EROS: SUMA Y CIRCUNSTANCIA. ENTREVISTA CON LAURA VAZQUEZ
Javier Mora Bordel: ¿En su origen podemos concebir la historieta como un medio, eminentemente, masculino?
Laura Vazquez: Entiendo que hablamos de la historieta como medio, como industria, y no como lenguaje. Desde ese punto de vista, por supuesto, no hay nada “eminentemente masculino”. Decirlo sería tan insensato como afirmar que “la poesía” es “eminentemente femenina” o cosa semejante. Que haya más hombres que mujeres haciendo historietas es un dato relevante, pero no determinante de nada. Mucho menos de la “masculinidad” de la historieta. Ni siquiera si llegamos a la conclusión de que los hombres dibujan “mejor” que las mujeres. Ninguno de estos argumentos valida la afirmación de una supuesta “propiedad intrínseca”. En principio, no hay ninguna relación entre arte y sexualidad ni la sexualidad de un autor condiciona su producción. En este punto, Edipo ya no explica nada. Para pensar la relación sexualidad/historieta no elijo el camino del psicoanálisis, ni el feminismo de la diferencia y muchísimo menos el biologicismo del género. Características tradicionalmente pensadas como “femeninas” (por ejemplo, la intuición sobre la razón discursiva, la sensibilidad sobre el pragmatismo, etc.) fueron reivindicadas como determinaciones derivadas de la constitución fisiológica de las mujeres.
Pero yo no estoy de acuerdo con eso, la discusión es larga… Resumo: decir “la historieta es masculina” es tan erróneo como sostener lo contrario. Prefiero problematizar, en todo caso, la tensión sexo/historieta antes que la relación historieta/genitalidad. Asumo la diferencia sexual, pero no hago de esa diferencia un principio constitutivo. La batalla de una “historieta femenina”, a contrapelo de una supuesta “historieta masculina”, está perdida de antemano. Lo que esconde, por sobre todas las cosas, es la marca de la desigualdad. Antes que una historieta macho/hembra diría más bien que cada historieta expresa la libido particular de cada artista. En este punto, mi lectura es, claramente, una interpretación culturalista e histórica.
JMB: ¿Dónde quedaba relegado el papel de la mujer en esta etapa inicial?
LV: En la etapa inicial, durante las primeras décadas, muchas mujeres cumplían el rol de letristas, pegadoras de globos, entintadoras, mecanógrafas, secretarias, rotulistas, coloristas, amantes y, con mejor suerte, “esposas de…”. Tengamos en cuenta que el medio era masivo y que la historieta era una industria. Esta situación se va a ir revirtiendo hacia mediados del siglo XX, pero más significativamente durante la década del sesenta, cuando en algunos países surgieron autoras que marcaron tendencias y revolucionaron el medio. De todas formas, pongamos las cosas en contexto, porque si lo pensamos así, “dónde queda relegado el papel de la mujer en la historieta”, estamos obviando que ese rol menor y subsidiario es extensivo a toda la vida laboral de la mujer durante las primeras décadas del siglo XX. Entonces, si lo vemos desde un modo comparativo, ese papel secundario de las mujeres en la industria de la historieta es significativo del modelo de sociedad y la cultura de la época antes que de rasgos específicos del medio.
La historia de la sexualidad, por M. Foucault. |
JMB: ¿Hablamos de la proyección de un ideal masculino de belleza propio de una época?
