HABLAR, LEER Y ESCRIBIR EN VIÑETAS
Creo que fue Ken Niimura quien comentaba lo importantes que fueron en su formación las horas dedicadas al dibujo en su etapa escolar; no durante las asignaturas de expresión plástica, sino durante otras clases en las que se aburría y se dedicaba a desarrollar la imaginación con sus ilustraciones. Seguramente esta etapa iniciática en la formación del dibujante sea compartida por muchos otros autores, pero, en cualquier caso, con toda probabilidad la anécdota es cierta y muchos historietistas empezaron en las aulas desde bien pequeños. Otros, sin embargo, nos teníamos que contentar con ser simples lectores. No me malinterpreten, no quiero decir que toda la escuela tradicional sea aburrida o negativa. Yo mismo he contado con muchos docentes magníficos a lo largo de las diferentes etapas escolares, pero lo que sí es cierto es que la lectura del cómic no entró en mi formación escolar obligatoria. Leía cómics fuera del aula, principalmente con mi hermano, con el cual compartía lecturas y personajes preferidos. Pero en las aulas no penetró nunca un cómic como lectura recomendada, más allá de los que llevaba en la mochila para compartir con otros aficionados.
Por fortuna, el libro del que hoy les hablo es una herramienta perfecta para introducir el cómic en las aulas. Ya desde el título, también en el original Using comic art to improve speaking and writing, publicado en 2012, demuestra su clara vocación pedagógica. Fue H. G. Oesterheld quien dijo que «la historieta, si se la hace bien, puede ser más que simple entretenimiento, puede ser la herramienta educativa del futuro», de lo cual este libro es un claro ejemplo. Este interés crece, si cabe, teniendo en cuenta que el que escribe este análisis se dedica a la didáctica de la lengua y la literatura: la expresión oral, junto con la competencia lecto-escritora, son ejes centrales de mi área de conocimiento, pero también son imprescindibles en cualquier otro tipo de aprendizaje.
No me detendré en hablar de los autores ( Steve Bowkett y Tony Hitchman ), ambos investigadores y divulgadores de la historieta y sus posibilidades didácticas, pero sí que señalaré que Bowkett se centra en las cuestiones didácticas y Hitchman, por su parte, en la secuenciación de actividades y en las ilustraciones. Asimismo, no debemos olvidar la función de su traductor, Pablo Manzano Bernárdez, habitual en la editorial Morata de obras anglosajonas con claro perfil didáctico.
En la introducción, los autores nos plantean unas premisas fundamentales para justificar el interés por el libro y muy conocidas para cualquier estudioso del cómic. Algunas de estas ideas son: las imágenes como fuente de información y de interés para todas las etapas escolares, y su atractivo frente al texto escrito, que siempre requiere un mayor esfuerzo de comprensión, o la importancia de la alfabetización visual desde las primeras etapas. Pero esta importancia de la imagen se relaciona enseguida con sus posibilidades para mejorar la comprensión oral y la escrita. La narrativa gráfica favorece entender formatos de escritura más complejos y nos permite tender puentes entre la historieta y la literatura, sin, por supuesto, identificarlas. La estructura en páginas y viñetas del cómic nos puede ayudar para organizar el discurso desde los primeros aprendizajes lectoescritores. El lector modelo de esta propuesta ya conoce el mundo del cómic, y se proponen actividades para relacionar ese conocimiento previo con tareas concretas para mejorar la expresión escrita. Por ejemplo, la disposición de viñetas en una página se puede usar como plantilla para estructurar los párrafos de un relato, o incluso las partes de una exposición oral. El apoyo del texto sobre las ilustraciones, los gestos de los personajes o las convenciones visuales de la narración gráfica, como, por ejemplo, las distintas formas de los bocadillos, pueden ayudar a señalar las carencias del texto escrito para señalar tonos o emociones. El libro está enfocado, pues, a desarrollar la alfabetización visual de sus lectores a través de múltiples técnicas y propuestas didácticas. Este aprendizaje visual promueve el desarrollo de otras destrezas de pensamiento y otras habilidades metacognitivas, planteando el concepto de “taquigrafía visual”, desarrollado en el séptimo capítulo. Con el cómic podemos adaptar, ampliar o resumir relatos precedentes, pero también se nos permite crear nuevas historias, con un gran atractivo para los lectores. Bowkett y Hitchman recopilan, así, múltiples técnicas sobre diversos aspectos de la narración gráfica.
