo es el tratamiento de la propia dinámica de la escritura, de la creación en sí. Liniers cuestiona en Macanudo sus elementos creativos, destacando la condición de artificio del texto y exhibiendo los mecanismos de su construcción en no pocos casos. Así, son frecuentes los recursos metaficcionales que viabilizan el cuestionamiento del propio devenir del texto, entre ellos: las referencias directas a otros humoristas gráficos, los personajes que se dirigen directamente al lector o que interactúan con el creador, la interpelación al lector haciéndole partícipe del proceso de creación, de los límites y la esencia de la obra artística y, por supuesto, el conflicto que en su seno se establece entre ficción y realidad:

 

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I/3/57.
 
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II/2/36[74].

 

Dicho conflicto también se muestra en la siguiente viñeta, donde los duendes, como guionistas de los sueños, se convierten en creadores de las “viñetas” en las que el narrador –trasunto del autor– aparece aludido como un ser disfrazado de conejo:

 

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I/1/48.

 

Valga apuntar igualmente este ejemplo, en el cual hay pingüinos dibujados con marcada figuración realista frente a otro iconográficamente más abstracto y antropomorfo, propio del trazo de Liniers. Hay, pues, una intrusión de la realidad en el código imaginario establecido, que crea hilaridad en el lector:

 

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III/3/95[75].

 

En este sentido, en el siguiente ejemplo se muestra una imagen especular donde la figura de un niño es real frente a su amigo imaginario. A su vez, el niño es imaginario frente a otra realidad posible: la nuestra[76].

 

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IV/1/35[77].

 

Liniers muestra las dificultades del artista y su entorno a la hora de crear. La autorreferencia surge incluso en la obra en sí: “Hoy, desde Macanudo estamos trabajando para que usted, estimado lector, tenga un muy buen día” (II/3/93). Valga apuntar este otro ejemplo, en el cual se confunde el nivel gráfico con el fónico, de modo que un problema de tipografía se transforma en un problema de sonido. El remate de la tira es, como se puede apreciar, la cara de enfado de los duendes por tener que repetir su papel:

 

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II/2/27[78].

 

Por tanto, la metaficción se perfila mediante un amplio abanico que abriría la serie de viñetas con el autorretrato de Liniers, a menudo representado sobre su mesa de trabajo rodeado de su instrumental: papel en blanco, tinta china, mate, plumín y pinceles, preparando los bocetos de sus historietas, en las cuales se reconocen algunos personajes de Macanudo[79]. En otras viñetas el título de la obra se cita explícitamente, el narrador se refiere a la tira misma, al chiste diario o a otras viñetas y a sus creadores:

 

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VIII/3/49[80].

 

Así, en la serie “Las verdaderas aventuras de Liniers” se tratan aspectos vivenciales (la familia, los amigos, la música, etc.), esto es, se crea un personaje a modo de trasunto del creador, incluso mediante el recurso a una voz en off.

 

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III/1/27[81].

 

En otros casos el autor aparece como un director omnipotente que corrige las escenas y, no exento de ironía, mueve a los personajes como si fueran títeres:

 

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I/3/88[82].

 

Igualmente metaficcionales son aquellas viñetas en las que Liniers hace una reflexión sobre la construcción de una tira:

 

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VI/2/10[83].

 

También se manifiestan las ideas que cobran vida y la presencia de la inspiración en el proceso creativo[84]:

 

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V/2/27[85].

 

Dado que toman cuerpo muchos personajes conscientes de su existencia, estos nos recuerdan que estamos ante una historieta y muestran diversas actitudes vitales. Por ejemplo, se personifica la historieta misma representada por los “cosos” (amarillo y azul): sabedores de su esencia ficticia, están satisfechos de no padecer las constricciones del mundo real.

 

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II/1/86.

 

En otras viñetas los personajes se cuestionan los límites de su realidad e intentan escapar inútilmente de los confines de la historieta:

 

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I/1/37.

 

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IV/1/67.
 
En otros casos se recogen las reacciones -desde el pánico hasta la rebelión- que el creador provoca en los dibujos cuando se muestra travieso, experimenta y somete a sus criaturas a situaciones difíciles:

 

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VI/1/88[86].

 

En la siguiente viñeta, por ejemplo, un duende tiene asumida su condición de dibujo, y la ironía se plasma mediante su queja ante las condiciones en que se halla, similares a las de una marioneta:

 

 

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V/3/64[87].

 

También hay situaciones de empatía por parte del narrador hacia el personaje. Así, en este caso, el primero se compadece ante la soledad de Rivarola y le otorga un amigo:

 

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I/2/59.

 

En este otro ejemplo, la viñeta expone la finalidad de la existencia de un personaje en función de su capacidad para hacer reír. Sorprende, pues, la actitud conformista de quien conscientemente acepta sus propios límites:

 

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I/2/10.

 

Por último, el carácter metaficcional de la obra lo muestran viñetas como la escogida, donde la ironía autorial marca a los personajes que dudan de la capacidad racional de su creador, capaz de concebir unas criaturas tan disparatadas como ellas mismas:

 

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VII/3/7.

 

En conclusión, frente a la atrofia creciente de la facultad imaginativa en el mundo actual, altamente tecnológico, individualista y deshumanizado, en Macanudo se subraya el valor de la fantasía y su convivencia con lo real, con el objetivo de hacernos descubrir el mundo desde la múltiple perspectiva que lo configura. En efecto, Liniers evidencia cómo las preocupaciones de la sociedad contemporánea, desde la soledad a la alteridad, que igualmente constituyen temas centrales en artes como la literatura, el cine o la pintura, también encuentran su marcada presencia en el universo de la historieta. La lectura global de Macanudo, como hemos tratado de demostrar, evidencia que tras la aparente simplicidad e ingenuidad que aportaría un acercamiento parcial, conviven inquietantes sugerencias, una extraordinaria riqueza poética y un mensaje que, en definitiva, invita a la reflexión sobre la existencia y el mundo que nos rodea, en el cual, evidentemente, no todo es tan macanudo.
Creación de la ficha (2012): Delia Cócera y Marina Partesotti, con edición de Félix López y revisión de Alejandro Capelo. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales de las historietas analizadas, con permiso expreso de Liniers.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
DELIA CÓCERA, MARINA PARTESOTTI (2012): "El universo creativo de Liniers. Análisis de su configuración en Macanudo", en Tebeosfera, segunda época , 10 (12-XI-2012). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/el_universo_creativo_de_liniers._analisis_de_su_configuracion_en_macanudo.html