LV: ¿Un ideal masculino de belleza? ¿Por qué “masculino”? Ningún imaginario es puro y sin mezcla. A ver, yo soy muy masculina por momentos, por otros, muy femenina… no hay una esencia. Ya sabemos hace tiempo que todos los deseos son modelados por la ideología, y la ideología nos abraza a todos. Basta recordar a Foucault cuando en Historia de la sexualidad nos dice que la sexualidad es fruto de una elaboración histórico cultural. Entonces, en principio, aceptemos como provisional y transitoria toda definición de “un ideal”, sea este masculino o femenino. Después yo diría que hay que revisar esa idea de un “modelo de belleza”. Una de las contradicciones más fuertes de la constitución de la subjetividad femenina o masculina reside en el hecho de que se considera a la sexualidad como un concepto universal y natural. La pregunta es por qué erotiza a una mujer (hablo aquí de una mujer heterosexual) ver a otra mujer proyectada sobre el ideal masculino. ¿Cuál es el ideal femenino, su propia proyección deseante, su discurso reactivo al modelo que incita a los hombres? Yo no podría decirlo, pero me parece que cuando hablamos de ideal masculino no deberíamos dejar fuera a muchas mujeres que comparten ese mismo ideal de erotismo. Y esto es porque ni la mujer ni el hombre son sujetos universal y naturalmente sexuados, y, por lo tanto, su psiquis tampoco. Esencialmente, no hay nada que diga que a mí como mujer me puede calentar menos que a un hombre ver un “culo femenino”, unas largas y bellas piernas o un buen par de tetas. De hecho, todo lo que veo, hombres y mujeres, me erotiza por igual. El punto de vista desde el cual se construyen esas imágenes es otra cosa. Por otra parte, es muy relativo (o por lo menos yo no me atrevería a sostenerlo) decir que existe “un modelo” o un “ideal” masculino. Creo, más bien, que conviven varios. Los medios y la moda se han ocupado de proveer a lo andrógino de una fuerte carga erótica. Y esta tendencia no es sólo un invento mediático y publicitario, sino que refleja cambios sociales y culturales profundos. En síntesis, la conejita de Playboy comparte su reinado con otros “ideales” de belleza. Sigue siendo el reinado de la conejita, claro, pero el hecho de que muchas modelos sean de tipo andrógino algo está diciendo de la época, ¿no?
La figura de la mujer que representa la belleza femenina según el canon grecolatino está perfectamente plasmada en la figura de Monica Bellucci en su interpretación de la Cleopatra del cómic. |
JMB: En cambio, ¿qué figura de mujer encontramos hoy en día? ¿Existe una diferencia significativa entre una y otra?
LV: Nuevamente, conviven varias “figuras de mujer”, pero si hablamos de la imagen predominante, yo diría que seguimos frente al mismo modelo: la mujer bella y perfecta. Este modelo arquetípico convive con el diseño de la mujer como muchachito (ya vigente desde la Primera Guerra); la chica con corte a lo garçon, sin cintura, caderas chicas, senos aplastados, jeans, zapatillas, en fin, buscando anular la diferenciación. Pero ya sabemos, ¡nada más efímero que la moda! Pocos discursos son tan tiránicos, pregnantes y extendidos. Al mismo tiempo, si bien los modelos de belleza van variando con los tiempos, hay patrones separados en el tiempo que prevalecen. Ya en la antigua Grecia los sofistas comenzaron a definir la belleza como algo “agradable a los sentidos”, y el objeto bello lo es en virtud de su forma, especialmente, si satisface “a la vista y los oídos”. Allí comienza a desarrollarse un concepto de armonía, una mirada de las proporciones y las medidas, que podemos rastrear hasta la actualidad, con cambios, por supuesto, según las épocas, pero siguiendo una línea de “equilibrio matemático”. Precisamente, durante una etapa del Renacimiento, la vinculación del arte con las matemáticas es sustancial. Lo que quiero decir, y retomando la pregunta, es que la figura de mujer que encontramos hoy día, con todas las variantes que quieran agregar, sigue la línea ya trazada por la mitología grecorromana. Cada época tiene su Venus de Milo que simboliza el canon de belleza predominante. En la actualidad hay tendencias, estilos y modas de belleza que coexisten porque hay distintos gustos e intereses y nadie queda fuera: hay para todos y todas. Inclusive, las mujeres “feas” son convocadas al festival de Eros. Pienso que el punk tuvo mucho que ver con esto. Los cuerpos anti apolíneos, opuestos al narcisismo comercial y al marketing del cuerpo. El cuerpo del no future y en vías de deterioro. Que no todos sigamos el patrón de belleza dominante me parece maravilloso, por supuesto… pero, claro, ya estoy en otro tema… sigo.
JMB: ¿Podemos hablar de contradicción entre la imagen anhelada por el lector masculino (mujeres “atractivas”) y la ofrecida, más concretamente, al público femenino (felices amas de casa)?
