LA CHIVA DEL AÑO 68. UNA REVISTA Y UNA RISA CON ESPÍRITU LIBERTARIO
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La recordada revista La Chiva, fundada hace cuarenta años, es un signo de su época. No surgió de un día para otro. Se asoma la famosa década del sesenta del siglo pasado. Los dibujantes novísimos de la época, los más curiosos, ya tienen noticias de las nuevas propuestas gráficas e irreverentes que vienen desde los sectores más liberales y progresistas de Estados Unidos y de Europa. Conocen la revista Mad, que diez años antes del Mundial del 62 ya estaba circulando. Will Eisner está entre los admirados. También, el periódico neoyorquino The Village Voice que publica los dibujos de Jules Feiffer. En otras revistas –Paris Match entre ellas– podían disfrutar de los monos de Bosc, Steinberg y Sempé. Desde México Rius propone «Los supermachos» y «Los agachados» con una perspectiva latinoamericana. Los ojos se agrandan. Los lápices se afilan. Las revistas extranjeras, difíciles de conseguir entonces, alimentan a la nueva hornada.
Las otras revistas extranjeras, las mexicanas principalmente, nutren el imaginario colectivo infantil y el gusto por los monitos. Para promover la producción nacional el gobierno aplica –nos recuerda Palomo– la política económica de sustitución de importaciones, que elimina prácticamente la importación de historietas mexicanas o historietas norteamericanas impresas por editorial Novaro para el resto de América, lo que favorece especialmente a Zig-Zag. Hay trabajo para los dibujantes chilenos. Entre otras revistas, Zig-Zag publica Rakatán, Comicnauta y Mony, donde colaboran Hervi, Pepe Huinca y Palomo.
Figura 1: La Chiva no. 1. |
El personaje que mejor refleja este momento de protagonismo juvenil es Artemio, de Pepe Huinca. La tira es publicada por El Mercurio desde 1963. Con su chasquilla beatle y su inseparable radio a pilas, Artemio es puro ritmo de la juventud. En su moto es un espíritu libre, despreocupado, optimista. «No solo ha habido cambio en el estilo gráfico –escribe Antonio Romera, dibujante y crítico de arte–, sino lo que es más importante, mutación radical de sensibilidad». Artemio es junior, mensajero, en una oficina. Representa un tipo de pueblo y de pobreza urbana diferente a la que el humor gráfico representaba con Verdejo o Condorito, que son campesinos allegados a la ciudad. La provincia, en este caso, está recordada en el seudónimo del autor relevando lo originario, también como parte de la sensibilidad de época: «El seudónimo –explica Alberto– debía ser étnico y ancestral, ya que en esa época recién comenzaba la revalorización de lo autóctono (que desembocó en el neofolclor). Como Jorge había nacido en Angol, Huinca era una buena opción». No estaba lejos de llegar al disco. Es justamente un exponente de lo que se llamó folclor urbano –Payo Grondona– quien lo incorpora al repertorio de la Nueva canción chilena con el tema «Entrevista a Artemio ante su eventual matrimonio». Luego el mismo Payo convertirá en canción una historieta de La Chiva.
Figura 2: La Chiva no. 5. |
Así como en la década del sesenta surge el movimiento de la Nueva canción chilena, no es temerario pensar que también surgió un nuevo humor gráfico desde los jóvenes que crearon la imaginería juvenil de ese tiempo, donde el humor gráfico hace sistema con otras expresiones visuales (brigadas murales, carátulas de discos, afiches) que fueron convirtiéndose en la iconografía de la utopía, aceleradamente, ya como parte de un proceso de cambios que parecía imparable.
El gobierno de entonces había sido elegido prometiendo una revolución en libertad y el motor de esta era la patria joven. Había vencido a Salvador Allende, que ofrecía una vía chilena al socialismo. Como parte de una política de promoción popular, en 1968 el gobierno de Frei Montalva promulga las leyes que crean las Juntas de Vecinos y los Centros de Madres. En el mundo popular, a los obreros, oficinistas y campesinos se les suma el poblador como un actor urbano relevante. En ese contexto la población, el barrio, pasa a ser un personaje colectivo. En el humor gráfico el cambio lo representa la revista La Chiva, cuya principal historieta la protagoniza Lo Chamullo, un barrio como el suyo. Quincenal y en formato nacional (o sea, largo y angosto), aparece el 31 de julio de 1968 bajo la dirección de Alberto Vivanco y publicada por la Editorial Papiro.
