HAY FILOSOFÍA ENTRE LAS VIÑETAS
JAIME FERNÁNDEZ-BLANCO INCLÁN

Title:
There's filosophy between panels
Resumen / Abstract:
En este artículo se sostiene, por un lado, la transversalidad de los cómics en tanto que apropiados para cualquier edad. Por otro lado, el autor observa cómo la filosofía está presente, igual que en nuestra vida, en multitud de tebeos, de manera implícita en la mayoría de los casos, aunque en otros de un modo abiertamente explícito. Finalmente, se apunta la posibilidad de plantear interrogantes filosóficos incluso ante los cómics de superhéroes. / This article supports, on the one hand, the transversality of comics as appropriate for any age. On the other hand, the author observes how philosophy is present, just like in our life, in a multitude of comics, implicitly in most cases, although in others in an openly explicit way. Finally, the possibility of posing philosophical questions even in the face of superhero comics is pointed out.
Palabras clave / Keywords:
Filosofía, Ética, Reflexión, Acción/ Philosophy, Ethics, Introspection, Action

HAY FILOSOFÍA ENTRE LAS VIÑETAS 

 

El cómic ha sido considerado, durante buena parte de la historia, como una forma de arte "menor". No desprovista de calidad, pero sí colocado siempre en una categoría más baja que, por ejemplo, la literatura, el teatro o la pintura o el cine. El cómic ha sido asociado, para la gran mayoría, como poco más que una fase en nuestro desarrollo formativo. Un entretenimiento para los niños y los jóvenes antes de dar el paso a las lecturas, por decirlo de alguna manera, “adultas”.

La realidad es bastante diferente. Es cierto que el cómic, por su especial configuración, naturaleza y dinamismo, es un medio muy seductor para los jóvenes, pues su mezcla de texto y dibujo, sin las exigencias tecnológicas de medios como la televisión y el cine, permite una narrativa con una libertad excepcional y sumamente atractiva gracias a su faceta visual. Pero eso no significa en modo alguno que ese mismo atractivo no lo sienta una persona adulta, y mucho menos que no pueda ser igual de maduro el contenido del cómic mismo.

Un soporte para cualquier edad

Aunque es cierto que persiste esa leyenda de que el cómic es un medio «para niños», sus temáticas, como cualquier otro medio, cubren todas las edades. Hay muchos cómics con historias francamente adultas y no sólo porque reflejen escenas de sexo o violencia (tradicionalmente los baremos para establecer la «adultez» de un determinado producto), sino porque se adentran en temáticas o fenómenos de nuestra naturaleza que no parecen, a priori, accesibles para determinados públicos. Reflejan el amplio abanico emocional en que nos movemos, los desafíos que nos planteamos, los problemas del mundo en que vivimos (o que podríamos vivir) y reflexionan sobre todo ello.

La filosofía es uno de estos fenómenos que el ojo bien entrenado puede encontrar en los cómics, y aparece de todas las formas posibles. No estamos hablando únicamente de la publicación de cómics basados en grandes obras filosóficas, como por ejemplo la colección de mangas de La Otra H de la editorial Herder, que reproduce en este formato algunas de las obras más importantes de la cultura universal. Mangas a través de los que jóvenes y no tan jóvenes pueden acceder a las obras más representativas de pesos pesados como Kant, Nietzsche, Freud, Dante, Lao Tsé y un larguísimo etc., sin las complicaciones y limitaciones que para esos lectores tendrían las lecturas originales. No hablamos solo de ese formato en concreto, sino de cómo la historia del pensamiento y sus grandes ideas está perfectamente infiltrados en muchas obras en forma de principios éticos, interpretaciones metafísicas o políticas, realidades utópicas/distópicas o representaciones epistemológicas.