LV: Ja… es buena la pregunta. A ver… creo que sí. Que las “felices amas de casa” no se corresponden con ese ideal de “mujer atractiva” que proyecta el deseo masculino. Sin embargo, hay una relación directa entre ambos. Las dos imágenes se superponen: la bomba sexual con el palo de amasar. Estoy pensando en la moda que tiende a borrar la diferencia entre hombres y mujeres. La abnegada ama de casa puede portar los rasgos eróticos de una mujer sexy (esto es claro en algunas publicidades televisivas o en las modelos estilizadas de las revistas femeninas) haciendo coincidir (o volver irreconocibles) los estereotipos marcados de la puta, la madre de tus hijos, la fiel esposa, la mujer independiente. El mercado se ha encargado de disolver las diferencias entre aspecto y rol. En las imágenes de circulación masiva (fotografías, historietas, cine, televisión, prensa, etc.) la idealización de ese mujer atractiva/ama de casa es una fabricación manufacturada sostenida a través de signos corporales y discursivos. Es claro que “no existe” la mujer que pueda encarnar ese ideal. Esa mujer representativa de una totalidad puede ser maravillosa, pero, al mismo tiempo, ¡nunca más infeliz! ¡Qué espanto tener que ser “la mujer perfecta”! Estoy pensando en esas mujeres dedicadas a satisfacer el “deseo masculino” y que se imponen una serie de tareas imposibles. Atienden a sus hijos, los educan y alimentan, limpian la casa, planchan las camisas de su hombre, trabajan “a la par” (tiempo completo, ocho horas), vuelven a su casa, cocinan casero (nada de delivery, porque ellas “lo pueden todo”), ponen la mesa (la levantan), acuestan a los niños y a la noche se disfrazan de puta para hacerle el baile del caño al Señor. Esas mujeres entrenadas en “hacer todo bien”, que cumplen todos los roles a la perfección (son fieles, buenas madres, buenas nueras, buenas amigas, buenas esposas y, por supuesto, buenas en la cama también) me pregunto qué vacío no están logrando llenar…
Tres revistas bien conocidas de cómic pornográfico en cuyas portadas se juega con la fantasía de mujer objeto / ama de casa. |
JMB: De este modo, ¿son las mujeres de la historia del cómic, parafraseando a Bataille, más objeto de pasión que de vida?
LV: Hum… no. No estoy de acuerdo. Con Bataille en este caso si esa es la frase. En las historietas, los personajes heroicos y guerreros también son objeto de pasión. Pasión de hombres y mujeres. Los gustos no se diferencian. El lector de historietas disfruta y goza con todos los arquetipos. ¿Por qué Superman sería menos objeto de deseo que Barbarella? ¡Pero si los dos son divinos! ¿Quién dice que tengamos que elegir tratándose de erotismo? Los glúteos apretados, el bulto peniano, las caderas, las tetas turgentes, las piernas hermosas y los gestos recios no son componentes de representación para lectores posicionados en una actitud hetero u homoerótica. Marlon Brando y Greta Garbo son íconos de placer para todos y todas. En la historieta se vende lo mismo. Pongo un solo ejemplo, Conan y Red Sonja, ambos con atributos fuertemente eróticos. ¿O no? Los estereotipos de la Marvel, por ejemplo, buscan la identificación en sus lectores, y el erotismo está presente tanto en los personajes masculinos como los femeninos. Por otro lado, y respondiendo a esa clasificación entre pasión/vida… hum… estoy en total desacuerdo. ¿O acaso las mujeres (de papel) de Altuna no están más vivas que ninguna?
JMB: ¿Qué personajes femeninos han sido los principales objetos de deseo, a tu modo de ver? ¿Por qué? ¿Qué los distingue de ser meros juguetes sexuales?
LV: Bueno, seguramente las mujeres de Milo Manara han sido y son objeto de deseo para sus lectores. La maestría del maestro italiano en representar la sensualidad de la mujer es evidente. El perfume del invisible, Cámara indiscreta, El clic, son todas historietas que no sólo muestran a la perfección la anatomía femenina sino que ponen en escena sus fantasías y deseos. Las mujeres de Altuna (Pampita, Gato) son pura sensualidad. Sin duda, Las puertitas del Sr. López. Un clásico. Valentina Rosselli, de Guido Crepax es un ícono del erotismo. Podría nombrar también a Bárbara de Juan Zanotto y todas las minas que dibujó en Puertitas. ¡Hay tapas de esa revista que nada tienen que envidiar al mejor póster erótico de un taller mecánico! Tengo que nombrar a Francisco Solano López, con Instituto, con Ministerio, con Ana, y la lista continúa. Tendría que pensar mucho, a ver… personalmente, me gustan mucho las minas que dibuja Cacho Mandrafina, su estilo es inconfundible. Hay escenas en El Husmeante, o en La gran patraña, que no muestran mucho, pero son abrumadoramente sensuales. Me encanta Juan Giménez, con esa relación cuerpo/máquina, un maestro del erotismo. Tanino Liberatore, sin duda… maravilloso! El Tomi, palabra mayor en el género. Y no me quiero olvidar de Clara de noche. Es una de las historietas que más disfruté en la vida, tanto por el arte de Bernet como por la historia que cuenta Trillo. ¿Qué mujer no quiso estar en la piel de esa mujer alguna vez? Pero seguramente me estoy olvidando de muchas historietas y autores, ¡y ni siquiera me metí con los humoristas! Por otra parte, creo que ser “objeto sexual” es un concepto acotado y relativo. También se goza siendo objeto, si es una elección, por supuesto. No me parece degradante ni algo para juzgar. ¿Qué tiene de malo que una mujer o un hombre, por su propio deseo se someta, al otro? El problema sería si ubicarse en el lugar de objeto impide que cualquiera acceda a sí mismo. Pero sabemos que no siempre es así… que no siempre volverse instrumento de goce es un camino hacia la despersonalización.
