LA BUENA TRADUCCIÓN, SI (IGUAL DE) BREVE, DOS VECES BUENA
1. Qué es la traducción de cómics
Para volver al título, ¿qué hace que una traducción sea doblemente buena si es (igual de) breve? Para responder a esta pregunta, primero quisiera explicar las particularidades de la traducción de cómics. Considerando el cómic una forma de literatura —aunque por su lenguaje gráfico vaya más allá—, es obvio que la disciplina que se encargue de trasladarlo a otra lengua sea la traducción literaria. No obstante, en el cómic existe una serie de condiciones o, mejor dicho, de limitaciones que son propias de una modalidad llamada «traducción subordinada», que Roberto Mayoral (1997: 1) establece del siguiente modo:
Definíamos traducción subordinada como aquella que se ve sometida a dos tipos de circunstancias condicionantes:
En la traducción del cómic nos encontramos con un sistema de comunicación que combina texto e imagen, dos elementos que están conectados de forma inseparable, como pasa también en la traducción audiovisual (doblaje y subtitulado), o en la traducción o localización de programas informáticos, entre otros. Esta conexión repercute en dos grandes limitaciones:
En general, la traducción subordinada impone dos tipos de restricciones específicas fundamentalmente de carácter cuantitativo y cualitativo. Por un lado, el espacio (existe un espacio máximo que dificulta e incluso impide las perífrasis, explicaciones, etc.), y por otro lado, el margen de desviación (si el lector está al mismo tiempo oyendo el texto en lengua original o si hay una imagen que describe una situación concreta, disminuyen las posibilidades de realizar traducciones que incluyan, por ejemplo, algún tipo de adaptación cultural) (Valero, 2000: 77).
Cómics traducidos por este autor al alemán. | |||
De acuerdo con la anterior definición de Mayoral, las imágenes del cómic se consideran una circunstancia condicionante, pero no solo por su interacción con el mensaje del texto que las acompaña, sino también por el espacio físico que se les concede. Y es que el texto suele quedar encerrado en recuadros, globos o bocadillos, que forman parte de la viñeta y que, a su vez, suelen estar limitados por las imágenes de esta. Por lo tanto, el traductor se encuentra con un claro condicionante al que debe subordinar su traducción:
El texto […] tiene la limitación física de los bocadillos, que nos delimitan la extensión de nuestra traducción, ya que suponen un yugo para la traducción en todos los sentidos. De esta manera, podemos vernos obligados tanto a acortar nuestra traducción para que quepa en el bocadillo que le corresponde como a alargarla porque no podemos dejar vacío el bocadillo en cuestión, aunque a veces el propio espacio en blanco del bocadillo puede ser tan importante para la comunicación como el propio texto (Villena Álvarez, 1999: 510).
Esta limitación física depende en gran medida del estilo y de la forma de trabajar de cada autor. Los hay que planifican sus viñetas con bocadillos espaciosos, que ciertamente facilitan la labor del traductor, si bien este no debe abusar del espacio disponible, por ser un recurso narrativo en sí mismo: «Es preciso tener en cuenta que el espacio en blanco del cómic original puede estar desempeñando una función comunicativa tan importante como la del texto. En muchos casos, un espacio que parece disponible debería mantenerse intacto en aras del funcionamiento correcto del mensaje» (Castillo Cañellas, 1996: 18).
En todo caso, conviene tener en cuenta que la obra original se crea basada en el idioma de partida, no en la eventual traducción a otro(s) idioma(s). Esta premisa repercute en la traducción en muchos niveles, y entre otros, también en el espacio ordenado por el autor y condicionante para el traductor. El espacio que el autor concede al texto dentro del conjunto de una viñeta, tira o página es el que considera adecuado para el enunciado original. «No hay que olvidar que los tebeos, como es natural, no se conciben pensando en su traducción, por mucha atención que los autores puedan prestar a esta —caso de Goscinny y Uderzo con Astérix, que se ocupaban de supervisar las adaptaciones de su obra a las variopintas culturas a que va dirigida—» (Castillo Cañellas, 1996: 15).