Figura 3: La Chiva no. 25. |
La Chiva marca un aporte generacional sesentero y una visión nueva de enfrentar los temas sociales, un aire fresco que, sin embargo, debió enfrentar los mismos problemas que tuvieron iniciativas autónomas anteriores. «Las únicas distribuidoras que existían eran Zig-Zag y Lord Cochrane –testimonia Alberto Vivanco–. Ambas solo comercializaban sus propios productos y se negaban a distribuir a los editores independientes, por el egoísmo de no tener competencia que amenazara sus propios productos».
La empresa de papel era una revista atendida por sus propios dueños, autogestionada, para lo cual alguno debió vender su citroneta para financiarla. El primer número se pudo imprimir –agrega Alberto– gracias al dinero que le pasó la editorial Lord Cochrane a modo de indemnización por haberse quedado con su revista Ritmo, «Gato Yo-Yó» incluido. «Los problemas –agrega– empezaron cuando se acabó ese fondo y no encontramos el camino eficiente de la distribución». En este plano, Hervi recuerda la contribución de Jorge Varas, el Varilla, quien «se descrestó ilustrando con grabados en linóleo para ahorrarnos plata de los costosos clichés. En cierta etapa –nos cuenta Hervi– hacíamos una tira de Lo Chamullo en el diario Última Hora, a bajo precio, cuando el director era José Toha, con el compromiso de que nos dieran el cliché para republicarlo en la revista. Y escribíamos mucho, ya que la tipografía era más barata que los clichés». Recordando a su hermano, Alberto Vivanco destaca que Pepe Huinca –además de dibujar– «se interesó por imprimir la revista, desarrollando el oficio de imprentero que lo acompañó para siempre». Además de Alberto Vivanco y su hermano Jorge (Pepe Huinca), en la revista dibujan Hernán Vidal (Hervi) y José Palomo. Desde el primer momento colaboran también Eduardo de la Barra (Jecho) y al nacer la publicación recibió el saludo de los mayores, entre ellos Pepo y Nato. Este último incluso les hizo especialmente la tira «Insolentito por Natito». Esporádicamente publicaron en sus páginas Osvaldo Salas (Don Inocencio), Themo Lobos, Ponka, Néstor Espinoza, Ric... generalmente ad honorem.
Figura 4: La Chiva no. 27. |
Materialmente La Chiva, que alcanzó a publicar 50 números, no podía competir con las grandes editoriales y los muy anticapitalistas no tenían un capital suficiente para sostenerla. Sin embargo, individualmente cada uno de ellos tuvo presencia en diversos diarios junto a sus personajes. Por ejemplo: Alberto Vivanco con «Lolita» en Clarín, Pepe Huinca con «Artemio» en El Mercurio, Palomo con «Las tres Marías» en Puro Chile, Hervi con «Mozambique» en La Última Hora. Paralelamente, como Editorial Papiro, el grupo saca El Pirigüín con mayores posibilidades de mercado ya que se declaraba «solo para mayores, la revista del play boy chileno, la revista de humor pícaro sin veda de carne, la revista de los machos recios, humor para gente madura», en fin.
Figura 5: La Firme no. 19. |
El actor político dejaba de estar solamente en los salones y el palacio, en «la casa donde tanto se sufre», como se llamaba a La Moneda. En este proceso la caricatura de personajes individuales es crecientemente remplazada por estereotipos que reflejan representaciones sociales. La Chiva representa una nueva forma de hacer humor político, en un momento en que todos toman partido. En esa perspectiva La Chiva derivará en La Firme cuando asume el Presidente Allende. Pero ese es otro momento de esta misma historia que será constructiva y trágica. A poco más de cuarenta años de la aparición de su primer número, es justo agradecer la existencia de La Chiva y compartir la nostalgia por esa risa libre que nos sigue transmitiendo en la memoria.