Portada de J. Zanotto para el número 25 de Super Sexy. |
Página de Juan Giménez, también dibujante del eros. |
Página de Clara de Noche, deTrillo, Maicas y Bernet. |
JMB: ¿Ha sido por ello el erotismo, inherente a determinados de estos personajes, un medio válido para la liberación de lo femenino? ¿Existe un lado femenino del cómic o sólo personajes femeninos hechos por hombres?
LV: El erotismo siempre es liberador. Yo creo que existe un lado femenino/masculino en todos nosotros, lo que no es lo mismo decir que todos somos bisexuales. Lo somos, sí, pero las elecciones nos definen. Lo que hay son mujeres más femeninas que otras, hombres más masculinos que otros. No quiere decir que una mujer no pueda ser la realizadora de un “cómic masculino” o que un hombre no pueda portar una “mirada femenina” en su estilo o modo de narrar. Varias veces me dijeron que en mis guiones hay una presencia femenina. Si así es, no lo hago desde una manera consciente y tampoco quiero hacerme cargo. La oposición entre cómic femenino y cómic masculino no debe plantearse de manera reduccionista. Si una mujer dibuja, hace cómic femenino. Si una mujer escribe, escribe una historia femenina. Puede ser que lo haga tanto como que no. No condicionemos el arte por nuestras diferencias genitales. Hay que ver qué hay detrás de cada artista, sea hombre o mujer…
JMB: ¿Actualmente existe cierto auge de lo erótico dentro del ámbito de lo artístico?
LV: Sí, por supuesto que sí. En la medida en que asistimos a un mayor predominio de la subjetividad en el arte y en la medida en que “la arqueología de lo íntimo” se vuelve un valor en sí mismo. No sólo el arte, sino los distintos medios y lenguajes, son cantera fértil y funcionan como soporte
JMB: ¿La frontera entre el erotismo y la pornografía está dada por el contexto o por el contenido?
LV: La frontera es una cuestión de grado, no de contenido ni contexto. Cito a Barthes, para el caso: “Querer escribir el amor es un embrollo del lenguaje: esa región de enloquecimiento donde el lenguaje es a la vez demasiado y demasiado poco”. Es claro que Barthes habla del amor y no de la pornografía y el erotismo, pero empleo la frase porque me resulta complicado ver las diferencias. Entiéndase el juego de palabras. Tanto en cuestiones de amor como de sexo, la intimidad se inscribe en el territorio del yo y es a través del discurso que pide ser verbalizada. Sin embargo, su naturaleza es huidiza. Por qué diríamos que estamos “frente a una escena erótica” y no “frente a una escena de amor” o, mejor aún, “frente a un acto soez y pornográfico”? ¿Quién dice qué de qué? Según la perspectiva, esa imagen, ese acto, puede ser una cosa o la otra. O las tres juntas, ¿quién sabe? La intimidad sigue siendo ese lugar reacio a la iluminación pública: todavía no existe el espéculo vaginal que llegue al cerebro ni la camarita web que capte el inconsciente. Volviendo a la diferencia entre erotismo y pornografía, la visión siempre es subjetiva. Si hablamos en términos de “lo prohibido” y de interpelación del deseo, sí veo una diferencia, claro. Es evidente que para el porno, el límite es difuso, pero eso no quiere decir que su lenguaje sea “menos misterioso”, o “menos complejo” como muchas veces las miradas que oponen erotismo/pornografía intentan plantear. La pornografía es mucho más que goce orgánico. Personalmente, me quedo con mi subjetividad y no con el binarismo simplista que opone “buen erotismo” a “mala pornografía”. En términos más prácticos y para usar ejemplos, películas como El imperio de los sentidos, de Oshima, o El último tango en París, de Bertolucci; Crash, de Cronenberg; Lolita y Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut), de Kubrick, me partieron la cabeza, pero puedo pasar de eso a ver un video porno casero subido a YouTube por un matrimonio aburrido y me fascina igual. ¿Por qué tengo que elegir? ¿A quién se le plantea el dilema?