Habitualmente, los autores de cómic tienen dos formas de trabajar a la hora de diseñar las páginas de sus obras: algunos conciben primero la viñeta sin el texto; es decir, crean las imágenes junto con los globos, que luego rellenan. Otros, sin embargo, proceden al revés y anotan primero el texto, para luego dibujar el globo o recuadro adaptado a su extensión, y terminan ilustrando la viñeta.
Ejemplo de bocadillos rellenados (pág. 58) de Arrugas. © 2008 Astiberri. | Ejemplo de bocadillos adaptados (pág. 87) y de Cenizas. © 2012 Astiberri. |
Aparte del “tamaño” de los globos y recuadros, otro condicionante para la traducción puede ser la “forma” de estos. No todos consisten en óvalos, círculos o rectángulos. A menudo nos encontramos con formas irregulares, sobre todo si se trata de un autor que escribe primero los textos y adapta los globos y recuadros luego (ver imagen más abajo). Entonces surgen formas ajustadas al texto, que pueden limitar la elección de las palabras en la traducción. En el caso (a) de la imagen (Kurlander, Skelly y Salesin, 1996: 5), por ejemplo, la traducción deberá empezar y terminar con una palabra corta que quepa en las partes sobresalientes —arriba y abajo, respectivamente— del bocadillo.
Ejemplos de bocadillos irregulares de Comic Chat. |
Algo similar sucede en el caso de los textos incorporados en la imagen sin separación o delimitación alguna, como pueden ser onomatopeyas, rótulos o inscripciones varias. Al contar con una extensión adaptada a la imagen de la que forman parte, dichos textos no admiten mucha flexibilidad en la traducción. A menudo resulta difícil incluso alargarlos un carácter o dos más con respecto al original. En las imágenes —un extracto de El arte de volar, de Altarriba y Kim, y de mi traducción al alemán, respectivamente— se aprecian dos casos así en una sola viñeta: un papel con texto y un “tatuaje”.
Viñeta original (pág. 42) de El arte de volar. | Viñeta traducida (pág. 36) de Die Kunst zu fliegen. |
Si un texto incorporado en la imagen forma parte del relato, es decir, si aporta un mensaje al lector, también deberá ser traducido, aunque la editorial puede decidir mantener el texto original. El traductor valora cada caso, pero es la editorial la que toma la decisión final. En este sentido, hay quien nos cree más influyentes a los traductores de lo que realmente somos: «Ante estos problemas, los traductores suelen adoptar un comportamiento pasivo, dados los altos costes de modificación y considerando que la pérdida de información para el lector de la traducción suele ser mínima con respecto al mensaje global» (Brandimonte, 2012: 155).
2. Cómo se traduce un cómic
Antes de analizar algunas soluciones que permiten superar el “yugo” del espacio —tal y como lo llama Villena (cf. cita más arriba)—, quisiera resumir brevemente cómo se procede a la hora de traducir un cómic.
Los traductores raras veces recibimos el original en un formato de texto editable. Solemos traducir casi siempre partiendo del libro, es decir, sin la posibilidad de sobrescribir el texto original, algo que nos facilitaría la tarea de poder comparar la extensión del texto traducido con el original. Por lo tanto, solemos traducir con la obra original “en mano”, bien sea en papel o bien en un fichero de PDF, y vamos anotando la traducción en un fichero de texto (Word, etc.). Para ello, muchos disponemos de plantillas facilitadas por las editoriales —y que varían de una a otra—en las que quedan predefinidos el tamaño de letra, el interlineado y los márgenes de la página. Para facilitar la tarea del maquetador o del rotulador, se numeran las páginas, al igual que todos los textos que aparecen en el cómic original (recuadros, bocadillos, onomatopeyas, notas al pie, etc.). Seguimos el orden de lectura (occidental), es decir, de izquierda a derecha y de arriba abajo, como demuestra el siguiente ejemplo, un extracto de mi traducción al alemán de El invierno del dibujante, de Paco Roca, escrito en la plantilla de la editorial alemana.