 

Una tira de Calvin and Hobbes, obra de Bill Watterson


Cuando la filosofía se adueña de la página

Alguien mínimamente interesado que lea, por ejemplo, Watchmen —la mítica obra de Alan Moore— podrá encontrar un claro ejemplo del conflicto desarrollado a lo largo de la historia entre las éticas deontológicas (conjunto de reglas que deben ser cumplidas para obrar bien) y las teleológicas (formas de ética que establecen el bien en función del fin que consiguen, no en sus reglas o principios) en el comportamiento de Rorschach y Ozimandias. O que encontrará claras referencias estoicas en la forma de observar la vida y el universo del Dr. Manhattan. 

Y lo mismo en muchos otros cómics de toda índole. ¿No hay reflexiones filosóficas en las conversaciones ficticias de Calvin con su tigre de peluche Hobbes en las tiras cómicas de Bill Waterson (Calvin and Hobbes)? ¿No se profundiza en la intimidad de las miserias de la naturaleza humana en las cándidas sentencias de Charlie Brown (Peanuts)? ¿O los conflictos entre su vida pública y privada de Peter Parker (Spider-man)? Nadie con un mínimo de conciencia y bagaje cultural podrá dejar escapar las continuas referencias existencialistas que plantean los cómics, por mucho que se los quiera pintar como entretenimiento para “niños”, lo cual tampoco implica su inexistencia, pues los niños, aunque no lo sepan, también operan, viven, actúan y condicionan su vida a partir de una filosofía. Otra cosa es que la misma cambie con el paso de los años, que sean ellos las que la elijan o que siquiera les interese. Eso ya es harina de otro costal, pero no por ello invalida nuestro argumento. 

Los ejemplos son tantos que abruma: la delgada línea que separa el bien y el mal en Sin City, la feroz crítica al misticismo y al pragmatismo de 300 -ambas obras del gran Frank Miller-; la reinterpretación religiosa de la Divina comedia de Dante en Spawn, de Todd McFarlane; las raíces bíblicas del fenomenal universo narrativo de Crimson, de Humberto Ramos; la visión maniquea de la existencia y su lucha del bien contra el mal en la fábula fantástica de Bone de Jeff Smith; y así podríamos tirarnos páginas y páginas. El cómic, o por lo menos muchos cómics, están repletos de contenido filosófico y de temas que interesan a la filosofía.

 

Viñeta de la obra Sandman, pergeñada por Neil Gaiman, aquí con una imagen del personaje Destiny.


Rodeados de filosofía

Esto, aunque parezca mentira, no es un éxito del cómic. Y no se trata de un mérito por la sencilla razón de que la filosofía está en todas partes. Lo mismo que estamos hablando de la posibilidad de encontrar digresiones de corte filosófico en los tebeos, podríamos decirlo del cine, del teatro, de la vida. ¿Qué hacen los jóvenes de copas los sábados por la noche si no es filosofar? Se preguntan sobre sobre la vida y la muerte, lo humano y lo divino, el amor y el odio, etc.

Nos pasamos la vida reflexionando y tratando de encontrar o crear nuestra propia brújula, porque, por mucho que queramos o que lo neguemos, no podemos vivir en el mundo sin filosofía. Seamos hedonistas, queramos vivir cínicamente, nos ciñamos a los hechos de la realidad o vivíamos en la ensoñación constante de ideales a los que aspirar, estamos viviendo conforme a una filosofía. Incluso aquellos que no se han parado nunca a pensar en ella viven bajo su manto, que condiciona su vida y sus acciones. 

Por ello es natural que esta filosofía quede firmemente arraigada a todo aquello que queramos crear, máxime cuando son historias a partir de nuestros propios pensamientos, aunque su destino sea interesar y entretener a los demás. Nos habremos dado cuenta en muchas ocasiones: hay historias que tienen el poder de atraparnos sin remedio, mientras que otras, por mucho que se esfuercen, nunca terminan de engancharnos. En no pocas ocasiones, esto sucede por una razón muy concreta: el mundo en el que se desarrolla la acción no termina de parecer «real». Los principios en que se sustenta la trama no tienen coherencia, la personalidad de los personajes no está conseguida y sus acciones no nacen de unos principios o valores que podemos reconocer (estemos a favor o en contra de lo que implican). 