La adaptación al cómic de la obra de Lawrence por Emerson, tan erotizante como divertida. |
JMB: ¿Qué requisitos ha de tener una obra erótica? ¿Su esencia es la “transgresión” de las normas o el juego entre lo prohibido y los placeres mundanos?
LV: Yo no sé cuáles son los “requisitos”, pero sí podría decir que una obra erótica (no pornográfica) no admite diferencia entre amor y sexualidad, amor carnal y platónico, mente y cuerpo. Una obra que cumpliría los requisitos del erotismo y que a mí me parece fantástica es El amante de lady Chatterley. La novela de David H. Lawrence me marcó profundamente. En la historia hay escenas sexuales explicitas, pero no obscenidad pornográfica. La novela no toma las formas más básicas del sadismo ni busca “decirlo todo”, no pretende la transparencia, y el deseo no está consagrado al fracaso o al agotamiento. Creo que esta novela es un paradigma del erotismo en la literatura. Al mismo tiempo, insisto, por mucho que me guste El amante de lady Chatterley, la novela no está por encima de la más procaz de las revistas porno. Por supuesto que en un caso la sintaxis es pobre (porque las novelas o las películas triple X están organizadas en género) y el único fin es la excitación del espectador. Pero ello no les quita mérito. No son obras literarias. No. Las películas no alcanzan la universalidad del arte, cierto. Pero el problema no está en los productos, sino en la comparación erotismo/pornografía. No es un combate justo, desde el vamos.
JMB: ¿La presencia de lo erótico ha ayudado al desarrollo de una historieta más madura?
LV: No sé si “más madura”, pero sin duda más interesante y excitante. Muchas historias no se podrían haber contado sin esa carga erótica, ¿no?
JMB: ¿Lo erótico va más allá de lo enteramente sexual? ¿Cuáles son los límites de la fantasía erótica?
LV: No hay límites en la fantasía erótica, pero sí en su concreción. Las fantasías están para eso, sería insensato ponerles barreras a tus deseos. Por supuesto que no todo lo que deseamos se puede concretar. Justamente, el deseo nunca es algo “a ser llenado”, en el sentido de “satisfecho”. Nunca es una cosa determinada de una vez y para siempre. Más bien es una línea de fuga, un punto de expansión y nunca un goce total y absoluto. Los límites no existen para la fantasía, quien se los ponga, quien les ponga coto a sus pensamientos, reprime lo único que tiene sentido: la imaginación, las ideas….
Portada de una edición original de Los alimentos terrestres / terrenales. |
JMB: ¿La pornografía puede alcanzar algún día una dimensión estética? ¿Su único fin en esencia es el puro negocio?
LV: Creo que el porno puede ser muy estético… ¿qué más estético que el miembro erecto o los orificios abiertos? Se trata de una visión maravillosa. Yo creo que la índole compleja y paradójica del deseo es liberadora y, por lo tanto, creativa.
JMB: ¿La satisfacción del deseo es fuente de libertad?
LV: Bueno, a ver… Lacan logra desplazar el problema cuando define el deseo como el excedente entre la necesidad y la satisfacción. Este excedente “insatisfecho” (la necesidad nunca se colma) es lo que tiene el deseo de significante cultural. Entonces, la libertad no es posible porque el deseo nunca se satisface. Voy a usar una frase, porque me encanta y porque yo no lo puedo decir mejor. André Gide, en Los alimentos terrenales, decía: “Cada deseo me ha enriquecido más que la posesión siempre falsa del mismo objeto de mi deseo”. Creo que ello lo resume todo, ¿no?... De ninguna manera la concreción del deseo es liberadora. Precisamente, de falta, de una falta de realización absoluta, nace la posibilidad de poder decir “yo”. Por otra parte, a diferencia de la necesidad, el deseo no se limita a su satisfacción ni tiende a la posesión. No busca reducir su objeto, y en este sentido, naturalmente, el deseo no busca nunca “colmarse”. La sed es permanente. El vaso siempre está medio lleno.