Plantilla de traducción de la editorial alemana Reprodukt. |
Este procedimiento, bastante rudimentario, puede parecer un detalle insignificante si no fuera porque nos impide poder yuxtaponer el texto traducido y su original para comprobar si tienen una longitud igual o parecida. De esta forma, la limitación del espacio de la traducción se hace “a ojo”, ya que tampoco nos podemos permitir ir contando los caracteres —un método, por lo demás, no muy eficaz, puesto que las letras tienen anchos diferentes—. El método requiere cierta destreza y experiencia, y no es del todo infalible, por lo que, en ocasiones, podemos vernos obligados a adaptar y sintetizar texto en una fase posterior si en la maquetación de la traducción resulta que esta excede el espacio disponible. Y es que se intenta evitar tener que modificar el tamaño de los bocadillos para adaptarlos a la longitud de la traducción, ya que significaría una injerencia en la imagen o ilustración. Susana Lago Ballesteros (2011: 31) detalla las dificultades de limitación de espacio en los globos o bocadillos al decir que:
Hay que tener presente que un solo carácter de más en un globo puede ser definitivo, puesto que el espacio que el autor o [los] autores originales han dedicado a dicho globo es también el espacio concedido consecuentemente a la ilustración, así que ampliar el tamaño de un bocadillo, aunque sea ligeramente, modificaría la imagen, con los dilemas ya apuntados de carácter ético, económico y técnico.
3. Dificultades habituales y posibles soluciones
En el caso ideal, la primera versión de la traducción tiene la misma longitud que el texto original, lo que no siempre ocurre, dadas las particularidades de cada idioma. Por lo general, la extensión de las palabras o expresiones varía de un idioma a otro, como demuestra la siguiente tabla, que refleja los cambios de longitud de un texto de mil caracteres, incluyendo espacios, cuando se traduce del inglés a lenguas como el español, el italiano o el alemán, entre otras:
Tabla con los cambios de longitud de texto al traducir del inglés, de Lost (or gained) in translation. |
Por lo tanto, dependiendo de las lenguas de partida y de destino, pueden darse dos situaciones extremas: que la traducción sea más larga que el original o que sea más corta que este. Personalmente, al traducir del español al alemán, experimento más casos en los que la traducción es más larga (ejemplo: “alcalde” → “Bürgermeister”), aunque la particularidad del alemán de convertir en una sola palabra compuesta una cadena de palabras en español (“oficina de empleo” → “Arbeitsamt”) puede suponer una ventaja de este idioma, cuya fama —no del todo injustificada— es la de contar con palabras interminables.
De acuerdo con la necesidad de adaptar la extensión de la traducción, existen diferentes soluciones, de las que me gustaría comentar solo las más comunes según mi propia experiencia (se encontrarán más recursos en Lago Ballesteros, 2011: 31). Si se trata de tener que reducir el texto traducido, algo habitual para los traductores del inglés al español o, en mi caso, del español al alemán, podemos recurrir, entre otros, a:
— Usar una paráfrasis, es decir, reformular la frase con otras palabras manteniendo el significado original:
Ejemplo: «Me gustaría pintar un cuadro». → «Ich möchte ein Bild malen». (lit.: «Quisiera pintar un cuadro»).
— Eliminar redundancias:
Ejemplo: «Que sí, Paco, que sí». → «Ja doch, Paco».
— Omitir letras o signos de puntuación repetidos, un recurso habitual en algunos tebeos:
Ejemplo: «¡¡¡¡¡Hurraaaaa!!!!!». → «Hurraaa!!!».
— Representar números mediante cifras:
Ejemplo: «Tiene diecinueve años». → «Sie ist 19 Jahre alt».