Detrás de todas estas cuestiones está nuestra protagonista: la filosofía. Para poder crear un universo atractivo que el lector acepte como auténtico -—aunque se desarrolle a mil años luz en una galaxia muy lejana o esté poblado por monstruos inmortales—-, este ha de regirse por unas reglas coherentes, que estén sustentadas de alguna manera en la lógica y la razón. Ese sustrato es el que permite a los creadores desarrollar protagonistas con los que empatizar, o a los lectores enamorarse de héroes a los que admiran, del mismo modo que les permite generar odio con sus antagonistas.

Cuando decíamos antes que todo el mundo vive conforme a una filosofía, aunque no se dé cuenta, nos referíamos a esto mismo. Nadie actúa, piensa o vive sin hacerlo conforme a unas reglas que condicionan y explican su comportamiento. Un idealista no enfocará la realidad de la misma manera que un empirista, de la misma manera que los objetivos que guiarán a un cínico no serán los mismos que los de un hedonista. Pero todos tienen en común una cosa: viven «filosóficamente». Y, por tanto, es normal que el cómic, una manifestación más de nuestro arte y capacidad, esté impregnado de ella, como todo lo demás que creamos: impregnado de humanidad.

 

Varias personalidades de la filosofía ataviados como superhéroes


¿Por qué Superman hace lo que hace?

De la misma manera que hemos enfocado el tema desde la perspectiva de la filosofía en el comic; podemos hacerlo en sentido inverso, y es que la filosofía también se ha preocupado por analizar el mundo de las viñetas (y, ya puestos, el del cine, las series, los dibujos animados, etc).

En buen ejemplo sería el libro de la editorial Blackie Books, Los superhéroes y la filosofía, donde profesores, críticos y expertos en cómics, analizan a través de la filosofía las personalidades y repercusiones de la condición superheroica: el bien y el mal, los límites de la violencia, los problemas de la justicia más allá de la ley, el determinismo, el libre albedrío, el egoísmo, el altruismo, etc. O La filosofía en viñetas, que nos lleva a recorrer más de dos mil años de historia del pensamiento de un modo ameno, original y divertido. Y la lista sigue: También los superhéroes van a terapiaFilosofía de hielo y fuego, Los Simpson y la filosofía, etc. Cada vez más el pensamiento y las humanidades beben de nuestras formas de ocio, puesto que tienen un peso en nuestra vida y la forma en que la vivimos mucho mayor de lo que podríamos pensar.

¿Por qué Superman actúa como actúa? ¿De dónde surge a nivel psicológico la determinación de Batman? ¿Es Lobezno una buena persona? ¿Cuál es la línea que separa al antihéroe del héroe? Si un bien día nos despertáramos con superpoderes, ¿haríamos el bien o el mal?, etc. Estas son solo unas pocas cuestiones que se podrían enfocar desde la perspectiva de la filosofía, y el resultado daría para varios libros. Diferentes filósofos y diferentes tesis darían lugar a diferentes interpretaciones. Un comportamiento que desde un punto de vista sería moral, probablemente desde otro fuera malvado. Ese «relativismo», que en la ficción es mucho más libre y despreocupado que en la realidad, es una herramienta maravillosa a la hora de narrar, pues permite crear situaciones en las que colocar al lector que difícilmente pueden ser conseguidas de otro modo.

Y puede que ese sea precisamente el gran éxito que la ficción ha tenido en todas sus formas: nos permite replantear nuestra existencia conforme a nuevas ideas, acciones y escenarios; y los cómics, como no podía ser de otra manera por su particular historia y concepción, representan el summum de todo eso.

Creación de la ficha (2020): Jaime Fernández Blanco-Inclán. Revisión de Félix López y Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Jaime Fernández-Blanco Inclán (2020): "Hay filosofía entre las viñetas", en Tebeosfera, tercera época, 14 (19-VII-2020). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 18/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/hay_filosofia_entre_las_vinetas.html