JMB: ¿Hablamos de la última industria de historieta viable comercialmente? ¿Ha sido nocivo el efecto de la ciberpornografía?
LV: Sí, creo que sí… Pero no trabajé nunca en la industria del cómic erótico, por lo que mi respuesta es intuitiva y basada en la experiencia de colegas y amigos. Hernán Migoya describe muy bien y da un testimonio personal delicioso sobre este tema (http://ellectordehistorietas.blogspot.com/2011/09/hernan-migoya-su-testimonio-personal.html) en El Lector de Historietas. Es un tema que hablé mucho con mi marido, Diego Agrimbau. Él trabajó varios años en el género, de hecho, su primer trabajo profesional fue para la Kiss Comix. Diego lo cuenta en su blog. Creo que el cierre de la revista afectó a guionistas y dibujantes de distintas generaciones que, consumidores de pornografía o no, sintieron una pérdida cuando dejó de editarse. En cuanto a la relación directa entre revistas porno de historieta/ciberpornografía, es cosa de verse y esperar para abrir juicios. Entiendo que sí, pero también soy optimista respecto de las transformaciones del mercado, que todo lo digiere, procesa y recicla. Los nuevos formatos, modos de publicación, animación, etc. No creo que la industria del porno en la historieta esté en riesgo, en todo caso, asiste a una de sus múltiples transformaciones.
Dos portadas de números de Kiss Comix en los que ha publicado obras Diego Agrimbau. Ambas explotan el mito de la Lolita. |
JMB: ¿Por qué dentro del cómic el rol creativo de la mujer es tan menor?
LV: ¿Te referís a las hacedoras del cómic? Hum… no creo que el rol creativo de la mujer sea menor! Hay menos, sí, pero no es menor. Tampoco es secundario. Hay muchas dibujantes y guionistas que en los últimos años han dado prueba suficiente de no tener nada que envidiarles a sus colegas profesionales.
JMB: ¿Se dará alguna vez la existencia consolidada de un público femenino consumidor de pornografía?
LV: Ese público ya existe. No creo que haya que construirlo. Casi todas las mujeres que conozco consumen pornografía. Que no compartan la práctica con sus maridos es otra cosa… Lo que hay es hipocresía, en todo caso, pero no algo que pueda afirmarse como estadística. En el círculo que frecuento, muchas mujeres consumen porno en sus distintas variantes, y en general, para ser sincera, coincide su consumo con una vida sexual plena. En los casos en donde la pornografía está vedada me parece que las relaciones maritales y personales se vuelven menos complejas.
JMB: ¿La pornografía del cómic posee rasgos propios diferenciales?
LV: Sí, yo creo que sí. Entiendo que los autores (dibujantes y guionistas) pueden rozar lo apenas comunicable. Las restricciones son las de la imaginación, no las que impone el propio cuerpo. Pensemos en el set de un filme porno. Supongamos que los actores están dispuestos a “darlo todo” y el director quiere revolucionar el medio. Los límites saltan a la vista: no se trata de mostrar más, sino de mostrar mejor. El lenguaje del cómic puede hacerlo. Si la imagen pornográfica se construye sobre la inversión continua entre lo lleno y lo vacío (el cuerpo vacío que no espera otra cosa más que ser penetrado), la transparencia pareciera ser su lenguaje y especificidad. Y ya sabemos que la historieta nunca oculta su modo de narrar, sus operaciones ni sus artificios. Todo está puesto sobre la hoja de papel: “Esto que ves no es un cuerpo, es su representación en movimiento”. Nada más engañoso y real que eso.
Páginas de dos historietas pornográficas de Agrimbau como guionista, la de la izquierda dibujada por Gabriel Ippóliti y la de la derecha dibujada por Al Azif. |
JMB: ¿El porno degrada a la mujer?
LV: Naturalmente que no. En la cultura porno no hay nada puramente fisiológico o librado al azar. Todo lo que ocurra en ese ámbito está moldeado por la cultura. Por lo tanto, lo primero que tenemos que desterrar es la idea de que los sujetos que libremente asumen la pornografía como modo de vida son una especie de cavernícolas que corretean en bolas por los campos y eyaculan sin parar. Entonces, ¿cómo pensar la degradación o la alienación en su relación con la libertad? Al final de cuentas, todo lo que queda y todo lo que cuenta no es lo que un ser haga con otro, sino lo que tu mente conserve. Lo demás, son puras especulaciones. O eyaculaciones, según como venga la cosa.