— O redistribuir el texto entre varios bocadillos:
Ejemplo: «Yo…» «no sé nadar». → «Ich kann …» «… nicht …» «… schwimmen». (La traducción del texto, que aparece en dos bocadillos en el original, se ha tenido que distribuir en tres bocadillos por la falta de espacio):
Viñeta original (pág. 165) de Los surcos del azar. | Viñeta traducida (pág. 36) de Die Heimatlosen. |
Sin embargo, en ocasiones puede ser necesario alargar el texto traducido para asemejarlo a la relación entre el texto y el espacio del original. No suele ser el caso en mis traducciones al alemán, pero, de hacerse, se recurre de nuevo a la mencionada paráfrasis, aunque siempre procurando que el resultado no quede artificialmente largo.
En todo caso, hay que entender que los criterios estéticos del original deben respetarse en la traducción, por lo que, salvo en casos excepcionales y previa autorización, no se debe recurrir a soluciones que modifiquen aspectos formales como, por ejemplo, el tamaño, el tipo o el formato de la letra o el espacio, que, como ya hemos mencionado antes, también puede funcionar como un recurso narrativo.
Solo recuerdo un caso entre mis traducciones en el que la editorial se viese obligada a reducir el tamaño de letra, con un resultado que apenas se diferenciaba del original:
Viñeta original (pág. 11) de El arte de volar. © 2009 De Ponent. | Viñeta traducida (pág. 5) de Die Kunst zu fliegen. © 2009 De Ponent. |
4. Conclusiones
Como hemos visto, el espacio puede suponer, en ocasiones, un rompecabezas para los traductores de cómics. Por suerte, disponemos de un abanico de recursos para procurar que el lector de la traducción no perciba estas dificultades en el resultado final: la obra “escrita” en su lengua.
Por lo tanto, a modo de conclusión, quisiera recordar que una buena traducción es la que no se nota y deja fluir la lectura. Algo que se consigue, siempre que sea posible, respetando el original, de forma que nos tilden lo menos posible de traduttori, traditori.
5. Bibliografía
ALTARRIBA, A. y KIM (2016): El arte de volar, Norma Editorial, Barcelona.
ALTARRIBA, A. y KIM (2012): Die Kunst zu fliegen, avant-verlag, Berlín.
Brandimonte, G. (2012): “La traducción de cómics: algunas reflexiones sobre el contenido lingüístico y no lingüístico en el proceso traductor”. En Metalinguaggi e metatesti. Lingua, letteratura, traduzione, Università degli Studi di Messina, pp. 155-86, disponible en línea el 23-V-2018 en:
https://cvc.cervantes.es/literatura/aispi/pdf/23/23_151.pdf
Castillo Cañellas, D. (1996): “Limitaciones en la traducción de tebeos”, texto elaborado sobre la revisión de “Limitaciones en la traducción de tebeos”, en Memoria de licenciatura de Daniel Castillo Cañellas, presentada en la Universidad de Málaga en 1996, disponible en línea el 23-V-2018 en:
https://www.tebeosfera.com/1/Documento/Articulo/Academico/01/tebeostraduccion.pdf
Kurlander, D.; Skelly, T., y Salesin, D. (1996): “Comic Chat”, en Proceeding SIGGRAPH '96 Proceedings of the 23rd annual conference on Computer graphics and interactive techniques, ACM, Nueva York, pp. 225-236, disponible en línea el 23-V-2018 en:
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Lago Ballesteros, S. (2011): Las dificultades de traducción del tebeo: traducción de L'enfant de l'Orage de Manuel Bichebois et Didier Poli (trabajo académico), Universidad Pompeu Fabra, disponible en línea el 23-V-2018 en:
https://repositori.upf.edu/bitstream/handle/10230/16138/Lago_Ballesteros_Susana_TA.pdf?sequence=1
Mayoral, R. (1997): Sincronización y traducción subordinada: de la traducción audiovisual a la localización de software y su integración en la traducción de productos multimedia, disponible en línea el 23-V-2018 en: http://www.ugr.es/~rasensio/docs/Multimedia_.pdf
ORTIZ, Á. (2012): Cenizas, Astiberri, Bilbao.
Roca, P. (2008): Arrugas, Astiberri, Bilbao.
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