Este completo trabajo está organizado de manera muy clara y estructurada. Así, los primeros capítulos (1-6) se centran en presentar el cómic como organizador visual para planificar la escritura (a partir de un estímulo se comienza a estructurar la narración). Los dos siguientes capítulos (7-8) profundizan en las posibilidades del cómic como elemento para planificar un relato, al que podemos añadir nuevas ideas, trabajando elementos concretos, como el guion. Si el primer capítulo destaca los “inicios fuertes”, el noveno nos describe los “desenlaces fuertes”. Los siguientes capítulos se centran en elementos concretos, como los personajes (10-12), el ritmo (13), el desarrollo de la trama (14) o la anticipación (15), como elementos decisivos para escribir historias. El capítulo 16 introduce el concepto de género narrativo. El lector aficionado ya sabe que el cómic es un medio propio y no un género literario, por lo que podemos aplicar distintos géneros o temáticas al cómic: fantasía, histórico, amor, misterio, ciencia ficción… A través de este capítulo, podemos proponer al alumnado actividades para identificar los motivos arquetípicos de cada género, como características descriptivas de cada relato. Quiero destacar los siguientes capítulos (17 y 18) por la introducción de las técnicas Kapow! como herramientas para analizar no solamente las viñetas sino también otras obras pictóricas. Algunas de las estrategias planteadas para el razonamiento en la mejor comprensión de las bellas artes son: exageración, narrativa, reacciones”, pequeños detalles/motivos importantes o contar una historia visualmente. Esta organización de los contenidos no se aplica solamente al arte, también se puede aplicar en otras propuestas de textos no literarios, como en: instrucciones, discusiones, explicaciones, escritura persuasiva o informes de lectura de prensa. El siguiente capítulo, el penúltimo, relaciona los diseños en sucio con los distintos borradores de un texto escrito. En último lugar, el capítulo 20, titulado “El valor de los cómics para el aprendizaje”, representa un epílogo necesario, quizá demasiado breve, ya que enumera las quince destrezas que pueden desarrollarse con el uso de cómics en la clase de escritura (tal vez esta enumeración hubiera sido necesaria al principio del libro).
Ya hemos mencionado que el libro tiene una estructura de manual, con veinte capítulos, índices y bibliografía, pero también le acompañan casi cien figuras, enfocadas a ilustrar las actividades propuestas. Se asume que la mayor parte de las ilustraciones son de Tony Hitchman, pero solamente unas pocas aparecen firmadas, como por ejemplo: 3.1 “Viñetas castillo y científico” (sin título); 4.1 “Los detalles aumentan la tensión”, 11.6 “Reacciones”; o 14.1 “Desarrollar el drama”. Aunque la clasificación de estas figuras es perfecta, señalando primero el capítulo y luego el lugar dentro de la explicación, solamente presentan título las del capítulo 9. En un libro para aficionados al cómic, sobre todo para ser llevado al aula por docentes con propuestas muy concretas, la estructura de manual está enfocada para el profesorado que quiere acercarse al cómic o profundizar en todas las posibilidades para mejorar la expresión oral y escrita. Pero el lector que no sea buen dibujante solamente cuenta con los apoyos del propio libro, por lo que sería conveniente ampliarlos con otros ejemplos de historietas conocidas, para hacerlas más accesibles y como reclamo al alumnado escolar, principal destinatario de estas actividades. Sí se citan, no obstante, una serie de cuadros para ampliar las técnicas Kapow! en los últimos capítulos, demostrando la necesidad de aplicar las actividades a otro tipo de ilustraciones. Finalmente, un elemento destacable en la composición de los capítulos es su claro enfoque didáctico. Todos ellos comienzan con “beneficios para el aprendizaje” y se van intercalando los distintos contenidos bien diferenciados y secuenciados, siempre con ilustraciones imprescindibles, actividades como ejemplo y consejos concretos para trabajar estas técnicas en el aula.
Como ya he apuntado, este libro es una perfecta herramienta para aproximarse al cómic y sus posibilidades educativas. En el ámbito docente al que pertenezco, sea a través de Unicómic (las jornadas del cómic de la Universidad de Alicante), del Aula de Cómic o de las Redes de Docencia Universitaria , cuando tutorizamos un trabajo de fin de grado o de máster sobre cómic , siempre le pedimos al alumnado interesado que venga con unas lecturas de partida. Esto es: que, además de ser aficionado a los tebeos, conozca también algunas cuestiones sobre su uso educativo, para lo cual este libro podría ser una lectura útil e iniciática. También es cierto que muchas veces, por desgracia, el alumnado en formación, “descubre” un libro, un artículo u otro TFM y lo imita inconscientemente bajo el argumento de que es el trabajo que les habría gustado hacer. Y es, precisamente, de este comentario del que me apropio para concluir: bien podría decir que este libro me ha agradado tanto que es el tipo de propuesta que querría haber publicado.